Un par de profesores caminan por los pasillos de su Facultad y se les acercan algunos estudiantes, quienes les preguntan si saben si esta semana habrá clases de la asignatura X. ¿Por qué? ¿Qué pasa? Pues que van casi cuatro semanas de cursos y ese profesor todavía no ha explicado ni una hora de dicha asignatura, en la que tiene la responsabilidad de las clases teóricas. ¿Ninguna? Ninguna, insisten, no hemos recibido ni una clase teórica de tal materia. ¿Y por qué? Pues que cada semana pone algún pretexto y que por ejemplo esta semana ha dicho que está enfermo.
Casualmente, unas horas después uno de aquellos profesores ve al referido absentista paseando tranquilamente por la calle.
Preguntas.
a) ¿Ese profesor habrá al menos cogido una baja por enfermedad? Respuesta: no. Somos de los sin papeles.
b) ¿Es la primera vez que ocurren cosas así? No, pasan de vez en cuando.
c) ¿Se recuperarán esas clases? Apuesto doble contra sencillo a que no.
c) ¿Corre algún riesgo de ser expedientado y, si acaso, sancionado por sus escaqueos y dado que el sueldo lo cobra íntegro en todo momento? No.
d) ¿Llegarán más lejos las quejas estudiantiles? No.
e) ¿Cuántas autoridades académicas tiene por encima ese profesor, con facultades para, de una manera u otra, llamarlo al orden? Calculo que unas diez o doce, por lo menos.
f) ¿Qué dice el derecho vigente, dejando al margen la parte disciplinaria? El artículo 139 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común reza así, en su apartado 1: “Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos”. Yo diría que estamos ante un caso de funcionamiento anormal de un servicio público, pero a lo mejor yerro. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
g) ¿Qué se podría pedir? Como mínimo, en mi modesta opinión, la devolución de la parte de matrícula correspondiente a las horas de clase no impartidas y, por qué no, una indemnización por los daños en la formación, por lo que se debería haber enseñado en ese tiempo y no se enseña.
Nada, hablar por hablar. Es lo que hay y todo el mundo es moderadamente feliz. De momento la crisis no nos ha llevado por delante y cada día estamos más tranquilos y risueños, aunque fastidia bastante lo de la extra de Navidad.
¿Y si se publica, aunque sea en uno de estos comentarios y no en la entrada principal, el nombre de tal profesor? ¡Que se animen los alumnos a denunciar! ¡Hasta que no destapemos toda la mierda, no habrá manera de salir adelante!
ResponderEliminarTal vez por esa razón los grupos de gente que se apostan en las plazas públicas se hacen llamar "indignados".
En la Facultad de Derecho sabemos todos perfectamente cual es el nombre de dicho profesor.
ResponderEliminarPues si estais en la facultad de derecho, sois los primeros en saber que no valen las quejas de pasillo, hay que molestarse un poquito, hacer escritos, y mandarlo a quien corresponde, si se siguen esos cauces, seguro que se toman medidas.
ResponderEliminarProfesor, contertulios,
ResponderEliminarEn efecto, se trata de un caso no infrecuente entre los profesores universitarios. Y, ante esto, siempre pienso lo mismo. Pero, antes de exponer esos pensamientos, una extrapolación.
En los institutos de enseñanza secundaria también existen los profesores pasotas. En secundaria, el profesor no puede faltar así a clase, pues la asistencia está férreamente controlada. Sin embargo, sí se da el caso del profesor que explica poco y mal y que trabaja lo mínimo.
¿Suele haber queja de este tipo profesor por parte de los plañideros padres y alumnos? Rarísima vez... siempre que el profesor cumpla con un requisito. No ser exigente, pasar la mano, aprobar a todo el que se menea. En secundaria, el profesor perezoso aprende pronto que el único motivo de queja y reclamación es la "rigurosidad" evaluadora [y entiendo por rigurosidad exigir lo minimísimo que se despacha]. Uno puede, literalmente, tocarse las pelotas siempre que evalúe con generosidad.
Vuelvo a la universidad. Muchos profesores universitarios llegan a un acuerdo tácito con los alumnos: "Vosotros dejadme hacer lo que me dé la gana, que yo me portaré con las notas. No me exijáis y yo no os exigiré". Y los alumnos tragan.
"Do ut des". O mejor: "No doy y no hace falta que me des".
También hay profesores que pasan de todo sin dejar de ser rigurosos con las notas. Los alumnos no protestan ni denuncian por miedo a represalias o indiferencia. En este caso, más vale espabilar: quien se deja amedrentar por tan poca cosa será incapaz de enfrentarse a ningún obstáculo serio en la vida.
En suma: a las autoridades universitarias se la sopla que los profesores enseñen o no. A la mayoría de los alumnos sólo les importa el titulito (cada vez más inútil, por supuesto, porque no garantiza formación rigurosa). Y los demás profesores no se quieren meter en camisas de once varas.
Vamos, que no me apenan lo más mínimo los estudiantes (presuntamente) damnificados. Sarna con gusto no pica.
[Universidad: entre todas la mataron y ella sola se murió.]
