Ay, qué molido se le queda el cuerpo a uno después de diez horas de avión, más la horita previa desde León, más la espera en la T4. Ya no son edades para tanto ajetreo, tal vez. Para colmo, en cinco días regreso y al cabo de una semana más, vuelta a cruzar el charco, esa vez para un garbeo por Managua y ver qué tal anda el ambiente ahora que retorna Daniel Ortega. Y de Managua a Bogotá otro ratito y...
Pero creo que hoy estoy débil por no haberme alimentado bien en el vuelo. Con lo tragón que me pongo en los aviones. Pero no me entraba la comida mayormente, y todo por el vecino de asiento. El buen hombre no dijo esta boca es mía en todo el vuelo, y eso se agradece. Pero su boca se expresaba, aun sin hablar, de la peor manera: alitosis. Ahhhjjjj. ¿Existe una trama mundial de pestilencias o es que me estoy volviendo demasiado sensible a las miasmas ajenas? ¿Por qué militan tantos en Al-Quadra?
Resulta que ahora controlan a los pasajeros los líquidos, sprays y de todo, muy bien, paciencia y viva la seguridad aérea. Pero ¿para cuándo el examen de sobaco y el test de aliento? ¿Por qué no nos hacen pasar a todos por un detector de pestes y al que cheire de aquella manera para casita a lavarse las partes y a hacerse unos enjuagues?
Para más inri, al otro lado del pasillo y justo en diagonal con mi mirada, una gorda estrepitosa, un prodigio de sebo desbordante, bajo camiseta de licra y tres tallas menos de las merecidas. Que pongan también espejos en los pasillos de los aviones, para que la gente se vea y se opere o algo. Y las azafatas todas como con síndrome premenstrual, pero en el recuerdo, que a buenas horas con esas edades. ¿Esa gente no se jubila?
Parece que estoy de mal humor, ya lo sé. Mis disculpas. Pero es que, además, la cola para el control de inmigración era kilométrica y hube de aguantarme más de una hora a pie firme y pasaporte en mano. Y diluvia en Bogotá.
Pero creo que hoy estoy débil por no haberme alimentado bien en el vuelo. Con lo tragón que me pongo en los aviones. Pero no me entraba la comida mayormente, y todo por el vecino de asiento. El buen hombre no dijo esta boca es mía en todo el vuelo, y eso se agradece. Pero su boca se expresaba, aun sin hablar, de la peor manera: alitosis. Ahhhjjjj. ¿Existe una trama mundial de pestilencias o es que me estoy volviendo demasiado sensible a las miasmas ajenas? ¿Por qué militan tantos en Al-Quadra?
Resulta que ahora controlan a los pasajeros los líquidos, sprays y de todo, muy bien, paciencia y viva la seguridad aérea. Pero ¿para cuándo el examen de sobaco y el test de aliento? ¿Por qué no nos hacen pasar a todos por un detector de pestes y al que cheire de aquella manera para casita a lavarse las partes y a hacerse unos enjuagues?
Para más inri, al otro lado del pasillo y justo en diagonal con mi mirada, una gorda estrepitosa, un prodigio de sebo desbordante, bajo camiseta de licra y tres tallas menos de las merecidas. Que pongan también espejos en los pasillos de los aviones, para que la gente se vea y se opere o algo. Y las azafatas todas como con síndrome premenstrual, pero en el recuerdo, que a buenas horas con esas edades. ¿Esa gente no se jubila?
Parece que estoy de mal humor, ya lo sé. Mis disculpas. Pero es que, además, la cola para el control de inmigración era kilométrica y hube de aguantarme más de una hora a pie firme y pasaporte en mano. Y diluvia en Bogotá.
Mañana será otro día.
Bueno, bueno, eso nos pasa por viajar (o vivir)a esos recónditos lugares del mapamudi!!! pero que se le va a hacer no?? Un abrazo, Leonardo.
ResponderEliminarCréame Leonardo, aunque uno no viaje también sufre esos problemas... ¿A alguien se le ocurre una solución? Un abrazo Profesor Amado.
ResponderEliminarQuerido Toño,
ResponderEliminarEstoy yo también con el pie en el estribo, para galopar hacia Managua. Creo que es un momento interesante por tantas cosas. Con todo, ya comentaremos para poner impresiones en común. Te leeré estos días sin falta.
¿Por qué veo a Alejandro Sanz por todas partes? En los telediarios (en plural), en los suplementos dominicales (también en plural), en las tertulias (nuevamente con s): Alejandro Sanz y su nuevo disco están en todos los medios de comunicación. No debería ser normal, pero está claro que lo es, como son normales tantas otras anormalidades que copan los espacios supuestamente dedicados a la información (lo que rodea al fútbol es otra patología a la que ya nos hemos acostumbrado).
ResponderEliminarVes los informativos de televisión y parece que vives en El País Semanal: cantantes, pasarelas, nuevos productos de cosmética, ferias internacionales de muebles y la dosis justa de mala conciencia administrada en forma de reportajes sobre los microcréditos o las fístulas en el tercer mundo.
Ya se sabe a estas alturas que la realidad -construida: keine Sorge!-va por sus propios derroteros y poco tiene que ver con lo que leemos o escuchamos o nos cuentan. Pero eso que leemos, escuchamos y nos cuentan también es realidad: la de alguien empeñado en hacer de nosotros unos infelices capullos. Que le corten la cabeza.