04 julio, 2009

Días de orgullo varonil

Culmino tres días con Elsa mano a mano, solos en Gijón. Algún pequeño desacuerdo, pero creo que acabo la lidia al menos con dos orejas, con mis dos orejas intactas. Hemos ido a la playa y disfrutó fuertemente, aunque en verdad las olas no son lo suyo, salió de secano, qué le vamos a hacer. Eso sí, trepando por las rocas no tiene rival en su categoría, que tiemble Edurne Pasaban. También hemos visto los tiburones del Acuario, hemos ido de compras y hemos cocinado unos macarrones con tomate casero que no podría deconstruir así como así ni el mismísimo Ferrán Adriá. En la librería, visita obligada, localizó a la primera la sección de Pocoyó y demás tropa y a punto estuvo, en plena voracidad libresca, de derribar toda una estantería. Las cacas, por supuesto, a destiempo y en lugares indebidos, pero no es nadie el papá improvisando cambios de pañal con una sola mano. El lumbago bien, gracias.
Los de mi género, especialmente en el sector progresista -los otros achantan-, exclaman al unísono que vaya bemoles y qué moral. Sus señoras, que tampoco son de misa, murmuran que qué tío y que de qué planeta procederá. De Ruedes, mismamente, agro europeo, sector nórdico. Pero creo que les debo una explicación, pues, junto al irracional impulso vital, a lo Bergson, pero en asturiano, tiene la cosa también su componente ideológico, que cabría resumir así: cualquier cosa que pueda hacer una señora, puede hacerla un servidor, faltaría más. Salvo, obviamente, parir y fingir orgasmos de aquella manera. Es una manera de practicar la igualdad de género, pero por activa, en plan activo. Porque que mi señora trabaje y meta pasta en casa también lo veo bien, cómo no. Pero ese es el igualitarismo masculino por pasiva; o sea, que ellas no se corten de hacer lo mismo que yo, pero a mí me da no sé qué igualarme en lo suyo, de pronto me pongo como nervioso y me siento inútil y tal y cómo voy a freir un huevo con estas manazas, ¿eh?. Y, claro, de esa manera es fácil que tengamos que tragar con cuotas, desplantes y discursos sobre la doble explotación de las damas, sin que les falte razón para cantarnos las cuarenta.
Así que, compañeros, el feminismo y el igualitarismo se demuestra andando, andando con el pañal, con el delantal, con el carro de la compra, con la jaqueca y con las mismas razones para acostarse molido y sin estar para nada más. ¿O qué se creían? Además, que conste, con una silla infantil y un niño a bordo se liga un montón en los grandes almacenes y en los cafés. Bien está saberlo, por lo que tiene de advertencia para las consortes: no las necesitamos tanto ni en una cosa ni en otra, así que ojito.
Terminemos con el modelo “católico” de igualdad, tan propio de los machos que se declaran creyentes pero no practicantes.
Y ahora, mientras Elsa duerme su siesta, voy a ponerme un cafetillo y a sentarme un rato con buen novelón. Que estoy rendido, hija.

6 comentarios:

roland freisler dijo...

Las relaciones paterno filiales no cabe duda de que se pueden tildar de maravillosas, pero es algo cuasi obligatorio. Ahora bien, para mí, el cariño que te da un hermano/a es tan entrañable que es algo muy dificil de superar.

Carmen dijo...

Hummm, ¿un novelón, cuál?

El día que deje de ser una hazaña ejercer de amo de casa.....habrá paridad. Tres días no es sufi, lo lamento.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Pues no le queda a usted nada, amigo mío. Así, por de pronto, las traídas y llevadas al cole, las guardias cuando mamá trabaje, los cumpleaños de los amiguitos y el propio (tienen una vida social que ni la Paris Hilton), las broncas por un quítame allá esa ropa, y el aquí estoy yo a poco que demuestre un carácter. Y eso hasta los 12 o 13 años, que lo que viene luego... ya es harina de otro costal. Agárrese los machos, que está usted empezando hombre.

Juan Antonio García Amado dijo...

Oiga, amiga Carmen, un servidor ejerce de amo o co-amo de casa todo el año, faltaría más. No sabe usted hasta qué punto. Y lo de los tres días es hazaña o no según cómo se mire. Tal como está el percal, estadísticamente, lo es; pero en el fondo no, estamos de acuerdo.
El novelón no era una gran pieza literaria, pero sí una novela negra -lo propio para la situación y la estación- con bastante calidad literaria: Camilla Läckberg, Los gritos del pasado. Una trama muy bien compuesta.
Como todavía no me he animado con la famosa trilogía del tal Larsson, doy un rodeo para seguir la moda de otra manera y leo otros autores nórdicos de ese género.
Saludos cordiales.

Carmen dijo...

Jajajaja.
Las estadísticas dicen que el 97% de las personas que se encuentran una cartera, no la devuelven. El 3% restante no son héroes, oiga. Aunque sea noticia porque la integridad no es un valor al alza.
Ah, ese libro lo estuve ojeando el otro día, gracias.

Un cordial saludo

AnteTodoMuchaCalma dijo...

Las relaciones paterno-filiales y fraternales pueden ser magníficas. Pero loqués el amor de un concuñado... eso no tiene parangón en el universo mundo, copón.