Berlusconi
le va a pagar cien mil euros al día a su ex esposa, tres millones de euros al
mes. Fruslerías. Ella no se llama Veronica Lario, pero la conoce así todo el
mundo porque es su nombre de guerra o artístico o de mujer del tipo este.
Lo
que pienso de Berlusconi no es para decirlo en estos días que tenemos por
entrañables. No muy a la zaga anda lo que opino de quienes por él votan o
votaron tantas veces. A nadie, ni a votantes ni a rivales, se le puede escapar
que se trata de un sinvergüenza completo, un narcisista sin escrúpulos y uno de
los gobernantes con una ética pública más infame que han conocido las décadas
pasadas, y mire usted que ha habido. Pero, aunque fuera el mismísimo Belcebú,
que allá le anda, lo de la señora y su paga por haber dormido con él unos años
y haberle dado unos hijos no tiene presentación. Y conste, por las dudas, que
lo mismo diría si los papeles estuvieran cambiados y la ricachona infame fuera
ella y él el que la chulea después del adiós y aunque el adiós se comprenda. ¿O
descubrió ella al cabo de los tiempos que se había casado con un completo
mangante? Y conste que lo de mangante no lo digo por la afición del “caballero”
a las velinas, a las jóvenes de pago.
Tendríamos
que discutir quizá cuánto de rico se puede hacer un sujeto sin que se conmueva
el orden cósmico, pero eso lo dejamos para otro día, si les parece. Mejor
todavía habría que debatir sobre las maneras de hacerse con tanta riqueza y el
uso que se le da para conseguir más comprando a medio mundo. También ahí hay
tema. Mas lo que no tiene presentación en estos tiempos es que una señora (o
señor) se lleve cien mil euros al día porque una vez decidió casarse con uno
que estaba forrado o que se forró más tarde, si fuera el caso.
En
otra ocasión podremos hablar más sobre el sinsentido de las pensiones
compensatorias en estos tiempos, instituto retrógrado donde los haya, resquicio
de modelos de familia y de relaciones de pareja que ya va siendo hora de echar
a la papelera de la historia. De acuerdo
en que en tiempos se salvaba así la dignidad o la capacidad de subsistencia de
más de un ama de casa de las de antes. Si algo de eso se quiere mantener,
hágase, pero no es el caso que comentamos.
Si
la señora que fue de Berlusconi no tiene otro oficio y debe vivir el resto de
su vida sin fregar suelos o poner copas en algún bar, que se le dé algo,
llámese pensión, beca o renta de supervivencia. Pero esos cien mil euros
diarios ofenden a las mujeres, a los hombres y hasta la sensibilidad de las
ratas. Como la dama parece joven aún, podemos calcular que cada polvo que echó
con su antiguo marido le va a salir a bastante más de cien mil euros y que, en
unos meses, por ellos va a cobrar más que todo lo que juntas de él recibieron
las mujeres de la vida que en su vida mantuvo. Si esto es pensión
compensatoria, a ver cómo nos compensan a los demás el asco. Si se trata de
indemnizarla a ella por algún daño moral, habría que empezar por analizar a
fondo si ella tiene moral y de qué manera se daña esa moral suya y a cuánto
sale cada gramo de dolor.
Está
podrido un sistema político y jurídico en el que un primer ministro se dedica o
se dedicaba a buscarse menores y mayores para montarse orgías, a veces con
cargo al erario púbico, mientras los ciudadanos lo votaban con admiración y
arrobo. Pero no es menor la podredumbre cuando una mujer (u hombre) cobra cien
mil euros diarios sin más motivo que el de haber estado libremente casada con
un creso de cuya catadura jamás pudo tener duda. Si somos feministas, y lo
somos, que sea hasta el final. Situaciones como esta ofenden por igual a las
esposas (o esposos) del montón que a las honestas velinas a las que ninguna
pensión se les reconoce y ningún futuro se les asegura. No es justo ni constitucional
discriminar entre velinas ni entre mujeres. Que haga la Verónica lo mismo que
las otras y que siga en el tajo y buscando.
No
es de recibo que Berlusconi o cualquiera pague al día a su antigua pareja más
de lo que paga al fisco. Ya solo falta que esa señora Lario, con su nombre de
cama, se presente a las elecciones y que los italianos, tan considerados, la
voten. Que tiemble Monti.
Vamos a ver, querido amigo. Me parece que su odio por las pensiones compensatorias es un poco excesivo. En mi humilde opinión, hay que distinguir varias cosas:
ResponderEliminar1.- No tengo muy claro, por lo que he leído en la prensa, que esa cantidad constituya una pensión compensatoria. No sé cual era el régimen económico del matrimonio, pero parece que el marido se ha quedado con muy sustanciosos inmuebles (la esposa tuvo que abandonar el domicilio conyugal), y con todas las empresas, no menos sustanciosas. Una cosa es la pensión compensatoria, y otra la división de bienes del matrimonio, que puede pagarse en cómodos plazos.
2.- Si se trata de una pensión compensatoria, me parece mucho más escandalosa la acumulación de riqueza del marido, que le permite pagarla sin despeinarse un pelo, que su cuantía en sí misma considerada.
