(Candela con el móvil)
CANDELA.- Sí, estoy sola. ¿Qué
voz es ésa que tienes? Bueno, sube si quieres, Eduardo no va a volver hasta la
noche… ¿Aquí mismo? Vale, pues te abro.
(Va a abrir la puerta y reaparece en el salón con Víctor)
CANDELA.- Sorpréndeme más, si
cabe.
VÍCTOR.- Estoy destrozado, Cande,
no puedo más. Que me parta un rayo ahora mismo.
CANDELA.- Déjame que adivine. Has
descubierto que tu señora tiene dos líos, no sólo el de mi marido. O sea, dos
amantes, como tú.
VÍCTOR.- Pues así es, pero peor.
¡Putas pastillas de mierda!
CANDELA.- Soy toda oídos, pero no
esperes de mí grandes consuelos, no tengo el ánimo para muchas conmiseraciones
ni para solidarizarme con el sector masculino de la humanidad, espero que lo
entiendas.
VÍCTOR.- Nieves se ve con tu
marido, sí, con Eduardo.
CANDELA.- Creo que algo sabíamos
ya de ese tema.
VÍCTOR.- Pero eso no es lo peor.
CANDELA.- Pues ya me dirás. No
será lo peor para ti.
NIEVES.- Tiene una relación
erótico-sentimental con una mujer. Se encaman y se quieren.
CANDELA.- Mira, no se nos ocurrió
preguntarle a Eduardo si también se lo hacía con algún tío. ¿Y quién es la
afortunada novia de tu mujer, si puede saberse? Espero no tener el gusto de
conocerla.
VÍCTOR.- Pues la conoces de
sobra.
CANDELA.- Víctor, no me
fastidies. No me digas que es de nuestro grupo.
VÍCTOR.- Sí.
CANDELA.- Esto es una casa de
putas.
VÍCTOR.- El mundo es un antro
miserable, Cande.
CANDELA.- Ya, y tú pones las
copas en el antro en cuestión, estamos buenos para hablar. Venga, suéltalo de
una vez. Sería maravilloso que Deysi estuviese acostándose contigo y con tu
santa por separado y a escondidas.
VÍCTOR.- Es Luisa.
CANDELA.- Sí, muchas más
candidatas no había, a mí misma ya me había quitado de la lista de posibles.
VÍCTOR.- Por lo visto, Luisa es
bisexual y hace unos meses se encontró no sé dónde con Nieves y acabó
seduciéndola.
CANDELA.- Seduciéndola.
VÍCTOR.- Así me lo contó Nieves
entre hipos, con esa misma expresión.
CANDELA.- Follan, o como se diga
entre damas.
VÍCTOR.- Follan. Pero además
Nieves dice que está loca por ella, que se ha enamorado de Luisa y que quiere
convencer a Luisa para liarse la manta a la cabeza e irse a vivir juntas.
CANDELA.- Y dejarte a ti. Y a
Eduardo también, se entiende. Pues no lo veo mal del todo, si te soy franca.
VÍCTOR.- Lo de Eduardo me lo
reconoció de pe a pa. Repite y repite que es bueno en la cama tu marido y muy
cariñoso. Y que siempre habla de ti con mucho afecto.
CANDELA.- Mira qué contentísima
me pongo, no voy a saber cómo agradecérselo a los dos, tanta deferencia con la
cornuda.
VÍCTOR.- Pero Nieves insiste en
que, aunque se vaya con Luisa, puede seguir viéndose conmigo, y hasta con
Eduardo, si queremos. Que Luisa le ha hecho ver que ella, Nieves, también es
bisexual, y que quiere explotar esa gran ventaja existencial.
CANDELA.- Pues, chico, yo paso de
todo. Por mí como si os tiráis al Lucero del Alba unos y otros. Olvidadme y
dejadme en paz.
VÍCTOR.- Tengo que decirte algo
más.
CANDELA.- No, por lo que más
quieras. Ya basta.
VÍCTOR.- He citado aquí a Luisa
con una disculpa tonta y debe de estar a punto de llegar.
CANDELA.- Aquí, en mi casa.
Ahora. A cuento de qué. ¿Qué coño os habéis creído todos que es mi casa?
VÍCTOR.- Es para pedirle
explicaciones, para saber mejor a qué atenerme. Llevo dos noches sin pegar ojo,
Cande, y a este paso no volveré a dormir jamás.