Estimado Perplejo, entiendo su razonamiento pero reconozca que es raro exigir que sean precisamente los estudiantes -que son quienes se pueden sentir más indefensos, o que pueden tener más miedo o que pueden estar más perdidos- quienes tengan que tomar la iniciativa y tratar de que ese comportamiento absentista sea castigado o corregido. Si los estudiantes no tienen nada que perder, ¿qué tienen que perder los profesores, o las autoridades académicas? Menos aún. En el caso de las autoridades académicas, además, dicha persecución es parte de la carga que conlleva el cargo. Si tantos lo saben y nadie hace nada es que no le importa a nadie y no le molesta a nadie, y en ese nadie entramos todos, sin excepción.
ResponderEliminarEstimado anónimo,
ResponderEliminarComo puede leer en mi comentario, al final hablo de todos los "estamentos" universitarios. Y a todos atizo por igual.
La cuestión es que de los altos cargos políticos y universitarios non espero absolutamente nada. O sí: espero de ellos siempre lo peor. Y con ello no los eximo de responsabilidad: son los principales responsables del desastre del sistema de enseñanza española.
De los profesores "de a pie" espero casi lo mismo: casi nada. Sólo unos cuantos valientes [casi siempre los más (auto)exigentes y los mejor preparados] se atreven a alzar (tímidamente) la voz. Para clamar en el desierto o ganarse el ostracismo, por cierto. Tampoco los eximo de su responsabilidad: el profesorado es, en no pequeña parte, responsable de nuestra ruinosa enseñanza.
Subrayo la dejación de los alumnos precisamente porque, en el artículo, son presentados como las víctimas. No sostengo yo que no lo sean (precisamente por eso deberían reaccionar): sugiero explicaciones al silencio conformista de la mayoría de ellos.
Estimado anónimo: está todo más que estudiado. "No me exijas y no te exijiré". Estrategia suicida a medio y largo plazo. Pero los españoles somos campeones olímpicos del corto plazo, del sálvese quien pueda y después de mí el diluvio.
Que cada quien se haga responsable de la parte que le toca.
Un saludo cordial.
Y discúlpeme la torpeza expresiva (las prisas: siempre malas compañías). Y ese doloroso "exiJiré".
ResponderEliminarPerplejo.
Por desgracia los alumnos no tenemos apenas peso en todo el entramado administrativo y burocrático de la universidad (del que dicho sea de paso ahora formo parte). He llegado a esta dolorosa conclusión después de haber sufrido en propias carnes uno de esos enfrentamientos entre el todopoderoso profesor y los escasos 30 alumnos que componíamos el curso. La profesora en cuestión "impartía" dos materias clave para la carrera, y entrecomillo "impartía" porque en realidad se limitaba a mandarnos hacer trabajos por grupo y dejarlos en fotocopiadora para examinarnos sobre ellos. Tampoco se corrigieron, de manera que saber si estaban o no bien hechos era más que nada una cuestión de fe. Ni siquiera se dignó preparar un solo tema. Pues bien, después de realizar sentadas de protesta frente al vicerrectorado, encerrarnos durante dos noches en la facultad y negarse (el curso siguiente) a matricularse en sus asignaturas... NADA. No nos quedó más remedio que pasar por el aro, estudiar los trabajos que nosotros mismos habíamos elaborado, matricularse todo aquel que no lo había hecho y examinarnos de su asignatura. El apoyo de todas las autoridades académicas fue completamente nulo.
ResponderEliminarAnónimo,
ResponderEliminarLamento leer lo que me cuenta; pero no me sorprende lo más mínimo.
Estoy convencido de que la susodicha profesora era coleguita de esas "autoridades académicas". De esas que se arrodillan ante los de arriba y pisotean a los de abajo.
O bien a esas autoridades les tocó los bemoles que los alumnos protestaran para exigir rigor académico (¡menuda extravagancia!).
De lo que sí estoy seguro es de que esa profesora no es una crítica del aparato burocrático pedagógico que se ha cargado la enseñanza española. Se lo digo desde el otro lado de la trinchera (es un decir; estamos en la misma): los profesores insurrectos y críticos son perseguidos por esas mismas autoridades que los dejaron a ustedes con el culo al aire.
Si los alumnos y los profesores descontentos se unieran, protestaran y denunciaran en serio, otro gallo nos cantaría. O no. Pero al menos uno se quedaría a gusto.
Las razones de mi pesimismo (realismo) son claras: en el fondo, la mayoría de los profesores y alumnos [nulidades académicas] y el 99% de las autoridades [nulidades integrales] apoyan el actual estado de cosas. Entre otros motivos porque la corrupción del sistema es, precisamente, la que permite que estén donde están. Alimentan y comen de la oligarquía mafiosa; y abominan de una meritocracia del talento que los eliminaría de un plumazo.
Es lo que hay. Por eso hay que pedir coherencia a los alumnos (y a los profesores y a...): si uno se beneficia del caos y de la corrupción no tiene derecho a acogerse, cuando conviene, al imperio de la coherencia y la virtud.
profesoral suena como el culo. en español lo correcto sería decir "docente".
