Nos
relacionamos muy cordialmente, todos, con un montón de gente. De vez en cuando
tiene cada uno un encontronazo con alguien, o das con una persona a la que de
mano no soportas y de la que te mantienes a buena distancia. Pero esas
desavenencias o tales distancias son la excepción, estamos hechos para buscar
la paz y la camaradería con quienes nos rodean, pues la disputa o la
desconfianza nos quitan energías y debilitan nuestra posición en los grupos
sociales. O sea, que por lo común vamos a sonreír al nuevo compañero de
trabajo, vamos a incorporar en el grupo que toma el vino a la una a ese que
acaba de llegar de otra ciudad y que tu cuñado te presentó ayer, tendrás
relaciones amables con tus vecinos e intercambiarás con ellos consejos para el
cuidado del jardín o comentarios sobre los más recomendables restaurantes de
los alrededores.
Pero
cuidado, la historia enseña de modo irrefragable que al menos un tercio de los sujetos con los que nos crucemos cada
día en cualquier parte son unos potenciales hijos de mala madre y que hay un
veinte por ciento más que están entre Pinto y Valdemoro y que reaccionarán
según y cómo y en función de sus intereses y sus particulares miserias morales
en el momento. No es mala suerte de usted o mía, no se preocupe, es la
humanidad. Además, esa demoledora estadística, que los hechos respaldan sin
lugar a dudas, no nos impide vivir tranquilos la mayor parte del tiempo, pues
por lo común no pasa nada y el cretino se mantiene en estado larvario y sin
enterarse él mismo de su mísera condición o creyéndose, incluso, un ciudadano
de bien, aunque muy prudente, ahorrador y aplicado a sus menesteres, eso sí. El
calamitoso moral ve pasar la vida metido en la covacha de su alma, donde
hiberna a la espera de que vengan los calores y se acerquen las presas.
Mientras está así, pasivo y reservón, expectante pero sin mucho riego cerebral,
el miserable no es peligroso y hasta puede llegar a dominar las cuatro reglas
de la convivencia cortés. Lo malo es cuando su pestilente espíritu recibe el
abono que lo hace despertar, el soplo de la oportunidad para medrar a costa de
alguien, él hálito que le agita lo peor de sí mismo. Fue lo del probo ciudadano
alemán que descubre un día que las casas de los judíos expulsados están
quedando vacías y que puede meterse dentro para llevarse impunemente el piano o
hasta para vivir allí; o el del adusto aldeano de Castilla que se da cuenta de
que con solo ir y contar a los falangistas alguna maldad del vecino puede él
apropiarse de su huerto, cortejar a su mujer o vengarse de algún oscuro agravio
remoto. Y así.
Ciertamente,
no podemos vivir en la desconfianza ante todos y temiendo ver en cada uno de
nuestros colegas y comparsas un monstruo disfrazado de cordero, un vampiro que
nos quiera chupar la sangre en cuanto oscurezca. No es cuestión de que vayamos
a diario asperjando con agua bendita a quienquiera que nos dé la mano, o con
una ristra de ajos al cuello o una letanía de fórmulas de exorcista. Bastará
con que manejemos unos poquitos indicios y apliquemos en este campo una versión
casera del principio de precaución. O sea, poco fiarse del que apunte maneras de
cabrón vocacional en standby. Y para esto ofrezco este sencillo test que viene
a continuación. Usted puede mentalmente aplicarlo a cualquiera de sus
conocidos, parientes y compañeros. Llamaremos X a la persona a la que le pasa
la prueba en cada caso. Veamos las cuestiones que comprende y después explico
cómo sacar los resultados. Propondré nada más que cinco preguntas, pero,
siguiendo el modelo, la prueba puede ampliarse con parecidas cuestiones.
1. ¿Cómo reaccionaría X si un golpe de
Estado trajera una sanguinaria dictadura que a usted lo persiguiera
injustísimamente y amenazara hasta con matarlo y torturarlo a usted?
a)
Se apuntaría al bando de los matones y no siquiera tendría reparo en ser de los
que mandaran que lo fusilaran a usted al amanecer.
b)
Trataría de alejarse de usted y de que no los vieran juntos, fingiría que no se
conocen y, todo lo más, le daría ánimos cuando está seguro de que nadie los ve
ni los oye.
c)
Daría la cara por usted y hasta se pondría en peligro por echarle una mano o
protegerlo.
