Rayos y centellas, tengo mucho que hacer y, a este paso, echaré a perder la mañana por culpa de los cabreos sucesivos y simultáneos. Dejen que me desahogue del de ahora mismo y luego ya me pongo a lo que debo.
Los amigos de estos pagos virtuales saben que tanto mi mujer como un servidor enseñamos en la Universidad de León. En ella, visitamos a menudo una fotocopiadora cercana a nuestras dependencias, donde encargamos los trabajos habituales, sean para uso nuestro o de nuestros alumnos. Para esos trabajos de fotocopia la Universidad tiene contrato con una empresa que presta el servicio; o algo así.
Ayer mi señora dejó una revista para sacarle copia a un artículo. Esta mañana me acerqué yo a recoger el documento. El diálogo, tal como acaba de acontecer, fue exactamente así:
- Buenos días, vengo a buscar unas fotocopias que dejó para hacer P., de Derecho Civil.
La operaria mira un papel, lo repasa concienzudamente y responde:
- No, de Civil no hay nada.
- Sí, tiene que haber, se lo dio a usted ayer a mediodía.
- No, no, no, le digo que de Civil no hay nada, salvo cosas del curso pasado.
- Mire bien, por favor, que creo que se está confundiendo usted.
- De eso nada, el confundido será usted, nadie de Civil ha dejado nada, se lo digo yo. En otro caso, lo tendría apuntado aquí, en este papel.
En este punto ya mis cables empezaban a vibrar peligrosamente.
- A ver, si yo le digo que lo dejó es porque ella me lo dijo, y me fío de ella porque me lo dijo en la cama, ya que solemos dormir juntos.
Ojos muy abiertos de la señora, temor a que hubiera invadido su garito un loco peligrosísimo. Excitación.
- Pues se acostarán juntos, pero aquí no hay nada de Civil.
Delante de semejante genio de la reproducción facsimilar asistida, telefoneo a mi santa. Mi santa dice que qué cuento es ese y que la revista de marras era de color verde clarito. Yo voy repitiendo sus palabras. La prima de Gutenberg me interrumpe:
- Ah, una revista de color verde claro. Eso sí.
Cuelgo y la miro. Ella insiste.
- Eso está aquí, sí.
- ¿Entonces?
- Es que creí que usted venía buscando algún documento de los que dejan los profesores para los estudiantes. De esos no hay ninguno de Civil.
- Ah, para los estudiantes. Oiga, con estas canas y esta pinta, ¿parezco yo un estudiante?
No sé si prefería que me dijera que sí o que no. Pero me contestó esto:
- Uy, los hay incluso más viejos que usted.
Tócate las pelotas y ven a por otra, hala.
- Usted no me conoce, ¿verdad?
Tranquilos, no pretendía añadir lo de no sabe con quién está hablando usted. Lo preguntaba porque habré ido quince o veinte veces a fotocopiar algo con esa hembra de lince.
- Pues no.
- Bien. A P.G., que es profesora de Derecho Civil, tampoco, ¿no es cierto?
- Pues mire, la verdad es que no, aunque ahora ya sé que es su mujer.
Mi mujer, por cierto, debe de ser la más fotocopiona del mundo y está en ese cubículo y firma con su nombre los recibos un día sí y otro también.
- ¿Usted lleva aquí más de un año?
- Sí, más, pero en verano cerramos y me echan al paro.
Me presenté educadamente, por décima vez o más (tampoco me había reconocido en las ocasiones anteriores en que había pasado por allí; sé que no resulto inolvidable, pero caray) y me marché pensando. Pensando en que mecagoenlaleche, hay sin trabajo gente la mar de aguda y bien dispuesta y mira tú los especímenes que nos mandan a las universidades.
Yo no digo que las personas no merezcan asistencia. Declaración de incapacidad o lo que sea, pensión y a vivir, que son dos días. En serio, yo deseo a todo el mundo lo mejor, de todo corazón. Pero donde se supone (ya sé que será mucho suponer) que es Administración pública y hay que trabajar, que no nos lo pongan más difícil, caramba, y que no nos coloquen mercancía de aquella manera.
Dicho sea con todo el cariño y el respeto, eso sí. Pero hay que ver cómo está el patio.
Los amigos de estos pagos virtuales saben que tanto mi mujer como un servidor enseñamos en la Universidad de León. En ella, visitamos a menudo una fotocopiadora cercana a nuestras dependencias, donde encargamos los trabajos habituales, sean para uso nuestro o de nuestros alumnos. Para esos trabajos de fotocopia la Universidad tiene contrato con una empresa que presta el servicio; o algo así.
Ayer mi señora dejó una revista para sacarle copia a un artículo. Esta mañana me acerqué yo a recoger el documento. El diálogo, tal como acaba de acontecer, fue exactamente así:
- Buenos días, vengo a buscar unas fotocopias que dejó para hacer P., de Derecho Civil.
La operaria mira un papel, lo repasa concienzudamente y responde:
- No, de Civil no hay nada.
- Sí, tiene que haber, se lo dio a usted ayer a mediodía.
- No, no, no, le digo que de Civil no hay nada, salvo cosas del curso pasado.
- Mire bien, por favor, que creo que se está confundiendo usted.
- De eso nada, el confundido será usted, nadie de Civil ha dejado nada, se lo digo yo. En otro caso, lo tendría apuntado aquí, en este papel.