3.- Soy ferviente partidaria de la independencia económica de la mujer y pienso que, en España (y posíblemente en Italia) las pensiones compensatorias dan lugar en ocasiones a injusticias manifiestas. Pero también creo que si un matrimonio acuerda que uno de los cónyuges se quedará en casa en un régimen económico de separación de bienes, una pensión compensatoria adecuada, teniendo en cuenta entre otras cosas la edad y las posibilidades de trabajo del que la recibe, es indispensable
Querida Etelvina:
ResponderEliminarTambién puede sostenerse la discriminación de considerar a la mujer inferior y por ello merecedora de compensación, más allá de que la supuesta inferioridad esté sustentada en la libre autonomía de la voluntad de las partes. Y aún así o aún por eso.
Qué de putas seguimos siendo ¿no? porque cuando se recibe compensación qué de buenas putas somos...
Sin acritud. Pero se anota usted ferviente partidaria de la independencia sustentada en el desplazamiento patrimonial dependiente, no sé si me explico...
Que le entre la fiebre una vez asegurado el plazo de cobro, y nunca antes. Que reclame una paga atendiendo a las posibilidades, o a su ausencia, de trabajar quién no ha dado un palo al agua en su vida (al menos, cotizando por ello) parece poco ajustado a Derecho.
Pero además, y coincido plenamente con el profesor, la cuantía, de tan elevada y desproporcionada, también es discriminatoria, con el resto de féminas (e incluso maridos) allende el Derecho. Por mucho que la hayan acordado, que está por ver ese acuerdo.
Lo que se dirime en ese divorcio es la justa causa para el derecho de pernada frente a la teoría de contratos. No da para mucho más.
Salvo mejor opinión.
Queridos amigos (los dos):
ResponderEliminarEn mi primer comentario no he querido entrar en alguna que otra cuestión que creo que aclararía mi pensamiento. Veamos
1.- ¿El matrimonio se reduce al coito?. Parece que Vds piensan que sí, pues afirman que la pensión compensa los polvos que el marido le echó a la mujer.
2.- Yo creía que los polvos del marido se compensaban con los de la mujer, pero parece que no. Por lo visto la vieja idea cristiana de que el hombre goza y la mujer aguanta no es fácil de erradicar.
3.- El matrimonio es muchas otras cosas: llevar la casa, cuidar de los hijos y al otro cónyuge cuando está enfermo, aguantar a los suegros, cuñados y demás familia, etc, etc. ¿No hay que tener nada de esto en cuenta cuando se "compensa"?.
4.- Que yo sepa, a nadie le parece mal que, cuando el régimen económico del matrimonio es el de sociedad de gananciales y sólo uno de los cónyuges ha generado patrimonio, el otro se lleve la mitad al disolverse el mismo. ¿Por qué es tan terrible en cambio la pensión compensatoria?
5.- Otra cosa es que ésta sea excesiva en ciertos casos. No sé si lo es en el que nos ocupa, pues desconozco la cuantía del patrimonio de Berlusconi. Lo único que digo es que, a lo mejor, los 100.000 € son calderilla para él. Y sigo diciendo que peor me parece que tenga una tal acumulación de capital, que la cuantía de la pensión.
Querida(y ahora compartida en este querer) Etelvina:
ResponderEliminarYo me refería, y creo que por ahí lo anda rumiando también el profesor, al divorcio como modo de transmisión de la propiedad, enlazando con la doctrina del título y el modo para estos menesteres. Todo ello argumentando que: el contrato sería el propio matrimonio (divorcio en el caso) y la tradición, la entrega de la cosa conocida como mujer coitalmente disponible.
En definitiva, el derecho de pernada como justa causa en la teoría de contratos. El divorcio de estos dos no da para más (no así su matrimonio como sospecho)
Esta pensión parece abundar en dicha concepción. Tal es la crítica que yo entendí en el texto y a ella me uno.
Por descontado sus argumentos, Etelvina, son también los míos, aunque mantengo la idea de que la "compensación" no puede obedecer a lo que generalmente se aduce (así usted también cuando dice: "entre otras cosas la edad y las posibilidades de trabajo del que la recibe") pues la que la solicitaba nunca ha trabajado y fue voluntaria su exclusión de cualquier relación laboral, pese a lo cual ha sido considerada merecedora de ella, lo cual nos lleva a pensar en dos posibilidades: un alarde de proteccionismo paterna-lista o la teoría del título y el modo aplicada a cascoporro.
Por tanto, una institución tan elevada como la compensación no pertenece a este asunto, quizá a otros, dado que aquí no caben ni el matrimonio (en el sentido que usted comenta) ni los deberes conyugales (cada uno se ha dedicado a vivir la vida loca) la crítica no es pues para el divorcio, fíjese que lo que aquí se está demoliendo es el matrimonio (qué de sutil, qué de velado)
Y, desde luego, discriminación hay, y mucha y para muchos y por mucho (vaya, se me escaparon los muchos)
Salvo mejor opinión.
"La entrega de la mujer". Por todos los dioses del universo conocido. ¿Es que no cambiaremos nunca?
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