Pues, al
parecer, el fiscal del caso insiste en que la infanta Cristina no cometió
delito aunque se beneficiara grandemente de los negocios turbios que su marido
hacía en un país muy negro. Pero para el marido en cuestión, Iñaki Urdangarín,
la petición de cárcel va a andar alrededor de los diecisiete años.
Que todo un miembro de familia real y esposo de quien aún conserva
derechos en el orden de sucesión a la corona acabe entre rejas y sometido de
pleno al régimen penitenciario ya será una novedad que nos va a conmover hasta
las entretelas. Pero creo que todavía no nos hemos puesto a pensar con calma en
algunos detalles adicionales que acarreará ese esperado desenlace. Miren esto.
El apartado cuarto del artículo 45 del Reglamento General Penitenciario (Real Decreto 190/1996, de 9 de febrero), bajo
el rótulo de “Comunicaciones íntimas,
familiares y de convivencia” reza tal que así:
“Previa solicitud del interno, se concederá una comunicación íntima al
mes como mínimo, cuya duración no será superior a tres horas ni inferior a una,
salvo que razones de orden o de seguridad del establecimiento lo impidan”.
¿Se imaginan? En cada árbol, un fotógrafo; en cada terraza con vistas a
la cárcel, un equipo completo de filmación. En cada pecho español un suspiro
con sólo pensar en doña Cristina acudiendo, tensa y ansiosa, a la cita íntima,
en don Iñaki contando los minutos que faltan y en todo el personal del centro
penitenciario retransmitiendo por whatsapp los detalles previos de la cita y
hasta los resultados del encuentro: que si se iba ella con el rostro
arrebolado, que si se portó el vasco como un rey, que si pidieron al principio
unos lentos de ambiente, que si descubrieron juntos que no hay palacio mejor
que un modesto lecho y con la alarma del móvil conectada.
Y qué me dicen del Hola
recreándose en los pormenores del estrecho local, en la virtud de los que se entregan
sobre tan austero mobiliario, en el cariñoso acomodarse al fino colchón y el feliz
acompasarse al ruido de los calefactores.
España de nuevo emocionada, España enternecida con las comunes vivencias
de una familia real. Parejas en crisis, tantas, que descubren en carne ajena y en
sangre azul que el amor se impone a los barrotes y a las servidumbres de la
convivencia sin servidumbre, un deseo nacional por encima del juicio oral y ya
sin togas, apoteosis romántica sin cuentas ni contabilidades, adversidad
coronada de romanticismo, hervores de árbol genealógico en tardes invernales,
melancólicas despedidas de promesas y bidé.
La vida tiene sus paradojas y hasta la ciencia avanza de la mano del
azar, cuando no mecida por la adversidad. Serán tiempos favorables para el
Derecho penitenciario, florecerán los exégetas de la normativa carcelaria y las
editoriales se disputarán cada monografía sobre derechos y obligaciones del
presidiario, en cualquier rincón patrio surgirán congresos y workshops sobre nuevos principios constitucionales atinentes a la
pena privativa de libertad, principios apenas cultivados cuando la trena era
patrimonio de gentes de escaso patrimonio y pocos tenedores. Algunos sectores
económicos a los que la crisis tiene en vilo renacerán con renovadas
ínfulas emprendedoras, moteles ambientados como celdas, lencería unisex
a rayas o con espartanos estampados, coronas con eróticos ornamentos, muñecos
guardianes que dan la hora, grabaciones con diverso rumor de goznes y bisagras,
novelística premiada sobre aristócratas encerrados que de otros reclusos
aprenden variantes e insospechados pormenores propios del vulgo más rijoso,
infantas a las que en la puerta misma del penal alguna gitana que también va a
ver a su hombre les dice la buena ventura y les hace ver que la línea de la mano se
les está yendo por todo el cuerpo, coplas remasterizadas y cine de barrio,
cualquier heredera de Concha Piquer llevando al Festival de Eurovisión aquella “Cárcel de oro” y media
España conmovida y unitaria y hasta con los catalanes entregados a la lágrima y
la patriótica exaltación, Piqué que deja a Shakira por una madrileña de Chamberí y que recibe un ducado. O que lo cante la Pantoja,
para que quede todo en casa.
Que, por cierto, reparemos en cómo empieza la canción de marras:
Cuando tu me diste amparo no era mas que una gitana
con un traje de volante y una enagua armidoná
y me vi por tu cariño, de la noche a la mañana,
convertía en una reina de brillantes coroná.
Penalmente irresponsable. España hasta las cachas.
Que, por cierto, reparemos en cómo empieza la canción de marras:
Cuando tu me diste amparo no era mas que una gitana
con un traje de volante y una enagua armidoná
y me vi por tu cariño, de la noche a la mañana,
convertía en una reina de brillantes coroná.
Penalmente irresponsable. España hasta las cachas.
"La ley no importa, que el fallo
ResponderEliminarte lo monto con 'Doctrina':
con Botín y con Atutxa,
con Parot y con Cristina".
(Ferrajoli de Berceo, en un freestyle contra el Infante Vonkirchmannuel).