No solo en las ciencias y en las técnicas el mundo avanza siguiendo el ritmo brioso de un caballo de carreras, también en la comisión de delitos se advierten signos esperanzados de renovación, de una puesta al día pletórica de promesas.
Hace años supimos de la detención de un hombre que robaba la lana del colchón de la cama en la que había dormido en un hotel de la ciudad donde operaba. Este temible delincuente alquilaba una habitación sin despertar sospecha alguna pues llevaba una maleta que es el utensilio usado por las gentes decentes para pasar la noche en un hotel. Pero la maleta no contenía la muda y el cepillo de dientes tradicionales sino borra que es el desperdicio que queda tras trasegar con esos productos nobles que son la lana y el algodón. El temible delincuente se aplicaba, durante la noche, a vaciar el colchón y llenarlo con la borra. Luego lo cosía quedando la pieza hecha un primor. No pegaba ojo pero se llevaba varios kilos de lana blanca que vendía en el mercado negro. Cuando, al marcharse, pagaba -porque pagaba, religiosa o laicamente, eso no lo aclaran las crónicas locales- nadie en la recepción podía imaginar que se había consumado la burla de la borra. Esto ocurría, en la España profunda, en una época que las hojas del almanaque ya han borrado.
Hoy, solo un borracho podría perder el tiempo con la borra.
Porque lo que se lleva es el atraco a punta de pezón. Ha ocurrido en Madrid: dos mujeres entran en una tienda, merodean por las estanterías, cogen algunos productos, se disponen a pagar con el dinero que no tienen y, entonces, una de ellas se saca una teta y empieza a disparar su leche materna sobre la cara del empleado quien, confuso, pierde el control de la situación. La otra mujer, la que cobijaba su teta en la sólita intimidad de estas glándulas, se dirige a la caja registradora de la que extrae sin dificultad -pues estaba abierta- la recaudación del día.
Un delito a un tiempo reprobable y admirable. Lo primero porque todos los delitos lo son; lo segundo porque, aun manejando instrumentos tradicionales (la teta, el pezón), se le añade un punto de fantasía que es lo que lo convierte en un suceso reseñable (“soseriable”, podríamos decir). En lugar de ganzúas y antifaces, solo se requiere una mujer en estado de puerperio e indiferente a la exhibición de una dominga. Pero esto no es problema porque, si antaño se ofrecían las mujeres como madres de leche o crianderas, hogaño pueden ofrecerse como atracadoras teteras.
Un ejemplo distinto es el que se ha vivido hace unas semanas en la sede de Bruselas del Parlamento europeo. Su Oficina de Correos ha sido asaltada por dos individuos provistos de unos pistolones. Hace un par de años, otros individuos -o los mismos porque ninguno de ellos ha sido habido- atracaron una Oficina bancaria sita en el mismo Parlamento.
Sucesos que han desatado gran alarma porque no se entra así como así en el Parlamento europeo: hay que estar provisto de una identificación que yo llamo el “escapulario” y los políglotas el “badge”.
Las autoridades parlamentarias han deplorado el mal funcionamiento del servicio de seguridad y han emitido varias instrucciones. A mí, que no soy autoridad, lo que me llama la atención es el gusto por el esfuerzo y la laboriosidad de los atracadores. Porque oficinas de Correos y bancarias hay muchas en Bruselas pero carecen de interés porque en ellas se entra y se sale sin dificultad. Y por eso no les excitan al faltarles el duende de la audacia, aquel “más difícil todavía” de los trapecistas de circo de nuestra infancia. Es decir, les falta ese toque personal que convierte a un artesano en un artista.
Hace años supimos de la detención de un hombre que robaba la lana del colchón de la cama en la que había dormido en un hotel de la ciudad donde operaba. Este temible delincuente alquilaba una habitación sin despertar sospecha alguna pues llevaba una maleta que es el utensilio usado por las gentes decentes para pasar la noche en un hotel. Pero la maleta no contenía la muda y el cepillo de dientes tradicionales sino borra que es el desperdicio que queda tras trasegar con esos productos nobles que son la lana y el algodón. El temible delincuente se aplicaba, durante la noche, a vaciar el colchón y llenarlo con la borra. Luego lo cosía quedando la pieza hecha un primor. No pegaba ojo pero se llevaba varios kilos de lana blanca que vendía en el mercado negro. Cuando, al marcharse, pagaba -porque pagaba, religiosa o laicamente, eso no lo aclaran las crónicas locales- nadie en la recepción podía imaginar que se había consumado la burla de la borra. Esto ocurría, en la España profunda, en una época que las hojas del almanaque ya han borrado.
Hoy, solo un borracho podría perder el tiempo con la borra.
Porque lo que se lleva es el atraco a punta de pezón. Ha ocurrido en Madrid: dos mujeres entran en una tienda, merodean por las estanterías, cogen algunos productos, se disponen a pagar con el dinero que no tienen y, entonces, una de ellas se saca una teta y empieza a disparar su leche materna sobre la cara del empleado quien, confuso, pierde el control de la situación. La otra mujer, la que cobijaba su teta en la sólita intimidad de estas glándulas, se dirige a la caja registradora de la que extrae sin dificultad -pues estaba abierta- la recaudación del día.
Un delito a un tiempo reprobable y admirable. Lo primero porque todos los delitos lo son; lo segundo porque, aun manejando instrumentos tradicionales (la teta, el pezón), se le añade un punto de fantasía que es lo que lo convierte en un suceso reseñable (“soseriable”, podríamos decir). En lugar de ganzúas y antifaces, solo se requiere una mujer en estado de puerperio e indiferente a la exhibición de una dominga. Pero esto no es problema porque, si antaño se ofrecían las mujeres como madres de leche o crianderas, hogaño pueden ofrecerse como atracadoras teteras.
