20 agosto, 2012

Sencillo test para detectar malnacidos y cabroncetes entre amigos y compañeros


                Nos relacionamos muy cordialmente, todos, con un montón de gente. De vez en cuando tiene cada uno un encontronazo con alguien, o das con una persona a la que de mano no soportas y de la que te mantienes a buena distancia. Pero esas desavenencias o tales distancias son la excepción, estamos hechos para buscar la paz y la camaradería con quienes nos rodean, pues la disputa o la desconfianza nos quitan energías y debilitan nuestra posición en los grupos sociales. O sea, que por lo común vamos a sonreír al nuevo compañero de trabajo, vamos a incorporar en el grupo que toma el vino a la una a ese que acaba de llegar de otra ciudad y que tu cuñado te presentó ayer, tendrás relaciones amables con tus vecinos e intercambiarás con ellos consejos para el cuidado del jardín o comentarios sobre los más recomendables restaurantes de los alrededores.

                Pero cuidado, la historia enseña de modo irrefragable que al menos un tercio  de los sujetos con los que nos crucemos cada día en cualquier parte son unos potenciales hijos de mala madre y que hay un veinte por ciento más que están entre Pinto y Valdemoro y que reaccionarán según y cómo y en función de sus intereses y sus particulares miserias morales en el momento. No es mala suerte de usted o mía, no se preocupe, es la humanidad. Además, esa demoledora estadística, que los hechos respaldan sin lugar a dudas, no nos impide vivir tranquilos la mayor parte del tiempo, pues por lo común no pasa nada y el cretino se mantiene en estado larvario y sin enterarse él mismo de su mísera condición o creyéndose, incluso, un ciudadano de bien, aunque muy prudente, ahorrador y aplicado a sus menesteres, eso sí. El calamitoso moral ve pasar la vida metido en la covacha de su alma, donde hiberna a la espera de que vengan los calores y se acerquen las presas. Mientras está así, pasivo y reservón, expectante pero sin mucho riego cerebral, el miserable no es peligroso y hasta puede llegar a dominar las cuatro reglas de la convivencia cortés. Lo malo es cuando su pestilente espíritu recibe el abono que lo hace despertar, el soplo de la oportunidad para medrar a costa de alguien, él hálito que le agita lo peor de sí mismo. Fue lo del probo ciudadano alemán que descubre un día que las casas de los judíos expulsados están quedando vacías y que puede meterse dentro para llevarse impunemente el piano o hasta para vivir allí; o el del adusto aldeano de Castilla que se da cuenta de que con solo ir y contar a los falangistas alguna maldad del vecino puede él apropiarse de su huerto, cortejar a su mujer o vengarse de algún oscuro agravio remoto. Y así.

                Ciertamente, no podemos vivir en la desconfianza ante todos y temiendo ver en cada uno de nuestros colegas y comparsas un monstruo disfrazado de cordero, un vampiro que nos quiera chupar la sangre en cuanto oscurezca. No es cuestión de que vayamos a diario asperjando con agua bendita a quienquiera que nos dé la mano, o con una ristra de ajos al cuello o una letanía de fórmulas de exorcista. Bastará con que manejemos unos poquitos indicios y apliquemos en este campo una versión casera del principio de precaución. O sea, poco fiarse del que apunte maneras de cabrón vocacional en standby. Y para esto ofrezco este sencillo test que viene a continuación. Usted puede mentalmente aplicarlo a cualquiera de sus conocidos, parientes y compañeros. Llamaremos X a la persona a la que le pasa la prueba en cada caso. Veamos las cuestiones que comprende y después explico cómo sacar los resultados. Propondré nada más que cinco preguntas, pero, siguiendo el modelo, la prueba puede ampliarse con parecidas cuestiones.

                1. ¿Cómo reaccionaría X si un golpe de Estado trajera una sanguinaria dictadura que a usted lo persiguiera injustísimamente y amenazara hasta con matarlo y torturarlo a usted?
                a) Se apuntaría al bando de los matones y no siquiera tendría reparo en ser de los que mandaran que lo fusilaran a usted al amanecer.
                b) Trataría de alejarse de usted y de que no los vieran juntos, fingiría que no se conocen y, todo lo más, le daría ánimos cuando está seguro de que nadie los ve ni los oye.
                c) Daría la cara por usted y hasta se pondría en peligro por echarle una mano o protegerlo.

