23 marzo, 2012

Cuando muere un periódico y no es noticia

Ya no habrá más EL Mundo de León. Se terminó el suplemento para León de El Mundo. Lo lamento porque desde el principio tuve ahí mi columna de los jueves y no fallé ni una sola semana en estos años, aunque más de un martes atareado maldecía para mis adentros por tener que pensar en algo para madar. Pero que yo tuviera ese pequeño espacio era un privilegio para mí, sin ninguna importancia para el mundo (sin mayúsculas).

Lo que de verdad impresiona es ver una y otra vez la caída imparable de los periódicos. He estado estos días en la Universidad de Barcelona y en los pasillos se apilaban los ejemplares de los diarios locales para que libremente los tomara quien quisiera, en particular La Vanguardia. Desde hace tiempo pasa lo mismo con otros diarios en las facultades de León. Los regalan porque las gentes no los compran.Y de los que regalan, la mayoría sobra. Los estudiantes no los quieren ni gratis, no vayan a tener dentro una bomba o a pegarte la tiña con la tinta.

Ya conté aquí, creo, que cada año trato de averiguar cuántos de mis alumnos siguen las noticias más o menos a diario, por los periódicos o por otros medios, y cada día son menos, son muy pocos. Me refiero a las noticias generales, a las de cómo va el planeta y cómo marcha este país, no a las imbecilidades del fútbol y de los puticlubes de la farándula.

No se trata de señalar culpas ajenas, sino de hacerse preguntas. Pues yo mismo he sido un voraz consumidor de periódicos durante la mayor parte de mi vida, pero reconozco que cada vez los compro menos, aunque los consulte muchísimo a través de internet. Y no es lo mismo, conste. Cada vez que abro un periódico de papel, y más si es en sábado o domingo, me asombro ante la cantidad de trabajo que contiene, cuántas páginas, qué variadas informaciones, qué cantidad de fotos, qué alardes de todo tipo. Pero eso se muere, se acaba. Quedan cuatro días de nada a todos los periódicos que conocemos y al periodismo clásico. Los porqués se me escapan, francamente. Veo lo innegable, sí, incluso en mi propia conducta, pero no acabo de explicármelo bien.

Mucha gente prefiere facebook. Acabo de echar otro vistazo por ahí, palabra. Mi infinita curiosidad con el facebook se frustra por completo una y otra vez. No veo lo que le ven. Vale, yo una vez colgué un par de fotos en las que me veía guapetón y que además eran un farde porque estaba en Marruecos y que se note que viajo y tal. Bien, un ratito de autoerotismo con su lado de exhibición y gabardina. Pero y qué más.

Repaso, cada vez más despacio y con mayor perplejidad, los “muros” ajenos, que no son los de la patria mía, y no consigo sentir nada. Aquí veo a un tal Pepín, de mi pueblo, que cuelga unas tomas de cuando hizo la mili en Jaén. Ni que decir tiene que me trae al fresco la mili de Pepín en Jaén. Tres amigos del susodicho comentan que les gusta esa foto y que cuán marcial se le ve. Bueno, ya se darán cuenta de que me estoy inventando el caso, pues el día que una palabra como “marcial” aparezca en un comentario de esos, empezaré a creer. Descubro también que Pepín y yo tenemos cinco amigos en común. Tres de ellos son unos guatemaltecos que ignoro de dónde salieron ni por qué los tengo yo, otro es el hijo pequeño de Pepín, que no recuerdo cómo se llama, y la quinta es la mujer de Pepín, en cuyo muro hay dos docenas de vídeos de La Oreja de Van Gogh, grupo que me interesa tantísimo como La Oreja de Matisse o El Pito de Picasso, si tales hubiera. Constancia queda, ciertamente, de que a la señora de Pepín si le agrada esa música, pero no sé por qué tiene que importarme a mí lo que le guste a la ilustre dama en materia musical, paisajística o culinaria. Si todavía se pusiese unas fotos propias en tanga presentable, podría tener su aquel, pero de esta manera para qué.

