11 de febrero de 2011. Ayer. ¿Vamos a dejar que este día quede atrás sin dedicarle un rato, sin imaginar qué contaremos a nuestros nietos de lo que pasó en este fecha y cómo se lo explicaremos? Ayer, en un país enorme, Egipto, culminó una revolución pacífica de dieciocho días y de perseverancia de los ciudadanos, de millones de los ciudadanos, una revolución sin sangre que hizo al tirano salir por pies, escapar como sulen hacer los de esa especie. Sucedió antes en Túnez, puede pasar mañana en otros países árabes. Y nosotros aquí, tan tranquilos, impasible el ademán, comentando el último partido de fútbol de la Selección o masajeándonos los juanetes.
¿Cuántas revoluciones veremos a lo largo de nuestra vida? ¿Y cuántas así, a golpe de pacífica entereza popular? Pocas, sin duda. Algunos de nosotros fueron o fuimos algo revolucionarios de jóvenes, incluso, pero ni por esas nos excitamos ahora. Andamos ahítos de bromuro sociológico, necesitados de urgente alargamiento de conciencia. Egipto queda lejos, a Túnez no pensamos ir y mañana tengo que acordarme de cambiarle el aceite al coche. ¿Revolución, dice usted? ¿Dónde? Ah, que en Egipto. Bueno, pues como le iba diciendo, a mí me parece que en el regate en corto Messi le da mil vueltas a Cristiano Ronaldo.
Revoluciones populares, qué pereza. Cosas de moros serán. Además pacíficas, qué aburrimiento. Si al menos hubieran cogido al dictador y le hubieran arrancado las gónadas a mordiscos y pudiéramos verlo en Tele 5 mientras alguna hetaira de yate comenta que así talmente eran la del torero aquel que la empitonaba a ella, pues sería bonito y formativo para los niños. Pero que unos egipcios que dicen que no saben casi leer se pasen dos semanas y pico en una plaza y que luego se queden contentos porque se va el corrupto que los gobernaba, qué tiene de emocionante, vamos a ver, qué. Y, además, ¿qué les hizo el Mubarak ese para que se pongan así?
Dejemos el intento de retratarnos a nosotros mismos con pincelada gruesa. Lo cierto es que llevo bastantes días preguntándome por qué no oigo a nadie comentar ni pío de lo de Egipto, ni en los bares ni en las tiendas ni en las reuniones de amigos ni con la familia ni en ningún lado. Y los medios de comunicación se ocupan porque no queda más remedio, pero siembran la duda casi todo el rato: que si sube el petróleo qué putada, que si se cierra el Canal de Suez menudo perjuicio, que si vienen los islamistas cuánto miedo. Sumamos nuestra indiferencia con el cálculo cazurro de tertulianos y editorialistas y da un resumen perfecto de lo que somos, una caquilla conformista e indiferente, enanitos sin principios, tropa sin seso, conformistas, ante todo conformistas viscerales. Que nada cambie y, ante todo, que nadie nos torture con insinuaciones de que cualquier cosa podría volverse mejor nada más que con arrimar el hombro un poco, quizá simplemente yendo a concentrarse en una plaza grande y manteniendo el tipo ante los que amenazan, manipulan y mienten. Qué horror, con lo que tengo que hacer esta semana, que hasta cita con el podólogo me toca y café con Maruchi, imagínate.
Normalmente querría ser alemán o suizo o sueco, pero hoy me dan ganas de volverme egipcio. Aunque sólo fuera para haber estado en esa plaza y haberme abrazado a los colegas después de ganar sin un tiro una batalla de verdad. Aquí, a lo máximo que cabe aspirar es a una fiesta parecida, pero cuando ganemos otra vez la Champions o el Mundial. A por ellos, oé. A nosotros nos es el fútbol lo que a los egipcios la vida propia y la libertad. Los egipcios alzan la cabeza para ser libres, nosotros la empleamos para rematar balones, cual vil testuz. Nosotros somos “los otros”. Nosotros vamos hasta arriba de alienación, que no es un licor ni un anabolizante, sino una cosa de la que hablaba Marx después de Hegel y que vaya usted a saber en qué equipo jugarían esos dos que ya ni entrenan.
