(Publicado hoy en El Mundo de León)
La corrupción no es la excepción, es la regla, al menos cuando se trata de administraciones y de dineros públicos. Ese procesado que aparece cada tanto en los medios de comunicación es el que se pasó de la raya o el más torpe, el que paga el pato por tantos. Los procesos judiciales a los corruptos son la tapadera que nos hace pensar que el Derecho está ahí, vigilante, para ajustar cuentas a los desaprensivos. Así los otros podemos seguir a lo nuestro y dormir tranquilos. Nunca hubo tantas normas para organizar controles y garantizar gestión limpia y en pro del interés general. Lo malo es que casi ninguna se impone seriamente casi nunca. Acabamos de ver, aquí mismo, un ejemplo de libro con ese decreto que trataba de limitar los sueldos de los que cobran de las administraciones por varias vías entre sí incompatibles. El decreto de marras tiene once años y ahora la Junta certifica que jamás se aplicó.
Nos gusta pensar que el corrupto es la oveja negra y que el resto del rebaño va de blanco virginal. La triste verdad es que alguna oveja habrá blanca y unas cuantas negras como el azabache, pero la mayoría somos ovejas grises. Los grises no nos sentimos corruptos y hasta nos complace que a los malísimos los juzguen y los condenen. Pero si a mí la Administración me paga más de lo que debería con arreglo a las normas, ¿soy corrupto? ¿Es corrupto el responsable que tiene conmigo ese detalle? No se sentirá tal, se considerará buena gente, y más si es igual de generoso con todos. Es el sistema mismo el nos hace comulgar con la filosofía de que entre bomberos no hay que pisarse la manguera. Si alguno levanta la voz para quejarse, le recordamos que tampoco a él se le está aplicando la ley a rajatabla, ni en sueldos ni en horarios ni en permisos ni en laboriosidad. Y para qué hablar de los partidos. El verdadero pacto de Estado rige para no matar la gallina de los huevos de oro. Por eso las denuncias serias no suelen venir del partido rival, sino del rival en el propio partido.
Nos han convencido de que el dinero público no es de nadie. Alguien debe recordarnos que ese dinero es de todos. Pero ninguna ley impondrá esa convicción si no la dicta la calle. Es hora de que nos volvamos un poco árabes.
La corrupción no es la excepción, es la regla, al menos cuando se trata de administraciones y de dineros públicos. Ese procesado que aparece cada tanto en los medios de comunicación es el que se pasó de la raya o el más torpe, el que paga el pato por tantos. Los procesos judiciales a los corruptos son la tapadera que nos hace pensar que el Derecho está ahí, vigilante, para ajustar cuentas a los desaprensivos. Así los otros podemos seguir a lo nuestro y dormir tranquilos. Nunca hubo tantas normas para organizar controles y garantizar gestión limpia y en pro del interés general. Lo malo es que casi ninguna se impone seriamente casi nunca. Acabamos de ver, aquí mismo, un ejemplo de libro con ese decreto que trataba de limitar los sueldos de los que cobran de las administraciones por varias vías entre sí incompatibles. El decreto de marras tiene once años y ahora la Junta certifica que jamás se aplicó.
Nos gusta pensar que el corrupto es la oveja negra y que el resto del rebaño va de blanco virginal. La triste verdad es que alguna oveja habrá blanca y unas cuantas negras como el azabache, pero la mayoría somos ovejas grises. Los grises no nos sentimos corruptos y hasta nos complace que a los malísimos los juzguen y los condenen. Pero si a mí la Administración me paga más de lo que debería con arreglo a las normas, ¿soy corrupto? ¿Es corrupto el responsable que tiene conmigo ese detalle? No se sentirá tal, se considerará buena gente, y más si es igual de generoso con todos. Es el sistema mismo el nos hace comulgar con la filosofía de que entre bomberos no hay que pisarse la manguera. Si alguno levanta la voz para quejarse, le recordamos que tampoco a él se le está aplicando la ley a rajatabla, ni en sueldos ni en horarios ni en permisos ni en laboriosidad. Y para qué hablar de los partidos. El verdadero pacto de Estado rige para no matar la gallina de los huevos de oro. Por eso las denuncias serias no suelen venir del partido rival, sino del rival en el propio partido.
