- Qué
- Na
- ¿Bien?
- Tirando
- Llevas zapatos nuevos
- Son del año pasado
- Ah
- De cuando nos vimos en la boda de Manolo
- Sí
- Bueno, me voy, que llego tarde a la peli
- Vale
- Ya te la contaré
- Como quieras
- Hasta luego
- Adiós
¿Qué les parece ese diálogo? Pues sí, cutre del todo, una de tantas pseudoconversaciones insustanciales de dos que se cruzan por ahí y van a lo suyo. Un rollo bárbaro. Bueno, pues si en lugar de ser un encuentro callejero, se tratara de una "red social", estaría todo el mundo entusiasmado, incluidos los protagonistas. Nuevas formas de comunicación, revolución total. Hay que joderse.
Tienes un vecino con el que te has cruzado unas cuantas veces sin deciros más que hola y adiós. No os apetece nada poneros a pegar la hebra en el ascensor o en el bar de enfrente, aunque quién sabe, igual habría cosas para contaros, a lo mejor ha tenido el tipo una vida apasionante y te estás perdiendo su narración detallada delante de una botella de buen vino. Pero no, ni ganas, qué fastidio y qué pérdida de tiempo meterse en conversaciones con el personal. Pero un día recibes en tu correo el aviso de que tu vecino quiere ser amigo tuyo en facebook. Ah, eso ya es harina de otro costal. Le dices que sí y empezáis una relación cordial e interesantísima.
Hoy él ha puesto en su muro que su tía de Zaragoza le contó que menudo frío esta noche. Aquello se pone que arde; la página, digo. Tú le contestas que jo, vaya tela que debió de ser el frio ese. Una tal Josefina, que aparece en la foto de su perfil montada en un tiovivo y con un tigre de peluche entre las piernas, aclara que en Valencia, en cambio, la gente ha ido a la playa. Rubén manda una foto con paisaje nevado y el muñeco correspondiente. Preciosa. Cinco amigos votan que les gusta la foto y un tal Eduardo dice que gracias, Rubén, por regalarnos ese paisaje tan precioso. Entonces Rubén escribe que gracias a ti Eduardo, y tu vecino planta un comentario más con un poema de Neruda sin decir que es de Neruda, y una tal Graciela contesta de inmediato que muchas gracias y que le encanta Benedetti. Tú vas y recomiendas una canción de Édith Piaf que habla de la nieve en París, pero es en francés y nadie te dice ni pío. Porca miseria, no es tu día. Así que te marchas a toda prisa al facebook de tu primo Estanislao, donde hoy están hablando mucho de por qué ahora los tíos se depilan las axilas. Ahí sí que tienen ambiente selecto y un tema de muchos quilates.
Uno en su blog mete la pata a base de bien, para eso está. Verás como se me pican varios amigos que tienen su facebook y se dan por aludidos. Que no, queridos, que no es por vosotros. Me consta, además, que alguno lo usa para comentar noticias bien sesudas o informar de descubrimientos científicos abracadabrantes. Habrá de todo y no soy quien para juzgar con propiedad, pues he frecuentado muy poco esos lugares virtuales, sus muros, sus fotos y todo eso. Ni siquiera sé muy bien cómo va. Me llegan todas las semanas varias solicitudes de amistad, con frecuencia inversa a mis posibilidades de hacer amigos en vivo, en carne y hueso, en cuerpo mortal, en la vida propiamente dicha. Serán los tiempos. Alguna que otra vez respondo que vale, pues hasta me hice un día un perfil o me registré o algo así. Entonces llego a la correspondiente página, miro por encima y me digo que seguro que por torpeza mía no acierto a ver el mucho y buen contenido que allí ha de alojarse. Sólo encuentro fotos de gente que no conozco y frases del tipo "hola a todos", "son muy bonitas las margaritas", "está preciosa la tarde" o "gracias por el enlace". Menuda basurilla. Pero, insisto, seguro que se debe a que no alcanzo a descubrir los más íntimos y ricos recovecos.