CANDELA.- Tú crees que Luisa te
va a contar sus planes y sus refrotes con Nieves, así por las buenas y porque
le jurarás que duermes mal.
VÍCTOR.- Por las buenas no, con
una pastilla de esas que tú sabes dónde están.
CANDELA.- ¡Víctor, ya está bien!
VÍCTOR.- Tú también podrías
aprovechar para lanzarle alguna pregunta. Fue amante de tu marido hasta no hace
tanto, ¿se te ha olvidado?
CANDELA.- Sí, tiene bemoles, fue
amante de mi marido y ahora es amante de la amante de mi marido, que por cierto
es tu cónyuge. Deberíamos hacernos un esquema o algo, un croquis o así.
(Timbre. Candela abre. Llegan Luisa y Fernando)
LUISA.- Hola, Candela, hola, Víctor.
Se me ha pegado Fernando en cuanto le dije que nos reuníamos aquí un momentín
para pensar en un regalo guapo para Eduardo. Casi se me olvidaba que cumple
años la semana que viene.
FERNANDO.- Se pondrá contento el
doctor Eduardo con cualquier detalle de estos amigos. Él es la persona más
generosa que he conocido.
CANDELA.- El regalo, claro que
sí, mira qué idea tan entrañable.
VÍCTOR.- ¿No nos invitas a tomar
nada, Candela?
CANDELA.- Bueno, decidme qué os
apetece, café, té, infusión, algún licor…
LUISA.- Si tienes café hecho,
café, está bien.
CANDELA.- No te preocupes, con la
maquinita sale en el acto.
FERNANDO.- También un café para
mí, por favor.
(Víctor y Candela se hacen señas para ir juntos a la cocina. Salen un
momento)
FERNANDO.- Tengo aquí un par de
pastillas que he cogido del laboratorio. ¿Se las ponemos?
LUISA.- ¡Estás loco! Si se entera
Eduardo nos mata. Además, a cuento de qué quieres preguntar a estos.
FERNANDO.- Tú déjame. Sospecho
que Eduardo me ha usado a mí en alguna ocasión de cobaya y sin decírmelo. Ahora
voy a enterarme yo de alguna cosilla de su vida. La rebelión del obediente
becario, vas a ver.
(Vuelven Víctor y Candela con una taza de café cada uno y se las ponen a
los otros dos).
CANDELA.- Aquí tenéis vuestro
café. Los nuestros están haciéndose, es un momentito.
FERNANDO.- Yo los traigo, sentaos
vosotros.
CANDELA.- Hombre, Fernando, no te
molestes.
FERNANDO.- No es molestia,
Candela. Entre las funciones clásicas de los becarios está traer cafés. Estaba
en las bases de la convocatoria.
CANDELA.- Bueno, si te pones así…
Como nunca he tenido un becario, vamos a ver qué se siente.
(Sale Fernando)
LUISA.- ¿Y qué creéis que le
gustará a Eduardo de regalo?
VÍCTOR.- Tal vez un polo o una
camisa bonita.
CANDELA.- Sí, ya lo conocéis, es
bastante presumido y le gustan los trapos.
(Vuelve Fernando con los cafés de Candela y Víctor y se los pone. Los
cuatro beben)
FERNANDO.- Muy rico el café. ¿De
máquina italiana?
CANDELA.- Sí.
LUISA.- Me regalaron una mis
hermanos para Reyes. Ahora ya no me gusta otro café.
VÍCTOR.- Yo conozco al que las
importa, es amigo mío. Para otra vez me lo decís y os la consigo a mejor
precio.
FERNANDO.- ¿No hace un poquito de
calor aquí? (Se quita la chaqueta y tiene
hipo).
LUISA.- Sí (hipa), a mí también me lo parece. (Saca un abanico del bolso y se pone a abanicarse).
VÍCTOR.- (Hipando) ¿De qué estábamos hablando?
CANDELA.- (Hipando) Sería de cuánto nos queremos todos y de cómo nos
enrollamos unos con otros.
VÍCTOR.- Sí, qué capacidades.
LUISA.- A mí este Fernando me vuelve
loca. ¡Tiene un arte!
CANDELA.- ¿Y mi Eduardo qué tal
te trataba cuando erais amantes?
