Hoy,
domingo 3 de junio, las noticias económicas de España quitan el hipo al más
pintado. Por suerte, pocos serán los que lean los periódicos o escuchen alguna emisora
radiofónica seria. No tardando, será asunto de muy sesudos doctorados en
psicología social este fenómeno nuestro, la debacle irreversible de un país
mientras sus gentes no se inmutaban o seguían a los suyo como si nada o se
manifestaban con eslóganes que no cambian desde hace veinte o cuarenta años,
manifestaciones que no resultan de la reflexión sobre la situación, sino que
son puros restos de una pose progre que válganme los dioses si tiene hoy algún
sentido; para posturitas estamos o para cubrirnos los perendengues con el
pañuelo palestino.
Hoy
domingo nuestros periódicos explican que doña Angela ya ha dictado sentencia y
que la UE toda presiona al gobierno español para que solicite la activación de
los mecanismos de rescate europeos, pues no podremos sobrevivir a la crisis de
la banca, la de un sistema bancario del
que decíamos ayer que era modélico y fabuloso y duro como pedernal. Somos la
perfecta síntesis de todos los gatillazos. Pero tranquilos, queda una semana
antes de que nos sea comunicada la novedad, resistirán Rajoy y su tropa hasta
que dentro de ocho días ya casi ningún español se altere con la buena nueva, y
entonces podrán contarnos que nos rescatan, nos intervienen o nos empalan, dará
igual. ¿Por qué dará igual? Ah, porque habrá comenzado la Eurocopa de fútbol y
a lo mejor volvemos a ganar, y si ganamos la Eurocopa salimos de la crisis o la
crisis nos la pela, que viene a ser lo mismo. Ya se lo ha dicho Marianico el
Corto al seleccionador Del Bosque: si España se lleva el campeonato, nos vendrá
un gran subidón y remontaremos. Si no, nada importa y que se quede Rita con el país,
nos trae al fresco el destino si no llega con gloria deportiva.
Que
sí, que me repito más que el ajo, pero voy a tratar de explicarlo de otra
manera y con otros ejemplos. A un tipo le dicen que se le está gangrenando una
pierna y que hay que amputar con toda urgencia a la altura de la rodilla, pues
en caso contrario llegará a la ingle la podredumbre y hasta pasará a la otra
pierna. Y entonces el buen hombre decide que vale, pero que primero se marcha
de fin de semana a Salobreña, que después hay que esperar porque tiene una boda
el mes que viene y piensa marcarse un vals con la novia y otro con la madrina,
y que en cosa de tres meses o así ya estará dispuesto para la cirugía. Al poco
tiempo los doctores le indican que el mal se extiende y que hay que operar
rapidísimamente, a lo que nuestro protagonista replica con cara muy seria y
gesto compungido que sí y que ya mismo y que le busquen hora en el quirófano,
mas al siguiente día aparece con las piernas depiladas y diciendo que le ha
surgido un contratiempo y que habrá que esperar unos días más. Ante el reproche
de los galenos, les enseña los muslos sin pelos y les dice que si no ven en la
depilación indicio más que de sobra de que ya está en el tema y que ahora va en
serio con la operación. En casa el paisano comenta que menudos hijos de mala
madre esos médicos y que en realidad a él le da lo mismo quedarse sin piernas,
pues que le quiten lo bailado y, además, seguro que luego la silla de ruedas,
con motor y todo, se la paga la mutua médica, que ya se ha enterado él de que
hay un fondo para eso.
Nosotros
andamos más o menos así, como el tipo de la historieta. Y, claro, ni nos toman
en serio por ahí fuera ni se fían de nosotros. Lo cuenta muy bien este
artículo de El Confidencial. Los
alemanes, con 81 millones de habitantes, tienen 39 aeropuertos. Nosotros, que
somos la mitad, hemos hecho 52, de los que nada más que 9 son rentables y
algunos no tienen ni aviones. Y tenemos más kilómetros de autovía que nadie,
más trazados de AVE que ninguno, más universidades por millón de habitantes que
media Europa… Más caradura que todos los otros juntos.
Me
quedo, como siempre, con lo de las universidades, que servirá de muestra para
tantas otras cosas. Lo que sabemos todos y con absoluta certeza, empezando por
los que gobiernan el país, las CCAA y las universidades mismas, es lo
siguiente: a) hay demasiadas; b) no son rentables bajo ningún punto de vista;
c) la calidad de la gran mayoría es penosa; d) muchas son auténticos antros de
corruptelas, ineficacia y engaño. Y la conclusión a nadie se le escapa tampoco:
sobran universidades, porque sí y porque ahora ya no hay con qué pagarlas. ¿Y
qué hace la autoridad? Depilarse las ingles, recortarse las puntas y decir que
ya va y que un momentito más, que todavía falta pasar por el bidé. Oigan, pero
que es ahora cuando hay que dar un tajo y poner solución, que se nos acaba el
tiempo, que se nos sale de madre la crisis, que nos intervienen y entonces sí
que nos van a cortar por más arriba. Y como si nada, que aguarda un ratito más,
corazón, que ahora tengo manicura y luego ya me voy poniendo la cremita.
