El carácter humano es tornadizo, eso ya se sabía. Si el humano de turno es político bien nutrido de ambiciones, para qué decir. Si es dictador o sabandija que se le parezca, se añade el poder cambiar de opinión cuantas veces se quiera, sin que nadie le tosa y por el gusto de que se vea clarito quién manda. Súmese todo esto y a lo mejor nos da para creer que entendemos una miaja de cómo a menudo en la alta política de baja estofa muchos abrazos acaban en guerras y lo que iba para guerra termina en abrazos y piquitos.
Un caso bien palpable lo tuvimos las pasadas semanas en aquel encontronazo con final de comieron perdices entre Venezuela y Colombia, que es tanto como decir entre Chávez y Uribe, con un tal Correa, de Ecuador, pugnando por meter cabeza en la foto como sea y llegando tarde a todos los dichos.
Los hechos del caso, si la memoria no me falla y puesto que estoy tratando de aprender a vivir sin google, los recuerdo así. Los colombianos, que deben de tener las guerrillas de allá más infiltradas que el PP de Rajoy, descubren que las FARC han puesto campamento en suelo ecuatoriano y que por allí pasea Raúl Reyes como Pedro por su casa. Este Raúl Reyes era un mandamás de esa guerrilla tan humanista y redentora. Si no me equivoco, hace años hasta habló aquí en el Congreso de los Diputados o, al menos, habló a los diputados de aquí, muchos de los cuales debieron de pensar que era un vendedor de carburantes o cosa parecida. Me parece que hasta se entrevistó con el Papa, dentro de aquella gira diplomática suya. Pues bien, a Uribe Presidente se le hinchan las narices ante tal descubrimiento, manda bombardear aquel campamento y las bombas se cargan a Raúl Reyes, lo cual es en todo el mundo noticia mucho más relevante que cuando Raúl Reyes hacía que las FARC pasasen por las armas a pueblos campesinos enteros, en nombre de la liberación de los pueblos, precisamente.
Al Presidente de Ecuador le llega la noticia cuando está en la tele tratando de imitar a Chávez y largando y largando, también para liberar a su pueblo, esta vez el ecuatoriano. Dice que un momento, que hay una noticia y que va a mirar a ver, y luego vuelve y cuenta que un bombardeo de nada y que pelillos a la mar. Más tarde lo piensa, se cabrea y retira a su embajador en Bogotá, que es la forma en que un Estado se cisca en madre patria ajena, y más cuando la patria ajena ha bombardeado la suya.
El que se rebota de inmediato es Chávez, quien dice que ojito, manda tropas a la frontera con Colombia y amenaza con desencadenar una nueva plaga venezolana que se lleve por delante hasta el lucero del alba. De Chávez sabe hasta el apuntador que tiene alojada en su territorio venezolano a media guerrilla colombiana, incluidas temporaditas en Isla Margarita con mojito y mulatona para la dirigencia revolucionaria, se supone que para que esa vanguardia de los oprimidos repase las últimas posturas del materialismo dialéctico. Para colmo, el ejército colombiano, ya puesto a revolver más allá de su frontera, da con el ordenador portátil de Raúl Reyes. Hoy en día un jefe guerrillero sin portátil es como un político español sin consenso: se lo merienda la historia. Y dicen que en el portátil aparece un puñado de cartas que se intercambiaban don Raúl y don Hugo, melosas misivas bolivarianas prometiéndose el oro y el oro para cuando la revolución libertadora se hubiera consumado, a la fuerza, en el cuerpo de sus pueblos y sus naciones.
Suenan bélicos tambores en las selvas y los llanos, el trópico se pinta la cara con los colores de la guerra y los respectivos pueblos se aprestan para aplaudir a sus selecciones militares. Y hete aquí que, de un día para otro, Chávez dice que aquí no ha pasado nada, que no ha sido para tanto, que él siempre amó a Uribe por encima de todas las cosas y que se acabó el devaneo guerrillero. Venezuela y Colombia se reconcilian y se encaman con amor tan súbito como desenfrenado. ¿Qué habrá sucedido? ¿Se le calló a Chávez la venda y ha visto los colmillos de la banda? Raro, raro.
Lo primero que se le ocurre un mal pensado es que en esos documentos que se incautan a las FARC debía de haber más que guiños de pasión revolucionaria. Que quién sabe dónde le habrán pillado la mano metida al tontón de la boina roja, el cual, temeroso de que le llegue el chivatazo al director de la escuela, allá arriba, en Gringolandia, opta por dejar de incordiar a la seño y por hacer los deberes como un aplicado alumnillo que aún no ha dado ni un golpe.
Pero no, maledicencias. La explicación es mucho más simple y hoy la recoge algún periódico colombiano. Para aplacar el berrinche del tal Hugo, el Presidente colombiano recurrió a tres vírgenes y ellas obraron el portento. No es lo que usted está pensando con esa mente tan sucia y preconstitucional, no. Cierto que el titular es engañoso (“Con ayuda de tres vírgenes Uribe buscó la solución a crisis entre Colombia, Ecuador y Venezuela”), pero no. Y un servidor no va a hacer ni un maldito chiste malo, no sea que le caigan, otra vez, tres meses y un día de insultos colombianos y le digan que le van a arrancar la piel allá por no entender que aquél es un país pacífico y tolerante. Así que ciñámonos a los puros hechos. Las vírgenes en cuestión fueron la de Coromoto, la de Las Mercedes y la de Chiquinquirá, de las que Uribe es muy devoto, como de muchísimas otras.
Así que ya saben, si no hubo guerra fue de puro milagro.
