Me
devano los sesos para buscar una analogía o comparación adecuada. Probemos
suerte con esta. Hay una comunidad de vecinos que abarca cien viviendas, una
urbanización bien grande. La comunidad, con sus fondos propios o comunes, juega
a la lotería y le tocan seiscientos mil euros, un dineral. Esa comunidad
acuerda lo siguiente: sin perjuicio de que la familia que vive en cada vivienda
alimente a sus hijos como quiera y pueda, la comunidad va a poner a disposición
de cada familia una serie de viandas que son sumamente alimenticias y que
resultarían caras si cada uno tuviera que pagárselas: carne de primera, pescado
fresco del Cantábrico… Demos por aceptado que esos alimentos proporcionan las
mejores vitaminas, proteínas y demás, de modo que, sumados a otros que puede
cada cual comer en su casa (fruta, leche…), harán que los niños crezcan en
mejores condiciones para ser adultos sanos y que puedan “competir” por el mundo
en las mejores condiciones; aceptemos esto.
Entre
los padres de ese vecindario se dan varios tipos de reacciones y consiguientes
comportamientos:
(i)
Unos dicen que estupendo y que aprovecharán la oferta, en bien de sus hijos y
de su economía doméstica.
(ii)
Los hay que dicen que muy bien y muchas gracias, pero que ellos tienen dinero
de sobra para pagar la mejor carne y el mejor pescado y que no harán uso de la
aportación comunitaria.
(iii)
Otros se manifiestan vegetarianos y alegan que esos alimentos brindados por la
comunidad no los quieren para sus hijos, pues desean que su alimentación sea
vegetariana, y por eso preferirían que la comunidad ofreciese leche, legumbres
o frutas selectas.
(iv)
Una parte de esos vecinos están reñidos con la comunidad. Como la comunidad
oferta carne y pescado, concluyen que la comunidad se identifica con la carne y
el pescado, razón por la que: a) rechazan servirse de las viandas comunitarias;
b) retiran de la alimentación de sus hijos la carne y el pescado para que los
pequeños no se identifiquen por esa vía con la comunidad, esa comunidad que ven
como enemiga de la familia o perjudicial para la familia. De resultas, hacen a
sus hijos vegetarianos y (quedamos en que esto lo aceptamos) asumen que estén
peor alimentados o crezcan menos sanos.
Juzguemos
ahora sobre el cariño que esos padres profesan a su prole. Diríamos que es
menor, desde luego, en el caso de los del último grupo: los de esos grupos prefieren
que coman peor, y ni siquiera lo prefieren, como los de (iii) por razón de convicciones de fondo o vitales. Privan a
sus niños del complemento alimenticio para que no se relacionen con ni cobren
apego a la comunidad que los mayores detestan.
Bueno,
pues hoy viene en los medios de comunicación un estudio que señala que el
español es la tercera lengua más hablada y estudiada en el mundo y que hasta
los usuarios de las otras lenguas mayoritarias (inglés y chino) están
poniéndose masivamente a estudiar español. El gobierno de Cataluña y muchos
catalanes no aceptan que a sus hijos se les enseñe español en las escuelas, o
que se les enseñe bien o se les enseñe bastante. Díganme si vale la analogía y, si es que vale
un poco, en cuál grupo de los anteriores los colocaríamos.
Los
de (i) tienen interés en que los chavales dominen un idioma que aumentará sus
opciones de todo tipo el día de mañana. Los de (ii) los mandan a colegios de
pago donde se les enseña español (y en su caso inglés, francés, alemán…). Los
de (iii) objetan al español, pero les parece o les parecería muy bien que en
las escuelas se enseñara a los críos inglés, chino o francés, con lo que no es
que deseen que hablen solamente catalán, sino que prefieren que no se les
enseñe español. Los de (iv), si no son igual que los de (iii), querrían que no
tuvieran sus hijos más idioma que el catalán, al menos como idioma dominado
asimilado desde la infancia.