Volviendo a las noticias y los periódicos, en internet se consultan, sí, pero de otra forma. Todo a uña de caballo, sincopadamente, con ansiedad, sin pausa. Porque la impresión no es la de que las cosas estén unas detrás de otras, página a página, como en el papel, sino la de que se encuentran todas amontonadas en un inmenso saco que hay que revolver ansiosamente, más por ver qué sale que para ver lo que sale. En la red no se lee, por la red simplemente se pasa. Y no se puede pasar si ir a la red, sin enredarse. Pruebe usted a leer un libro y dígame si aguanta una hora en sus páginas sin fugarse a la pantalla y fisgar un poco, a ver qué hay en el correo electrónico o si llegó el mensaje de que Marupi ha colocado en el Facebook unas fotos de cuando el verano pasado estuvo en Benidorm con Menchu.

Pues eso, que estoy apenado por El Mundo de León y por el mundo de todas partes. Que esta abundancia de medios y contactos es una tristura y una soledad y que a ver cuándo nos corremos unas juergas de las de antes, de las de hablar y tal. Y que un abrazo para los trabajadores de El Mundo y de los periódicos que se van quedando en la calle aunque nadie lea esa noticia porque me acaba de llegar el mensaje de que Jacinto ha rotulado en Facebook una foto en la que se me ve a mí con unas señoras de Atapuerca, mecagoensusmuertos (los de Jacinto).

7 comentarios:

  1. Lamento ese nuevo paso en la desaparición de la prensa que conocíamos. ¡Qué difícil hacer un periódico digno! Fotografías escogidas, textos que se revisan hasta el último momento ... Y todo salía bien, al menos hasta hace poco, porque ya no es difícil encontrar dudas ortográficas y garrafales errores de sintaxis en los diarios nacionales más vendidos. Eso era impensable hace unos años. La verdad es que ya no existe eso de diarios "más vendidos", porque ninguno se vende, como señalas en el post, sino que se "regala" por una limosnita a centros oficiales y bibliotecas, donde tampoco los lee nadie. En el quiosco, el periódico sólo es la excusa para un bazar de baratijas. Y el "feisbu", pues, ¿qué puedo decir?, me parece que estamos ante la última frontera -por ahora- de la estupidez humana. Voy a dejarlo, porque me acaba de entrar un twit.

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  2. Estimado profesor,
    Permítame hacerle crítica a su artículo: los alumnos de la Facultad (de Derecho) sí leemos el periódico. Bien es cierto que algunos lo usan para hacer pelotillas y jugar al fútbol en el pasillo (como lo oye), pero, como asiduo lector del diario que regalan, siempre oigo quejas de los alumnos que como yo que protestamos por los pocos ejemplares que dejan y que enseguida desaparecen (¡por cierto, parece que funciona porque ha subido el número de ejemplares que dejan!)

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  3. ¡¡¡Dios mío!!! ¿qué pasa ahora con la viñeta de Rodera? ¡¡...!!

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  4. Esa crítica la acepto encantado, de mil amores. Pocas veces me puede agradar tanto estar equivocado.A seguir así.
    Saludos.

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  5. Totalmente de acuerdo con lo de facebook pero, como en todo, hay excepciones que merecen la pena. Una excepción interesante es el Grupo de derechos fundamentales y libertades públicas http://www.facebook.com/groups/175417585871847/
    Su promotor es el prof. Miguel Presno, de la Universiad de Oviedo; siempre hay temas interesantes y discusiones interesantes, ese es un muro que merece la pena visitar.
    Saludos nocturnos

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  6. Pocos, muy pocos van a extrañar el cierre del rotativo en su edición leonesa. Básicamente porque vivimos en un país de boina y pandereta en el que poco importa aquello que se escape de la órbita telecinquiana, y en el que es más importante la noticia del brote de una cana en la dadivosa cabellera de Pepín (es por seguir con el hilo de la entrada) que el cierre de un espacio de información seria y rigurosa. Pardiez.

    Un estudiante de la Facultad.

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  7. Pagan su sumisión, ni más ni menos.

    Me interesa mucho la prensa, pero la que será, la que resurja de las cenizas de ésta que, pudiendo haber opinado y pensado, escogió en cambio lamer. ¡Oye!, que lamer tiene su lado noble, me argumentará alguno. Pues ni eso - lamer malamente, rutinariamente. Sumisamente.

    Salud,

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