Un caso bien palpable lo tuvimos las pasadas semanas en aquel encontronazo con final de comieron perdices entre Venezuela y Colombia, que es tanto como decir entre Chávez y Uribe, con un tal Correa, de Ecuador, pugnando por meter cabeza en la foto como sea y llegando tarde a todos los dichos.
Los hechos del caso, si la memoria no me falla y puesto que estoy tratando de aprender a vivir sin google, los recuerdo así. Los colombianos, que deben de tener las guerrillas de allá más infiltradas que el PP de Rajoy, descubren que las FARC han puesto campamento en suelo ecuatoriano y que por allí pasea Raúl Reyes como Pedro por su casa. Este Raúl Reyes era un mandamás de esa guerrilla tan humanista y redentora. Si no me equivoco, hace años hasta habló aquí en el Congreso de los Diputados o, al menos, habló a los diputados de aquí, muchos de los cuales debieron de pensar que era un vendedor de carburantes o cosa parecida. Me parece que hasta se entrevistó con el Papa, dentro de aquella gira diplomática suya. Pues bien, a Uribe Presidente se le hinchan las narices ante tal descubrimiento, manda bombardear aquel campamento y las bombas se cargan a Raúl Reyes, lo cual es en todo el mundo noticia mucho más relevante que cuando Raúl Reyes hacía que las FARC pasasen por las armas a pueblos campesinos enteros, en nombre de la liberación de los pueblos, precisamente.
Al Presidente de Ecuador le llega la noticia cuando está en la tele tratando de imitar a Chávez y largando y largando, también para liberar a su pueblo, esta vez el ecuatoriano. Dice que un momento, que hay una noticia y que va a mirar a ver, y luego vuelve y cuenta que un bombardeo de nada y que pelillos a la mar. Más tarde lo piensa, se cabrea y retira a su embajador en Bogotá, que es la forma en que un Estado se cisca en madre patria ajena, y más cuando la patria ajena ha bombardeado la suya.
El que se rebota de inmediato es Chávez, quien dice que ojito, manda tropas a la frontera con Colombia y amenaza con desencadenar una nueva plaga venezolana que se lleve por delante hasta el lucero del alba. De Chávez sabe hasta el apuntador que tiene alojada en su territorio venezolano a media guerrilla colombiana, incluidas temporaditas en Isla Margarita con mojito y mulatona para la dirigencia revolucionaria, se supone que para que esa vanguardia de los oprimidos repase las últimas posturas del materialismo dialéctico. Para colmo, el ejército colombiano, ya puesto a revolver más allá de su frontera, da con el ordenador portátil de Raúl Reyes. Hoy en día un jefe guerrillero sin portátil es como un político español sin consenso: se lo merienda la historia. Y dicen que en el portátil aparece un puñado de cartas que se intercambiaban don Raúl y don Hugo, melosas misivas bolivarianas prometiéndose el oro y el oro para cuando la revolución libertadora se hubiera consumado, a la fuerza, en el cuerpo de sus pueblos y sus naciones.
Suenan bélicos tambores en las selvas y los llanos, el trópico se pinta la cara con los colores de la guerra y los respectivos pueblos se aprestan para aplaudir a sus selecciones militares. Y hete aquí que, de un día para otro, Chávez dice que aquí no ha pasado nada, que no ha sido para tanto, que él siempre amó a Uribe por encima de todas las cosas y que se acabó el devaneo guerrillero. Venezuela y Colombia se reconcilian y se encaman con amor tan súbito como desenfrenado. ¿Qué habrá sucedido? ¿Se le calló a Chávez la venda y ha visto los colmillos de la banda? Raro, raro.
Lo primero que se le ocurre un mal pensado es que en esos documentos que se incautan a las FARC debía de haber más que guiños de pasión revolucionaria. Que quién sabe dónde le habrán pillado la mano metida al tontón de la boina roja, el cual, temeroso de que le llegue el chivatazo al director de la escuela, allá arriba, en Gringolandia, opta por dejar de incordiar a la seño y por hacer los deberes como un aplicado alumnillo que aún no ha dado ni un golpe.
Pero no, maledicencias. La explicación es mucho más simple y hoy la recoge algún periódico colombiano. Para aplacar el berrinche del tal Hugo, el Presidente colombiano recurrió a tres vírgenes y ellas obraron el portento. No es lo que usted está pensando con esa mente tan sucia y preconstitucional, no. Cierto que el titular es engañoso (“Con ayuda de tres vírgenes Uribe buscó la solución a crisis entre Colombia, Ecuador y Venezuela”), pero no. Y un servidor no va a hacer ni un maldito chiste malo, no sea que le caigan, otra vez, tres meses y un día de insultos colombianos y le digan que le van a arrancar la piel allá por no entender que aquél es un país pacífico y tolerante. Así que ciñámonos a los puros hechos. Las vírgenes en cuestión fueron la de Coromoto, la de Las Mercedes y la de Chiquinquirá, de las que Uribe es muy devoto, como de muchísimas otras.
Así que ya saben, si no hubo guerra fue de puro milagro.
1 comentario:
(Sólo medio off topic, porque de realismo mágico tié lo suyo).
Don Garciamado: si tiene vuecencia algo de mano en esta cosa UPDiense, dígales algo, hombre, por favor. Que lo del Concierto Económico Soriano aún tenía gracia, pero mirusté que esto último ya es castaño oscuro, y disculpe don Barack lo de oscuro.
Y a todo esto, se ajunta cada uno... Los últimos en sumarse a UPyD han sido los... eeeeh... los onceémicos de Unificación Comunista de España. Ay, ay, Ay.
Y ay.
Y ay...
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