Siete de la mañana del jueves 20. Tomo el avión camino de la capital de la realidad nacional provisional española, dicho sea lo de española a beneficio de inventario. Cojo un periódico al azar (es lo que suelo hacer, manías de cada uno) y resulta ser El Mundo, con perdón. ¿Por qué tendrá uno que disculparse por tantas cosas?: lo que lee, lo que oye, lo que dice y lo que hace. ¡Joder”!, con perdón.
Pues resulta que me atasco entre la portada y la página dos, no paso de ahí, pues poseído quedo por pasiones filosóficas insoslayables. Tal vez la filosofía ya no se enseña como debiera a nuestros dulces escolares, enfrascados como están sus profesores en la mera evitación de que las tiernas bestezuelas los conviertan en muestrario de casquería. Pero la rama central de la filosofía, la ontología, se está poniendo de moda gracias a políticos, comunicólogos y cagatintas “nacionales” de los que quieren a esta Constitución de ahora tan poco como los "nacionales" de cuando entonces querían a la del 31.
Pues resulta que me atasco entre la portada y la página dos, no paso de ahí, pues poseído quedo por pasiones filosóficas insoslayables. Tal vez la filosofía ya no se enseña como debiera a nuestros dulces escolares, enfrascados como están sus profesores en la mera evitación de que las tiernas bestezuelas los conviertan en muestrario de casquería. Pero la rama central de la filosofía, la ontología, se está poniendo de moda gracias a políticos, comunicólogos y cagatintas “nacionales” de los que quieren a esta Constitución de ahora tan poco como los "nacionales" de cuando entonces querían a la del 31.
No he dicho odontología, caballero, sino ontología, que es el tratado o doctrina del ser y que, en consecuencia, halla su pregunta primera en la siguiente, aplicada a lo que a usted se le antoje: ¿esto qué é lo que é? Por ejemplo, usted se queda contemplando un dedo suyo mismamente y se cuestiona así: ¿esto qué es lo que es? Esto que parece un dedo, ¿es un dedo? Dado un dedo, ¿por qué es un dedo y no un dado? ¿Mi dedo existe o sólo me lo parece a mí? ¿Hay una esencia inmutable e inmarcesible de la deidad o lo que se llama dedo se decide a dedo? ¿Un dedo inexistente existe o no? Y si es que no, ¿por qué se llama dedo al dedo que no existe? Si lo que tienen en común los dedos es la deidad, ¿debemos creer en ellos? ¿Hay diversas deidades o una sola?
Pensarán ustedes, queridos amigos, que me he desayunado con orujo, cosa de mucha tradición en la tierra que me acoge y fuente, con toda probabilidad, de un derecho histórico que es base, a su vez, de una realidad nacional partida por la raíz cuadrada de pi y acompañada de verduritas salteadas y torreznos. Pero no. Mi desmelene ontológico es juego de niños (de los de antes) en comparación con el de nuestros políticos (de ahora). Vean.
Pepiño Blanco, adepto (incluso adicto) a una ontología de regusto platónico, con leve aroma de moras y roble y un suave paladar de bayas silvestres, declaró ayer mismo, miércoles, que “Ibarretxe no se ha reunido con Batasuma, porque no existe”. Como Ibarretxe sí existe y como habló con Otegui, y eso sí consta, y Otegui no puede representar a lo que no existe, la conclusión es obvia: Otegui se representa a si mismo; O, dicho más en Blanco, “es portavoz de sí mismo”. Genial. El lehendakari se levantó por la mañana, hizo sus ejercidios y ejercicias gimnásticos y gimnásticas y pensó: voy a reunirme con un ciudadano, caramba, uno cualquiera, para hablar de la (ra)paz que viene. Sorteó y salió Otegui, igual que pudo salir Juan García o Nekane Nomekome. ¿Ven cuan útil es el análisis ontológico para deshacer prejuicios y evitar manipulaciones interesadas?
Las secuelas de la ontología pepiñista son despampanantes, pues si los grupos ilegales no existen, pues su ilegalidad les devora hasta la última partícula de su ser, y si, en consecuencia, no existe HB, menos aún existirá ETA, lo que nos lleva a preguntarnos con quién diablos va a tener lugar la negociación para la paz y para qué negociar paz ninguna, pues lo que no existe tampoco mata ni extorsiona ni reivindica nada de nada. Problema resuelto.
Pensarán ustedes, queridos amigos, que me he desayunado con orujo, cosa de mucha tradición en la tierra que me acoge y fuente, con toda probabilidad, de un derecho histórico que es base, a su vez, de una realidad nacional partida por la raíz cuadrada de pi y acompañada de verduritas salteadas y torreznos. Pero no. Mi desmelene ontológico es juego de niños (de los de antes) en comparación con el de nuestros políticos (de ahora). Vean.
Pepiño Blanco, adepto (incluso adicto) a una ontología de regusto platónico, con leve aroma de moras y roble y un suave paladar de bayas silvestres, declaró ayer mismo, miércoles, que “Ibarretxe no se ha reunido con Batasuma, porque no existe”. Como Ibarretxe sí existe y como habló con Otegui, y eso sí consta, y Otegui no puede representar a lo que no existe, la conclusión es obvia: Otegui se representa a si mismo; O, dicho más en Blanco, “es portavoz de sí mismo”. Genial. El lehendakari se levantó por la mañana, hizo sus ejercidios y ejercicias gimnásticos y gimnásticas y pensó: voy a reunirme con un ciudadano, caramba, uno cualquiera, para hablar de la (ra)paz que viene. Sorteó y salió Otegui, igual que pudo salir Juan García o Nekane Nomekome. ¿Ven cuan útil es el análisis ontológico para deshacer prejuicios y evitar manipulaciones interesadas?
