30 noviembre, 2009

El Estado no es el rastro

Este texto de más abajo lo he enviado ahora mismo para mi columnilla del jueves en El Mundo de León. Es más de lo del post de ayer. Más vueltas al callejón sin salida en que andamos metidos. El problema no está tanto en los jugadores como en las reglas del juego, y mientras éstas no se cambien, no hay solución posible. Si, por ejemplo, en el reglamento del fútbol estuviera permitido o fuera usual que los árbitros pitaran en función de las broncas del público o de los jugadores, no podríamos propiamente culpar ni a los espectadores ni a los futbolistas ni al árbitro, sino a la estúpida regla. Este país se parece a uno de esos cócteles con canapés gratuitos que el personal se disputa a codazo limpio, y apelar al buen juicio y la solidaridad es como poner en tales reuniones un cartel que diga "coma usted moderadamente y no sea glotón". El más rápido y peor educado siempre se lleva los langostinos y la tortilla, no hay tutía. Lo que hay que hacer es suprimir los canapés o repartirlos con otro criterio.
Cuando acababa de escribir esa líneas que vienen a continuación -palabra- me llegó el comentario de "un amigo" y veo, complacido, que utiliza la misma comparación del matrimonio y el divorcio.
Pues ahí va el texto:
Las separaciones y los divorcios resultan emocionalmente costosos y económicamente complicados, pero no por eso hemos de imponer la indisolubilidad del vínculo matrimonial al que quiere irse con la música a otra parte, y más si se dedica a hacerle la vida imposible al cónyuge o al resto de la familia. El chantaje constante es intolerable en cualesquiera relaciones humanas y se sabe que no se arregla pagando lo exigido una vez ni dos. Ni siquiera hay por qué soportar el chantaje moral continuo, esa cantinela de o me haces lo que te pido o me marcho y te dejo para siempre. Pues adiós, muy buenas, otro vendrá que bueno me hará. Tampoco conviene plegarse al maltrato psicológico y, sin comerlo ni beberlo, pasar todo el tiempo por culpable de las desdichas reales o supuestas del otro: que si por tu causa estoy así, que si no me comprendes, que si me oprimes y me atosigas. Aire, y que se arregle lo tuyo como mereces.
Va por turno y ahora les toca dar la matraca a los partidos catalanes, con las excepciones que sean del caso. Leoneses, extremeños o andaluces del montón, como usted o como yo, ni tenemos conciencia de estar aprovechándonos de nadie ni queremos oprimir a ninguno, por lo que tampoco hay razón para que carguemos con reproches genéricos y berrinches ajenos. Quienes descreemos de naciones, espíritus del pueblo al germánico modo o unidades de destino en lo universal y somos poco inclinados a los sacrificios humanos por las patrias, nos vemos abocados esta temporada a callar ante los nacionalismos para que no nos llamen nacionalistas del otro lado. No puede ser.
Urge refundar el Estado y revivir la Constitución o hacer una nueva, partiendo de que el Estado se basa en la asociación de ciudadanos libres que buscan el beneficio propio junto con el beneficio mutuo, con reglas de juego claras e iguales para todos, con lealtad a las normas de convivencia que nos damos de consuno y con respeto a las instituciones comunes. El Estado no puede ser ni una familia mal avenida ni un matrimonio a la fuerza ni un mercado persa en el que sólo medren los expertos en llantos y regateos. Vale más un Estado serio de esa manera, aunque sea más pequeño, que esta ruidosa y reaccionaria jaula de grillos.

29 noviembre, 2009

Esto no puede seguir así

Mientras andaba viajando por esos mundos del maracatú y la teoría de sistemas -sorprendente combinación- iba siguiendo en la red las informaciones sobre el editorial conjunto de los doce periódicos catalanes del Movimiento catalán y sobre las reacciones y contrareacciones de capuletos y montescos. Tedioso hasta la náusea, decadente, casposo, reaccionario todo; y cuando digo todo, digo todo. ¿Y el Gobiernito este que tenemos? Timoratito, poniendo velas a Santa Emilia de la Pompa y rezando, con los morritos así y la ceja flácida, para ir saliendo del día a día, y mañana ya seguiremos poniendo parches. Hastío, desengaño y ganas de tirar de la cadena, repito. Un TC impotente, un Gobierno incapaz, una oposición farisaica, una opinión pública pasota y asqueada, unos medios de comunicación -los de un lado y los del otro- venales y amarillentos, unos partidos políticos corruptos en lo territorial, vacíos en lo ideológico y organizados geográficamente por “familias” al itálico modo. Y siga usted contando. Tremendas ganas de largarse con viento fresco y a la primera de cambio, sea para tocar maracatú o para plantar cebollinos en las Chimbambas.
Esto no puede seguir así, porque, así, tal como está y va, no tiene arreglo. Algún día, no tardando, deberán los politólogos y los historiadores analizar con calma y con la necesaria frialdad por qué y por causa de quién o de quiénes hemos ido a parar a esta situación. Zapatero, gobernante de chichinablo adorado por una izquierda de canapé e ideología con preservativo, no saldrá muy librado, pero no será el único. En últimas, a todos nos tocará responder de algo, pues un incapaz demostrado no gobierna en todo un país una vez y otra sin que haya un fallo neuronal generalizado. Y lo más triste de todo, lo más, es que sigue habiendo buenas cabezas convencidas de que con él y a través de él manda la izquierda. Increíble. ¿O acaso ha mejorado en España la redistribución de la riqueza y ha aumentado la igualdad de oportunidades sin que algunos nos enteráramos? Eso es lo único que tiene que ver con la izquierda y lo demás son pendejadas, zarandajas, cuentos de mujercitas -en el fondo cuentos discriminatorios para las mujeres-, de homosexuales, de excavadores de tumbas, de recolectores de chollos, de pillos con turbante o sotana..., majaderías para que no se vea que somos una sociedad medio feudal -con sus señoríos territoriales, con estatutos jurídicos personales y escarnio de la ley general y abstracta, con sus lealtades al modo medieval, con sus estamentos...
Esto no puede seguir así y deberíamos ir pensando -no sé quiénes, pero deberíamos- en una reforma profunda de la Constitución o en un nuevo proceso constituyente. Basta reparar en el callejón sin salida en el que andamos metidos con el Estatuto de Cataluña. Si el TC le pone pegas relevantes, veremos seguramente una radicalización de la deslealtad constitucional de catalanes y de otros, de la mano de la incapacidad de los órganos principales del Estado, empezando por el Gobierno y siguiendo por el Parlamento -de la mano de los partidos dominantes- para mantener la Constitución en su sitio y hacer valer sus reglas de juego, las de la Constitución, ni más ni menos. Y, por cierto, si en Cataluña no valen ciertas normas que están parecidamente en otros Estatutos de Autonomía, ¿qué hacemos con esos otros Estatutos? Lo dicho, caos sin vuelta de hoja.
Si el TC da por bueno el Estatuto catalán nos hallaremos ante un más o menos tácito cambio de esas reglas básicas, bajo una reforma constitucional encubierta y el paso a un modelo de Estado aún más incierto, pues no se cerrará tampoco y duraderamente esa nueva forma la organización territorial, sino que se estará nada más que ante otra etapa en el tira y afloja permanente. Porque tenemos ahora, en la práctica, un régimen constitucional cuya esencia es ésa, el consistir tan sólo en un tira y afloja y en un sistema de pescadores de río revuelto y de demagogias combinadas.
¿Nos ponemos entre realistas y utópicos? Pues esto es lo que habría que hacer. En primer lugar, abrir de verdad procesos de autodeterminación. Que cada comunidad autónoma tenga la oportunidad de manifestarse, a través de su Parlamento, sobre si quiere autodeterminarse plenamente o no. Donde salga que sí, disolución inmediata del Parlamento correspondiente, nuevas elecciones y nuevo sometimiento de la cuestión. Si vuelve a salir que sí, referéndum en esa Comunidad y, si tiene resultado positivo, bye, bye, sin más problemas, sin llantos y sin mohínes. Con los que se queden, elaboración de una nueva Constitución con un modelo de organización territorial todo lo descentralizado que se quiera, pero cerrado, definitivo -todo lo definitivo que puede ser un modelo de Estado- y serio.
¿Sería tan difícil? ¿Acaso no se puede entender que a algunos no nos duele España en cuanto concepto metafísico, unidad de destino o gaitas, sino que lamentamos únicamente no poder vivir en un Estado que en verdad merezca su nombre y en una sociedad en la que sea posible luchar por la justicia social y la calidad de vida -debida- para todos sin estar mediatizados y condicionados por metafísicas nacionales, reyezuelos, burócratas de poca monta, partidos de campanario y pelotazo y fantasmas del pasado?