En este punto ya mis cables empezaban a vibrar peligrosamente.
- A ver, si yo le digo que lo dejó es porque ella me lo dijo, y me fío de ella porque me lo dijo en la cama, ya que solemos dormir juntos.
Ojos muy abiertos de la señora, temor a que hubiera invadido su garito un loco peligrosísimo. Excitación.
- Pues se acostarán juntos, pero aquí no hay nada de Civil.
Delante de semejante genio de la reproducción facsimilar asistida, telefoneo a mi santa. Mi santa dice que qué cuento es ese y que la revista de marras era de color verde clarito. Yo voy repitiendo sus palabras. La prima de Gutenberg me interrumpe:
- Ah, una revista de color verde claro. Eso sí.
Cuelgo y la miro. Ella insiste.
- Eso está aquí, sí.
- ¿Entonces?
- Es que creí que usted venía buscando algún documento de los que dejan los profesores para los estudiantes. De esos no hay ninguno de Civil.
- Ah, para los estudiantes. Oiga, con estas canas y esta pinta, ¿parezco yo un estudiante?
No sé si prefería que me dijera que sí o que no. Pero me contestó esto:
- Uy, los hay incluso más viejos que usted.
Tócate las pelotas y ven a por otra, hala.
- Usted no me conoce, ¿verdad?
Tranquilos, no pretendía añadir lo de no sabe con quién está hablando usted. Lo preguntaba porque habré ido quince o veinte veces a fotocopiar algo con esa hembra de lince.
- Pues no.
- Bien. A P.G., que es profesora de Derecho Civil, tampoco, ¿no es cierto?
- Pues mire, la verdad es que no, aunque ahora ya sé que es su mujer.
Mi mujer, por cierto, debe de ser la más fotocopiona del mundo y está en ese cubículo y firma con su nombre los recibos un día sí y otro también.
- ¿Usted lleva aquí más de un año?
- Sí, más, pero en verano cerramos y me echan al paro.
Me presenté educadamente, por décima vez o más (tampoco me había reconocido en las ocasiones anteriores en que había pasado por allí; sé que no resulto inolvidable, pero caray) y me marché pensando. Pensando en que mecagoenlaleche, hay sin trabajo gente la mar de aguda y bien dispuesta y mira tú los especímenes que nos mandan a las universidades.
Yo no digo que las personas no merezcan asistencia. Declaración de incapacidad o lo que sea, pensión y a vivir, que son dos días. En serio, yo deseo a todo el mundo lo mejor, de todo corazón. Pero donde se supone (ya sé que será mucho suponer) que es Administración pública y hay que trabajar, que no nos lo pongan más difícil, caramba, y que no nos coloquen mercancía de aquella manera.
Dicho sea con todo el cariño y el respeto, eso sí. Pero hay que ver cómo está el patio.
PD.- Ya sé que no he explicado las razones del título de este post. Simplemente les digo que sería otra posibilidad, que a lo mejor es por eso, aunque no creo. El otro día me contaron que hay gente que no se las quita en todo el día, pero yo no doy crédito a habladurías semejantes.
En la administración; en toda ella; deberían de crear dos subcategorías a las que se les asignaría el 65% de las retribuciones fijas y periódicas que correspondiesen a la categoría básica a la que el/la mendas de turno hubiese accedido por aquel viejo,; hoy casi en desuso; sistema de la oposición y/o el concurso-oposición.
ResponderEliminarEstas dos subcategorías bien podrían denominarse: "tonto del culo" y "desecho de tienta". El primero no puede, el segundo no quiere.
La prestación de sus excelsos servicios la podrían desempeñar en su casa o donde tuviesen a bien y consistiría básicamente en tocarse lo que les sobra de alto/alta.
En un primer llamamiento la cobertura de esas plazas sería voluntaria, pasando a ser nombrados de oficio si no se diesen por aludidos en el plazo de 6 meses desde la convocatoria.
eso no es nada. En empresariales (no en CYL), donde alguna vez fui a hacer fotocopias no te dan una bien. Es que siempre están cortadas,y es una de las niñas; que no sabe hacer fotocopias. Y claro, como te toque ella... Yo prefiero no sacarlas, porque tienes que echarle imaginación para averiguar el final de las palabras, las frases. Yo que sé. Y es que tb usted jajaja, que duermo junto a ella. es que tienes tu tb tela marinera. Cuando leí el título del post, pensé ;que le habrá ocurrido con las bolas chinas a nuestro querido profesor??? jajajaja.
ResponderEliminarEso es hacer trampa, estimado anfitrión: ¡un título tan sugerente para un episodio tan poco excitante! ¡Arréglelo!: se impone una entrada acorde con las expectativas.
ResponderEliminarEstimado Rogelio, no se si escribe su comentario por escribir y mostrarnos su opinión sobre algo que no viene al caso o porque no se ha leído bien el post. Si es por lo segundo, le indico que en el mismo, se hace referencia claramente a que la señorita en cuestión es empleada de una empresa privada dedicada al negocio de la reprografía. No quisiera pensar que oye usted hablar de gente despistada con su trabajo y ya de forma automática piensa en los servidores públicos, sector este, en donde haberlos, haylos, como donde se cuecen habas. Pero hombre, que eso ya está muy mañido.
ResponderEliminarUn saludo