                2. ¿Cómo reaccionaría X si a usted lo van a echar de su puesto de trabajo o a degradar en la empresa injustamente y a él le ofrecen su plaza vacante, lo que para él representará un ascenso y mejor sueldo?
                a) Diría que sí, empezaría a presumir delante de las narices de usted, haría mucho la pelota al jefe esa temporada y esperaría ansioso para exhibir ante usted mismo su nuevo estatus, dándole crueles órdenes, a ser posible.
                b) Pondría cara de chico, lo siento, pero así es la vida, buscaría excusas del tipo ya sabes cómo son los jefes y yo qué quieres que haga, y aceptaría el cargo diciendo que es solo para una temporadita y que ya verás qué bien.
                c) Se negaría a ascender a costa de usted y de modo tan injusto o arbitrario.

                3. Usted y X, que se llevan muy bien, tienen el mismo jefe, mandón y bastante arbitrario. Ese jefe está celoso de usted porque es usted listo y honrado, o se molesta con usted porque no se pliega a ciertos caprichos suyos poco presentables o abiertamente mafiosos. Un día, ese jefe dicta la siguiente sentencia: perderá su favor y no ascenderá aquel que siga en buenas relaciones con usted. ¿Qué hará X entonces?
                a) Cortará toda relación con usted y empezará a tratarlo como a un enemigo y una mala persona.
                b) Seguirá relacionándose con usted, pero solamente cuando está seguro de que el jefe no se va a enterar. Por ejemplo, en el trabajo apenas le hablará, pero alguna que otra noche lo llamará por teléfono para deshacerse en explicaciones y darle ánimos.
                c) Mantendrá con usted el trato de antes, asumiendo el riesgo de que el jefe se enfade también con él.

                4. Hay elecciones en la empresa o institución en la que ustedes trabajan juntos y como cordiales compañeros. Se presentan dos candidatos: usted, que promete trato justo para todos y ecuanimidad, y otro candidato del que consta que es un indecente y un tarambana, pero que promete a X un ascenso si lo apoya en sus turbios manejos, manejos que lo perjudicarán a usted inicuamente y resultarán dañinos también para la empresa o institución. ¿Cómo reaccionará X?
                a) Votará al impresentable y, además, hará campaña por él y se enfrentará con usted por ser usted un obstáculo para sus ambiciones.
                b) Votará al impresentable, pero se disculpará ante usted con argumentos miserables, del tipo, chico, sabes que me viene muy bien ese dinero extra para la hipoteca, o soy consciente de que ese candidato no es el adecuado, pero yo tengo que mirar por mi carrera.
                c) No votará al felón, precisamente porque es un mangante o un incapaz, aunque pierda X las ventajas prometidas.

                5. Con ustedes y en su grupo trabaja un becario extraordinariamente competente. Hay que decidir si se le hace un contrato en condiciones o se le echa de la empresa o la institución. Si se le expulsa, cada uno de ustedes ganará cien euros más al mes y podrán repartirse los metros de su despacho. ¿Qué hará X?
                a) Maniobrar para que el becario sea puesto de patitas en la calle, aduciendo que en el fondo es un inútil y un desleal.
                b) Abstenerse o quitarse de en medio mientras el tema se decide, sin tomar partido por el muy capaz y honesto becario, pero disculpándose con él cada vez que tiene ocasión o jurándole apoyos que no le brinda.
                c) Apoyar al becario sin reservas ni ocultamientos.

                Está fácil evaluar los resultados. Si piensa usted que el investigado de turno, X, elegiría tres o más veces la opción primera, la a), aléjese de él como de la peste, no se permita con él confianzas y no ponga nunca en sus manos nada que a usted le importe. Es un cabronazo de tomo y lomo. Si le parece que X optaría por la solución b) las más de las veces, estaríamos ante un mierdecilla, un mamoncete que va a lo suyo y a la suya y del que en el fondo no cabe fiarse, aunque siempre se muestre la mar de educado y preocupado. La amistad y la camaradería han de reservarse para los de c), que son los menos y son los buenos.

                Allá usted, pero si se llama a engaño, luego no se ande con llantos y lamentaciones. Está advertido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con una sola de las preguntas sobra para identificar al tipo. Los humanos solemos cambiar poco la pasta de la cual cada uno esta hecho y veo difícil ver a un X concreto en a,b y c´s al mismo tiempo.

Sr. IA dijo...

Vaya, pues soy un mamoncete mierdecilla... un pobre B... En fin... (guárdenme el secreto)