Se acaba de poner de moda la tartera y hay
toda una polémica en torno a la procedencia de su uso, de su llevanza,
generalmente los afectados son niños cuyas familias se ven en dificultades para
pagar los gastos de comedor de las escuelas. A mí me recuerda esto de la
tartera una obra de teatro de Miguel Mihura que se titula “la tetera”, un
enredo típico mihuresco donde el regalo de una tetera permite descubrir en una
familia de provincias, aparentemente tranquila, los embustes que circulan por
sus entresijos y aun los crímenes que sus miembros han cometido o piensan
cometer.
Pero ahora estamos con la tartera. Imagino
que los niños estarán encantados con la novedad de la tartera porque entre el
filetito empanado de mamá o los pimientos bien fritos o, no digamos, la
tortilla de patatas de casa y la comida del colegio hay todo un mundo, un salto
gastronómico que nadie puede hacer sin daño cierto, menos un niño de corta
edad. Sobre todo porque el niño, por muy niño que sea, sabe ya que la comida
del cole no viene de la cocina, con sus sartenes, sus ollas, su almirez y demás
sino de un sitio misterioso al que llaman “catering” que puede ser un
laboratorio, el centro donde se ha descubierto el bosón de Higgs, un quirófano
... cualquiera cosa menos un lugar donde se confeccione algo fiable para
llevarse a la boca. Del “catering” salen productos escorbúticos, aptos para
enfermos y parturientas, para viajeros atropellados, no para un niño que ha de
dar patadas al balón, a un compañero o al profesor que tampoco hay que
descartarlo pues puede este conculcar, con sus exigencias intempestivas, algún
derecho infantil.
La polémica se extiende a la del pago o no de
una tasa por llevar tartera. Esto no lo entiendo bien pero mi intuición de
jurista me dice que estamos ante un filón porque podemos aprobar en los
parlamentos autonómicos el impuesto o la tasa de tarteras y una buena ley -con
varios reglamentos- que regule su uso, su transporte, su limpieza ... se advertirá
que, en un momento en el que los tales parlamentos tienen poco que hacer, se
trata de un alivio que ha de ser acogido con algazara. De manera que ya le
vamos cogiendo el aire a lo de la tartera.
Y es que todo no va a ser malo con la crisis.
¿Quién puede negar que estemos ante un signo inesperado y beneficioso de los
nuevos tiempos? Si el escolar va con su tartera lo lógico es que el cirujano se
lleve de casa su bisturí, el farmacéutico el omeprazol, el juez a su reo
particular y el veterinario a su vaca. Los diputados podríamos llevarnos ya las
leyes hechas y así enredaríamos bastante menos, todo nos saldría más terso y
eso que ganaría la “res publica”.
¿Imagina alguien al torero que va a la plaza y, además del mozo de estoques y
la cuadrilla, se lleva al toro, al caballo de picar, a las mulillas de arrastre
y al crítico de confianza? Y lo mismo ocurriría con esa joven, Mireia Belmonte,
que está dejando bien alto el pabellón de España en los Juegos olímpicos:
Mireia irá ya siempre con su piscina de la misma manera que toda la vida ha
llevado su bañador y sus gafas para entrenar.
A los países que se endeudan de forma
imprudente les pasan estas cosas. Pero no son necesariamente malas. Ya vemos
cómo se pueden sacar beneficios y adaptarse será signo de inteligencia ya que
va a resultar obligado. Hacer de la necesidad, virtud, se suele decir en las
casas que saben refranes y tópicos.
Por cierto, se me olvidaba decir que, a la
tartera, los políglotas -que en España se cuentan por miles- la llaman “tupper”.
Con la “u” convertida en “a”. Fina fonética, como debe ser.