28 noviembre, 2009

Catedráticos por silencio. Por Francisco Sosa Wagner

Los ha habido por oposición, por concurso de traslado, por méritos sobresalientes -Marañón lo fue sin haber pasado pruebas específicas- pero el supremo invento, rigurosamente contemporáneo, es el catedrático por silencio.
Sepa el lector no avezado en el laberinto universitario que ya no existen las oposiciones públicas al cuerpo de catedráticos de universidad. Aquellas en las que un candidato se presentaba ante un tribunal de especialistas y, en unos cuantos ejercicios o pruebas, trataba de demostrar sus habilidades y de ocultar sus carencias. Luego obtenía la plaza o se marchaba contrito, en función de su calidad pero también, nadie puede negarlo, de los cambalaches de las escuelas y de los grupos en que se descompone la tribu universitaria (en rigor, las tribus universitarias del mundo entero, éramos muy poco originales). Todo aquello tenía muchos inconvenientes pero su ventaja consistía en que se hacía cara al respetable, “coram populo” que decíamos en el Lacio: enjuagues, sí, pero, al menos en el gremio correspondiente, todos se enteraban de que se había consumado un atropello a la razón o a la dignidad científica.
Ahora, la postmodernidad en la que vivimos, pletórica de excelencias, aptitudes, sensaciones y emociones pedagógicas finas, ha ideado un sistema en virtud del cual el candidato se limita a enviar su curriculum a una comisión que, integrada por no especialistas, “acredita” al interesado como catedrático que luego es nombrado por una Universidad, aquella en la que está. Pues sépase que la movilidad -tan cacareada- ha desaparecido entre los profesores quienes hoy tienen la misma posibilidad de salir de la Universidad que le ha acogido desde estudiante que la que tendría el doncel de Sigüenza si quisiera tomar unos vinos por los alrededores de la catedral, por estirar un poco las piernas mayormente.
El mecanismo nadie me negará que es original, una revelación del legislador actual, tan ingenioso él. Hasta ahora se había mantenido en los términos de su pintoresquismo hasta que de pronto se ha colado en su aplicación práctica el invento del silencio administrativo. Porque, si quien ha presentado su curriculum al comité que le juzga -compuesto, insisto, por no especialistas-, advierte que no obtiene contestación en el plazo previsto, su solicitud se entiende estimada por silencio positivo. La siesta de unos comisionados o el extravío de un expediente convierte a un señor/a en catedrático de esto/a o aquello/a.
No me negarán el supremo hallazgo. Acaso por lo exótico del asunto se han desatado las críticas entre los universitarios y más de una carcajada se ha oído en las sagradas bóvedas de claustros y aulas. Los carcas de siempre han clamado: ¡catedráticos por silencio positivo! Lo último que nos quedaba por ver.
Sin embargo, acaso porque ahora estoy fuera de mi oficio natural, pienso que el descubrimiento es magnífico y que lejos de ser objeto de burlas, debe ser imitado y generalizado. ¿Qué tal para cubrir una plaza de cirujano jefe del servicio de cardiología de un hospital de campanillas? ¿Y para el de físico encargado de un Observatorio Astronómico o Vulcanológico? ¿O para el de general al mando de una unidad muy acorazada?
La Iglesia, que es pionera en la historia del diseño de la selección del personal, podría nombrar así a sus cardenales u obispos. Se ahorraría intrigas y el manejo de dagas con mañas florentinas.
¿Quién decía que la Universidad se ha empobrecido o que no investiga? Ahí está a la vista de todos cómo, con la música callada del silencio, ha hecho su mejor contribución al I+D+I.

Varas de medir

El ciudadano del montón se queda perplejo cada vez que se da cuenta de lo claras que son las cosas para él y lo brumosas que se vuelven en las altas esferas. Baste pensar en que si uno de nosotros se dedica a espiar a otro pinchándole el teléfono para escucharle las conversaciones, le puede caer el pelo. En cambio, hay quien acusa al Estado de andar controlando las llamadas telefónicas de medio mundo con un chisme que llaman SITEL y no hay manera de saber si es verdad o es mentira o si está bien o está mal que el Gran Hermano vigile a diestro y siniestro.
Y qué me dicen de jueces y fiscales. Por un par de palabrotas mal dichas que uno le suelte a su pareja se ponen en marcha la policía, la fiscalía y algún juzgado especial y, para empezar, hay una orden de alejamiento. En cambio, a un etarra le chivan, parece que desde la policía o alguna instancia oficial, que lo van a detener y que ponga tierra de por medio, y nadie sabe ni contesta y las diligencias acaban archivándose porque dicen que no hay caso. Eso por no hablar de que si usted en su trabajo tiene que cumplir una tarea urgente para la empresa y responde que no le metan prisa y que ya lo hará cuando le dé la gana, lo ponen de patitas en la calle. Sin embargo, todo un Tribunal Constitucional puede tenernos años esperando por la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña y no pasa nada.
Si hablamos de dineros, usted y yo tenemos las nóminas controladas por Hacienda hasta el último céntimo y a la mínima que uno esconde cuatro perras, le comunican que le abren expediente y que a apoquinar como Dios manda. Pero si fuéramos multimillonarios, se perdería la pista de nuestros euros entre paraísos fiscales y cuentas que juegan al escondite y, de propina, nos harían un régimen fiscal la mar de ventajoso para que no nos fuéramos con los cuartos al extranjero.
También es ejemplar lo de los partidos políticos, pues su financiación ilegal no es delito. O sea, que usted lleva las finanzas de un partido, cobra unas comisiones a cambio de unos favores turbios y las ingresa en la cuenta del partido, y no delinque. En cambio, si las ingresa en su propia cuenta, sí.
Todo eso antes se llamaba ley del embudo, pero ahora quién sabe qué nombre tendrá.
(Publicado hoy, jueves 26, en El Mundo de León)

25 noviembre, 2009

Un capítulo de mi testamento vital

Caramba, he leído ayer una noticia en la edición digital de El Mundo que me ha dejado sobrecogido. Resulta que en Bélgica acaban de descubrir que un hombre que supuestamente llevaba en coma veintitrés años y que ahora tiene cuarenta y seis en realidad no había perdido la conciencia, no se hallaba en "estado vegetativo" como se cría y pensaban los médicos, sino que sólo tenía todo el cuerpo paralizado y no podía moverse ni expresarse, pero se enteraba de todo.
Qué horror. ¿Se imaginan lo que habrá tenido que oír? Menudos comentarios se harían en su presencia al creer que estaba mentalmente ausente. Y cómo se habrá aburrido.
Se ha convertido en normal y lícito hacer testamento vital para dejar dispuesto que desenchufen a uno de aparatos y sondas cuando la enfermedad sea terminal e irreversible, y bien está y habrá algún día que firmar el documento de marras para evitar ensañamientos médicos y traumas adiconales de los allegados, pero me estoy planteando redactar una versión sui generis de esas manifestaciones de volutad: una declaración de lo que quiero que me hagan si un día me quedo en coma o piensan que estoy así. Por si las moscas y hay error en el diagnóstico o me doy cuanta de algo en esa situación, pienso disponer y rogar a quien proceda o ande cerca cosas como las siguientes:
a) Que nadie me critique de cuerpo presente ni comente cerca de mí que siempre fui un cabronzuelo o que menudo pelmazo y cuánta lata doy en ese trance.
b) Que cada tanto y sin grandes retrasos se me hagan unos mimos sexuales en todo lo que mi cuerpo permita y aún en lo que parezca que no reacciona. En una de éstas y con un buen tratamiento de ésos, revivo por completo.
c) Que no se diga en mi habitación ni pio de cómo va la universidad, qué tal marcha Bolonia y cuántos pedagogos se han encaballado en el poder académico, no sea que decida para mis adentros dejarme morir de verdad y por completo.
d) Que tengan todo el día sintonizada Radio Clásica al lado de mi cama y que los sábados por la tarde me pongan unos discos de salsa -Ismael Rivera, Gilberto Santa Rosa, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, El Gran Combo y así- y algún tango.
e) Que los domingos por la tarde me conecten un buen programa deportivo, para saber cómo le va a Sporting.
f) Que me mientan por piedad si, para entonces, Zapatero sigue ganando elecciones y gobernando, y que se inventen que manda cualquiera, aunque sea el tonto del pueblo. Quiero decir otro tonto cualquiera.
g) Que los viernes de madrugada me conecten la porno del Plus, o equivalente, y con buen sonido.
h) Que todos los días que sea posible alguien me lea un par de horas, pero buenas novelas y clásicos, nada de libros de Derecho o de autoayuda para comatosos y de resucítese a sí mismo con ayuda del power-point.
Y no sigo, porque casi dan ganas de fingir que uno ya está p´allá y que comience el tratamiento.

Más madera sobre la educación

Dentro de esa guerra en la que andamos unos cuantos, guerra de la decencia contra el engaño y de la razón contra la superchería en la enseñanza, merece la pena darse una vuelta por esta página o revista electrónica que hace unas semanas nos anuciaba el amigo "Desde la caverna de Platón": deseducativos.com
¿Cómo era aquello de cuando antes? Ah, sí: a galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar. Llegará el día, queridos colegas, en que en alguna plaza pública colgaremos a un pedabobo por las competencias. Entre tanto, a seguir ablandando el terreno mediante bombardeos que progresen adecuadamente.

24 noviembre, 2009

Seguimos en campaña contra la estupidez universitaria

Jacobo Dopico (¡bienvenido a las barricadas, querido Jacobo!) nos manda esto que paso a primer plano. Impresionante. No se pierda de vista que asistir a estos cursos (sí, también a estos) puntúa como mérito para acreditaciones y cosas así. Además, las universidades que los organizan -como ésta tan chula de Madrid- marcan paquete de que están a la ultimísima en renovación docente, Bolonia y felación ministerial.
Repárese también en que el procedimiento de selección de los cursos que se ofertan es el habitual: un carguete o funcionario de confianza (¡?) dice "éste, que es muy guapo, y ya está". Todo depende de la secta del que diga esta boca es mía y prepárate, corazón. Luego hablan de controles de calidad y leches.
Vean y asómbrense.
En la UC3M nos mandaron hace dos tres semanas información de un CURSO DE NEUROAPRENDIZAJE, que impartía un señor portoriqueño llamado NOEL ALICEA. Nos lo presentaban como una actividad científica-cultural.
Pues bien: hete aquí que era una mezcla de Curso de Autoayuda Grimoso y Curso de Lectura Veloz (NO ES COÑA). Cuando comencé a googlear, me entero de que el fulano ha sido juzgado por estafa, por emplear sus cursos de Éxito Personal para colar un fraude piramidal (no sé cómo terminó la causa).
Pero además, OH, MARAVILLA, me encuentro vídeos de otros cursos suyos en Internet:
- NEUROSEXUALIDAD (por favor, no os lo perdáis; IMPRESCINDIBLE: "el homo erectus lo que hizo fue verticalizar los genitales, el corazón y el cerebro. No hizo nada más").
- NEUROESPIRITUALIDAD ("y alguien inventó el enlace cuántico").- NEUROMARKETING (etc.).
- Muy buenos también sus CURSOS DE NEUROSANACIÓN ("Todos somos sanadores de nacimiento: desarrolla tu gran potencial sanador"). El cartel es una joya.
-O sus cursos de ¡DISEÑA TU DESTINO! Neurociencia para el éxito y la realización. "¡Hazte dueño de tu futuro! Recuperar el DON CREADOR que tenemos. Aprender a crear el futuro que está en nuestra mente. ¡El ÉXITO está asegurado si se siguen las pautas de este seminario!".
Escribimos a Rectorado y al VR de Estudiantes para preguntarles (oficialmente) cuál era el criterio de selección de actividades, y (extraoficialmente) si esto es boloñesa o sólo salsa picante. En ambos sitios nos dicen que lo investigarán.
Pero hete aquí que me llama una administrativa diciéndome que fue ella la que recomendó el curso porque ya había asistido al de Neurosanación y que se siente muy bien por haber hecho el curso, que proporciona gran sabiduría. Y que además mi mensaje le había ofendido.
No sé qué le sorprendió más a la Neurosanadora Discípula del Lisensiado: si que le preguntase vehemente e insistentemente si nos habíamos vuelto todos locos, o que le dijese que quien se pica cuando le preguntan por pagos con dinero público, ajos come.
Ah: han borrado el curso de la página web. Y no lo llegaron a ofrecer. CAMARADAS: DE VICTORIA EN VICTORIA HASTA LA DERROTA FINAL.