Al ciudadano de a pie no le interesa la revolución de Egipto porque le provoca escozor en sus propias vergüenzas. Al de a caballo, tampoco, no vaya a ser que se le desboque. Aquí no movemos el culo para ir a ninguna plaza que no sea la plaza de cada uno, la qué hay de lo mío; aquí no tomamos ni el más pequeño riesgo por ninguna causa política digna; todo lo más, para que gane nuestro equipo, llámese Madrid o Barça, PSOE o PP. La última vez fue cuando lo de “nunca mais” y “Aznar asesino”, pero no íbamos de ciudadanos responsables, sino para joder al equipo rival y que bajara a segunda.
Aquí tenemos un Mubarak bifronte, bipartidismo despótico sostenido por medios de comunicación venales y ciudadanía de hooligans. Aquí no roba uno, roban los dos de mutuo acuerdo, y el acuerdo cada día es más firme y ya ni se pisan la manguera, no hay más que ver lo poco que se habla de los millones que se han robado en Asturias y los que se han robado en Andalucía, según los últimos sumarios en curso. Chitón, hoy por ti y mañana por mí, y si mencionas a la mía, yo te miento a la tuya. Tiranía bipolar sostenida por empresas de comunicación de carretera y periodistas de esquina.
Cómo van nuestros gobernantes a entusiasmarse con la revolución egipcia, que les asusta más que un aguacero que pueda caerles aquí mismo, cómo van nuestros periódicos a informar a miedo quitado, si temen que se les acaben un día sus conexiones con la Familia, cómo vamos nosotros, ciudadanitos, a prestar atención y a alegrarnos, si esos egipcios son feos, van mal vestidos, no entienden de vinos ni son progres ni adoran al dios verdadero, algunos hasta llevan turbante, no han leído la última de Almudena Grandes y míralos, batiéndose el cobre por la libertad mientras nosotros pensamos que menuda putada si se encarece el petróleo o si me sigue creciendo esta verruga que me ha salido en la conciencia.
Dice un amigo mío que de una dictadura se sale, pero de una democracia corrupta, difícilmente. Cuánta razón tiene. A lo mejor deberíamos importar egipcios de a pie y mandar a nuestros líderes mayoritarios, políticos y sindicales, a donde esté Mubarak. Para tener democracia y recuperar la Constitución, amén de nuestra dignidad.
¿Cuántas revoluciones veremos a lo largo de nuestra vida? ¿Y cuántas así, a golpe de pacífica entereza popular? Pocas, sin duda. Algunos de nosotros fueron o fuimos algo revolucionarios de jóvenes, incluso, pero ni por esas nos excitamos ahora. Andamos ahítos de bromuro sociológico, necesitados de urgente alargamiento de conciencia. Egipto queda lejos, a Túnez no pensamos ir y mañana tengo que acordarme de cambiarle el aceite al coche. ¿Revolución, dice usted? ¿Dónde? Ah, que en Egipto. Bueno, pues como le iba diciendo, a mí me parece que en el regate en corto Messi le da mil vueltas a Cristiano Ronaldo.
Revoluciones populares, qué pereza. Cosas de moros serán. Además pacíficas, qué aburrimiento. Si al menos hubieran cogido al dictador y le hubieran arrancado las gónadas a mordiscos y pudiéramos verlo en Tele 5 mientras alguna hetaira de yate comenta que así talmente eran la del torero aquel que la empitonaba a ella, pues sería bonito y formativo para los niños. Pero que unos egipcios que dicen que no saben casi leer se pasen dos semanas y pico en una plaza y que luego se queden contentos porque se va el corrupto que los gobernaba, qué tiene de emocionante, vamos a ver, qué. Y, además, ¿qué les hizo el Mubarak ese para que se pongan así?
