(Publicado hoy en El Mundo de León. Para más información sobre el tema local de fondo, véase aquí o aquí)
Los curas de mi colegio insistían en aquello de que lo importante es evitar la situación tentadora. Porque cuando la ocasión de pecar es inminente, lo normal es sucumbir, y luego échale alpiste a la virtud perdida. Antes estas cosas nos las decían con la vista puesta en los pecados de la carne, pero, ahora que la carne ya se cotiza menos como vía de condenación, habría que aplicarlo a lo políticos y su inclinación a los dineros, a ser posibles ajenos. Porque, aunque ellos no lo sepan o no lo quieran ver, los dineros públicos son, también para ellos, dineros ajenos. Que ellos se los pongan generosamente como sueldo propio no les cambia la naturaleza a esos euros, sino a ellos mismos, a los políticos: los convierte en choricetes homologados, en viles ladronzuelos. Un carterista al menos se arriesga y un atracador se la juega, pero el politicastro que se asigna tropecientos mil euros como nómina es igual de cretino, pero menos valiente. Entre los amigos de lo ajeno todavía hay clases, ojo.
No conviene, con todo, que los de infantería perdamos la ecuanimidad. Recordemos a aquellos curas de cuando la adolescencia de uno. Venían a decirnos que si ibas donde unas señoras –o señores, pero por entonces lo del género aún no se llevaba- y las contemplabas en déshabillé y ellas te guiñaban y encima te tomabas unos licores, caerías sin remisión. Así que mejor sería hacer excursiones a la montaña o aplicarse con la ducha helada. ¿Y los políticos? Pues la culpa de sus pecados la tenemos nosotros, por lo mismo. Sabiendo, como sabemos, que su carne es débil y sus principios de quita y pon, conociendo cómo se las vienen gastando desde pequeños, estando enterados de sus anteriores manejos y de cuánto tira al monte la cabra, les damos, e esos mismos, más votos para que estén más felices, se sientan más impunes y consumen lo que tenían en grado de tentativa. Hasta ahora era la puntita nada más, pero al fin les hemos otorgado, en las urnas, licencia para ir a por todas. Así que qué, qué reclamamos ahora, dónde está la sorpresa, qué nos esperábamos, adónde vamos con estos pelos y esta cara de que nos han robado la honra sin que nos diéramos cuenta. Ajo y agua y que se suban el sueldo cuanto quieran.
no creo tampoco que nos gobierne una cleptocracia organizada. El problema es la partitocracia ( partidocracia ), tal como está montada con el afán pseudonoble de vertebrar la vida pública de este país.
ResponderEliminarProfesor, perdóneme si en algo le pueda molestar el comentario pero debo insistir a fuerza de necesidad.
ResponderEliminarEl "afoto" porque eso es una venganza, de su columna del mundo es atroz e innecesaria.
Tengo de testigo al camarero del bar El Espolón de aquí de León por si le quiere preguntar que hoy estaba alternando con un camarada y ojeando El Mundo apareció su columna y le dije a mi camarada : este es el catedrático de Filosofía del Derecho de León a que en esta foto parece al Nosferatu ese y me respondió : es verdad con la calavera como redonda y blanca.
Por Dios haga algo que se lo digo como amigo. Y no escuche a los que le digan "el rey va vestido" porque en realidad va desnudo.
¿ Quién será ese Roland Freisler ? Su nombre, al menos coincide con el terrible " campeón de los derechos humanos " alto magistrado del III Reich. Está visto que hay gente que " le pone " la pretendida superioridad de la raza aria, pasándose por el arco de triunfo tánto jurisprudente humanitario de Weimar, tánto sospechoso de erudicción a lo Thomas Mann o Hermann Hesse, tánta doctrina y tánta pamplina en rollo, cargándose cientos de bibliotecas jurídicas, como dijo el bueno de Von Kirchmann.
ResponderEliminarJoder con el Polinómico...qué mala baba se gasta.
ResponderEliminarAmigo Roland, coincido en que lo de la foto merece remedio.
Saludos