23 noviembre, 2009

El bloguero cambia de oficio y se pasa al Maracatú

Al bloguero lo invitaron a tocar Maracatú en una favela de Recife y dicen que se quedó allá y dejó el Derecho. ¿Será posible?



Maracatú


Parece que el bloguero cambia de oficio y se va a dedicar a tocar Maracatú...


21 noviembre, 2009

Hasta el lunes

Esta vez toca cruzar el charco para andar de congreso y "talleres" y ver qué hay de nuevo por Brasil, concretamente en Recife, lugar de sol, mar y amigos donde la última vez dejé también algún enemigo gracias a esta manía del blog y de andar contando lo que no se debe.
Así que, si todo va bien, nos vemos por aquí, en el blog, el lunes; o cuando ustedes quieran.

20 noviembre, 2009

Artículo de Roberto Blanco Valdés sobre el TC y Montesquieu

No estamos solos. Vean el buen artículo que publica en La Voz de Galicia Roberto Blanco Valdés con el título "El Tribunal Constitucional ayuda a enterrar a Montesquieu". Aquí está el enlace.

19 noviembre, 2009

Lógica política

Que tenemos una opósición al Gobierno que es de traca y que sólo resulta parangonable a la oposición que el Gobierno hace a la oposición parece fuera de toda duda razonable. Que no habrá ingenuos que piensen que los excesos del capitalismo financiero y más depredador los va a podar el PP cuando pueda, también parece claro. Que un debate cualquiera entre la señora Sáenz de Santa María y la señora De la Vega es el mejor acicate para la defintiva desesperanza pocos lo discutirán. Que votar a los unos o a los otros como mal menor es como escoger entre un cáncer terminal o un infarto fulminante resulta difícilmente discutible, hooligans aparte.
Pero miren lo que acabo de leer en una columna, vecina de la mía, en El Mundo de León: "Lo peor es que, en esta crisis económica, todos estamos pagando por la ambición y la avaricia sin límites de un grupo de personajes (banqueros, empresarios, políticos) sin escrúpulos. Por eso me molesta tanto escuchar a algunos miembros del partido de la oposición".
Como es de todos sabido, el PP ha metido últimamente un montón de millones de euros del erario público para financiar a los bancos y ayudarlos a salir de los apuros en que se habían puesto ellos solitos y por su conocida ambición. Elemental, querido Rockefeller.