Dejemos el intento de retratarnos a nosotros mismos con pincelada gruesa. Lo cierto es que llevo bastantes días preguntándome por qué no oigo a nadie comentar ni pío de lo de Egipto, ni en los bares ni en las tiendas ni en las reuniones de amigos ni con la familia ni en ningún lado. Y los medios de comunicación se ocupan porque no queda más remedio, pero siembran la duda casi todo el rato: que si sube el petróleo qué putada, que si se cierra el Canal de Suez menudo perjuicio, que si vienen los islamistas cuánto miedo. Sumamos nuestra indiferencia con el cálculo cazurro de tertulianos y editorialistas y da un resumen perfecto de lo que somos, una caquilla conformista e indiferente, enanitos sin principios, tropa sin seso, conformistas, ante todo conformistas viscerales. Que nada cambie y, ante todo, que nadie nos torture con insinuaciones de que cualquier cosa podría volverse mejor nada más que con arrimar el hombro un poco, quizá simplemente yendo a concentrarse en una plaza grande y manteniendo el tipo ante los que amenazan, manipulan y mienten. Qué horror, con lo que tengo que hacer esta semana, que hasta cita con el podólogo me toca y café con Maruchi, imagínate.
Normalmente querría ser alemán o suizo o sueco, pero hoy me dan ganas de volverme egipcio. Aunque sólo fuera para haber estado en esa plaza y haberme abrazado a los colegas después de ganar sin un tiro una batalla de verdad. Aquí, a lo máximo que cabe aspirar es a una fiesta parecida, pero cuando ganemos otra vez la Champions o el Mundial. A por ellos, oé. A nosotros nos es el fútbol lo que a los egipcios la vida propia y la libertad. Los egipcios alzan la cabeza para ser libres, nosotros la empleamos para rematar balones, cual vil testuz. Nosotros somos “los otros”. Nosotros vamos hasta arriba de alienación, que no es un licor ni un anabolizante, sino una cosa de la que hablaba Marx después de Hegel y que vaya usted a saber en qué equipo jugarían esos dos que ya ni entrenan.
Al ciudadano de a pie no le interesa la revolución de Egipto porque le provoca escozor en sus propias vergüenzas. Al de a caballo, tampoco, no vaya a ser que se le desboque. Aquí no movemos el culo para ir a ninguna plaza que no sea la plaza de cada uno, la qué hay de lo mío; aquí no tomamos ni el más pequeño riesgo por ninguna causa política digna; todo lo más, para que gane nuestro equipo, llámese Madrid o Barça, PSOE o PP. La última vez fue cuando lo de “nunca mais” y “Aznar asesino”, pero no íbamos de ciudadanos responsables, sino para joder al equipo rival y que bajara a segunda.
Aquí tenemos un Mubarak bifronte, bipartidismo despótico sostenido por medios de comunicación venales y ciudadanía de hooligans. Aquí no roba uno, roban los dos de mutuo acuerdo, y el acuerdo cada día es más firme y ya ni se pisan la manguera, no hay más que ver lo poco que se habla de los millones que se han robado en Asturias y los que se han robado en Andalucía, según los últimos sumarios en curso. Chitón, hoy por ti y mañana por mí, y si mencionas a la mía, yo te miento a la tuya. Tiranía bipolar sostenida por empresas de comunicación de carretera y periodistas de esquina.
Cómo van nuestros gobernantes a entusiasmarse con la revolución egipcia, que les asusta más que un aguacero que pueda caerles aquí mismo, cómo van nuestros periódicos a informar a miedo quitado, si temen que se les acaben un día sus conexiones con la Familia, cómo vamos nosotros, ciudadanitos, a prestar atención y a alegrarnos, si esos egipcios son feos, van mal vestidos, no entienden de vinos ni son progres ni adoran al dios verdadero, algunos hasta llevan turbante, no han leído la última de Almudena Grandes y míralos, batiéndose el cobre por la libertad mientras nosotros pensamos que menuda putada si se encarece el petróleo o si me sigue creciendo esta verruga que me ha salido en la conciencia.
