Desde hace años tenemos de moda en España hablar de las identidades de suerte que hay como una cadena de identidades, un rosario inacabable pues se superponen en capas sucesivas y al cabo forman un milhojas que nos confunde.
En las épocas pasadas y comedidas la identidad ha estado referida siempre a los individuos y ello se expresaba en el “carné” o documento de identidad. Uno se llamaba Roberto Alfredo y añadía sus apellidos, la fecha de su nacimiento, su huella dactilar, su foto con cara de asustado y poco más. Y con esa identidad iba por el mundo con cierta seguridad aunque a veces en el extranjero se podían cometer errores como el que cuenta Wenceslao Fernández Flórez a quien ponían en los impresos de los hoteles el nombre de Fernández, el apellido de Flórez y, como profesión, Wenceslao. Pero eso le pasaba a este escritor por tener un nombre tan raro que sonaba a polaco o a alguno de esos países balcánicos de historia desmesurada y atrabiliaria. Siendo gallego como era podía haber recurrido al de Santiago y se hubiera evitado molestias.
De esta identidad personal e intransferible pasamos a las identidades locales, a las regionales, a las nacionales y ahí empieza todo ya a embarullarse. Hasta el barrio en el que se vive pretende segregar una identidad propia, diferenciada del barrio de la estación del metro de un poco más allá. Este es el caldo de cultivo de esa confusión a la que aludía al principio y que lleva un poco al desconcierto de quienes, faltos de sindéresis, ignoran a qué identidad acogerse, no pareciéndoles suficientemente confusa la suya propia. Téngase en cuenta que la identidad es la circunstancia de ser una persona la que dice ser y ¿quién de verdad sabe qué es? Si todo en nuestras entretelas es un pozo negro de contradicciones, de saberes y de ignorancias, de memorias y olvidos, de seriedad y de picardía ¿con qué nos quedamos al final? Y es que quien realmente sepa lo que es ya está en disposición de entender hasta lo de la prima de riesgo.
Ahora, calcúlese si a la identidad personal se añade la de ser riojano, asturiano, salmantino o egabrense. El barranco de la mezcolanza se abre ante nosotros y no es extraño que en él, en sus hondones, haya crecido la planta de “lo identitario” que es palabro felizmente no aceptado por la Academia pero que circula entre gacetilleros y rascaplumas.
Porque “identitario”, aunque emparentado con identidad, es ya un escalón más arriba, un concepto más compacto y de una solemnidad bien precisa. Tanto que sobre él se tratan de edificar nada menos que instituciones políticas singulares e incluso un Estado con su jefe, sus banderas, su himno, sus carteros y su orquesta sinfónica. Hemos llegado tan lejos que disponer de una fiesta local propia con su virgen, su procesión y su suelta de vaquillas nos da derecho a reclamar un trato político diferente y deferente.
Buena parte del desvarío que vive España en estos momentos tiene su origen en el viaje que va de la identidad a lo “identitario”.
Y como en él estamos instalados asistimos a perversiones que ya dan mucha risa. Vivimos ahora muchas fusiones de Cajas de Ahorro por las trapacerías cometidas por sus directivos. Pues bien para tranquilizar a sus imponentes, expresión pomposa con la que se conoce al cuitado que tiene una cuenta corriente en números rojos, se le dice que puede dormir a pierna suelta pues “su Caja no va a perder su identidad”. Cuál sea la “identidad” de una Caja de Ahorros es un misterio para ese ser desesperado pero la existencia de misterios es lo que nos mantiene erguidos y con ganas de seguir bregando.
Me doy cuenta, meditando sobre estos asuntos, que soy un privilegiado pues compro la medicación en una farmacia con identidad propia y echo gasolina solo en surtidores con identidad definida. Esta es la ventaja de ser uno de letras.
ASTURIES YE UNA DE LES NACIONES MÁS VIEYES D' EUROPA, PUXA ASTURIES!!!!
ResponderEliminarSe puede rizar mucho el rizo. Las clases de antropología social dan para mucho.Tengo que buscar una idea para mi proyecto del curso. Tendré que seguir todos los paso que diga la que me evalúa. Y lo peor, es de que hago el trabajo??? de la identidad..se admiten ideas.
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