ResponderEliminarLo peor de todo no es eso, es la soberbia de este hombre cuando se le cuestiona no solo su falta de profesionalidad, es que si le pides que por favor vocalice con más claridad al dictar, dado que sus clases se basan en eso, horas y horas de apuntes dictados, se pone hecho una furia, aunque total, los apuntes son los mismos que los que dio hace un año, así que poco nos tiene que importar que se le entienda o no, qué vergüenza. El año pasado tuvimos profesores más o menos exigente, pero de todos aprendimos algo, aunque fuera con conceptos básicos con algo nos quedamos, pero de esta asignatura en cuestión no tenemos ni pajolera, nadie sabe definir ni un solo término, o resolver ningún caso práctico, cobrar por tener un puesto de docente no significa que seas un MAGISTER como bien utilizaban este término nuestros predecesores romanos. Por último, le copio y pego lo que se puede leer en la portada de la sección de esta asignatura en el moodle "22 de octubre - 28 de octubre
ResponderEliminarEsta semana comenzamos, ya, las clases teóricas de la asignatura, e iremos recuperando las anteriores.
Sé que algunos de vosotros ha estado vertiendo duras críticas por todo lo sucedido. Incluso un profesor de esta Facultad, en tal sentido, por escrito y de foma pública, ha faltado a la verdad, a mi persona y a mi responsabilidad como docente. En fin..." Esto de en fin lo ha puesto el, queda retratado, no digo más. Y gracias, porque por lo menos sabemos que hay como mínimo un profesor que tiene un buen par de principios. Gracias !
Es bien gracioso todo esto. Andaba un paisano tirando al plato y acertó a ponerse en la trayectoria de los perdigones una bandada de patos. Cayó uno y todos dijeron que qué buena puntería.
ResponderEliminarEn este post no se habían dado nombres ni de profesores ni de facultades siquiera, incluso no se había nombrado una concreta universidad. Pero algún pato se puso a aletear como loco y consideró que para él iba la perdigonada. Pues él sabrá por qué se pica.
Como en el cuento aquel del cura que sermoneaba contra los que andaban tocándoles el culo a las señoras, lo que de inmediato hizo a un feligrés gritar: mentira, son ellas que provocan y ya me voy a confesar, así que yo no he sido.
Mundillo curioso.
Lo que a mi me parece gracioso es que Usted ahora diga que no se refería al profesor Valbuena, cuando todo el mundo sabe que lo ha escrito exclusivamente para él, dejando de manifiesto no se sabe muy bien si es envidia, odio o rencor. A los alumnos nos parece estupendo ese instinto protector que está surgiendo en usted pero curiosamente no ha hecho ninguna crítica a la asignatura de DERECHO ROMANO del primer curso, que no se ha impartido docencia hasta el martes 16 de octubre y que estas clases no se van a recuperar, cosa que no está pasando en la asignatura de este profesor por lo que no cabe pedir ninguna indemnización ni por horas de clase no impartidas ni por daños en la formación, háganos el favor documentarse antes de hacer una acusación de este tipo. Sinceramente a mi me parece ridículo escribir en un blog todas estas criticas que no tienen otra finalidad que ofender a este profesor, en mi "modesta" opinión si quiere jugar el papel de defensor del alumnado lo que tiene que hacer es expresarle su descontento y sus críticas al decano y dejar de poner comentarios de cobarde.
ResponderEliminarEstimado colega:
ResponderEliminarEl nombre lo ha dado usted, no yo, y usted sabrá por qué lo hace. Sospecho que si hubiera puesto nombre yo, su arguemento sería que cómo se me ocurre ofender así, con nombre y todo.
Si usted siguiera este blog en más entradas que esta que de alguna manera le afecta o le conmueve, vería que de Romano también salió lo suyo en su momento, aunque le concedo que puede que no sea el que usted menciona el único caso criticable, si lo es.
Al decano supongo que va a acudir usted para hacerle ver este otro caso que equipara y denuncia. Aunque también imagino que un decano no tendrá menos informacion que usted y que yo y que ya estará él tratando de cumplir con sus responsabilidades como le corresponde. Nada me hace pensar lo contrario.
Por cierto, tampoco tengo ni asumo el cargo de defensor de nadie, simplemente digo lo que me da la gana y, si me paso o yerro, puede usted o quien quiera llevarme a los tribunales o mandarme a sus padrinos.
Me complace grandemente saber que ese profesor por usted señalado va a recuperar las clases perdidas e imagino que esa fue su intención en todo momento.
La imputación de cobardía que usted me hace no se la voy a tomar en cuenta puesto que me la hace como anónimo y con la gallardía que ello supone. Si un día quiere decírmelo de frente y sin el pasamontañas virtual, estoy a su disposición.
Persevere, que en una de estas conseguimos entre todos que nadie diga ni pio de nada y que la impunidad sea completa para cualquiera.
No volveré a escribir ningún comentario o respuesta en esta entrada, salvo fuerza mayor. No lo considere falta de arrestos, sino hastío. Pero seguiré escribiendo aquí o diciendo en cualquier parte lo que se me antoje y me parezca justo, le pese a quien le pese. Es una libertad que me permito, con su permiso.