He
pasado un par de días en Asturias y algo alejado de mis rutinas y mis labores
habituales. Entre las novedades de estos días, la de que comíamos cerca de la
televisión y con ella prendida. A la segunda o tercera, mi mujer empezó a decir
si no convendría más desconectarla, visto el humor de que me ponía. La
intención era ver el telediario, ya puestos, pero he comprobado que, en La 1, a
los noticiarios antecede, a mediodía y por la noche, un programa en el que se
habla de noviazgos y ligues de modelos, futbolistas, actores y actrices e hijos
de famosos con cuento. Por ejemplo, yo ignoraba, tonto de mí, que la Preysler
sigue en el candelero y que sus hijas comparten su fama por ósmosis. Bueno,
pensé, es la versión contemporánea del Nodo, para mayor gloria de este régimen,
como antaño del otro. Pero todavía no había captado hasta qué punto el régimen echa
mano los viejos trucos propagandísticos.
Dos
días, dos, y en el informativo central de la jornada se glosaron asuntos
importantísimos de la Casa Real. El viernes se cumplían diez años desde que el
Príncipe de Asturias y su actual señora comunicaron públicamente su compromiso
matrimonial. Importantísima efemérides, noticia donde las haya. El sábado
cumplía años la Reina. O tal vez era al revés. Da igual. Idílico todo. Qué es
la crisis ante tan excelsas conmemoraciones, para qué extenderse sobre los
problemas del espionaje obamiano y sobre cómo quedan hechos unos zorros varios
derechos fundamentales de los ciudadanos. Se extienden los medios públicos
sobre lo que importa al pueblo y para el pueblo, la sin par pareja principesca y
el paso del tiempo sobre una Reina reinante.
Nada,
ni alusión a los manejos económicos del Rey, tampoco una concesión al cotilleo
y los cuernecillos, ya que se glosaba el real matrimonio, intencionado olvido
de las delictivas andanzas del yernísimo y de la suerte judicial de su amante
esposa, a la que defienden los fiscales haciéndonos ver que es tonta y no se
enteraba de que las perras no les llueven mágicamente a los de sangre azul y
coronada. No, felicidad doméstica a raudales, inmaculado desempeño borbónico,
suerte de un pueblo con Jefatura de Estado hereditaria y tragaderas que para sí
hubiera querido la mítica Linda
Lovelace, alias Garganta Profunda. También una gran profesional en lo suyo,
por cierto.
Lo
bueno es que ni en el fondo ni en la forma había diferencias visibles entre
esos reportajes sobre los de nuestra monarquía y los anteriores, referidos a
actrices en celo, cantantes inaugurando casa o modelos viviendo de vender
exclusivas banales. Todo muy mono, dicha entre celofanes, esplendor con
cascabeles, sonrisas quirúrgicas y milagros de la dieta.
Pero
no estoy tan convencido de que estas muy ordinarias tácticas de relegitimación
en realidad no deslegitimen. Cuando se prescinde del designio divino y se
equipara la imagen de las reales personas a las de cualquier vil descerebrado que
vive del cuerpo y del cuento, el pueblo puede acabar preguntándose por qué no
reina Nacho Vidal, si humanos son los atributos que se exhiben y si la magia
del cargo por entero la prestan modistos o cirujanos plásticos. Si la sangre
real ya no es azul, sino trasfundida desde la Casa de la Moneda y Timbre y si
toda la impronta de tronos y troníos la prestan los bancos suizos, si los
matrimonios monárquicos ya no se tejen en acuerdos palaciegos, sino que se apañan
en noches de copas y amigotes, si las bestias ya no se rinden, mansas, ante las
armas reales, sino que hasta las princesas alemanas de pega huyen cuando hay tormenta,
a cualquier menesteroso de a pie se le ocurrirá que tiene él un hijo que
valdría para rey y que a ver por qué no va a ser coronada su prole entre arrobo
de fiscales y con clímax de telediarios. Una monarquía sin trascendencia y de
catálogo, con sus miembros y miembras luciendo entre la farándula en horas de
audiencia adormilada, es una monarquía con el misterio cercenado y a merced de
los elementos y de los cambios de humor de la gente. Puestos a seducir por lo
profesional, Isabel Preysler tiene mejores dotes; dados a las contiendas
conyugales, no le harán sombra a Pimpinela; retirados al
silencio y la muda frialdad de los palacios, no estarán jamás a la altura de
Rajoy; si a la aúrea poltrona se llega por carambola y sin particular seso,
Zapatero podría reinar y sus hijas heredar un trono de góticos ribetes.
Estimado professor (sí, ya se lo pongo con dos eses que se me está haciendo usted revolucionario):
ResponderEliminarLa persecución de la infanzona, siendo de puro circense es palomita cincojotas y cocacola perignon. Pareciera que la crisis mengua en los bolsillos cuando en la picota se estremece algo coronado, salvo porque la picota no es tal, sino retiro suizo, a la par que agreste y montaraz, pero como bien dice usted, éso no sale en los telediarios...
De lo que ocurre, más allá del valle de las piruletas, preocupa ya más lo que no sabemos que lo que acertamos a intuir. Preocupa más lo que no podemos siquiera conocer que lo que deducimos, sopesamos, esperamos o incluimos.
Ahora que ya no hay ETA a la que monitorizar, derrotados los gudaris por el facebook traidor, preocupa saber hacia donde apuntan, con qué maneras, tanto espía ocioso, ora virtual.
Preocupa casi tanto como la intimidad de los senos incipientes de nuestras hijas, siempre sospechosos de andar divulgados de phone en phone, o aquel tocamiento concejal y fugaz de ida y vuelta que ya se comentara, y no reiteraré ahora, valorado cuanto apenas en dos portadas de interviú y un deluxe.
Hay, para preocuparse, un inquieto control, un control débil, que no necesita ejercer violencia prensil sobre el activista pacífico pero jodón, ergo peligroso y contumaz, más sutil que la realrealidad televidente, professor, pero más siniestro y perdedor. Arrestar ideas no requiere orden judicial, no hay habeas corpus ni habeas data que resista una cuenta de twitter o un grupo de whatsapp, ralentizar, bloquear, modificar, intervenir, equivocar...desaparecer, como matar.
Snowden nos ha dicho que no sabemos, que no podemos saber ni conocer, pero que debemos temer. Se le puede llamar control débil. Es el nuevo control. Es lo que viene o está viniendo. Echaremos de menos las picotas coronadas cuando seamos todos el espectáculo mismo. Temeremos si es que no temamos...
Un saludo o dos.
Buenas tardes a todos:
ResponderEliminarHoy, esta tarde, acabo de ver unos puestos de donación de sangre en la estación de Metro de Ciudad Universitaria, en Madrid. Animo a la gente a que vaya. Si no puede ir hoy, que se informe si van a seguir estos días. De todas maneras, se puede ir a un hospital para donar.
Un esfuerzo, por favor. Gracias, profesor.
David.