Así que me desentiendo del asunto. Pero el otro día, por no sé qué casualidad o maniobra extraña de un servidor (no mía, sino de uno de esos lugares de almacenaje), empezaron a llegarme por correo electrónico los mensajes que se estaban intercambiando en el facebook de un conocido gallego. De un gallego conocido mío, quiero decir, profesor de universidad, por más señas. Vaya tela. Resumo. El primer mensaje era lo que él acababa de escribir allí: hoy he cocinado caldo gallego, invito al que quiera. Primera respuesta: vale, yo llevo el vino. Contestación del anfitrión: trae también lencería fina. Otro que se mete: si Fulana va con lencería, me presento yo también. El anfitrión: pero tú te vas en cuanto acabemos de comer. La otra: huy, me parece que me voy a cortar. El anfitrión…
- Na
- ¿Bien?
- Tirando
- Llevas zapatos nuevos
- Son del año pasado
- Ah
- De cuando nos vimos en la boda de Manolo
- Sí
- Bueno, me voy, que llego tarde a la peli
- Vale
- Ya te la contaré
- Como quieras
- Hasta luego
- Adiós
¿Qué les parece ese diálogo? Pues sí, cutre del todo, una de tantas pseudoconversaciones insustanciales de dos que se cruzan por ahí y van a lo suyo. Un rollo bárbaro. Bueno, pues si en lugar de ser un encuentro callejero, se tratara de una "red social", estaría todo el mundo entusiasmado, incluidos los protagonistas. Nuevas formas de comunicación, revolución total. Hay que joderse.
Tienes un vecino con el que te has cruzado unas cuantas veces sin deciros más que hola y adiós. No os apetece nada poneros a pegar la hebra en el ascensor o en el bar de enfrente, aunque quién sabe, igual habría cosas para contaros, a lo mejor ha tenido el tipo una vida apasionante y te estás perdiendo su narración detallada delante de una botella de buen vino. Pero no, ni ganas, qué fastidio y qué pérdida de tiempo meterse en conversaciones con el personal. Pero un día recibes en tu correo el aviso de que tu vecino quiere ser amigo tuyo en facebook. Ah, eso ya es harina de otro costal. Le dices que sí y empezáis una relación cordial e interesantísima.
Hoy él ha puesto en su muro que su tía de Zaragoza le contó que menudo frío esta noche. Aquello se pone que arde; la página, digo. Tú le contestas que jo, vaya tela que debió de ser el frio ese. Una tal Josefina, que aparece en la foto de su perfil montada en un tiovivo y con un tigre de peluche entre las piernas, aclara que en Valencia, en cambio, la gente ha ido a la playa. Rubén manda una foto con paisaje nevado y el muñeco correspondiente. Preciosa. Cinco amigos votan que les gusta la foto y un tal Eduardo dice que gracias, Rubén, por regalarnos ese paisaje tan precioso. Entonces Rubén escribe que gracias a ti Eduardo, y tu vecino planta un comentario más con un poema de Neruda sin decir que es de Neruda, y una tal Graciela contesta de inmediato que muchas gracias y que le encanta Benedetti. Tú vas y recomiendas una canción de Édith Piaf que habla de la nieve en París, pero es en francés y nadie te dice ni pío. Porca miseria, no es tu día. Así que te marchas a toda prisa al facebook de tu primo Estanislao, donde hoy están hablando mucho de por qué ahora los tíos se depilan las axilas. Ahí sí que tienen ambiente selecto y un tema de muchos quilates.
Uno en su blog mete la pata a base de bien, para eso está. Verás como se me pican varios amigos que tienen su facebook y se dan por aludidos. Que no, queridos, que no es por vosotros. Me consta, además, que alguno lo usa para comentar noticias bien sesudas o informar de descubrimientos científicos abracadabrantes. Habrá de todo y no soy quien para juzgar con propiedad, pues he frecuentado muy poco esos lugares virtuales, sus muros, sus fotos y todo eso. Ni siquiera sé muy bien cómo va. Me llegan todas las semanas varias solicitudes de amistad, con frecuencia inversa a mis posibilidades de hacer amigos en vivo, en carne y hueso, en cuerpo mortal, en la vida propiamente dicha. Serán los tiempos. Alguna que otra vez respondo que vale, pues hasta me hice un día un perfil o me registré o algo así. Entonces llego a la correspondiente página, miro por encima y me digo que seguro que por torpeza mía no acierto a ver el mucho y buen contenido que allí ha de alojarse. Sólo encuentro fotos de gente que no conozco y frases del tipo "hola a todos", "son muy bonitas las margaritas", "está preciosa la tarde" o "gracias por el enlace". Menuda basurilla. Pero, insisto, seguro que se debe a que no alcanzo a descubrir los más íntimos y ricos recovecos.