18 noviembre, 2009

Crónica de un curso de formación del profesorado universitario

Pues sí, ya he asistido a uno de esos cursos de formación del personal docente universitario que están tan de moda. Sin unos cuantos diplomas por haber aguantado esas cosas es difícil hoy en día acreditarse como profesor titular o catedrático. Ahí está el truco, está garantizado el público cautivo. Yo ya no necesito pasar por ese aro, pero quería comprobar con mis propios ojos si es verdad lo que se suele decir de tales eventos. Y sí, es verdad, aunque haya que tener mucho cuidado con las generalizaciones y aunque yo no haya estado presente más que en uno. Pero, con lo poco que he visto, lo mucho que me han contado, lo que se lee por ahí en la literatura al uso sobre el tema y lo que flota en el ambiente, creo que puedo sacar alguna conclusión, dejando a salvo, repito, la posibilidad de que alguna de esas actividades sea útil y meritoria. Al fin y al cabo, también cuando se dice que los varones españoles somos muy machistas, que las mujeres están oprimidas o que los latinos somos ruidosos se están haciendo generalizaciones compatibles con las excepciones que sean menester.
A la hora de escribir esta pequeña crónica con mis impresiones también he de poner por delante que el profesor que impartía ese curso que presencié me parecía buena persona y nada tengo en lo personal contra él. Cada uno se gana la vida como puede, y en ésas estamos todos. La culpa, si alguna hubiere, no es suya. Es más, hubiera preferido que me cayera mal, pues me habría cortado menos durante su curso a la hora de ponerle objeciones, hacerle críticas o buscarle las vueltas. También he de decir que sólo presencié algo menos de la mitad del curso, en parte por falta de tiempo y en parte porque mi capacidad de resistencia sin violencia -verbal- llegó a un límite que no quise rebasar.
Cierto es igualmente que busqué a posta un curso que prometía, pues en los descriptores ya se apuntaba que se iba a tratar de cosas como “autoconciencia emocional”, “autoevaluación emocional”, “confianza en uno mismo”, “empatía”, “compromiso ético”, “adaptabilidad”, “orientación al logro” (no al ogro), “asertividad” (¡?), “liderazgo” y temas así. El ponente explicó al inicio que todas esas cosas formaban parte de los planteamientos y objetivos de Bolonia, lo cual, como es lógico, incrementó mi apego al sistema boloñés. En los descriptores (otra palabreja de moda) se afirmaba también que se entrenarían “las competencias socioemocionales que están incluidas en las directivas de estudio de la Convergencia Universitaria Europea (Tuning)”. ¿Ustedes sabían eso?
La base teórica se la proporcionaba el “Análisis Transaccional” de Eric Berne. Pues vale. Se trata de analizar los “juegos psicológicos” en los que participamos, y se hace desde los conceptos de yo Padre, yo Adulto y yo Niño. Carezco de toda competencia para juzgar de dicha teoría que, por lo poco que sé, tiene una orientación esencialmente terapéutica. Sólo hablaré de lo que he visto. Y, con lo que he visto, concluyo que hay mucho peligro en la vulgarización y trivialización de ese tipo de teorías, pues son traducidas -seguro que injustamente- a una especie de manual de autoayuda para gente que no lee, piensa poco y le gusta sentirse muy guay.
Ésa fue la impresión que tuve todo el rato, la de estar asistiendo a un curso de autoayuda expresado en términos de extrema corrección política, plagado de los tópicos al uso y hasta impregnado de un estilo y una estética cursi y blandengue hasta la náusea. De vez en cuando se proyectaban imágenes supuestamente ilustrativas y que o bien no se sabía a qué venían -por ejemplo un monólogo chistoso tipo “Club de la Comedia”- o bien ponían los pelos de punta. El clímax llegó cuando durante más de diez minutos se nos proyectaron los contenidos de una de esas composiciones de imagen y música con que nos suelen bombardear a través del correo electrónico los conocidos más ñoños y dados a la memez pretenciosa. Iban pasando fotos con imágenes de pajaritos -el martín pescador y así-, paisajes nevados con cabañitas, mares al atardecer, playas solitarias y barquitos en alta mar, y en cada imagen figuraba una inscripción “profunda”, apta, al parecer, para inspirar el “guión de vida” que, según el expositor, todos debemos hacernos. Fueron ¡cuarenta! y anoté, sobrecogido, todas las que pude. Eran tal que así: “escucha buena música todos los días, es alimento del espíritu”, “vive con las tres E´s (sic): energía, entusiasmo, empatía”, “juega mas juegos que el año pasado”, “mira el cielo al menos una vez al día, date cuenta de lo majestuoso que es el mundo que nos rodea”, “come más alimentos que crezcan en las plantas y en los árboles y menos alimentos manufacturados o que impliquen sacrificios”, “elimina el desorden de tu casa, tu auto y tu escritorio y deja que la energía fluya en tu vida”, “desayuna como rey, come como príncipe y cena como vagabundo”, “ponte en paz con tu pasado, así no arruinará tu presente”, “aprende algo nuevo cada día”, “lo que los demás piensen de ti no es de tu incumbencia”, “lo mejor está aún por venir”, “ten sexo maravilloso siempre con... plenitud de tu ser”, “recuerda que estás demasiado bendecido para estar estresado”. Acababa de este modo, en la imagen cuarenta: “por favor, envía este mensaje a quien te importa”. De fondo, todo el rato, una musiquilla que ustedes se pueden imaginar, tralará, tralará, entre aeropuerto y casa de citas japonesa.
Por lo que pude colegir, se trata de consignas que nos ayudan a instalarnos como es debido en el yo Adulto, en lugar de andar todo el día con las normas y los cabreos del yo Padre o enredando y dándose gusto a lo tonto con el yo Niño.
Puesto que el tema iba de la comunicación adecuada y fructífera, se nos contaba a los presentes que comunicarse es meterse en transacciones con otros y que esas transacciones pueden ser complementarias -las buenas-, cruzadas o ulteriores. En lenguaje de andar por casa, resulta que las comunicaciones o transacciones buenas son incompatibles con ir dando cortes al personal, gastarse ironías, o salirse por la tangente cuando nuestro interlocutor nos toca las narices. Ésas son transacciones cruzadas o complementarias. Lo bueno es la simpleza. Yo levantaba la mano todo el rato y le ponía al conferenciante ejemplos de lo enriquecedores de la comunicación y lo útiles que son el lenguaje figurado, la guasa, la insinuación, la provocación, la reducción al absurdo, etc., y de cómo en muchísimas ocasiones está perfectamente justificado, desde cualquier punto de vista, interrumpir la comunicación, ejercer la autoridad, invocar las normas de cualquier tipo y pegarle cuatro gritos a alguien.
Pero con mis alegatos ocurrían varias cosas. Una, que mi interlocutor generalmente no entendía lo que yo trataba de explicarle, y miren que presumo -permítanme la inmodestia- de hablar con propiedad cuando me lo propongo. Otras personas presentes me lo decían por lo bajinis: déjalo, que no te entiende. Otra, que no me permitía hablar o salía por peteneras, con lo que ponía en práctica esas transacciones cruzadas que supuestamente son tan dañinas. Una más, que de inmediato iba y me diagnosticaba tal que así: a ti (en estos cursos el tuteo es preceptivo y yo también lo adoptaba para no parecer de Derecho) lo que te pasa es que tienes un yo Padre negativo que te impide comunicarte adecuadamente. Tócate los cataplines o lo que por género corresponda. Resulta que si le das la razón al profe tienes un yo Adulto estupendo, un yo Padre positivo o un yo Niño enternecedor y la mar de guapo, pero si debates, aunque sea con las buenísimas maneras que yo lo hacía, no sabes comunicarte, eres un autoritario de tomo y lomo y seguramente padeces un desarreglo en las partes. Hay que joderse con la teoría de la comunicación, la asertividad y la autoconciencia emocional.
Pero también logré alguna cosa interesante: que se contradijera estrepitosamente, creo que sin darse cuenta. Por ejemplo, en medio de su desconcierto, llegó a poner ejemplos de los cortes que él había metido a veces a algunos de sus estudiantes o de lo malísimamente que le habían sentado algunas observaciones de sus alumnos. Ah, pero en esos casos eran los otros -o yo- los que incurrían en transacciones cruzadas y horripilantes, las suyas, las de él, siempre eran complementarias, es decir, constructivas y positivas a tope. Es lo que sucede cuando una teoría cualquiera, en este caso una teoría psicológica, se emplea nada más que como muleta para construir un discurso en el fondo perfectamente vacío y compuesto al buen tuntún. Hoy en día la ley del embudo suele presentarse de esta guisa, envuelta en ropajes aparentemente sesudos que no son más que camuflaje de la indigencia y hasta de la inmadurez moral e intelectual.
Por cierto, una joven y entrañable asistente pidió la palabra para explicarme con suma amabilidad lo que es la inteligencia emocional, pues yo había soltado la “boutade” de que si es inteligencia no es emocional y si es emocional no es inteligencia. Pero ponte a explicar lo que es una “boutade”. En cualquier caso, agradecí sinceramente el esfuerzo y el tono afable.
Cuando estaba insistiendo en que la comunicación tenía que ser positiva, buscando siempre las razones del otro y tratando de comprenderle, no cortándolo o reprimiéndolo jamás, le planteé un ejemplillo que lo puso de los nervios. Era éste, poco más o menos: imagínate que me encuentro con un tipo que está violando a una mujer y que, al verme, me dice: fíjate cómo me lo estoy pasando y qué maravilla. ¿Debo pegarle cuatro gritos o atizarle unos mamporros, si puedo, o tengo más bien que hablar con él y pedirle, mientras tanto, que me vaya ilustrando sobre sus razones y su estado emocional? Me contestó que el caso no servía porque la comunicación que el violador estaba manteniendo con su víctima era inapropiada. Toma castaña. Bueno, insistí, pero en lo que concierne a la comunicación entre el violador y yo, ¿qué? Pues que no, que no podía ser que yo me comunicara tan mal y me pusiera violento. Claro, si el violador me dice eso y yo me pongo a gritar ¡policía!, ¡policía!, tenemos un magnífico ejemplo de actuación de un yo Padre negativo e incurro en una transacción cruzada, lo cual, es malo por sí. No digo que en la doctrina originaria sobre el asunto se mantenga eso, que no lo sé y supongo que no, pero eso se deducía de la explicación. Así que, como ese ejemplo no valía, le insistí en qué haría él si viera a un alumno copiando o un estudiante le pedía que lo aprobase por la cara. Su respuesta: lo echo a la calle sin contemplaciones. Viva la Pepa y aúpa la coherencia teórica.
Me parece que el problema, en este caso y en tantos, no estriba en que se acuda a un fundamento teórico u otro, como era en este caso esa doctrina del análisis transaccional. El problema está en los prejuicios ambientales, que fuerzan al uso selectivo de tales teorías. Esos prejuicios ambientales, sintetizados en los topiquillos para bienpensantes y en lo políticamente correcto, hacen que este tipo de profesores que dictan los cursos de este género partan sin dudarlo de que todo el mundo es bueno, de que toda norma es reaccionaria, de que cualquier autoridad es represiva y de que quien enseña debe preocuparse mucho más de que sus estudiantes sean felices que de que aprendan esto o lo otro. El pedagogismo actual está saturado de un buenismo simplón, de un adanismo superficial. Intenté expresar algo de esto y se me ocurrió citar a Rousseau y el Emilio. Para qué. “Cruzó la transacción” respondiéndome que sobre Rousseau habría mucho que hablar porque pegaba a sus propios hijos. Le repliqué que más bien los mandaba al hospicio, pero no se interesó por los matices de la biografía de Juan Jacobo.
Frente a su insistencia en la pureza originaria de nuestros sentimientos y a sus ejemplos de cómo antes imperaba en la sociedad y en la educación el yo Padre negativo y castrante y ahora ya podemos al fin comunicarnos todos horizontalmente y en cósmica armonía, yo traté de hacerle ver que no estaba teniendo en cuenta el elemento contextual, el dato de que en todo momento y en toda sociedad se funciona con pautas normativas y diferenciación de roles, en el marco de cada cultura o de eso que los fenomenólogos llaman el mundo de la vida (esto lo dije así para fastidiar). No lo pilló, estoy seguro. Venía a cuento porque nos había dicho que había que sustituir los castigos por “límites adecuados”. Magnífico ejemplo de eufemismo buenista. Imponer castigos -a los estudiantes, a los hijos, a los asesinos...- está mal, hay que limitarse a aplicarles “límites adecuados”. Le solicité un ejemplo de “límite adecuado” y me lo dio: si tu hijo se porta mal o no hace los deberes, lo dejas sin propina o sin salir ese fin de semana. ¿Eso no es un castigo? ¿No se puede decir que lo castigas sin propina o sin salir? No, cuando castigas aplicas tu yo Padre negativo, pero cuando impones “límites adecuados” haces de yo Padre positivo o yo Adulto. Ah, mira qué cosas. ¿Conclusión? Ciertas palabras asustan a estos apóstoles de la bondad universal, lo que no les impide funcionar como todo el mundo y como toda la vida, incluso convertirse en sádicos y cabronazos en la peor tradición; pero cambiando las palabritas se sienten distintos y piensan que han entrado en una fase evolutiva superior de la humanidad, marcada por la inteligencia emocional y una sensibilidad de pajaritos y verdes praderas.
Ah, se me olvidaba. También se nos hizo saber que son muy importantes las caricias y que hay que acariciar bien, aunque en este “taller” no íbamos a hacer terapia de caricias. Como mi mujer estaba presente, nos quedamos con la copla e hicimos nuestro taller por la noche: sin novedad, bien. Con los/as estudiantes no sé si funcionará así, y a ver quién es el guapo que se lo plantea.
Un servidor se expresa como se expresa, seguro que por culpa de que es un carca-mal y no ha hecho suficiente meditación zen, amén de la repulsión que siento por la estética merengosa y el eufemismo autocomplaciente, pero repito que todo lo que acabo de contar así no está reñido con que el hombre me pareciera buena gente. Pero buena gente también era mi tía Obdulia (q.e.p.d.) y nadie la invitaba a impartir cursos de innovación docente. Ahora que lo pienso, qué carrerón podría haber hecho mi tía en estas lides de la teoría educativa.
A lo que iba, para acabar, es a que lo que no puede ser no puede ser. No puede ser que se nos dé gato por liebre de esta manera, no puede ser que al profesorado se lo humille poco menos que obligándolo a aguantar estas cosas, no puede ser que las universidades se gasten los cuartos en estas mentecateces, no puede ser que se nos intente convencer de que esto lo exige Bolonia y de que por esta vía vamos a mejorar una barbaridad nuestra docencia, no puede ser que se nos tome por ingenuos espectadores de sermones baratos o por consumidores decadentes de manuales de autoayuda para gentes sin seso, no puede ser que la teoría, cualquier teoría -la pedagógica, la psicológica, la política, la jurídica...- se degrade a estos niveles de simplismo y consigna fofa. No puede ser, y tenemos los decentes con autoestima y libres de chantaje que dar la batalla. No basta quejarse en la cafetería y seguir tragando en el BOE y en el día a día, es necesario dar la batalla y reclamar respeto, respeto a nosotros y respeto a la universidad que nos da de comer. Es un imperativo moral dar la cara y decir las cosas donde y cuando hay que decirlas, plantarse, dar guerra, aunque nos repliquen que somos unos reaccionarios, que qué horrible carácter y que tenemos excitado el Edipo.
Me voy a apuntar a más cursos. Seguiré informando.