Yo
soy uno de los que están encantados en esa comunidad que garantiza a mis hijos
la carne y el pescado, aunque, en verdad, también agradecería que les proporcionase
la leche y los huevos de gallinas de campo. O sea, inglés y chino. ¿Qué pienso
de mi vecino que prefiere que los suyos no coman tan bien? Pues que mira que
hay gente rara de narices. ¿Y del vecino que cree que si su niño come de lo
mismo que los demás dejará de quererlo más que a nadie en el mundo a él? Pues
que pobres chavales los suyos y que menudo egocéntrico egoísta el papá. Y que
qué suerte que el padre mío me mandó a estudiar fuera del pueblo y para que
aprendiera lo que allí no podían enseñarme.
Ahora
bien, tampoco veo tanto motivo como para ponerse a discutir con semejantes
elementos del vecindario. Que cada palo aguante su vela. ¿Que si no me dan algo
de lástima sus hijos? Sí, bastante, pero que se rebelen los hijos cuando les
toque. Todo se andará y cada cosa a su tiempo. Dicen que quieren cambiar de
urbanización o hacerse una casa para ellos solos. Bueno, vale. Los hijos míos
crecerán más sanos y fuertes y el día de mañana, si se dedican a dar
conferencias por ahí, podrán impartirlas en español en un montón de países. Los
de los otros, si el propósito del papá se cumple, no. Pues ya está. Ya sé que
otros preferirán discutir sobre las comunidades. Yo pienso en los niños.
Soy
partidario de respetar la voluntad de las familias y los pueblos. También los
testigos de Jehová dejan a los suyos morir antes de transfundirles sangre
ajena. Sacrosanto derecho de cada uno a joder hasta a sus hijos. Con su pan se
lo coman. Y que lo paguen, el pan.
Hombre, la pregunta buena no es si los estudiantes catalanes deben aprender español...la pregunta es porqué los estudiantes andaluces no están obligados a aprender catalán, euskera, gallego y bable.
ResponderEliminarUn saludo a todas las españas (curiosamente España es la única palabra que hace el plural con minúscula)
Cosa distinta es que nos preguntáramos porqué deben aprender castellano...o porqué deben hacerlo de manera preferente al catalán.
Y siguiendo el razonamiento de la importancia, que tal una delegación china visitando colegios y pidiendo explicaciones de la desidia con la que se implementa el mandarín en nuestras aulas...
Ah, el Imperio, tan sencillo todo él.
Un saludo.
!Menudo post, madre mía!
ResponderEliminar1. Da por sentado que los padres catalanes apuestan por la inmersión para significarse y no identificarse con la "comunidad" (España), a la que ven como enemiga. Descarta usted la posibilidad de que un catalán quiera que sus hijos estudien en catalán por algo mucho más sencillo y natural: simplemente porque se trata de su lengua. Al igual que un un segoviano puede desear que sus hijos estén escolarizados en español o un noruego que los suyos lo estén en noruego. Pero no, si se trata de un catalán es porque se trata de un pérfido nacionalista que solo se mueve por razones identitarias. La lengua catalana es un elemento identitario, el castellano y el noruego solo son herramientas de comunicación.
2. Parece partir también del presupuesto de que los niños solo pueden aprender bien una lengua. Sin embargo, el aprendizaje del catalán (o de cualquier otra lengua) no impide la adquisición de otras. Todos los estudios acreditan un dominio del español por parte de los alumnos catalanes similar a la media española y superior, por cierto, al de los niños andaluces o extremeños, por poner un ejemplo (informe PISA). Sabido es, por otra parte, que los niños bilingües tienen mayor facilidad para aprender terceras y sucesivas lenguas. Es más, ¿a quién se refiere cuando habla de catalanes que "no es que deseen que (sus hijos) hablen solamente catalán, sino que prefieren que no se les enseñe español" o "que querrían que no tuvieran sus hijos más idioma que el catalán, al menos como idioma dominado asimilado desde la infancia"? ¿Sabe realmente de qué está hablando?
Lo mejor, la ponderada traca final: o conmigo y como a mí me gustaría o eres un capullo insensato que te vas a hundir en el lodo.
Así las gastamos. No me extraña que vaya aumentando el número de catalanes que nos quieren abandonar.
Anónimo, usted y yo debemos de haber leído dos textos completamente diferentes porque yo no encuentro por ninguna parte las dos premisas que usted menciona.
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