Dice un amigo mío que de una dictadura se sale, pero de una democracia corrupta, difícilmente. Cuánta razón tiene. A lo mejor deberíamos importar egipcios de a pie y mandar a nuestros líderes mayoritarios, políticos y sindicales, a donde esté Mubarak. Para tener democracia y recuperar la Constitución, amén de nuestra dignidad.
Cierto. Los egipcios no han leído la última de A. Grandes. Así no se puede hacer un cambio progresista. ¿Alienación? ¿No querá decir usted alineación? De la Roja, por supuesto.
ResponderEliminarEste país es un trapo. Democracia corrupta. Qué triste. Desde el último ayuntamiento hasta....
ResponderEliminarY de la Justicia qué? Me pregunto yo alguna vez,como precisamnete hoy, como estos cinco dias atrás.
León es un pueblecito qué ocurriría si un grupito de simples y pobres ciudadanos deciden plantear una demanda contra alguien medianamente poderoso como es este pueblo cazurrin?
El juez una persona jovencita con digo yo sus retoños, paseandose por León y viendo amenudo a los demandados... Vamos que mola pasear hola don pepito, hola juanita que domingo más soleado...
¿Valorará un juez esta vida de saludos, del agustito y camarediria. O dictará sentencia objetivamente, entrando a valorar jurídicamente aun a riesgo de que le tachen por mal vecino por dar la razón juridicamente hablando a cuatro o cinco don nadies?
Y si esos don nadies se decidieran a colgar la sentencia y mofarse de su falta de argumentación,e incluso riendose de la velocidad de vertigo con que la dictó: un día, pues el tiempo apremia para algunos....
o incluso analizando y concluyendo que jueces como estos deberían enviarlos de nuevo a la facultad, o a una terapia de autoestima..
A estos don nadies les ocurriría algo?
Es que el Mundo Real™ es una mierda. En Twitter, mi entorno estaba siguiendo Al Jazeera y BBC en directo. Mubarak era Trending Topic en España y en todo el mundo. Los amigos más internacionales repetían mensajes de sus amigos egipcios y magrebíes.
ResponderEliminarEl problema es que los medios de comunicación "analógicos" españoles no se dan cuenta de que ya sólo conservan a los lectores tipo "Marca". Me aterra pensar cuál sería mi nivel de intoxicación si sólo me informase a través de los Informativos de Tele 5 o Antena 3 y los diarios nacionales, o -peor aún- a través de la bazofia para adictos que reparten en el TDT Party (si algún día haciendo zapping alguien me pillase con una de esas coprotertulias, cambiaría inmediatamente a un canal porno, para que no piense que soy un pervertido).
por qué no oigo a nadie comentar ni pío de lo de Egipto, ni en los bares ni en las tiendas ni en las reuniones de amigos ni con la familia ni en ningún lado
ResponderEliminarPor miedo. Miedo cerval. De aquí se nos marchó la política, nos la sustituyeron por políticos.
Dicen que se fue p'al Sur en una patera.
Como en el juego de las diferencias, adviértanse un par de distancias de relieve con las 'manifestaciones' nuestras:
[i] estos emocionantes chavales (y luego hay quien tiene la jeta de decir que los jóvenes no tienen valores) no han ido balando detrás de ningún "líder máximo", religioso o sindical o político que sea - el líder lo han sido cada uno de ellos, gente sencilla y naturalmente inteligente que ya tienen perfectamente interiorizado que esas patrañas no valen
[ii] no han ido un ratillo a agitar pancartas, para volver después a casa a colgar el abrigo de pieles y sentarse a ver la telenovela o el partido de la Champions. Se han ido al espacio público -es decir, al espacio suyo de ellos, reconquistado con ese sencillo acto por desgracia caído en el olvido- y se han plantado allí, con sus reivindicaciones, de día y de noche, bajo palos, bajo piedras y bajo tiros, hasta que se la han metido bien metida al tirano repugnante.
