Églogas

                Voy a complicarme la vida un poquito, pues otra vez me saltaré la omertà, la corrección política, la solidaridad gremial y unos cuantos de los primeros mandamientos de la Ley de Dios. Me caerán buenos zurriagazos, pero arrieros somos y en la crisis nos encontraremos.

                Antes que nada, y no sólo para ir guareciéndose del temporal de dentro de un rato, permitan que me haga a mí mismo unas preguntas y que las conteste como si fuéramos sinceros. Supóngase que a mí -o a usted, vaya rellenando también el cuestionario y no se haga trampas- me llama un día una superautoridad del Estado y la Economía y me ofrece ser consejero de algún EBPDP (Entramado Bancario para Dar el Palo). Por ejemplo, de EntramaLeón. Como soy catedrático de Filosofía del Derecho -aunque estudiosillo, eso sí; lo digo para que a su tiempo se me diferencie- y no tengo ni repuñetera idea de finanzas, banca ni economías en general, me pongo a dudar como una tonta. Así que pregunto pormenores: que qué tengo que hacer y que cuánto me pagarán, por ejemplo. A lo que mi autorizado interlocutor me contesta que nada y que en cuatro o cinco años rondaré el millón de euros de ganancia. Creo que, ya muy tentado, me aseguraría de dos detalles de los de por si acaso y no vaya a ser luego que: si en el desempeño de mi cargo deberé usar armas y matar con ellas a alguien y si quien así me incita a la riqueza o mi superior jerárquico en dicho consejo bancario pretenderán de mí algún tipo de favor sexual que me pueda suponer indisposición frecuente, cirugías imprevistas o uso de mejunjes que escuezan. Si resulta que no, que ni lo uno ni lo otro y que, por tanto, el lucro fácil habrá de acontecer sin delito grave ni doloroso sacrificio de mis partes pudendas, me apresuraré a aceptar el chollo y a llamar a todos mis primos para contárselo y que se fastidien.

                Usted ya me entiende. Quiero decir que no va uno de purista ni de pureta ni de mártir, y que de carne débil y cascos ligeros somos casi todos, y más si nos lo ponen facilón y la felonía queda disimuladita y como que hasta fardas y todo. Yo por un millón de euretes me ofrezco hasta para presidir un observatorio de lo que sea. Otra cosa es que gracias a este blog y a adicionales méritos, ya se encargue uno mismo de cerrarse a sí mismo las puertas. No como los anónimos esos.

                Vamos, que no pretendo convertir en ningún diablo a Virgilio Zapatero y que lo comprendo bastante. De él toca hablar. Es colega, catedrático de Filosofía del Derecho como un servidor. Lo fue antes en la Universidad de Almería y luego de la de Alcalá, donde enseguida llegó a rector. Antes, como se sabe, había sido Ministro de la Presidencia con Felipe González y diputado del PSOE durante un puñado de años. Su obra iusfilosófica es ciertamente escasa, por razones obvias, y sus publicaciones son pocas. Es persona afable y de muy agradable trato. Personalmente le tengo simpatía y ninguna cuenta pendiente. Acaba de dimitir del consejo de Bankia. Dicen los periódicos que apañó un millón. De euros.

                Yo de joven pensaba que las cosas iban de otra manera, bien al contrario de como marchan. Por ejemplo, creía que si llegabas a catedrático y eras de los mejores con diferencia, a lo mejor hasta te llamaban para ministro. Es al revés, y los ejemplos son bastantes de hace treinta y tantos años para acá. Me parecía que para alcanzar el rectorado se debería ser el mejor y más prestigioso académico e investigador de la universidad respectiva. Vamos, no se rían de mí, de verdad que era así de ingenuo. Sí, luego ya comprobamos que no y que menudos zotes la mayoría. También suponía que si habías llegado al rectorado, nada menos, ni por todo el oro del mundo lo dejarías antes de terminar tu mandato, aunque te ofrecieran cubrirte de doblones. Ni que decir tiene que si, cuando me metí a este oficio, me hubieran preguntado si me veía con alguna posibilidad de acabar en algún consejo de administración de banco o caja, habría contestado que imposible y que se dejasen de estupideces. Y resultaba que sí y que mi fallo fue dedicarme a leer sobre las normas jurídicas y a hacer amigos en un blog, en lugar de en los pasillos y las garitas. Así que hoy mismo me entero de que el bueno de Virgilio Zapatero (no es pariente del otro, aunque leonés también) ha recibido casi un millón de euros como consejero de Bankia y en plan cuota política de su partido y de colegui de Rato sin pasar un mal rato, y no salgo de mi asombro ni me repongo de mi sorpresa. Equivoqué mi trayectoria y confundí mi ética, debería haber sido mucho más educado y majetón para no hallarme así de hipotecado como me hallo.

                Me conmueve que mi viejo amigo Virgilio pueda estar inquieto y pensando qué relación habrá entre retribuciones bancarias y derechos humanos, y palabra que no le deseo ningún contratiempo. Con todo, insisto en que a los consejeros de estas cajas fraudulentas o los empitonamos por lo penal o les hacemos el sanmartín el próximo invierno y con la helada, por la vía fáctica y en plan aquí te cojo, aquí te capo. Me dolería sobremanera ver al bueno de Virgilio en la trena o buscándose los atributos bankarios después del ritual sacrificio, pero también tengo pena de mí mismo y a nadie pido para mí clemencia. Así que a aguantar cada palo su vela y a por ellos, oé.