Las secuelas de la ontología pepiñista son despampanantes, pues si los grupos ilegales no existen, pues su ilegalidad les devora hasta la última partícula de su ser, y si, en consecuencia, no existe HB, menos aún existirá ETA, lo que nos lleva a preguntarnos con quién diablos va a tener lugar la negociación para la paz y para qué negociar paz ninguna, pues lo que no existe tampoco mata ni extorsiona ni reivindica nada de nada. Problema resuelto.
Javier Ortiz, columnista mundano, nos recuerda que hace días ZP declaró que el de autodeterminación “es un derecho que no existe bajo ningún concepto”. Pues ya lo ven, y parecía un tipo más bien inculto y sin hondura. Ja. Lo determinante es que todo el mundo está determinado, por lo que no existen las indeterminadas autodeterminaciones. Esto José Luis lo ha captado con la penetración que lo caracteriza. Ahí sí les ha metido un buen viaje a los que se creen batasunos sin darse cuenta de que no lo son porque no pueden serlo y además es imposible que lo sean, siempre ellos soñando con autodeterminarse, sin percibir que sólo se autodetermina quien es, pero éste tampoco, pues la autodeterminación no existe y toda autodeterminación no es más que heterodeterminación, de modo similar a como toda autosexualidad es heterosexualidad ya que, como hemos visto, ni siquiera hay constancia cierta de que el dedo de uno no sea de otro.
Por su fuera poco el atracón de filosofía que llevábamos, va ZP y nos relata, ayudado por su portavoz, que a veces los que ya entregaron las armas usan más armas que los que tienen aún las armas, pues, al fin y al cabo, ¿qué es un arma y cómo se arma un desarme que asegure que no vuelvan a armarse los desarmados en armas?
Por su fuera poco el atracón de filosofía que llevábamos, va ZP y nos relata, ayudado por su portavoz, que a veces los que ya entregaron las armas usan más armas que los que tienen aún las armas, pues, al fin y al cabo, ¿qué es un arma y cómo se arma un desarme que asegure que no vuelvan a armarse los desarmados en armas?
Y, cómo no, al PP, siempre a remolque, le entran los celos filosóficos y se ponen también ellos a menear la ontología, pese a su poca soltura en tales menesteres. Así que andan dándole vueltas a si fue agresión en sí o para sí lo que hizo a Bono sentirse agredido aquel día, y si los militantes del PP que fueron retenidos fueron detenidos, o si lo que pasó fue que resultaron detenidos por retenidos, o si son simples ectoplasmas con carnet y pasodoble.
Vamos ganando claridad, rigor y puntos de Alimerka a medida que produndizamos en la democracia. Da gusto. Y yo que había llegado a creer que estábamos gobernados, a diestra y siniestra, por una recua de gilipollas sin seso. Qué equivocado estaba, deidad mía. Los gilipollas tampoco existen, aunque hablen.
Lo decía bien dicho Wendt, al formular que uno de los cuatro intereses básicos del Estado es su propia seguridad ontológica relativamente a los demás actores políticos: es decir, poder contar con una identidad estable, y poder predecir razonablemente el carácter de las relaciones.
ResponderEliminarLo que pintas jocosamente en este fin de semana, enhebrando anécdotas individuales, lo veo estrechamente en relación, Juan Antonio, con tus dos "post" anteriores, el paritorial y el anómico. Llevado allí lo que aquí describes, se percibe el aflojamiento de uno de los cuatro bulones de la rueda (rueda que no es otra que la identidad corporativa del propio Estado).
Habida cuenta de que al menos dos de los otros tres bulones (seguridad física y desarrollo), cada cual por sus circunstancias, están tambien temblorosos, ¿dónde acabará la rueda? ¿dónde el vehículo? ¿dónde sus sufridos ocupantes?
Se impone bajar la velocidad, por lo menos, y quién sabe si vestirse y calzarse cómodo, empuñar el bordón y continuar a pie ...
Y mientras se trata de definir el Estado otra vez los demócratas amordazando, Pedro Varela , el famoso librero nazi de Barcelona otra vez detenido en nombre de la Libertad y nosotros preocupados por 500 moros en Guantánamo.
ResponderEliminarBueno otro mito que se derrumba, la presunta superioridad de los negros en el boxeo, parece que está cambiando, en la máxima categoría (en las otras aún más) la de los pesos pesados de los 4 organismos mundiales : WBC, WBA, IBF y WBO, en tres campeones blancos , dentro de nada también se les ganará en 100 y 10000 metros y entonces ¿otro mito al carajo?
ResponderEliminarTanto Onta, Onta Tanto.
ResponderEliminar1. Detecto en su prosa una mayor tendencia Cabreroinfantil (?). ¿Homenaje al difunto don Guillermo? ¿Erotomanía verbal que le lleva a sobar las palabras hasta que le hacen esas prosas y esas rimas y esas cosas? ¿Qué más cosas osa hozar su prosa?
2. Detecto en su prosa una mayor presencia del elemento simbólico Alimerka. ¿Qué quiere decirnos el autor con eso? ¿Dejó recado?