Ya era hora, llevo tiempo escribiendo sobre ello
pero a quienes somos de provincias nadie nos hace caso. Ahora es portada de
grandes rotativos y lo es porque personajes célebres de la moda y la pantalla
hablan y no acaban. “El trasero es la piedra sobre la que Kim Kardashian ha
construido su iglesia que reporta alrededor de quinientos millones de dólares
anuales” hemos leído en periódicos de Nueva York y la actriz Helen Mirren ha
dicho que le “parece maravilloso que hoy, a las mujeres, gracias a madame
Kardashian y, antes que ella, a Jennifer Lopez, se nos permita tener caderas y
culos”.
Ramón Gómez de la Serna dedicó un libro a los senos,
pero está por hacer el de los culos. Tanta tesis doctoral en esta Universidad
española anestesiada por la excelencia y falta sin embargo el gran libro sobre
este asunto.
Por ejemplo en la Facultad de Ciencias exactas.
Porque el culo dibuja una curva que es al tiempo redondez y esfera de manera
que alberga muchas geometrías. Pero también describe un arco formado por dos
porciones que se cortan componiendo una punta en la parte superior, allá donde
se inicia el abandono de un espacio para entrar en otro, el de la espalda,
pleno de enigmas y de vibraciones. El culo es pues arco y arco iris, lo que se
observa cuando, en la playa, vemos uno desnudo sobre cuya superficie reverberan
los reflejos del sol y de ojos sedientos, ojos que emiten cuchillos como
destellos.
Por contra, el culo plano es un descampado que
descubre demasiadas carencias porque, por su sagrada condición, debe ser el
culo un arcano, superficie donde aterrizan audaces cabriolas imaginativas,
promontorio para las hipótesis y las conjeturas. Pues bien, en el culo plano todo
se ve de antemano. El culo plano es culo de desmonte, encalladura de la
anatomía y de las ambiciones.
Ahora bien, merece un respeto. Porque es también un
monumento a la virtud: inspira la práctica de las cardinales, prudencia,
fortaleza y demás, pero también de las teologales, esperanza, caridad, fe.
El culo es asimismo círculo. Ha de saberse que el
círculo vicioso es en puridad el culo, escenario donde se pueden practicar
varios de los más acreditados en el enredado mundo de las licencias. El culo,
bien usado, nos pone en órbita y, si nos evoca por su redondez al anillo, es
porque este es el adorno de respeto que usan los obispos y los planetas de
prestigio como Saturno.
Las personas de bien se sienten atrapadas por el
culo-círculo. Hay que tener en cuenta que en círculo se torea y se juega y que
en el centro del círculo mágico es donde se convoca a los espíritus para que no
vaguen a tontas ni a locas. El círculo es cerco y a la mujer se la conquista
cercándola con albórbola de señuelos.
Culo, alarde de geometrías y eslabón de eslabones.
Corona que ciñe el cuerpo en un lugar donde corre el riesgo de extraviarse en
melancólicas huidas.
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