¿Aquí qué hemos oído y leído? Lamentables analisuchos trasnochados. Para mí, el 'mejor', el de un payaso que decía, "Egipto tiene que volver al orden, porque entre el turismo cancelado y la fuga de capitales está perdiendo quinientos millones de dólares al día". Uno que, como tantos, se tendría que volver a leer el famoso poemita sobre la diferencia entre valor y precio.
Por fuera de los circuitos consabidos ha habido un puntito más de inteligencia. Recomiendo el espléndido artículo de Gideon Levy, Oriente medio no necesita estabilidad.
Salud,
Apuesto a que le gusta, profesor:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/portada/Isabel/monta/Fernando/elpepusoceps/20110213elpepspor_12/Tes
Dicen la "democracia española", querrán decir la "cleptocracia española".
ResponderEliminarPerdone, profesor, que utilice su blog para un fin distinto del de comentar sus entradas: el de anunciar que el día 23 de febrero de 2011, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, hay una campaña de donación de sangre de 10 a 13:30 y de 16 a 20, creo. Anímense, por favor. Gracias, profesor, y perdone que me aproveche de la gran audiencia que tiene esta página.
ResponderEliminarjajaja. ¿sabes cuántas veces yo he salido de España? una, con el viaje de fin de curso.Y soy afortunada, algunas no les dejaron sus papás ir.A Bcn fui tb una vez, ahhh, una vez estuve tb por Madrid. Y eso sí, he estudiado en dos ciudades andaluzas.Veo la tele como si fuese ficción, no puedo del todo darles vida a los políticos. Son personajes, y me quedan lejos. Son como entes que me entretienen. No logro distinguir la diferencia entre las novelas que mi madre y las tertulias politicas que yo visiono. Son puros entretenimiento. no hay diferencia. Yo soy consciente que lo primero no dirige mi vida y la política si tiene incidencia y dirige mi vida, solo que yo no puedo aprenhenderlo de forma significativa. Nunca he salido de mi región. Nunca he vivido ni siquiera en Madrid y mis medios son muy modestos. ¿egipto? ¿existe? Nunca he volado en avión. Nunca he cruzado el charco. Mi percepción sobre la realidad esta sesgada, no está, no existe. No es. ¿puedes entender que te estoy diciendo? Y yo sé que viajar algo me daría otra percepción...jugué al todo o nada y voy perdiendo. Ahora se supone que todo el mundo viaja y eso le da mayor control de la realidad. Pero yo jugué al todo o nada o en realidad,..no en realidad...nací en una población tan pequeña que no jugué tanto jajaja...No tengo percepción de que Egipto exista de verdad sino es en la pantalla de mi televisor...Pides demasiado.
ResponderEliminarPero suponiendo que Egipto a la que espero visitar..porque espero que mis coetáneos me dejen de una puñetera vez existir...Esa realidad es distinta a la española. Me hace tanta gracia ver a los "fachas" haciendose las víctimas...no se puede comparar ambas realidades. Porque incluso yo lo veo.En España deciden los votos. Muy pronto votaremos y todos saciaremos nuestra "sed de urnas" No falta mucho tiempo..munipales y coincidiendo con una fecha personal las nacionales...mi tiempo es el tiempo electoral, han "casi" coincidido. Y espero que haya pasado algo...
ResponderEliminarEn resumen, el problema es que los pueblos ya-democratizados se duermen en los laureles. Viven una democracia hueca, sin bríos. !Qué lejanos están los tiempos en que esa misma democracia era obtenida con sangre y sudor!
ResponderEliminarDesde Latinoamérica, la cosa es menos comprensible. Vivimos con formas democráticas, pero en constante corrupción, autoritarismo, rupturas institucionales... y ya a nadie le asombra.
Los latinoamericanos vivimos cómodamente en democracias a medias. Como no llegamos a no tener democracia, nada estalla. Pero, cuidado: Egipto demostró que no hay mal que dure cien años.
Saludos,
Héctor Yépez M.
Gracias por compartir tu lucidez... y tus ironías.
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