Así que me desentiendo del asunto. Pero el otro día, por no sé qué casualidad o maniobra extraña de un servidor (no mía, sino de uno de esos lugares de almacenaje), empezaron a llegarme por correo electrónico los mensajes que se estaban intercambiando en el facebook de un conocido gallego. De un gallego conocido mío, quiero decir, profesor de universidad, por más señas. Vaya tela. Resumo. El primer mensaje era lo que él acababa de escribir allí: hoy he cocinado caldo gallego, invito al que quiera. Primera respuesta: vale, yo llevo el vino. Contestación del anfitrión: trae también lencería fina. Otro que se mete: si Fulana va con lencería, me presento yo también. El anfitrión: pero tú te vas en cuanto acabemos de comer. La otra: huy, me parece que me voy a cortar. El anfitrión…
Oigan, se pasaron tres horas así, haciéndose pajas virtuales a lo tonto del todo. Que si voy, que si vengo, que si me pongo, que si me quito, que si tú no vienes, que si tú te quedas. Ya picado en mi curiosidad, me di una vuelta completa por el lugar y resultó que era casi todo así y todos los días, con el único añadido de fotos frecuentes, de enlaces al youtube para ver a Lady Gaga y de recomendaciones de películas y series de la tele.
Vamos a ver, tengo yo una pregunta para ustedes, pregunta genuina de despistado total: ¿es eso lo que llaman redes sociales? ¿Es por disponer eso por lo que se está forrando un tal Zuckerman? Pues manda pelotas. Y yo con esta hipoteca. Sí, lo sé, no todo es igual. Vale. He visto algún lugar diferente. Pocos, pero hay.
No pasa nada, cada uno ha de poder montárselo como quiera. Lo que me fastidia es que en vivo y a la cara cada vez es más difícil tener una tertulia o marcarse una conversación decente. Nadie tiene tiempo ni ganas, pues hay que salir corriendo para enchufarse en casa cinco horas en el facebook y el twitter y el otro y colgar otra foto de cuando eras pequeño y te llevaron a la playa y decir que vaya mayor que se ha puesto Harrison Ford y que cuánto te gustan las judías verdes nada más que con un sofrito. Mecagoenlaleche, qué profundidad y cuán intensa comunicación. Vivan las redes supersociales. Masturbación para everibody. Narcisismo a tutiplén y otra foto de cuando la primera comunión.
Ya sé, me dirán que bueno esta uno para hablar, con lo que le mete a este blog. Paso a justificarme. Escribo el blog precisamente porque ya casi no hay con quien hablar y porque los que hablan no escuchan y te atizan el rollo de cuando la mili y en cuanto te dispones tú a abrir la boca para contar cómo fue tu campamento, se acuerdan de que tienen los garbanzos en el fogón, los cabrones que ni cocinan ni nada.
Además, un respeto y una cosa, aquí meneamos temas que tienen su enjundia. En lo que no me veo, francamente, es con el cuelgue diario de cuatro o cinco horas para comentar con la vecinita, en la red "social", que qué sabrosas están las peras de Lérida (perdón, Lleida). Y después, cuando la tropiezo en la escalera, le planto un escueto buenos días y salgo corriendo a buscar un ordenador y escribo que me encanta toparme con vecinas que lleven una minifalda azul.
Estamos enfermos, creo. O serán cosas mías.
Pues que no entre usté al tuenti. Catálogos de carne humana oiga,para heteros,homos,bis,tris y hasta asexuales. ah! y para algún pervertido que le guste la pesca de bajura, por que muchos/as niños/as tienen un complejo de mono esteroideo de gimnasio y de famosilla de plástico, poniéndose en esos escaparates en tanguilla y calzoncillos a la mínima de cambio,que pa´no entender nada. El chiste estaría en hablar con sus padres,fijo.
ResponderEliminarAleje a su pequeña de esas telas de araña. Hay muchas viudas negras, y lo poco que tienen de social, es mentira.
Un afectuoso saludo,Profesor!