LUISA.- Él era más de tipo
cariñoso, más de arrumacos y preliminares. Pero bien. Disfrutamos de lo lindo y
luego no sé muy bien qué pasó. Lo fuimos dejando.
FERNANDO.- ¿Estuviste con el
doctor Eduardo? No me lo habías dicho.
LUISA.- Seguro que tú tampoco me
has contado a mí otras cosas.
CANDELA.- Claro, como que ahora
mismo te la está pegando con unas cuantas más de tu estilo.
LUISA.- ¿Es verdad eso?
FERNANDO.- Con dos o tres
solamente. Pero tampoco te he preguntado nunca si tú me eres fiel.
VÍCTOR.- Pues no lo es. Tiene
sexo con mi mujer.
FERNANDO.- ¿Con Nieves? ¿Luisa?
No me lo puedo creer. Dime que es mentira, Luisa.
LUISA.- Pues créelo, majo. Pero
es una relación muy bonita. Entre mujeres es distinto, mejor, si me apuras.
CANDELA.- Nieves dice que eres
bisexual y que ella ahí va.
LUISA.- No sé lo que soy ni me
importan las etiquetas, quiero a Fernando y a Nieves y lo paso estupendamente
con ambos. Un día voy a intentar juntarlos y verás qué bien. Ya os contaré.
FERNANDO.- Bueno, no sé.
Reconozco que Nieves está muy bien para sus años. A mí también me gusta. Y
Candela, contigo tengo las mejores fantasías, pero nunca me he atrevido a
decirte nada, porque eres la mujer de mi jefe.
CANDELA.- Es muy considerado por
tu parte, pero ya he tenido bastantes emociones esta temporada. Si me hubierais
avisado a tiempo me habría prodigado más.
(Todos siguen con hipo cada tanto)
LUISA.- ¿Tú has tenido algún
amante alguna vez?
CANDELA.- Víctor y yo tenemos
nuestro rollo particular. O lo teníamos, ahora no se sabe, con tanto jaleo…
LUISA.- Víctor, no lo esperaba de
ti, tan serio y conservador que pareces.
CANDELA.- Sí, serio. Pues ahí
donde lo ves, se las apaña conmigo y con Deysi, con las dos.
FERNANDO.- ¿Es verdad eso?
VÍCTOR.- Sí. Son cosas que pasan.
Pero Eduardo anda con mi mujer, con Nieves, desde hace años. Ya estaba con ella
mientras era tu amante antes, Luisa.
LUISA.- Nieves no me ha dicho ni
pío de eso. ¡No puede ser, entre nosotras no hay secretos!
CANDELA.- Pues mira, maja. Fíate
tú de los amores entre mujeres, no parece que haya tantas diferencias.
FERNANDO.- Creo que me he
perdido. Sigue haciendo mucho calor aquí.
(Entran Eduardo y Rufino).
EDUARDO.- Anda, ¿y esta reunión?
VÍCTOR.- Nada, charlando
amigablemente.
LUISA.- Eduardo, no me habías
contado que te acuestas con Nieves.
VÍCTOR.- Ni tú a él que tú te lo
haces con Nieves también; o sea, con mi señora.
RUFINO.- Pero qué es esto.
¿Estáis jugando a algo?
CANDELA.- Pregúntanos,
pregúntanos por Deysi. Anda, Rufino, pregúntanos.
RUFINO.- ¿Qué pasa con Deysi?
CANDELA.- Pues que también se la
está beneficiando Víctor. O ella a él, ponlo como prefieras.
RUFINO.- No puede ser, por qué me
decís eso, estáis de coña.
EDUARDO.- Mira qué hipo tienen
todos, se han empastillado. Esto es la leche.
RUFINO.- Pero Deysi no está, ella
no puede haber dicho eso.
CANDELA.- Me lo contó a mí hace
nada, cuando le di la píldora de la verdad. Aquí mismo fue.
EDUARDO.- ¿Estás loca? ¿Por qué
se la diste precisamente a Deysi?
CANDELA.- Para enterarme de si
era cierto lo que Nieves sospechaba, que había tomate entre Deysi y Víctor.
EDUARDO.- Pero Víctor lo había
negado. Y, además, a ti qué te importa.
CANDELA.- Cariño, me importa
porque Víctor y yo estamos enrollados desde hace rato. Igual que tú y Nieves,
por cierto.
EDUARDO.- Estás fantaseando, os
habéis pasado con la dosis.