Me gusta esta entrega, por cotidiana, por humilde de una humildad que nos pega la planta en el suelo, porque en el fondo asi somos todos. Propondría que se fuera haciendo un breve tratado sobre lo que podemos hacer para pitar una trompetilla al consumismo:
ResponderEliminar.Usar los tonos del móvil como mensajes: tres tonos, ya llegúe. Dos, no voy
.Pedir que las tiendas de autoservicio ubiquen área de dev oluciones cuando bajo del carrito lo que de salida no puedo pagar.
Uno de los monólogos del teléfono del maestro Miguel Gila era, precisamente, el de la cuenta del colegio, en el que se cobraba por conceptos como "desgaste de patio". Me parece que la inspiración para esa nueva tasa ha salido de ahí.
ResponderEliminarSaludos.
jajajajaja
ResponderEliminarYa veo a los críos, llevando la fiambrera, un cojín para el suelo y la maleta (los políglotas dicen troley) con los libros.
En algunos sitios cobrarán 3€ por llevarla, poca broma. Se puede pensar que el cobro será por transportarla desde la casa del niño al cole, pero nono...es por permitir la entrada. Lo que se llama derecho de admisión, vaya.
Los políticos lo tienen fácil...llevan la silla pegada al culo, misión imposible despegarla, ju.
Un cordial saludo.
Algunos solo nos queda la posibilidad de dar tarterazos ya ve beneficios de la crisis.
ResponderEliminar"Quita pa allá cosa pública que te doy un tarterazo".
No nos quejemos tanto que mire de donde venimos y gracias que hemos vivido grandes ilusones.
El Gobierno lo hará bien porque hará lo que tiene que hacer que no es ni más ni menos que lo mejor para los intereses de los españoles. Eso dijo Rajoy y si Rajoy lo dice...
Hay quienes hacen porras a que este gobierno no llega a Finales de Noviembre a mi me entra la risa pero solamente alguna vez otras me agrio todito.
No, estimado profesor, estimada Carmen, quienes llaman tapper a su exquisita tartera no suelen presumir de nada, tampoco de políglotas, suelen ser madres/abuelas/tías/hermanas, diariamente ocupadas con la comida, que estarían encantadas de que se las desocupase un rato; para ellas el tapper es de plástico o cristal y la tartera -fiambrera, en ese humilde entorno que conozco- es de metal; esas mismas personas llaman trolley a la maleta con ruedas, y maleta a la que no las tiene; y no se caracterizan por haber utilizado mucho ni uno ni otra. Así que menos cachondeo y pijoterío purista, más que nada porque, con todos los respetos, tiene usted pinta de cocinar con alguno de esos modernísimos robots de concina, y de no haber utilizado en su vida ni muchos tuppers ni tampoco muchas tarteras.
ResponderEliminarUn saludo
Exactamente Anonimo, exactamente. Las pintas se confirman. Pijoterio purista e izquierdismo de salon. A mirar por encima del hombro y vanagloriarse de lo intelectuales que somos...
ResponderEliminarLo de cobrar por la tartera, fiambrera o como se le llame, es algo sencillamente de astracanada de Muñoz Seca. En realidad el concepto por el que se cobra no lo tengo claro: uso de cubiertos del ajuar colegial? Desgaste de silla? Desgaste de comedor? Prorrata de gasto de detergente empleado en lavado de cubiertos empleados por el propietario de la tartera? Convendría aclarar estos extremos para la mayor seguridad jurídica de los obligados tributarios. Me imagino que se expediria recibo, a nombre de los padres, o del padre o la madre bajo cuya guarda y custodia estuvieran los pequeños, en caso de situaciones de divorcio o separación. El devengo podría ser anual, pero... cabría la posibilidad de solicitar fraccionamiento? Muchas cuestiones jurídicas emergen de esta tasa, que incluso se presta a estudios jurídicos:
ResponderEliminar- Naturaleza jurídica de la tasa de tartera.
- La tasa de tartera y el derecho de alimentos: problemática judicial.
- Jurisprudencia acerca de la tasa de tartera.
Ya lo decía Ihering....ridendo dicere verum...