17 noviembre, 2009

Males universitarios

Acabo de enviar para mi columna de los jueves en El Mundo de León el texto que copio aquí al final. Es uno de esos días en que anda uno caliente con la universidad. Vean.
Por un lado, ayer y hoy cumplí mi propósito de asistir a uno de esos cursos de innovación docente, o como se llamen. Aguanté lo que pude y procuré no hacer el gamberro. Pero, como sospechaba, eso es la leche en bote. Mas sobre eso y sobre experiencia experiencia extrasensorial espero escribir aquí detenidamente mañana o pasado.
Por otro lado, esta mañana recibí la llamada a la que aludo en el texto de más abajo. Era del funcionario de la universidad al que llegan las reclamaciones por las facturas impagadas de libros. Como algunos otros de mi Facultad, me voy agenciando, con ayuda de los amigos del equipo, proyectos de investigación. Sólo así se puede en estos tiempos conseguir dinero para comprar los libros con los que trabajamos, libros que no son nuestros, obviamente, sino que quedan en la biblioteca universitaria. Pues resulta que, aunque las facturas sean de marzo, la universidad no las paga hasta diciembre. Los proveedores montan en cólera, llaman o escriben indignados a ese funcionario y éste, que es amigo, me telefonea a mí. Yo le respondo que nada puedo hacer y que no es mi culpa, pero me replica que sí puedo hacer algo, protestar. Así que protesto a mi manera, ésa que siempre me critican los partidarios de lavar los trapos sucios en casa (¿qué casa, dónde hay una casa?) y de dirimir los conflictos en reuniones de "la Familia"; es decir, protesto públicamente, pues ya me sé yo de qué sirve escribirle una cartita al cargo académico de turno.
Para colmo, un buen amigo y prestigioso investigador de "ciencia dura" en universidad andaluza me reenvía, indignado, un correo electrónico en el que se informa de que los investigadores universitarios podemos solicitar proyectos con cargo al plan E del 2010 ("Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local 2010" -qué puñetera manía con la sostenibilidad; ¿qué zarandaja es ésa de la sempiterna y omnipresente sostenibilidad? Metafísica para botarates-) para los ayuntamientos. Miren en qué acertados y desesperados térmios me lo cuenta:
"Hacer comentarios ya me da pereza, ¡estamos cayendo tan bajo! Ahora los concejales van a decidir los Proyectos de I+D+i que se financian. Mi colega -el que le envió el mensaje a mi amigo- me decía que se va, que no aguanta más, es joven y puede buscarse la vida fuera de este maldito país. No puedo evitar decir algo: Para que no se pierda el dinero en levantar y volver a cerrar aceras, que se invierta en I+D+i, ¿pero por qué coño no se invierte directamente en I+D+i con todas las garantías que exigen esas inversiones?".
También me entero, por otro querido compañero, de que a una profesora que conozco y estimo se le ha denegado la acreditación para titular de universidad pese a que los dos informes de los expertos encargados de revisar su currículum eran favorables. ¿Argumentos? Que esa profesora, que no ha podido pasar de profesora ayudante de los de toda la vida -se llame como se llame su concreto contrato- no ha dirigido tesis doctorales ni ha sido investigador principal en proyectos. Ah, ¿pero se conceden proyectos de investigación que lleven un profesor ayudante como investigador principal? ¿Cuántas tesis doctorales han dirigido hasta ahora en Derecho -en adelante serán casi todas, lo sé- los profesores contratados? La monda. Viva la evaluación objetiva y bien motivada y adelante con los controles de calidad. De paso, que nos revisen la próstata, o lo que corresponda según el género.
Bueno, esto es lo que mando al periódico y que espero que salga pasado mañana. Ganando amigos por amor al arte. ¿Sufriré algún grave desarreglo psicológico? El pedagogo que dictaba el curso de esta mañana llegó a la conclusión de que sí y me hizo ver que tengo un Yo Padre negativo, en lugar de tener un Yo Hijo juguetón y un Yo Adulto consentidor y aficionado a la inteligencia emocional, que es -por lo que he podido concluir- algo así como la inteligencia con condón y la puntita nada más. Bueno, pues será eso o que mi Yo tiene un cabreo de P.M., que no es Policía Militar. Al texto:
LOS MALES DE LA UNIVERSIDAD
Los males de las universidades son estructurales, endémicos. El ruinoso y deprimente estado de cosas cada vez depende menos de quién sea el rector o qué equipo gobierne esta universidad o aquella. A los de aquí los tengo por gente honesta y con buena intención, pero esto ya no hay por dónde cogerlo. Entre modas pedagógicas en plan new age con caspa, legislación hecha por necios con ínfulas y ruina derivada de la mala financiación y, al tiempo, de una pésima gestión económica que ya es tradicional, vamos de crisis en fracaso y de fracaso en ridículo.
Contaré un caso. Hoy he recibido una bronca amistosa. Resulta que un servidor, como tantos otros colegas, consigue proyectos de investigación con cargo al ministerio del ramo o a otros organismos públicos. Con esos dineros los investigadores vamos adquiriendo aparatos, libros u otros medios para nuestros departamentos. El ministerio, por ejemplo, ingresa el importe anual de cada proyecto a la universidad y a ésta le toca abonar las facturas. Esos pagos a las empresas proveedoras se retrasan meses y meses. Nuestra universidad tiene un agujero heredado de veinticuatro millones de euros y retiene aquellas cantidades para atender otros gastos más urgentes, imagino.
Pero la catástrofe económica no impide a las universidades seguir pagando actividades perfectamente inútiles y hasta se sufragan congresos y seminarios sobre la colaboración universidad-empresa o sobre cómo crear empresas. Estupendo. Primero decimos cómo hay que erigir empresas y de qué manera pueden cooperar económicamente con nosotros y luego las arruinamos porque no les pagamos a tiempo. Bonita paradoja.
Si un servidor y tantos otros compañeros no nos molestáramos en lograr financiación con proyectos, en comprar libros -o aparatos de laboratorio, etc.- y en investigar, o simplemente en aparecer por el puesto de trabajo, nadie nos reclamaría nada o nos abochornaría, como hoy me ha ocurrido. Podríamos pasar mejor el tiempo, y con mayor aplauso, buscándonos algún carguete, conspirando en las cafeterías del campus o asistiendo a cursos -financiados por la universidad- sobre inteligencia emocional o sobre el papel de las empresas en la investigación. Todo muy sostenible, eso sí.

16 noviembre, 2009

Escarabajos y además cochinos

Quiso el azar que mientras escribía un artículo de encargo sobre corrupción y financiación ilegal de los partidos políticos fuera a dar con esta noticia: entre los escarabajos hay una especie, el Neochlamisus platani, que se protege de los depredadores embadurnándose en su propia mierda. Se hace una armadura con sus excrementos y ni el más voraz y hambriento devorador de escarabajos le hinca el diente, de tanto asco como da. Gracias a eso el bichejo puede crecer tranquilo, engordar a gusto y campar a sus anchas en plan a mí no hay quien me tosa, aunque muchos vomiten al cruzarse en mi camino.
Oigan, y me vino la comparación sin querer. Puede que sea obsesión, no digo que no. Pero son tantas las analogías... También existen algunas diferencias, es verdad. Los políticos profesionales españoles -con las excepciones que vengan al caso, por supuesto- no sólo se echan al hombro la caca propia, sino que, sobre todo, se recubren con las cagadas ajenas. ¿Que a mí me pillan en renuncio? Hombre, por Dios, pues fíjense ustedes en lo que hizo el del otro partido cuando aquella vez. ¿Que un juez quiere trincarme por mis patentes fechorías? Pero, caramba, y por qué no estuvieron los de la toga así de diligentes cuando permitieron que aquel otro felón se saliera con la suya. Y así todo el rato, hasta dejar en los ciudadanos y las instituciones de control la idea de que es la especie misma la que apesta, con independencia de los colores que cada individuo de la misma lleve en sus alas o de lo largo que tenga el pico. Convencidos de que la naturaleza los hace así, taimados, soeces y tramposos, acabamos votándolos igual, o incluso más, en la certeza de que se trata siempre de elegir entre dos males y que no importa su hedor sino lo que nos den de lo que pillen, o de que nos den por donde más nos gusta cuando nos pillan.
Nada, nada, ni rosas, ni gaviotas ni gaitas nacionales, que pongan en sus emblemas el escarabajo de marras y que nos atufen a pecho descubierto. Y los jueces, fiscales, policías y demás depredadores que se fastidien. Quién es nadie, al fin y al cabo, para cuestionar el designio inteligente que todo lo dirige. Amén.
Lo que los científicos no han explicado aún es si estos escarabajos malolientes viven en simbiosis con otra especie, la del escarabajo palmero, ése que los jalea al grito de duro con los otros y que cuándo uno le dice aquello de hay que ver qué peste suelta ese líder de tus entrañas, replica y el tuyo más, aunque uno no tenga líder ni perrito que le ladre.

15 noviembre, 2009

Santiago González dice verdades como templos

Me maravilla la entrada que viene hoy en el blog de Santiago González y que se titula "Una canta y otra no". Modestamente, alguna vez he querido expresar aquí ideas similares, aunque no lo haya logrado con esa claridad, esa contundencia y una ironía tan fina. Y conste que tampoco yo creo en ninguna religión o iglesia, ni siquiera en las verdaderas. Pero las cosas son como son y ya me dirá usted, querido multiculturalista equidistante y equipolente, si le molaría que su hermana se casara con un primo de Jomeini o del ayatollah de su barrio, más que nada para verla con sus derechos bien defendidos y su igualdad bien respetada. Hay que ver lo que algunos progres son capaces de hacer por las mujeres de otros y, sobre todo, por esos otros.

Lean, lean lo de Santiago González y me cuentan.

¿Puede un tribunal constitucional pasarse la Constitución por el forro?