En
plata: en mi Comunidad Autónoma castellano-leonesa están empezando a circular
documentos primeros para un eventual inicio de las negociaciones el año que
viene, de cara a que quizá para el otro año haya que cerrar alguna titulación
universitaria sin apenas estudiantes y para que tal vez en el 2020 se haya
cambiado la estructura de facultades y departamentos, a ver si para el 2025
tenemos un nuevo mapa de… Marear la perdiz, esperar a que escampe a base de
rezos, confiar en que la infección pase sola y, de paso, hacerle pedorretas a
Merkel, a la UE y hasta al Lucero del Alba, al tiempo que recitamos aquello de
señorito, deme algo, que mire que no quiero acabar robando. Como si no
robáramos ya.
Hay
dos clases de actitudes, que se combinan con efecto devastador. Una es la del
pueblo llano, alienado y obtuso hasta los tuétanos. Que no pasa nada y que esto
se arregla y que nunca llovió que no escampara. Y que, mientras, vamos a la
manifa contra los recortes, churri mío, porque estaremos monísimos con la
camiseta verde y tú puedes llevar las chanclas del verano pasado y así las
suavizas para esta temporada. La otra, la de los gobernantes. Lo de estos es
más sutil. Usted por ejemplo es consejero autonómico de Carcasas y
Circunvalaciones, con competencia sobre cimborrios. Sabe perfectamente que en
su Comunidad sobran ciento cincuenta de los doscientos cimborrios que hay, hechos
casi todos en los últimos veinte años y por lo general con dineros europeos.
Repito, está usted, señor Consejero, al tanto de que hay que cargarse ciento
cincuenta cimborrios, por lo menos. Mas resulta que: a) el ochenta por ciento
de ellos están regidos por camaradas suyos, cuando no parientes de usted o de su(s)
señora(s), y a ver dónde metes esa gente, casi toda inútil y maloliente, si les
cierras la cueva; b) en las parroquias con cimborrio clausurado se va a armar
la tremolina y saldrán las fuerzas vivas –párroco, pedáneo, farmacéutico y una
asociación de profesores de secundaria- a gritar que se está extirpando el
futuro de la comarca y condenando a los parroquianos a la emigración; c) solo
faltan tres años para la próximas elecciones y puede tener reflejo electoral
muy negativo la descimborriación, por lo que mejor será esperar a fines del
2015 o comienzos del 2016. Así que, ante la evidencia de que los cimborrios
están de más pero de que a usted y a su partido no les conviene eliminarlos o
no tienen cataplines para ello, se procede del siguiente modo: a) se redacta un
documento para la UE, en el que se expone la importancia de la economía cimborrera
en nuestra nación y se hacen unas consultas a la autoridad de Bruselas sobre si
será mejor empezar las reformas por la perífrasis cimborrial o si convendrá más
emprender una política de descimborriamiento sostenible; b) se invita a un
delegación de la UE y otra del Parlamento Europeo para que recorra las comarcas
más dependientes de la economía cimborriana y que “pulsen el sentir del pueblo
y las antoridades”; c) se intenta que Paul Krugman venga a un congreso en la
capital de la Comunidad o, al menos, que mande un powerpoint en el que se haga
ver que en EEUU están saliendo adelante porque la Reserva Federal ha metido dólares
a los cimborrios de allí; d) el partido que gobierna la Comunidad vota en el
Congreso de los Diputados a favor de la eliminación de los cimborrios, pero
aquí, en la Comunidad, presenta una moción en contra de aquella decisión del
Congreso y el Consejero declara que en Madrid no nos entienden pero que ya va
él a hablar con una que sale con el Ministro del ramo.
Es
ganar tiempo, o creer que se gana. Es negarnos a reformar por nosotros mismos.
Es conciencia de que mes que pasa sin cambios, mes que nos lo seguimos llevando
a casa calentito, y que mañana Dios dirá. Es afición a hacernos las víctimas,
pues cuando vengan los alemanes, los holandeses y los franceses a decirnos que
a cerrar ahora mismo la mitad de las universidades, los aeropuertos y los
cimborrios, tendremos disculpas para hacernos los dolidos y los ofendidísimos
y para volver a salir a manifestarnos con la camiseta y las bermudas que,
fíjate, amor, me hacen juego con los banderines.
Atentos
durante la Eurocopa, sobre todo si la selección de aquí va superando
eliminatorias. Con semejantes alegrías ni nos enteraremos apenas cuando resulte
que han llegado los hombres del maletín y nos cortan por donde más duele. Amén.
Es, en definitiva, el pecado original de las gentes de este país: somos hijoputas por acción o por omisión.
ResponderEliminarPD: Empiezo a echar de menos los posts en los que solo ponías a caer del burro a aquel miserable de esa universidad que...