Un ejemplo distinto es el que se ha vivido hace unas semanas en la sede de Bruselas del Parlamento europeo. Su Oficina de Correos ha sido asaltada por dos individuos provistos de unos pistolones. Hace un par de años, otros individuos -o los mismos porque ninguno de ellos ha sido habido- atracaron una Oficina bancaria sita en el mismo Parlamento.
Sucesos que han desatado gran alarma porque no se entra así como así en el Parlamento europeo: hay que estar provisto de una identificación que yo llamo el “escapulario” y los políglotas el “badge”.
Las autoridades parlamentarias han deplorado el mal funcionamiento del servicio de seguridad y han emitido varias instrucciones. A mí, que no soy autoridad, lo que me llama la atención es el gusto por el esfuerzo y la laboriosidad de los atracadores. Porque oficinas de Correos y bancarias hay muchas en Bruselas pero carecen de interés porque en ellas se entra y se sale sin dificultad. Y por eso no les excitan al faltarles el duende de la audacia, aquel “más difícil todavía” de los trapecistas de circo de nuestra infancia. Es decir, les falta ese toque personal que convierte a un artesano en un artista.
jajajaja. Sosa siempre tan sabio. En mi vida, había oído la palabra "borra". Es verdad, que la delicuencia es un "submundo" o al menos otro mundo. Yo objetivamente entro en la categoría de pobre, pero jamás delinquiría. He sido educada en valores de honestidad y blabla. Aunque quisiera no podría delinquir. No he sido provista de la dejadez moral necesaria, de los contactos pertinentes..Un desastre, siempre digo que estoy "entre pinto y valdemoro".Y si, son delincuentes profesionales. No de "guante blanco" pero si profesionales.Y no creo que estos artistas sean precisamente pobres o si??
ResponderEliminarY si veo una peli donde haya sangre, aparto la mirada. Tampoco el mundo sanitario es lo mio. jope. A veces pienso, si debería entrar en el master de criminología y esto me ablandaría o espabilaría un poquito. Para ser una persona practicamente marginada tengo demasiados remilgos.
ResponderEliminarpara hacer el master debería atracar primero el banco o pedir el préstamo correspondiente. Una compi mia va a hacer un master de dos años, uno en españa otro en el extranjero. No sabía de tal master. pero corre todo de su cuenta. ¿como financiar eso? y cuanta desinformación en cuanto a los master y demás...Yo si me veo como una "pringailla", debería hacerme con alguna proyección pública para trincar a diestro o siniestro como el camps ese u otros. o adherirme al "artista" que apunta sosa. dios...que triste. necesitas pasta para pertenecer a esta sociedad...y si dependes de un payaso que tiene más envidia y bajeza haciéndote la entrevista de trabajo.."chupatintas" de turno...lo mismo supero tanto remilgo y me convierto en algún "superartista"..
ResponderEliminarAdmiro a Sosa, si; por ese nivel de cultura inusual. Pero quizás debería entrenarme...en mi niveles de aceptación de la sangre..¡¿cómo lo hace un cirujano que corta? qué me frena a mi tanto? No son solo barreras morales. son algo más...pero puesto que me excluyen, y por más que me empeñé no hay salida. Quizás deba esforzarme más, en mi tolerancia la sangre, en mi tolerancia a la transgresión. quizás deba no darme por vencida y trabajar en ese sentido. puesto que mis contemporáneos de ninguna de las maneras consideran la opción de dejarme proyectarme profesionalmente. es demasiado. no...barrera no posible..no te dejamos.no puedes hacer nada. eres inviable..¿qué tal si perjudico? si uso todo lo que me han enseñado...
ResponderEliminartodo es un proceso.
ResponderEliminarMe da miedo cortar
Me miedo la sangre
retiro la mirada ante cualquier escena
me da horror poner una bomba, explosivo que mate miles de personas
pregunté, por qué??? me explicarón. Me explicaron una realidad ajena a mí.Un palestino me explicó el por qué. Me robaron mi casa, mi hacienda, violaron mi madre, mi hermana. Para mi es un orgullo llevar el explosivo. Me lo explicaron en primera persona. Y yo lo entendí.quien me lo decía era médico. Yo comprendía que me decía a pesar de vivir a tantos km y tanta distancia ideológica. Veo la sangre y no puedo sostener la mirada, veo rajar y lo mismo. Viven en mi mismo espacio_tiempo: y tanto que me cuesta...soy una blandengue. ¿estudiar criminologia me volvería algo más dura? ¿sería capaz de rajar, capaz de matar?? Ahora soy como una niñita, incapaz de mirar la sangre, de pinchar a alguien, de..¿puedo evolucionar? mis contemporáneos no me dejan trabajar, ni desarrollarme profesionalmente, ni tener vida normal. Puede que otras opciones sean viables...quizás pueda el lado oscuro ofrecerme algo..Quiénes me rodean no están dispuestos a darme mi oportunidad laboral y eso hace que yo cada vez me radicalize más...>Y el solo hecho del paso del tiempo hace que yo tenga más formación y cúmulo de conocimiento al servicio de quiénes los tengan en cuenta.Puede que desconozca una parte de mi, estoy evolucionando; poco a poco. No me reconozco, pero paso al lado oscuro...porque ninguna oportunidad se me da. Todas las puertas estan cerradas. Yo me radicalizo y cada vez estoy más formada y más violenta y dispuesta a todo.