Menuda noticia venía ayer, sábado, en La Vanguardia. Vean. Espeluznante. A lo mejor son todo infundios, en cuyo caso no estaría de más que el Tribunal, su Presidenta o quien corresponda aclarara las cosas como es debido y pusiera a cada cual en su sitio. Si no, pensaremos que el que calla otorga.
Es sobre la desesperadamente esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán. Fíjense en este párrafo de la noticia:
Casas tiene el plácet del Gobierno para hacer un último intento de aprobar una sentencia interpretativa, sin anulación de artículos importantes del Estatut. Pero si fracasa el empeño, como es previsible, el debate quedará congelado hasta dentro de un año, para que no haya sentencia mientras los partidos catalanes preparan y celebran las próximas elecciones autonómicas”.
¿Puede caer más bajo un tribunal tan alto? ¿A la señora Casas no se le cae desde ahí arriba la cara de vergüenza? ¿Será ella realmente eso que a tenor de estas informaciones parece, una mandada, una machaca, la simple chacha del Gobierno? ¿De verdad le trae al fresco la Constitución de la que supuestamente es guardiana, junto con sus compañeros magistrados? ¿Qué busca para sí, qué quiere, qué pide, qué le pasa? A lo mejor nació tarde y se habría realizado mejor, como esmerada jurista, presidiendo el TOP o el Tribunal Supremo allá por los años cincuenta, bien dirigida por el gobierno de entonces e interpretando las Leyes Fundamentales como conviniera a Franco.
A ver si lo hemos entendido bien. Nos cuentan que la señora Casas tiene el visto bueno del Gobierno para hacer un intento más de que no se anule por inconstitucional ningún artículo del Estatut y piensa obedecer al Gobierno también si la jugada no sale, en cuyo caso se mete el asunto en el refajo y lo deja pendiente un año más, hasta después de las elecciones catalanas o hasta que un nuevo Tribunal esté por la labor que hay que estar. ¿Será posible tanta desfachatez? Y luego andamos criticando a Chávez, a los dictadorzuelos latinoamericanos y a tanta república bananera. Al lado de esta gente Fujimori era un hombre de Estado como la copa de un pino y un demócrata cabal, y Montesinos un verdadero padre de la patria.
Como hay magistrados de un lado y de otro que mantienen su criterio y no se doblegan a las presiones y a los contoneos del poder, resulta que, según se dice en ese periódico, la señora Casas “ha terminado por colmar la paciencia del Gobierno, hasta la exasperación”. Pero qué Gobierno ni qué exasperación ni qué paciencia ni qué niño muerto. So indecentes.
¿Dónde dice la Constitución que el Tribunal Constitucional deba velar por los intereses de algún partido o dónde se establece que tenga su Presidencia que someterse a las órdenes de cualquier gobierno? La Constitución sienta que los miembros del TC serán independientes en el ejercicio de su mandato y la propia jurisprudencia constitucional ha declarado en tiempos cosas tan elementales como que “en el recurso de inconstitucionalidad el Tribunal Constitucional garantiza la supremacía de la Constitución, es decir, un interés público objetivo” (STC 86/1982). La supremacía de la Constitución, caramba, no del Gobierno o de cualquier otro grupo; un interés público objetivo, demonios, no intereses subjetivos de nadie, sean políticos, económicos o de cualquier otro género.
Se supone, o se suponía, que en estos órganos colegiados se funciona así: se debate todo lo que haya que debatir, se vota y se resuelve lo que determine la mayoría, aun cuando quepan votos particulares de los que estén en minoría y discrepen. Y punto. Lo que no cabe y es propio de mentes que o son abominablemente pueriles o de un cinismo desmelenado, o ambas cosas, es lo de andar haciendo votaciones informales para ver cómo están las cosas y no votar en serio mientras las cosas no estén como la Presidencia quiere. Eso puede ocurrir en un patio de colegio o en Somalia -que me perdonen los somalíes y que no me secuestren en mi bañera por andar comparando-, pero aquí no, salvo que la Constitución se haya convertido en puro desecho y nadie nos haya avisado.
Aquí publicas un cómic defendiendo a Hitler o vas a una manifestación para apoyar a un grupo que quiere subvertir el orden constitucional y te empluman, cosa que en este momento no califico ni bien ni mal, pero subviertes el orden constitucional desde la Presidencia misma del Tribunal Constitucional y no pasa nada, absolutamente nada, y hasta andas dando conferencias por ahí sobre la Constitución y sus garantías. Lo nunca visto, al menos desde que palmó Franco.
Luego van algunas lumbreras políticas catalanas, como ese señor Mas al que Zapatero se la da con queso cada vez que quiere, mientras muchos altos cargos de su partido se la dan a sí mismos con caviar, y dice que si el Tribunal Constitucional falla contra el Estatuto es porque ese Tribunal no es más que un poder fáctico sometido a las órdenes de Madrid. En cambio, si sentencia que todo muy bien y muy bonito, ni es fáctico ni es sumiso, aunque el Gobierno le esté dando órdenes para que así proceda y su Presidenta se ponga en pompa ante Zapatero y la Vicepresidenta sin el menor recato.
Al final, cada cual pasará a la Historia como lo que es.
Conste, para acabar, que nada de lo que digo depende de que el contenido de la sentencia pueda ser uno u otro. Esto y a estas alturas ya no se arregla ni con una sentencia declaratoria de la constitucionalidad del Estatuto ni con una que invalide cualquiera de sus normas. Este Estado nuestro es definitivamente fallido y sólo es cuestión de tiempo para que acabe de pudrirse. Pero, como ya apesta, se está llenando de gusanos.
Un servidor en cuanto se prejubile se pira para Sebastopol o la Conchinchina y ahí os las den todas, Emilia & Cia. Tú obedece al macho dominante y calla, como las mujeres de antes.
(Ilustración: Camilo Uribe)

14 noviembre, 2009

El rincón del progenitor y la progenitora. 3. La tierna educación

Por lo de la educación de la progenie no hay que preocuparse, pues existe bibliografía más que abundante. Y tanto. Ya desde bebés. Casi vienen al mundo con un libro de instrucciones; bueno, con uno no, con estanterías enteras.
Mismamente el problema de que lloran mucho a la hora de irse a la cuna y sólo quieren dormir cuando deben estar despiertos, mientras que al acostarlos cuando toca montan unas broncas descomunales y se ciscan en tus muertos mediante el lenguaje de los signos. Pas de problem, hay libros por un tubo. Sobre ese asunto en particular son auténticos superventas dos obras capitales. El problema es que dicen exactamente lo contrario la una y la otra. Uno de los libros se titula “Bésame mucho” y la tesis que mantiene el autor, probablemente soltero y sin hijos, es que nada de riñas ni autoritarismos, que ya se dormirán cuando les salga de lo que hay debajo del pañal y que los padres han de estar a su disposición y mimándolos hasta que se aburran y prefieran a Orfeo. El otro, que no me acuerdo qué título tiene, pero que es algo así como “Ensáñate a tope” o “Pega, pero no dejes marcas”, y que imagino que está escrito por un divorciado resentido y privado de las custodias, defiende que nada de contemplaciones y que mano dura y ya dejarán de llorar cuando les falte el aire, bien porque se agoten o bien porque les has colocado la almohada de aquella manera.
En casa tenemos los dos y creo que hemos hecho lo de casi todas las parejas, un día aplicar uno y al siguiente día el otro, con los resultados imaginables. Ahora los estamos usando entre nosotros, entre los progenitores, para combatir nuestros respectivos insomnios unas veces a base de mimo y otras de broncazo y tente tieso. Oye, es una manera como cualquier otra de combatir las rutinas.
Mi compañera y yo al menos hemos llegado a esos acuerdos para salir del paso, pero lo emocionante de verdad es cuando se divide la doctrina y el padre se ha convencido de las bondades del método carcelario al estilo Alcatraz y la madre opta por el sistema masoquista de si la carne de mi carne llora, algo habré hecho yo mal en mi descarriada vida y debo consolarla hasta que amanezca y se duerma al fin; o a la inversa, da igual. Esas discrepancias domésticas resultan sumamente formativas para el niño, pues son el mejor ejemplo de educación en la diversidad y el pluralismo, pura educación para la ciudadanía esquizofrénica. Por eso creo yo que suponen un problema las llamadas familias monoparentales, porque al bebé le falta el aliciente de provocar esos apasionados debates a grito pelado entre un papá y una mamá como Dios manda. Luego, de mayores, van por ahí los chavales y se asustan en cuanto oyen unos tiros o ven sangre; normal, pues no han vivido en una familia comme il faut.
También hay padres -madres no, reconozcámoslo; ¿o sí?- lamentables que hacen un uso torticero de las indicaciones librescas y con toda la mala fe del mundo se apuntan al sistema del rigor extremo. ¿Consiguen algo de esa manera? Sí, por supuesto, consiguen que el mocoso, al llegar la hora de ir a la cama, clame día tras día eso de que me acueste mamá, que me acueste mamá. Mano de santo, oye. ¿No dicen que el vínculo emocional, afectivo y todo eso es mucho mayor y más profundo con la madre? Pues toma mamá, hala. No es para echar en saco roto. Yo no he recurrido a ese truco, conste, pero no hay por qué ser tan severo al juzgar a los congéneres que se defienden como pueden frente a la ola de libertinaje que nos invade.
Para la educación en esos principios de la vida no sólo cuentan los libros, también son muy importantes las aportaciones de todo el mundo, empezando por la familia, sector político-militar. Esa madre tuya que te dejó en las posaderas la huella indeleble de su zapatilla, se interpone con gesto heroico entre tu hijo y tú en cuanto le levantas a su nieto la voz un pelín al rogarle que no le clave el cuchillo jamonero al gato o que no le atice a la tía en la cabeza con su propia muleta. Y ese abuelo que con sus métodos marciales, tipo academia de marines USA, consiguió que tú y todos tus hermanos os tomarais sin rechistar las espinacas o el puré de nabos antes de saber ni hablar, ahora te abronca a ti con idéntica vehemencia cuando tratas de que la criatura coma un poquito de un yogur de fresa con caramelo y gominola de soja y ella, la criatura, te lo pone de sombrero al grito de no me da la gana y te voy a denunciar por acoso, so cabrón. Hasta que llega el día en que te das por vencido (o vencida y tal) y decides pasarte al enemigo: vale, si no come, que no coma, y si rompe la cristalería de la boda, que la rompa. Craso error, pues en ese instante sonará una voz que no parece de la tercera edad, de tan rotunda, para decirte que por tu culpa está el niñito anémico y escuchimizado y que si destroza tanto ajuar es porque no sabes imponer disciplina, so mindundi, so calzonazos, y que así va este país como va. Un buen enemigo nunca te abandona, eso no se debe olvidar; sobre todo en casa.
No menos relevante es el punto de vista educativo de los amigos, ésos que cuando cenan en tu hogar y ven a tu descendiente haciendo de las suyas contra viento y marea te vienen con aquello de huy, huy, huy, vas mal, nosotros al nuestro lo tuvimos a raya desde el principio y era pura gloria verlo desde los tres meses sentado a la mesa como un adulto y manejando el tenedor de pescado igual que un mayordomo inglés. Haces ademán de replicar, tu mujer (o tu marido y tal, lo mismo da, caray) te mete el codo en el hígado y optas por callar en lugar de decir lo que ibas a decir: que qué bien y que seguro que sigue el otro comiendo así de educadamente en esa cárcel de El Dueso donde cumple pena (injusta, eso sí) por partirle la crisma a una vieja después de esnifar pegamento y violar a un mayordomo inglés.
Menos mal que el tiempo pasa a toda prisa, por increíble que parezca, y en menos que canta un gallo llega la hora de mandar el niño al colegio. Ya lo meterán en cintura allá, piensas aliviado. Pero no, al segundo día te llaman para explicarte que le rompió un brazo a un compañerito con una llave de jiu-jitsu perfectamente aplicada, y cuando pones cara de hagan algo con él y no me lo cuenten, te vienen con que si no educa la familia los profesores nada pueden hacer y que la célula básica de la sociedad y toda la retahíla. O que los niños en la escuela no hacen más que lo que ven en casa. ¿En casa? dices tú, pero si nuestra familia es una balsa de aceite, un puro nido de amor. Ah, pues entonces será que le dejan ver mucha violencia en la tele.
Queridos padres, queridas madres, con los hijos viene hoy en día, en el mismo paquete con remite de París 68, un complejo de culpa del que no os escaparéis jamás y hagáis lo que hagáis. Sólo la muerte nos libera, pero tampoco es momento para ponerse tan poéticos.

