Dejemos
por un rato la contemplación extasiada de nuestro propio ombligo peludo y vamos a
cambiar de perspectiva. Imaginemos que somos ciudadanos o gobierno de esos
países europeos a los que pedimos dinero y que van a acabar poniéndolo para salvar
nuestros bancos, nuestro Estado y hasta el rosario de nuestra santa madre. Puede que
tengan que adelantarnos cien mil millones de euros, doscientos mil según otros
cálculos. Un dineral. Y no vamos a devolvérselo nunca, conste. Menudos somos y
ya encontraremos disculpas más que de sobra para decir que unos aristócratas
como nosotros ni necesitamos préstamos ni los reintegramos si se empeñan en
dárnoslos.
Nosotros,
los españoles, proclamamos que estamos reformando todo lo reformable, pero no hemos
modificado ni un carajo de lo que nos arruina. Sí, una reforma laboral que no
vale para que haya más trabajo, una jubilación más tardía que entrará en vigor
dentro de unos años, una subidas de impuestos para que no se diga que no se
jode al pueblo…, pero pare usted de contar. Sin cambiar nada de lo que nos hace
catastróficos, disfuncionales y pelín atravesados, repito, pedimos dinero a
Europa para seguir igual y que nos paguen ellos esos lujos ruinosos. ¿Por qué Europa, la muy bruja, no nos paga los vicios y la nómina del guardaespaldas julandrón, a ritmo de la Marbellesa (huy, quise decir Marsellesa), si está forrada? Imperdonable.
Así
que, amigo, imagínese usted alemán o finlandés u holandés o austriaco y que de
su Estado y del bolsillo de sus ciudadanos y empresas sale dinero que va a
parar a España, a una España a la que algo se le podrá exigir a cambio de esa
respiración artificial, pues habrá sido intervenida con todas las de la ley. ¿Qué
impondría usted a los españoles, quieran que no? Elija las opciones que más le
gusten, y si le parece que todas son razonables, márquelas todas. Pero luego
vuelva a mirar qué nacionalidad figura en su pasaporte y seque conclusiones.
a) Que
modifiquen la organización territorial del Estado para que haya en todo el país
un régimen fiscal mínimamente homogéneo, fiable, solidario y justo, sin
conciertos ni verbenas ni caprichos de niñatos y burguesitos con lengua propia.
b) Que
supriman las diputaciones provinciales y
el cincuenta por ciento de los ayuntamientos, por lo menos.
b) Que
cierren al menos la mitad de las universidades públicas y hagan una legislación
seria sobre universidades privadas.
c) Que
se prescinda de como mínimo un treinta por ciento de los funcionarios y que a
los que queden se les quite el cuarto de hora de café o se les haga de quince
minutos.
d) Que
se rebajen las prejubilaciones lujosas de los que se han ido para casa a los
cincuenta y con sueldo íntegro.
e) Que se
eche el candado a todas las televisiones autonómicas con pérdidas.
f) Que
se acorte en un tercio el número de ciudadanos españoles que cobra de la
política y por cargos políticos, teniendo en cuenta que somos el país europeo
con más políticos profesionales por cada cien mil habitantes.
e) Que
se prescinda del noventa por ciento de los coches oficiales. ¿O son paralíticos
los cargos públicos de este país?
f) Que
se prevean penas y serias sanciones para los gobernantes que falseen cuentas
públicas o que, si ya existen tales normas, que se apliquen de una prostituta
vez.
g) Que
se persiga de verdad y eficazmente el fraude fiscal. O sea, como lo de las
amnistías fiscales, pero al revés.
h) Que
se cambie el régimen fiscal de las grandes fortunas y las Sicav.
i) Que
se suprima una paga extra a todo funcionario que gane más de dos mil euros
netos al mes y las dos al que saque más de tres mil mensuales.
Pues eso, ahora preguntémonos, como si fuéramos europeos de
los de Europa, por qué Rajoy y sus chicas no hacen nada de eso, por qué.
No puedo estar más de acuerdo. Bravo.
ResponderEliminar¿Donde hay que firmar para que hagan todo lo de esa lista?
ResponderEliminarCaso real:
ResponderEliminarUn grupo de policías españoles se dispone a coger el avión de vuelta a España, tras haber participado en el dispositivo de seguridad que, con motivo de la celebración de la eurocopa, coordinó Austria como pais anfitrión del evento en el 2008.
De un vehículo normal y corriente baja su conductor, se dirige al grupo de policías españoles y saludando cordialmente se presenta como Fulano de Tal, Ministro de Interior de Austria, que agradece la eficaz colaboración española y propone hacer unas fotos de grupo, como recuerdo personal y/u oficial.
Con su propia cámara sacan unas instantáneas y acto seguido, tras reiterar su agradecimiento, se va por donde ha venido.