2. ¿Cómo reaccionaría X si a usted lo
van a echar de su puesto de trabajo o a degradar en la empresa injustamente y a
él le ofrecen su plaza vacante, lo que para él representará un ascenso y mejor
sueldo?
a)
Diría que sí, empezaría a presumir delante de las narices de usted, haría mucho
la pelota al jefe esa temporada y esperaría ansioso para exhibir ante usted
mismo su nuevo estatus, dándole crueles órdenes, a ser posible.
b)
Pondría cara de chico, lo siento, pero así es la vida, buscaría excusas del
tipo ya sabes cómo son los jefes y yo qué quieres que haga, y aceptaría el
cargo diciendo que es solo para una temporadita y que ya verás qué bien.
c)
Se negaría a ascender a costa de usted y de modo tan injusto o arbitrario.
3. Usted y X, que se llevan muy bien,
tienen el mismo jefe, mandón y bastante arbitrario. Ese jefe está celoso de
usted porque es usted listo y honrado, o se molesta con usted porque no se pliega
a ciertos caprichos suyos poco presentables o abiertamente mafiosos. Un día,
ese jefe dicta la siguiente sentencia: perderá su favor y no ascenderá aquel
que siga en buenas relaciones con usted. ¿Qué hará X entonces?
a)
Cortará toda relación con usted y empezará a tratarlo como a un enemigo y una
mala persona.
b)
Seguirá relacionándose con usted, pero solamente cuando está seguro de que el
jefe no se va a enterar. Por ejemplo, en el trabajo apenas le hablará, pero
alguna que otra noche lo llamará por teléfono para deshacerse en explicaciones
y darle ánimos.
c)
Mantendrá con usted el trato de antes, asumiendo el riesgo de que el jefe se
enfade también con él.
4. Hay elecciones en la empresa o
institución en la que ustedes trabajan juntos y como cordiales compañeros. Se
presentan dos candidatos: usted, que promete trato justo para todos y
ecuanimidad, y otro candidato del que consta que es un indecente y un
tarambana, pero que promete a X un ascenso si lo apoya en sus turbios manejos,
manejos que lo perjudicarán a usted inicuamente y resultarán dañinos también
para la empresa o institución. ¿Cómo reaccionará X?
a)
Votará al impresentable y, además, hará campaña por él y se enfrentará con
usted por ser usted un obstáculo para sus ambiciones.
b)
Votará al impresentable, pero se disculpará ante usted con argumentos
miserables, del tipo, chico, sabes que me viene muy bien ese dinero extra para
la hipoteca, o soy consciente de que ese candidato no es el adecuado, pero yo
tengo que mirar por mi carrera.
c)
No votará al felón, precisamente porque es un mangante o un incapaz, aunque
pierda X las ventajas prometidas.
5. Con ustedes y en su grupo trabaja un
becario extraordinariamente competente. Hay que decidir si se le hace un
contrato en condiciones o se le echa de la empresa o la institución. Si se le
expulsa, cada uno de ustedes ganará cien euros más al mes y podrán repartirse
los metros de su despacho. ¿Qué hará X?
a)
Maniobrar para que el becario sea puesto de patitas en la calle, aduciendo que
en el fondo es un inútil y un desleal.
b)
Abstenerse o quitarse de en medio mientras el tema se decide, sin tomar partido
por el muy capaz y honesto becario, pero disculpándose con él cada vez que
tiene ocasión o jurándole apoyos que no le brinda.
c)
Apoyar al becario sin reservas ni ocultamientos.
Está
fácil evaluar los resultados. Si piensa usted que el investigado de turno, X,
elegiría tres o más veces la opción primera, la a), aléjese de él como de la
peste, no se permita con él confianzas y no ponga nunca en sus manos nada que a
usted le importe. Es un cabronazo de tomo y lomo. Si le parece que X optaría
por la solución b) las más de las veces, estaríamos ante un mierdecilla, un
mamoncete que va a lo suyo y a la suya y del que en el fondo no cabe fiarse,
aunque siempre se muestre la mar de educado y preocupado. La amistad y la
camaradería han de reservarse para los de c), que son los menos y son los
buenos.
Allá
usted, pero si se llama a engaño, luego no se ande con llantos y lamentaciones.
Está advertido.
Con una sola de las preguntas sobra para identificar al tipo. Los humanos solemos cambiar poco la pasta de la cual cada uno esta hecho y veo difícil ver a un X concreto en a,b y c´s al mismo tiempo.
ResponderEliminarVaya, pues soy un mamoncete mierdecilla... un pobre B... En fin... (guárdenme el secreto)
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