13 noviembre, 2009

Europa como una bella arte. Por Francisco Sosa Wagner

(Publicado hoy, 13 de noviembre, en El Mundo)
Enredados como estamos en asuntos nacionales que nos ahogan en tinta, poco se ha reparado en lo que puede significar para la construcción europea una sentencia del Tribunal Constitucional alemán del pasado junio referida al Tratado de Lisboa.
Lo dicho por los jueces de Karlsruhe es muy importante por el enorme prestigio del que gozan estos juristas y porque la mayoría de los tribunales constitucionales europeos están construidos a imagen y semejanza del germano, lo que vale para países como España y, aún más acusadamente, para los del Este europeo, en cuyas leyes han participado directa o indirectamente los mismos magistrados alemanes. Para comprobarlo no hay más que leer las memorias de Roman Herzog, quien fuera presidente del Tribunal Constitucional alemán -y después, jefe de Estado de la República Federal-: Jahre der Politik. Die Erinnerungen, Siedler, 2007. El hecho de que en la República Checa se haya recurrido a su Constitucional para poner palos en la rueda de la ratificación trae su causa directa del ejemplo alemán.
Muy resumidamente, para no torturar al lector, ¿qué es lo que nos dice en rigor el juez germano? Por un lado, otorga su visto bueno al trabajo de Lisboa, pero, antes de su definitiva ratificación, impone al poder legislativo reforzar los derechos de participación del Parlamento en todas aquellas cuestiones en las que se limite la soberanía nacional, porque la Unión Europea no puede llegar con sus competencias a vaciar el núcleo de la «estatalidad» alemana. De otro lado -afirman los magistrados-, con el déficit democrático que padece la actual Europa no se puede avanzar hacia una federación, por lo que se impone asegurar «la identidad material de la Constitución alemana así como su identidad nacional».
Allí a las instituciones se las toman en serio, y a ningún político se le ocurriría decir -como ocurre en los pagos hispanos- que le importa una higa lo que diga el Tribunal Constitucional. Por eso, con disciplina germana, antes de las elecciones del pasado septiembre, se aprobaron cuatro leyes que regulan, de un lado, el papel del Parlamento respecto de la UE y, de otro, las relaciones entre el Gobierno federal y el Parlamento.
Doctrina peligrosa la establecida por estos sabios de vistosas togas rojas. Queriendo apuntalar el poder interno del Estado, en realidad hacen perder a todos: al Parlamento alemán -pero lo mismo ocurriría a cualquier otro Parlamento, el español, por ejemplo-, pues se le encomiendan unas funciones en la política europea que exceden abiertamente de sus posibilidades funcionales; al Gobierno alemán -y lo mismo diríamos del español-, porque se le ata un brazo al rebajar su margen de actuación a la hora de trabar compromisos con las autoridades europeas; y pierde en fin la Eurocámara,a la que se le niega -con especiosos y mal hilvanados argumentos- nada menos que la legitimidad democrática. El único que gana, como ha destacado Hartmut Marhold, director del Centro de Formación de Europa con sede en Niza, es el propio Tribunal Constitucional (Karlsruhe über alles) que, con su sentencia, parece ignorar un hecho de gran bulto y es que el Estado nacional y su «identidad constitucional» han perdido ya sus contornos tradicionales al estar sufriendo una transformación sustancial, consecuencia del irreversible proceso de mundialización de los problemas de la Humanidad y de esa devaluación de las fronteras que Schuman postulaba.
No, señores magistrados. El futuro, que es un surtidor de novedades, va en otra dirección. Europa ha conseguido mucho en sus años de andadura: ha asumido la existencia de un interés general superior al de los estados que la componen; ha puesto en pie instituciones democráticas que no existen en ningún otro continente; ha trenzado unas fórmulas de cooperación inéditas y, lo que es más importante, ha instaurado la solidaridad de los ricos con los pobres (ahí están los fondos estructurales y de cohesión como testimonio), prueba irrefutable de la existencia de una conciencia común. Queremos todavía más, pero debemos saber que la suma perfección es un horizonte al que sólo nos acercaremos si nos hacemos no sólo creyentes, sino practicantes del credo europeo.
Ese horizonte es para mí un horizonte federal. En tal sentido, los Estados Unidos de Europa son un buen sueño para movilizar a los europeos siempre que admitamos que la América federal no se construyó en un fin de semana, sino a lo largo de un siglo largo con episodio bélico incluido. Nosotros podemos estar orgullosos de haber descartado la guerra como medio para resolver los conflictos sustituyéndola por los textos legales y por las sentencias del Tribunal de Luxemburgo. Es magnífico que en la construcción de Europa se hayan reemplazado los ejércitos y las piezas de artillería por los razonamientos jurídicos. Se me dirá que son poco amenos, que están redactados a trompicones y con alarmas de opacidad, y es verdad, pero siempre serán mejores que el campo de batalla. De un pleito se vuelve con una sentencia adversa, no con una pierna de menos o en un ataúd.
Ahora la UE necesita avanzar. El federalismo europeo no se puede decidir por decreto, es un producto que se forma con el acarreo pausado y meditado de los materiales apropiados. De la misma forma que las organizaciones sindicales y las patronales ya están organizadas a escala europea y las empresas trenzan sus lazos entre los países como pulposos grupos de presión, los partidos políticos -o coaliciones de los mismos- han de hacer lo propio para que, en las elecciones europeas, los ciudadanos voten listas europeas de las que ha de salir el presidente de la Comisión, quien, a su vez, podrá elegir a los comisarios. Sobre la base de las instituciones que ya existen y de la existencia de la moneda común, es preciso llegar a la formulación de una política económica, fiscal y social a escala europea, ya sea liberal, socialdemócrata, verde o rosa, color que proceda en función de los resultados que arrojen las urnas.
ELLO OBLIGARÁ a que esas formaciones políticas trasladen a los ciudadanos proyectos concretos para explicar su modelo o para afrontar éste o aquel problema. Porque está claro que el lastre mayor de la actual Europa no es el tan mentado «déficit democrático» ya que el Parlamento Europeo tiene las mismas servidumbres y las mismas grandezas que cualquier Cámara nacional (por de pronto, hablar en él es más fácil que hablar en el Congreso de los Diputados español). Se trata de una acusación que trae ya claros aromas de pereza mental, pues cada vez tiene menos consistencia.
Lo grave es algo muy distinto, y es el hecho de que las familias políticas europeas no aciertan a explicarnos cuáles son sus metas y sus métodos, sus anhelos y los peldaños de la escalera necesarios para llegar a ellos. Esto se ha visto con crudeza en la última elección a presidente de la Comisión: nada menos que el socialismo, en cuyas filas han destacado en el pasado personajes capitales de la construcción europea como Jacques Delors, se halla ahora mudo ante la oferta de un liberalismo desvaído y oportunista que tiene sabor a guiso recalentado.
Ahí está el problema y el desafío que tenemos por delante. Para afrontarlo es muy importante que los árboles de las directivas, de los reglamentos, de los miles de papeles que circulan todos los días en todas las direcciones por las oficinas de Bruselas, nos dejen ver el bosque en el que estamos, para conocer sus entradas y salidas, sus zonas de luz viva, sus penumbras moribundas, sus sombras y también sus charcas y sus aguas pantanosas.
Hay un mundo que agoniza y un mundo que nace, y Europa el lugar exacto en el que ambos se cruzan. La sentencia alemana tiene las barbas canosas del pasado, un rostro juvenil y lampiño debería mostrarnos la ruta para irrumpir en un espacio que clama por estrenar nombre y títulos. Europa como bella arte.

Grave incidente en el Índico

Según informaciones de última hora, un grave incidente se ha producido en la fraga española en misión humanitaria en el Índico. A tenor de informaciones de agencia, un infante de marina se hallaba en cubierta de “La Más Barata” limpiando su fusil de a saltos y se le escapó un disparo con bala de fogueo, pues se le había olvidado quitar el cargador después de unos ejercicios de apoyo al afro, en el contexto del seminario sobre Alianza de las Civilizaciones en Alta Mar que se está celebrando bajo el Patrocinio del Banco de Santander, el sex-shop Atun-Eros y la sociedad Bufetes de Londres Ltd.
Quiso la desgracia que en ese momento sobrevolara la nave una gaviota senegalesa, picuspicus bucanerus, que, con la detonación, sufrió tal sobresalto, cayó al agua y murió ahogada antes de que pudiesen evitarlo los dos tenientes de navío que valerosamente se lanzaron al mar para intentar rescatarla. Cuando llegaron hasta ella y le hicieron el boca-pico la pobre ave ya estaba irremisiblemente muerta. Pese a que el Ministerio de Defensa, escarmentado, dio la orden de que el incidente se mantuviera en el más estricto secreto, un muchacho somalí, Abdul-El-Bakalao, que se encontraba a bordo por razón de un programa de intercambio con Estados fallidos financiado por tres oenegés bolivianas y la Asociación de Abogados Londineneses Sin Fronteras, transmitió a su familia la noticia del suceso.
De inmediato se produjo la reacción del gobierno somalí y de la Red Somalí para la Protección del Medio Ambiente Marino, radicada en Londres. El primero exigió disculpas del gobierno de España, que ya fueron dadas, unidas a una invitación para que el Presidente de Somalia, una vez que se sepa quién coño es, visite la Academia Militar de Zaragoza y el buque insignia Juan Sebastián El Cabo. Por su parte, la organización ecologista reclama al Estado español una indemnización de diez millones de euros por maltrato avícola y, de paso, cien más porque las deposiciones de los marines españoles del Alakrana son vertidas al océano y dañan el plancton del que se alimenta el cormorán pirata (corcubion negritus) que frecuenta esas aguas. El gobierno de España ha ofrecido a dicha organización cinco millones de euros en billetes usados y dos puestos de concejal en el ayuntamiento de Santa Coloma.
La ministra Chacón ya ha dado instrucciones para que el militar negligente sea sometido a juicio sumarísimo, si bien ha surgido un conflicto de jurisdicciones porque lo reclaman tanto la jurisdicción militar ordinaria como la Audiencia Nacional y la Organización Africana de Lucha contra la Piratería (OALP). El Gobierno español ha pedido la mediación de Yonki-Mun, Secretario General de Eurovisión, y se confía de que con sus buenos oficios se logre una ejecución rápida y limpia del soldado español que ha deshonrado a su patria, a la de Yonki-Mun.
Entre tanto, la Vicepresidenta Fernández de la Vega ha ingresado en un spa valenciano para combatir el mareo y Rajoy ha insinuado que si Madrid tuviera mar iban a saber los piratas lo que es bueno, declaraciones que en el PP han herido la sensibilidad de numerosos concejales. Por su parte, la Junta de Estado Mayor de la Defensa ha emitido un comunicado en el que se aclara que ya está listo el programa de actuación de la Unión Militar de Emergencias para el combate de incendios forestales de invierno y que, como novedad, se dotará a sus miembros de calderos, para evitar las connotaciones fálicas de las mangueras. La ministra de Igualdad ha convocado rueda de prensa para decir que vale, pero que no se les ocurra poner a las mujeres soldados a cargar con los calderos como si fueran vulgares lavanderas de las de antes.
Al tiempo, Amnistía Intercostal ha dado a (la) luz un documento en el que solicita que los piratas somalíes sean reconocidos por la ONU como pueblo sin Estado y con capital en Londres, y la Generalitat de Catalunya prepara un tratado de libre comercio con Bucaneros del Mundo, con sede en Londres. Al parecer, la primera embajadora ante dicha organización será una señora que dicen que es la mujer del Honorable, pero que seguro que es mentira.
También ha trascendido el interés del Ministerio español de Asuntos Exteriores para incorporar a España a la Liga de Estados Fallidos, que se juega a doble vuelta y con desempates a penalties.