Supongo que el coche y el combustible eran oficiales, pero a ver si algún tío chulo es capaz de mantener que ese mismo sencillo acto protocolario no supone para el sufrido bolsillo patrio al menos 100 veces lo que supone para un saneado bolsillo austriaco.
Las primas, sean de riesgo o de Viesgo, buscan, comparan y si encuentran algo mejor lo compran. Ya me gustaría tener un affaire con una prima austriaca.
Con respecto al artículo de la entrada anterior, que a usted le parece tan bueno, diré solamente que estoy bastante cansado de esos discursos que utilizan de forma tan poco rigurosa la primera persona del plural ("hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", "nosotros tenemos la culpa", etc., etc. y todo lo demás), para tachar, sin solución de continuidad, de "populismo quejica" cualquier amago de protesta contra la terapia Merkel, Draghi, etc.
ResponderEliminarPues no, lo siento. Yo no he vivido por encima de mis posibilidades, yo no me he comprado un piso sobrevalorado para especular (de hecho, vivo de alquiler) ni he adquirido un coche de alta gama (de hecho, mi coche tiene once años y goza de excelente salud), yo no he recibido subvención alguna, yo he contribuido religiosamente con mis impuestos y cotizaciones al erario público, yo he conseguido ahorrar a pesar de que durante el período de bonanza he estado en paro alguna vez, yo he cumplido mis obligaciones laborales más allá de lo exigible por el gusto de hacer bien las cosas.
Por último: yo no soy un caso pintoresco ni me considero mejor que fulano de tal o que mengano de cual. En España hay muchísima gente como yo. Estoy literalmente hasta cojones de esos discursos tan apocalítico-expiatorios como inocuos, esas charlas de mesa camilla que, al prorratear la responsabilidad en todos y cada uno de los españoles, se tornan completamente inofensivos y satisfacen, de paso, el deseo de los responsables de este desastre: que no se les vea o que se les vea menos.
Bueno y digo yo, señor García Amado: y en lugar de cargarnos medio estado que es lo que usted propone con su listita de hoy, ¿por qué no hacemos una fiscalidad más realista? ¿por qué no nos cargamos las Sicav? ¿por qué no ponemos una tasa a las transacciones financieras? ¿por qué no metemos en cintura al capitalismo de una puta vez? ¿por qué no vamos a por el fraude fiscal en serio y nos dejamos de paños calientes y amnistías fiscales?
ResponderEliminarCierto es que es hay que racionalizar cosas en la administración pero ¿cerrar ayuntamientos y universidades y despedir trabajadores es su solución final? Oiga, y que hacemos con toda esa gente... ¿les decimos que se pasen de comer hasta la jubilación? ¿o tampoco les concede derecho a ello? ¿y si los gaseamos a todos? ¿no le molaría más?
Ande, hágaselo mirar, que hoy ha estado usted bastante flojito en las soluciones ofrecidas y algo más liberal-capitalista de lo deseable.
Me gusta mucho este:
ResponderEliminarQue se prescinda de como mínimo un treinta por ciento de los funcionarios y que a los que queden se les quite el cuarto de hora de café o se les haga de quince minutos.
Quitar el cuarto de hora de café y convertirlo en
quince minutos hará que España sea pronto una
gran potencia mundial, donde todos los funcionarios
trabajen como monos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUna pregunta de Derecho Constitucional:
ResponderEliminarSi el Congreso y el Senado, donde reside la soberanía de la Nación por delegación de los ciudadanos, no pueden controlar al Gobierno del Poder Judicial ¿a quien corresponde controlarlo? ¿Es un poder irresponsable?
Saludos
Sr. García Amado:
ResponderEliminarSu propuesta es muy interesante. Está claro que debe adelgazarse el sector público, pero tengo dudas sobre cómo podrían materializarse algunas soluciones que Vd. propone. Espero que pueda contestarme, pues de ello dependerá que dichas propuestas sean serias y realistas o meras disquisiciones carentes de aplicación práctica:
1- Cerrar la mitad de las Universidades Públicas: ciertamente, esto reduciría considerablemente el gasto público e incluso podría generar ingresos mediante la venta de las instalaciones clausuradas. Pero ¿qué haría Vd. con todo el personal funcionario (catedráticos, profesores titulares, PAS, etc.) de dichas Universidades? Si los recoloca Vd. en las Universidades que se salvasen de la quema, habría que hacer un ajuste de personal en estas Universidades. Básicamente, todo el profesorado en régimen de contratación laboral se iría a la calle para hacer sitio al flujo migratorio de catedráticos y titulares. Creo que eso sería una injusticia para los docentes más jóvenes, que verían bruscamente cercenada una carrera profesional de varios años, lo que podría estar justificado si al menos existiese la garantía (que no existe) de que fueran reemplazados por profesores más cualificados. Si, por el contrario, opta por dejar en la calle a todos los profesores de las Universidades que echasen el cerrojo, ¿cómo solucionaría Vd. el problema de la inamovilidad de los que fuesen funcionarios? ¿A Vd., como catedrático, le parecería justo quedarse en el paro después del esfuerzo y los méritos acumulados?