CANDELA.- Que sepas que ayer la
pastilla no se la puse a Víctor, sino a ti. Nos contaste todo, lo siento. Donde
las dan…
RUFINO.- Esto es insoportable, yo
me voy.
CANDELA.- ¿No quieres saber lo
que dijo Deysi para explicar lo suyo con este cabronazo de Víctor? Pues que no
le iba bien el sexo contigo, que tienes problemillas en el catre, que no
disfruta, vaya.
RUFINO.- Demonios, Eduardo, por
lo que más quieras, dame a mi una pastilla de esas o me voy a volver loco.
LUISA.- Eduardo, yo que tú me
tomaría una también. A ver si así te aclaras de lo que pasa.
EDUARDO.- ¡Esto es una pesadilla!
¡Quiero despertarme ya!
(Candela se levanta y vuelve con dos vasos de agua. Entrega uno a Rufino
y otro a Eduardo, que los beben de un tirón).
RUFINO.- (Habla todo el tiempo sin hipo).- Así está mejor. Necesitaba hablar
sin tapujos. Yo quiero mucho a Deysi, y me gusta.
FERNANDO.- ¿Pero?
RUFINO.- Me atraes tú, Fernando,
desde el primer día que te vi. No conocía esos impulsos ocultos dentro de mí.
No puedo explicármelo ni a mí mismo siquiera.
CANDELA.- Nada, otro bisexual.
Tenemos de todo y en abundancia.
FERNANDO.- A mí no me gustan nada
los hombres, que conste.
LUISA.- Eso creía yo con las
mujeres, pero después de estar con Nieves ya tengo claro que sí.
EDUARDO.- ¿Con Nieves?
VÍCTOR.- Sí, compañero, sí, con
mi mujer. Os la estáis repartiendo Luisa y tú. Menos mal que Candela y yo nos
consolamos mutuamente y, oye, todo queda en casa y muy entre amigos de toda la
vida.
(Suena el timbre. Eduardo va a abrir. Entra con Nieves, que está
borracha. También llega Deysi).
NIEVES.- Mira qué reunión tan
preciosa. Menos mal que me traje a Deysi, así ya estamos todos los de la
pandilla. Me encantáis, chicos.
DEYSI.- Yo no sé nada.
EDUARDO.- Nieves, qué te pasa. No
sé si llegas en muy buen momento.
(Nieves abofetea a Eduardo)
NIEVES.- Cabrón. Ya sé que fuiste
amante de Luisa cuando ya te veías conmigo. Y tú, Luisa, me podías haber dicho
algo.
LUISA.- Nieves, sabes que te
quiero, temía perderte si te confesaba eso. Es agua pasada. Y tú bien que te
estabas callando conmigo lo de Eduardo. Eso valen tus promesas, ya lo veo.
EDUARDO.- Y tú, Nieves, cómo te
enteraste de eso.
NIEVES.- Víctor me lo contó, que
para eso es mi marido. Él sí ha sido sincero, no como tú, por cierto.
EDUARDO.- ¿Te ha explicado
también que él y Candela son amantes?
NIEVES.- Pues que les den a los
dos. Ya me da todo igual, no puedo más (Se
deja caer en el sofá). Eduardo, dame una de esas píldoras tuyas y que sea
lo que Dios quiera.
CANDELA.- Yo te traigo una ahora
mismo. Y otras para Eduardo y Rufino. Esos vasos de antes sólo tenían agua.
¿Una ronda más de la droga de la verdad para todos?
TODOS.- Sí, venga, vale, pues
adelante. A ver si reventamos o qué.
EDUARDO.- Qué más puede pasar, a
estas alturas.
Solo una cosa (o dos):
ResponderEliminar- ¿Habrá amor después de las pastillas en esta obra?
- Igual podría haber pastillas defectuosas. En ese caso ¿cómo lo sabríamos?
- Una última (solo para iniciados): yo creía que eran pastillas de la verdad pero no de su verdad de cada cual ¿a quién le interesa éso?
Un saludo desde aquí mismo.
Estoy enganchada, me acabo de leer los cuatro primeros actos de un tirón. ¿Para cuándo el desenlace?
ResponderEliminarDonen sangre, por favor, sobre todo del tipo 0. Sobre todo en Móstoles, donde hay pocas reservas.
ResponderEliminarGracias, profesor.
David.