Qué pasaría si fuera otro partido el que mantuviera tropas españolas luchando y matando en la guerra de Afganistán, qué pasaría. Por cierto, por qué no sale en ninguna televisión o emisora de radio algún reportaje con madres que piden desconsoladas que les devuelvan a la Jennifer o el Jairo Alejandro, que los van a herir un día en esas tierras lejanas y que ellos no se metieron a soldados para andar a tiros con nadie. Juraría que antes había programas de esos, pero a lo mejor me traiciona la memoria.
Ayer mataron las tropas españolas a trece talibanes. Al parecer, los malos atacaron primero. Dices talibanes y la cosa cambia, no es como si dijeras afganos o bonaerenses o simples enemigos. Supongo que, con lo sutil que es el pensamiento contemporáneo, no es lo mismo estar en una guerra esperando a que te ataquen que atacando tú. En el primer caso es una guerra más de mentira y no se altera el ánimo pacifista del ejército que responde, por mucho que sea ejército y ande metido pleno fregado bélico. Es la misma guerra y el mismo bando, pero no debemos de ser de la misma organización militar que ayer bombardeó unos camiones con combustible y que se cargó a los civiles que pedían un poco de gasolina. La Ministra española aprovecha para explicar que posiblemente es el momento de mandar más tropas a Afganistán, aunque no estemos en ninguna guerra, porque somos pacifistas más que nada, y aunque sólo sea para repeler mejor los ataques y matar a más enemigos.
No pienso pronunciarme sobre si está moral o jurídicamente justificado que España mande soldados a Afganistán, a una lucha encabezada por Estados Unidos. Exigiría demasiadas sutilezas éticas y jurídicas y demasiados matices sobre la diferencia entre Obama y Bush a ese respecto, entre otras muchas consideraciones muy serias. A esta hora de la siesta, no me siento capaz de tamaño esfuerzo. Con buenas razones o sin ellas, el ejército español está metido en una contienda de verdad y luchando en ella, eso no hay quien lo discuta. Lo llamarán misión de paz los exquisitos, pero hay tiros y muertos.
Permítaseme la habitual comparación. Puedo comprender perfectamente a los defensores de la castidad y el celibato y a los partidarios del amor libre a calzón quitado, pero me dan bastante grima los de la puntita nada más y sólo un ratito hoy así y así y mañana nos confesamos y quemamos a unos cuantos pecadores. Por lo mismo, o decimos a las claras qué razones de mucho peso hay para que las tropas españolas combatan en Afganistán, y entonces llamamos enemigo al enemigo y asumimos que existen guerras legítimas, tan legítimas como para mandar a luchar a nuestros soldados en tierra extranjera, o mantenemos a carta cabal la convicción de que todas las guerras son una injusticia y de que tenemos a los militares sólo para el caso de que un día nos invadan aquí unos malos malísimos. Lo que no tiene presentación es pintar a nuestros soldados como miembros de una ONG altruista y, al tiempo, armada hasta los dientes y repartiendo estopa en el quinto pino.
Además, si el enemigo es enemigo, lo es en Afganistán y en Sierra Morena, y si se entiende que es legítima la guerra contra el enemigo, tanto como para ir a buscarlo tan lejos, estaremos asumiendo también que el ejército hace falta, que debe ser competente y que tiene que estar bien dotado de los medios para guerrear. Y deberíamos decirlo nosotros con nuestras propias razones y nuestros propios fundamentos, a cara descubierta y llamando las cosas por su nombre. Porque si nada más que lo hacemos por ayudar a Obama, se nos pone pinta de mamporreros. Si es una guerra justa y por la justicia debemos andar en ella, no hay que reparar en gastos, el noble fin justificará los medios. Si no, para casa y que cada palo aguante su vela.
Ayer mataron las tropas españolas a trece talibanes. Al parecer, los malos atacaron primero. Dices talibanes y la cosa cambia, no es como si dijeras afganos o bonaerenses o simples enemigos. Supongo que, con lo sutil que es el pensamiento contemporáneo, no es lo mismo estar en una guerra esperando a que te ataquen que atacando tú. En el primer caso es una guerra más de mentira y no se altera el ánimo pacifista del ejército que responde, por mucho que sea ejército y ande metido pleno fregado bélico. Es la misma guerra y el mismo bando, pero no debemos de ser de la misma organización militar que ayer bombardeó unos camiones con combustible y que se cargó a los civiles que pedían un poco de gasolina. La Ministra española aprovecha para explicar que posiblemente es el momento de mandar más tropas a Afganistán, aunque no estemos en ninguna guerra, porque somos pacifistas más que nada, y aunque sólo sea para repeler mejor los ataques y matar a más enemigos.
No pienso pronunciarme sobre si está moral o jurídicamente justificado que España mande soldados a Afganistán, a una lucha encabezada por Estados Unidos. Exigiría demasiadas sutilezas éticas y jurídicas y demasiados matices sobre la diferencia entre Obama y Bush a ese respecto, entre otras muchas consideraciones muy serias. A esta hora de la siesta, no me siento capaz de tamaño esfuerzo. Con buenas razones o sin ellas, el ejército español está metido en una contienda de verdad y luchando en ella, eso no hay quien lo discuta. Lo llamarán misión de paz los exquisitos, pero hay tiros y muertos.
Permítaseme la habitual comparación. Puedo comprender perfectamente a los defensores de la castidad y el celibato y a los partidarios del amor libre a calzón quitado, pero me dan bastante grima los de la puntita nada más y sólo un ratito hoy así y así y mañana nos confesamos y quemamos a unos cuantos pecadores. Por lo mismo, o decimos a las claras qué razones de mucho peso hay para que las tropas españolas combatan en Afganistán, y entonces llamamos enemigo al enemigo y asumimos que existen guerras legítimas, tan legítimas como para mandar a luchar a nuestros soldados en tierra extranjera, o mantenemos a carta cabal la convicción de que todas las guerras son una injusticia y de que tenemos a los militares sólo para el caso de que un día nos invadan aquí unos malos malísimos. Lo que no tiene presentación es pintar a nuestros soldados como miembros de una ONG altruista y, al tiempo, armada hasta los dientes y repartiendo estopa en el quinto pino.
Además, si el enemigo es enemigo, lo es en Afganistán y en Sierra Morena, y si se entiende que es legítima la guerra contra el enemigo, tanto como para ir a buscarlo tan lejos, estaremos asumiendo también que el ejército hace falta, que debe ser competente y que tiene que estar bien dotado de los medios para guerrear. Y deberíamos decirlo nosotros con nuestras propias razones y nuestros propios fundamentos, a cara descubierta y llamando las cosas por su nombre. Porque si nada más que lo hacemos por ayudar a Obama, se nos pone pinta de mamporreros. Si es una guerra justa y por la justicia debemos andar en ella, no hay que reparar en gastos, el noble fin justificará los medios. Si no, para casa y que cada palo aguante su vela.
2 comentarios:
Dos cosas profesor
La primera, es que se echa en falta imágenes de las madres y parientes de los talibanes abatidos (ya ve que no digo muertos, para disimular y tal)que al parecer no lloran lo mismo que las madres de los palestinos cuando los matan los judíos.
La segunda ya lo escribió Orwell en 1984 : "la guerra es la paz"
-Pacifistas a tiempo parcial: "No a esta guerra".
-Ecologistas a tiempo parcial: "Casi nunca mais".
-Sindicalistas a tiempo parcial: "No a este decretazo".
-Reivindicativos a tiempo parcial: "No nos merecemos que este gobierno nos mienta".
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