2- Prescindir de una buena porción de los funcionarios públicos: el problema es análogo al anterior. ¿Cómo se cohonesta un ERE de funcionarios con la garantía de inamovilidad, derivada a su vez del principio de imparcialidad de la actuación funcionarial consagrado en el art. 103.3 CE? No bastaría, además, con suprimir la inamovilidad, en el caso de que fuera posible: lógicamente, si Vd. se carga a un tercio de los funcionarios, habría que pagarles la correspondiente indemnización por despido. Esa indemnización podría alcanzar cifras considerables, si tenemos en cuenta que muchos de esos funcionarios llevarían bastantes años de ejercicio. Por tanto, si echamos a 1 millón de funcionarios (en España hay unos tres millones y Vd. propone prescindir de un tercio), haga cuentas y verá cómo la solución que propone no le sale precisamente "barata" al erario público.
Por otra parte, la supresión de la inamovilidad requeriría introducir reformas en otros muchos frentes. Entre los más importantes habría que citar el sistema de selección: lógicamente, al aspirante a funcionario ya no le podrías pedir que se pasase X años quemándose las pestañas para sacar una oposición, si salarialmente va a estar en peor situación que un trabajador del sector privado y va a sufrir, al igual que éste, el riesgo de ser despedido si la empresa marcha mal. Si el régimen del funcionario va a ser el mismo que el de cualquier otro trabajador, sobran todos los rigores del acceso a la función pública. Habría que pensar si esto es realemente lo que nos conviene.
Confío en que pueda responder a estas preguntas, Sr. García Amado, pues como al principio le decía no sirve para nada hacer una propuesta, si no se reflexiona seriamente sobre su viabilidad práctica.
Un saludo,
Alberto Lafuente
No creo que sea tan difícil lo de cerrar al menos la mitad de las universidades españolas. Por lo menos hay una que es bien claro lo que hay que hacer con ella. Me refiero a la de León, naturalmente. Esta Universidad no sólo le concedió al señor Rodríguez Zapatero un título de licenciado, sino que incluso le permitió formar parte de su PDI. Va siendo hora de que se le pidan responsabilidades. Y dado que Leon viene de "legion", el método más adecuado sería actualizar el procedimiento que las legiones romanas tenían previsto para los casos de cobardía manifiesta en el campo de batalla:
ResponderEliminar- Exterminio total de la unidad directamente culpable: en este caso, debería aplicarse evidentemente a la Facultad de Derecho. Todo su profesorado debería ser inmediatamente ejecutado.
- Decimación del resto de la legión: se elegiría por sorteo a uno de cada diez profesores de las restantes facultades para exterminarlo.
- Dimissio sine dignitate: Todos los restantes profesores perderían por completo no solo su actual cargo, sino cualquier derecho que pudiera derivarse de su antigua ocupación.
- Damnatio memoriae: Todo documento oficial que derivara de cualquier de la actividad de la Universidad de León debería ser 'ipso facto' anulado, incluidos, naturalmente, todos los títulos universitarios que dicha universidad se ha dedicado a sembrar por el mundo.
(Fabius Pictor)
Totalmente de acuerdo con el comentario anterior. Que una universidad haya sido tan poco exigente como para darle la licenciatura en Derecho al más estulto presidente de la Historia de España (y este título sí que está reñido) es como para calificarla de casa de latrocinio y cerrarla ipso facto. Por cierto: ¿conocen a algún catedrático o catedrática de esta facultad? La verdad, no me los imagino pidiendo comida a los voluntarios de la Cruz Roja como bastantes ciudadanos de clase media están haciendo ya...¿o será las propuestas arriesgadas y epatantes sólo valen cuando tocan los garbanzos de "los otros"?
ResponderEliminarPues vaya filosofía...
Ya... claro. Seguramente el autor no toma café. Por cierto, en lugar de protestar tanto sobre la universidad y sus corruptelas pregunto
ResponderEliminara)¿Cuantas veces ha denunciado el señor García Amado en lo tribunales todo lo que aquí cacarea? Ya lo digo yo: ninguna.
b)¿En cuantas tribunales de oposición, y habrá estado en unos cuantos, ha mirado para otro lado y metido al bicho de casa a sabiendas de que no valía? Ya lo digo yo: en todos.
c)¿Y en cuántos tribunales de tesis ha dejado pasar al interfecto, aunque el plagio clamaba al cielo? Ya lo digo yo: en todos.
d)¿Cuántas veces se ha abstenido de evaluar en ANECA a alguien que no era de su área y de cuya actividad carece de conocimiento? Ya lo digo yo: en ninguna. Mejor cobrar y acreditar, o no, con
En resumen, mucho nadar y guardar la ropa, y despotricar y gritar en blogs y prensa, pero a la hora de la verdad, me da a mí que igual que todos. O quién sabe si peor...