(Publicado hoy en El Día de León).
Permítame
el amable lector que le pregunte cuántas diferencias sustanciales ve entre
estas dos situaciones que a continuación le voy a describir. Primera. Soy
profesor universitario y estoy calificando los exámenes finales de mis alumnos.
Me llama por teléfono el padre de uno de ellos y supongamos que es pariente
mío, o viejo amigo mío, o vecino, o del partido político en que milito, o dueño
del restaurante en el que ceno algunos sábados, y me dice que su hijo estudia
mucho pero que no le cunde y anda algo deprimido y que la familia necesita que
termine de la carrera y empiece a ejercer la profesión. Yo veo que ese
estudiante ha hecho un mal examen y merece suspender, pero lo apruebo por hacer
ese favor, y así se lo explico al padre que queda feliz y agradecido.
Segunda
situación. Yo soy alto funcionario o alto cargo de una administración pública
(ayuntamiento, diputación, consejería, ministerio…) y tengo la voz cantante a
la hora de adjudicar un contrato público a alguna de las empresas que a él
aspiran. Me telefonea el gerente de una de ellas, que es amigo de hace tiempo,
y me explica que la empresa pasa una pequeña crisis, que ese contrato le
vendría de perlas y que nunca olvidará mi gesto si consigo que a ellos les
caiga esa adjudicación. Y se lo doy aunque no le corresponda.
Ahora
intentemos responder a estas preguntas. ¿Se podría decir que soy un corrupto si
así actúo, tanto en un caso como en el otro? Sí. Cambia el valor de lo que está
en juego, pero en ambas tesituras decido torcidamente, pues me salto la regla
que me obligan a ser imparcial y a velar por el interés general y obro para
favorecer a quien no debo, incluso en perjuicio de terceros. Entonces, ¿es
igualmente corrupto el que acepta una recomendación de un amigo o pariente y
aquel que recalifica un terreno para dar ganancia a un conocido o un familiar? Sí.
Hay diferencia en el valor de lo que se dirime, pero la actitud es la misma en
los dos casos. Y que a nadie le quepa duda de que si yo incurro en esas
corruptelas como profesor, de la misma manera procederé si soy concejal,
presidente de un tribunal de oposiciones, alto funcionario que emite informes,
etc. Lo que pasa es que las grandes corrupciones no están al alcance de todos,
sino únicamente de los que tienen mucho poder. Los otros se conforman con las
corruptelas pequeñas, a su nivel…, mientras no se presente la ocasión para
hacerla más gorda.
Se
me dirá que hay en mis ejemplos un detalle no desdeñable, ya que tanto el
profesor como el algo cargo o funcionario que he traído de muestra no cobran
por el detalle, hacen un favor indebido, pero no lo venden. ¿Será muy relevante
este matiz? Yo creo que no y que, permítaseme la comparación, prostituto es
igual el que entrega su cuerpo por dinero que quien que lo ofrece esperando
algún favor o para que le deban uno y se lo paguen de algún modo. De la misma manera,
me parece que tan reprochable, por corrupta, es mi conducta si apruebo al hijo
suspenso de mi amigo porque este me va a regalar a cambio un jamón de Jabugo o
un reloj de cuatro mil euros, o si se lo doy gratis para que me quede a deber y
sea yo el que pueda pedirle mañana a él un favor ilícito. Cambia el precio, sí,
y hasta la manera de cobrarlo, pero no la fea naturaleza de mi acción ni mi
condición de sujeto poco decente y dispuesto para la venta.
¿Y
el que pide el favor? Habría que analizar despacio. Puedo entender mejor al
padre que busca recomendación su hijo que al profesor que entra al trapo. Pero,
salvando las distancias que haya que salvar, podríamos también decir que si no
hubiera heroinómanos no habría tráfico de heroína. La corrupción, igual,
también funciona en un mercado en el que hace falta tanto la oferta como la
demanda.
Hagamos
examen de conciencia. Cuando buscamos una influencia para adelantar en la lista
de espera en la Seguridad Social o para que nos aprueben al novio o la novia en
unas oposiciones o para que un puesto no se lo den al más preparado, sino al
amante de uno o una, no somos tan distintos, en el fondo, de alguno de esos empresarios
que untaban a los Pujol y compañía. Y cuando para quedar bien y ganar poder,
influencia o mera simpatía de alguien burlamos las normas y damos trato preferente
a quien no debemos, aprobando un examen, colando al que estaba más atrás en la
lista, etc., no mostramos un talante tan distinto del de esos corruptos que
pueblan los banquillos de los tribunales y a los que en el bar criticamos con tanta
saña.
¿Y el funcionario que hace a escondidas en las dependencias ministeriales la fotocopia a un artículo de un profesor de filosofía del derecho al que siempre lee con delectación? ¿También él es un corrupto? ¿Cuándo un calvo llega a serlo?
ResponderEliminarComo reflexión esta muy bien. Basta con acudir al nuevo testamento, Jn 8 (1-11) "El que esté libre de pecado que tire la primer piedra".
ResponderEliminarEl ser humano posiblemente sea corrupto por naturaleza... Para eso están las normas. Para eso está el derecho penal. Para graduar.
Está la legislación sobre contratación pública.
Está la normativa de habilitados de carácter nacional; tal que me doy de baja para no hacer informes... Tal que solo emito informes cuando son preceptivos y cuando toca, constriño la cosa a lo mínimo imprescindible por aquello de que la ley no me pide más. Tal que los expedientes que entrego a la oposición los llevo sin registro alguno. "papel mojado" ¿Alguien se ha preguntado como se formalizan los expedientes en la mayoría de los municipios? uy¡¡¡¡¡ Pero si los habilitados de carácter nacional parecen reyes magos, parecen los sumos sacerdotes... Pueden meter y sacar con una ligereza pasmosa.
Y no hablemos de aquellos políticos que desbarran en la prensa hablando de que no les dan información sobre no se cuantos contratos, cuando con una minoría de nada pueden pedir un informe al habilitado de carácter nacional y pillar por los huevos el tejemaneje que denuncian en rueda de prensa....
Uyyy y no hablemos de esos habilitados de carácter nacional nombrados por diputaciones para hacer sustituciones sin ser personal de ellas por un acuerdo de no se que payasadas con el colegio oportuno...
Es curioso que esa idea de poner valores al mismo nivel para calificar a alguien de corrupto venga casi siempre de gente a la que le molesta que el status quo se tambalee por algo evidente "que el estado español está empapado en corrupción"
Hablo de los habilitados de carácter nacional porque los considero a nivel local la piedra angular para luchar contra la corrupción en ayuntamientos. Y hablo de ayuntamientos porque parto de la idea de que si no somos capaces de identificar los corruptos en nuestras administraciones más próximas... si no somos capaces de identificar la corrupción nada más salir a la calle poco podremos hacer... para ver, y palpar la corrupción a nivel estatal.
Recuerdo a mi abuelo hablar en aquellas épocas en las que los del pueblo tenían que poner dinero de su bolsillo para arreglar las cosas del pueblo... aquellos señores pedían cuentas de la última peseta gastada en el pueblo... aquello era transparencia. Esta fue la reflexión navideña... el pero fue que abrí el santo debate de la dictadura y se mezclaron las churras con las merinas.
Quizás la vía sea que nos arruinen a todos hasta quedarnos sin nada para así, de esta guisa nos entre un apretón de valores por necesidad... Quizás si arruinados viniera otra dictadura lo mismo no poníamos con las misma ligereza, al mismo nivel, distintas situaciones para decir que todos somos corruptos.