Bueno, lo de las redes sociales es como todo, cada uno lo utiliza de una forma diferente. Las personas que están lejos de su casa, pueden mantenerse cerca e informados a través de esas redes, por ej. Unos cuelgan fotos propias, otros de sus hijos, mascotas, motos, coches.
ResponderEliminarA quien no le guste que no entre, es como las lentejas, oiga. Ya está bien de querer organizar la vida de los demás, que tiene que haber de todo, ¡qué manía!
Por cierto, me pasma la poca repercusión que tiene el nombramiento de Felipe como consejero de Gas Natural. ¿Para cuando una huelga general?
Es indecente que no se modifique la ley de incompatibilidades, es repugnante que ex presidentes puedan ejercer en la privada (después de haber privatizado o vendido empresas a quienes les contratan). Si reciben una pensión vitalicia ¿cómo se les permite ejercer en la privada, por qué no les deducen cualquier emolumento que perciban por charlas o demás chollos?
Es curioso, que solo algún partido minoritario esté a favor de revisar esa ley. Seguramente sea porque tienen menos posibilidades de beneficiarse de ella, pero sea cual sea la razón; bienvenida.
anda que no. Superanálisis el tuyo,tal como lo describes; es. Face tiene exito sobre todo porque se basa en el cotillismo propio de la gente, quiero mirar las fotillos de y ver que hace con su vida. Pero tb se basa en el querer aparentar. Tengo 3000 amigos y me va de lujo y los amigos de mis amigos tb son mis amigos. que bonitooo. Y amigos tienes ni uno, porque como ya solo estas en la red. Son conocidos del colegio, insti que ni saludabas, son tu vecina del quinto como apuntabas, son los amigos de amigos de los amigos de tu vecina del quinto, los ligues del chat, el pervertido de la esquina que se mete más que para ver si tiene suerte con las fotillos. Y las conversaciones muy profundas,tipo las que describes. Tb aparento con las fotos de lo que bien y supermaravillosamente que me va y lo guay que soy y lo bien que me lo monto.(que la mayoria pues..) Lo que si es verdad es que facilita facilita. Si conoces un tio una noche, le pides el telefono; que violento. Pero intercambiais msn o face y oye perfecto: amiguisimos. Y es, por supuesto, la gallina de los huevos de oro. Ya te digo, que borregos. En fin, habrá que buscar manera de sacar partido del borreguismo no solo criticarlo. Ve apuntandonos ideas.
ResponderEliminarEn la línea que apunta el amigo Leónidas me da la impresión que esto de las redes sociales tienen su sentido, como su nombre indica, para la pesca.
ResponderEliminarLos que hemos abandonado la pesca y la caza no disfrutamos de todo su potencial, pero esos angelicos-as que tienen las alteraciones hormonales propias de su juveniles cuerpos, buscan y encuentran cerraduras y llaves de todo pelaje y depilaje.
En fín, que el chico de mi vecino entre el facebook, el tuenti y el axe se está quedando de lo más propio para un cuadro de El Greco, ya no se conooe si va de frente o de perfil.
No digo yo que no lleve razón el anfitrión , pero yo sí soy aficionado al facebook. Pongo un ejemplo de hoy: Ignacio Camacho escribe este artículo en ABC. Pues bien me lo avisó un amigo en facebook que me recordó esta entrevista. Como me encantó el tema, me dediqué a buscar algo que pudiera enriquecer el minidebate, y encontré la de ayer. Eso sí, todavía nadie ha podido encontrar el Documento en el que se basa todo este debate. pero entre varios lo encontraremos. Al menos eso espero.
ResponderEliminarY siguiendo con en este gran tipo que es Victor Pérez Díaz, recupero otra entrevista que bien podría ser todo un Editorial para FANECA, y que tembién apareció en el minidebate mencionado en mi comentario anterior.
ResponderEliminarHa dado en el clavo.
ResponderEliminarHemos perdido el saludo entre conciudadanos por la calle. El saludo entre vecinos está en vías de extinción. Y por un agregado más en el Facebook, damos saltos de alegría y encima le obsequiamos con un sinfín de detalles de nuestra vida (a veces íntima).
Pero algo bueno tiene que tener. Es el único sitio donde uno puede hacerse amigo de: "queremos que Mojinos Escozíos sean las próximas burbujitas de Freixenet". Bromas aparte, ¡Ojito con el Facebook!
Saludos.