Nos han convencido de que el dinero público no es de nadie. Alguien debe recordarnos que ese dinero es de todos. Pero ninguna ley impondrá esa convicción si no la dicta la calle. Es hora de que nos volvamos un poco árabes.
Por economía de procedimiento, propongo que dejemos de preocuparnos sobre las corrupcioncillas de poca monta. Vamos a lo que cuenta. La inyección de dinero público en las cuentas de los bancos privados, a ambos lados del Atlántico, es el más grande acto de corrupción de la historia. Ante esto, ¿qué coño me importa una incompatibilidad más o menos?
ResponderEliminarSalud,
A ver mañana día 11, que nos cuentan las señoras y señores de Bruselas, quizás nos entre la risa tonta.
ResponderEliminarGrupos diversos empiezan a convocar concentraciones pacíficas para protestar por la situación actual y algún portavoz político ha nombrado la palabra "regeneracionismo" como una exigencia y una necesidad de la sociedad española, tal vez no esté todo perdido.
No sé muy bien si podemos llamar a esto corrupción, pero desde luego retrata a la clase política española. De verdad que esto es para dimitir...
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/10/madrid/1299775201.html?a=4b76076c21853eec2e0ceed082f3b459&t=1299787783&numero=
Querido profesor:
ResponderEliminarAlgo pasa en nuestro país que me hace perder cada vez más la esperanza de que pueda regenerarse la vida pública. Igual tiene algo que ver la lluvia, o quizás mis genes tendentes a lo depresivo. En fin, me explico: si el responsable de la cartera de transportes de la Comunidad de Madrid desconoce cómo se llama el título más útilizado para utilizar la red de transportes de la capital, lo único que puedo pensar es en qué ha estado haciendo este señor desde el día en el que tomó posesión de su cargo. Y no se me ocurre otra respuesta que "aprovecharse de sus conciudadanos".
Y aun así, dos cosas se me atragantan hasta tal punto que me producen asfixia. La primera es cómo informan los medios acerca de las declaraciones de este señor. Lo consideran una "metedura de pata", pero no se trata de un "desliz", sino una prueba patente de que este señor no sabe de lo que habla (y además lo hace con suficiencia). Es insoportable que traten como mera anécdota el hecho de que algunos (por descuido) se saquen la careta.
Y qué decir de la dignidad personal y de los partidos. Si algún día me volviera loco, me diera un vahído y me afiliase a un partido, querría que no se me confundiese con gente que se aprovecha del cargo como este consejero. Es decir, pediría inmediatamente su dimisión, en lugar de esconder con mis aplausos sus vergüenzas. O acaso resulte que quienes aplaudían también desconocían la existencia (tan cotidiana para tantos de nosotros) del Metrobus. Huelga decir que el precio de este billete se ha multiplicado de forma escandalosa en los últimos años.
Profesor, no hay manera de ignorar la viscosidad que nos rodea. Y lo peor es que soy yo, y no este señor, el que se siente abatido. Supongo que alguien podrá explicarme esta sensación. Lo necesito, de verdad.
Quienes hemos conocido de cerca a izquierdistas un poco acomodados, sabemos muy bien que sus propias empleadas domésticas se caracterizan por estar exprimidas hasta el límite. Y esto, naturalmente, no podía ser de otra forma para el que anteayer tanto pontificó con motivo del día de la "Mujer trabajadora":
ResponderEliminarhttp://www.periodistadigital.com/politica/gobierno/2011/03/10/zapatero-sonsoles-seguridad-social-pagar-en-negro-asistenta-isabel-laranjeira.shtml
Me niego a creer que la mayoría de los servidores públicos son corruptos. En la actualidad hay unas 300 causas abiertas contra alcaldes (puesto gestor más común en nuestra "brava España), supone un 4% de todos los alcaldes. Bien. Yo he tenido 3 profesores que han puesto las notas que les da la gana, según circunstancias y persona. Supone un 12% de las asignaturas que he tenido. Por esto siguiendo la misma lógica he de decir que los profesores en mi querida Facultad de Derecho de León ponen la nota que les viene en gana... no son esos 3, no los 25. Aunque suene tópico no deben pagar justos por pecadores.
ResponderEliminarPara el afligidio ese...
ResponderEliminarhttp://leon2020.blogspot.com/