12 noviembre, 2009

Estúpidas campañas

Dos cosas nos están haciendo mucha falta. Una, que cesen las campañas bobaliconas que confunden el progresismo con las témporas y que muchas veces sirven para lo contrario de lo que supuestamente pretenden. Y otra, que de una maldita vez aparezcan intelectuales que analicen los significados profundos de estos fenómenos propagandísticos y mediáticos al margen del maniqueísmo imperante y de tanta vulgata para oligofrénicos de marca.
Dos casos, entre muchos, merece la pena comentar. El primero es el de esa campaña que supuestamente busca la igualdad “genérica” y el combate del maltrato de las mujeres por los hombres, de algunas mujeres (demasiadas, es cierto) por algunos hombres. Hoy iba en mi coche y casi me la pego por quedarme mirando un cartel que contiene la inscripción “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”. Memez. En letra más pequeña viene la expresión “maltrato cero” y se pone, como firma o algo así, “maltratozero”, con Z de Letizia. También podría ser “maltrato Zerolo”. La zeta es la letra de moda, como en “zeja”. ¿Será publicidad subliminal? Posiblemente.
Hay una página web donde un montón de mujeres repite la frase aquella y otros tantos hombres dicen lo de que ninguna mujer que haya en su vida será menos que ellos. ¿Qué diablos tiene que ver el ser más o ser menos con el maltrato? En mi vida, en la mía, hay un montón de mujeres y de hombres que han sido y son más que yo; o otros y otras son menos que yo. ¿Debí o debo dejar que los primeros y las primeras me den unos azotes y puedo dárselos yo a los otros y las otras? ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? ¿Acaso el que maltrata a su pareja es más que ella? ¿De eso y nada más que de eso depende ser más o ser menos? ¿Y qué significa ser más o ser menos que uno? ¿Sólo computan aquellos con los que nos encamamos? Por favor, por favor.
Ah, y por cierto, por qué no sale una mujer diciendo que de todas las mujeres que haya en su vida ninguna será más que ella, y un hombre proclamando lo mismo de los hombres de su vida. ¿Se discrimina a los homosexuales o es que sólo hay violencia en las parejas heterosexuales? ¿También esto será subliminal?
Mucho me temo que con esos planteamientos no se ataca, sino que se ratifica, la mentalidad de los que se dan a la violencia en la pareja y la familia. Yo puedo estar emparejado con una premio Nobel, sentir humildemente que en ciertos aspectos es más que yo y no pensar para nada que por verlo así me va a calentar las posaderas sin mi consentimiento. Y a la inversa. No somos todos iguales, se mire por donde se nos mire, y el problema de la violencia en pareja no depende de las diferencias, sino de las maneras de entender el sexo y las relaciones de pareja. La manera de fomentar la autoestima de cada cual no consiste en convencer a cada uno de que no es menos que nadie, sino que lo que hay que separar es lo uno de lo otro.
Se da una asimetría en los mensajes de esa campaña que tácitamente refuerza el estereotipo de la inferioridad femenina. Ya puestos, deberían aparecer también mujeres que expresaran que ningún hombre de su vida es menos que ellas, y hombres que proclamaran que ninguna mujer en su camino es más que ellos. Como no es así, queda la impresión de que se trata de contrapesar la evidencia de que las mujeres tienen menos peso o valor que los hombres.
En fin, con su pan se lo coman.
El otro asunto tristemente gracioso es el de la campaña extremeña para enseñar a los adolescentes a masturbarse. El acabose.
Conste que mi información sobre esa campaña de la Junta de Extramadura proviene de un periódico y dejo a salvo lo que pueda haber de tergiversación, si la hay. Pero ahí se cuenta que en semejante iniciativa se han invertido catorce mil euros y que la campaña “la desarrolla la tienda de objetos sexuales Los placeres de Lola, ubicada en Lavapiés (Madrid),cuyas tres propietarias, especializadas en ventas al público femenino, han sido contratadas como educadoras sexuales”. Magnífico ejemplo de colaboración entre Administración y empresa, sólo falta que meta baza una universidad y que se financie un proyecto de investigación sobre efectos psicosomáticos del vibrador anal y su reflejo en el PIB o que se organice un curso de innovación docente sobre cómo masturbarse pensando en los repetidores/as. Me fui corriendo -con pedón- a la web de ese sex-shop y, oh sorpresa, en la página de inicio me encuenro con el enlace a la convocatoria de un evento, un “taller de striptese”. ¿Y para quién se creen que se organiza ese taller? Para “mujeres con más de 18 años”. Debe de ser para que no sientan que ningún hombre es más que ellas. Viva la política de igualdad.
También me entero de que hay un blog de la campaña, llevado por esa empresa humanitaria de Lavapiés. Por eso se llama “Los placeres de Lola sexroom”. Me pregunto si esa empresa habrá cobrado por la publicidad o si le pagarán encima. Verán como dentro de nada se entera Garzón de que una de las propietarias es cuñada de un consejero de la Junta de Extremadura y que le han caído tropecientos mil euros por enseñarnos. ¿Por enseñarnos qué? Vean, vean. Pura ciencia. Ahí se entera uno de que el punto G de los hombre se llama punto P, de próstata (a mí me gustaría más que fuera punto Z, de zeja), de que no conviene andar buscándolo sin lubricante (¿no sería mejor con lubrigante?), de que para vivir una sexualidad sana hay que “valorarse” (eso debe de significar no sentirse menos que la gente de tu vida) y “mejorar la relación con los demás” y de que no es imprescindible introducirse por la retaguardia todas las bolas anales, pues cada culo en un mundo. También aparecen unas sexudas disquisiciones sobre si el tamaño del pene o de las tetas importa o no, cuestión apenas tratada y respecto de la que se agradece sobremanera la conclusión de que depende, hay días que sí y días que no. Progresamos adecuadamente y bien está que se invierta dinero público en ponernos al día de los pormenores y los pormayores de los órganos sexuales que, como también se nos explica ahí mismo, no son lo mismo que los órganos genitales, aunque “el uno engloba al otro”. Se les olvidó diferenciarlos también de los órganos urinarios, pero supongo que eso estará al caer.
A mí lo de la educación masturbatoria me da muy mal rollo, pero no por las mismas razones que a Rouco y al sector putero del PP, creo. Hace falta ser un reprimido integral y un cantamañanas de libro para creer que a los jovenzuelos hay que enseñarlos a masturbarse como Dios manda. A los de mi generación y las anteriores nos comieron el coco con que Dios mandaba no hacerse pajillas y que, además de quemarnos en el infierno por manosearnos las partes pudendas, íbamos a quedarnos con la médula espinal hecha unos zorros. Un horror, pero ahora estamos en lo contrario, en el afán por instruir y reglamentar hasta el trato íntimo con uno mismo. No se paran en nada y los extremos se tocan al dictaminar cómo deben tocarse los extremeños. Si a unos y a otros la masturbación les pareciera tan natural como en verdad es, se dejarían de cuentos, zarandajas e historias para no dormir sin aplicarse el tratamiento. Me apuesto una cena a que dentro de poco alguna comunidad autónoma y onanista elaborará un reglamento sobre masturbación y establecerá subvenciones para que los sindicatos verticales y enhiestos se ganen unos cuartos dando cursos a los parados sobre cómo no parar de hacerse pajas bien. Que no se olviden de grabar unos vídeos ilustrativos con el Cándido y el Tocho y así no sólo se dedicarán a darle gusto al gobierno.
Ha declarado a este propósito la ministra de la igualdad rampante que “Siempre es necesario hacer una inversión en educación sexual, en prevención de embarazos no deseados y más información a los jóvenes sobre la sexualidad responsable”. ¿Qué tiene que ver el arte de la masturbación satisfactoria con los embarazos no deseados? ¿Se trata de eso, de proponer ese viejo método anticonceptivo? Creo que ya en tiempos le oí a algún cura del colegio que, como mal menor, mejor una gayola.
Son los de siempre y van a lo de siempre, a mandar en nuestras mentes y nuestros cuerpos. Ahora la sotana la llevan como implante intracraneal. Y pasa lo de siempre: están mal follados/as y sólo se excitan con aparatos, concretamente con el aparato del partido. De cajón.
(Ilustración: Camilo Uribe).

11 noviembre, 2009

El acoso del acoso

Voy a meterme en camisa de once varas. A lo mejor salgo escaldado. Echen un vistazo a esta información de El País de hoy. Resumo muy sucintamente el caso. Una mujer que estaba en serios apuros económicos y familiares acude a un influyente hombre de su ciudad para pedirle ayuda. Al cabo de un tiempo, el hombre dimite de su puesto, dice que por razones personales, y en los periódicos se empieza a hablar de la posible existencia de un vídeo de contenido sexual en el que él aparece. Unos diez días más tarde, la mujer presenta denuncia en comisaría por acoso sexual. Cuenta que en cada visita que ella le hacía él la sobaba y le proponía relaciones sexuales, mientras le prometía que le iba a conseguir un trabajo y una vivienda. Ella se harta y narra su situación a un amigo guardia civil, quien le dice que el otro está abusando de su ingenuidad. Aconsejada por este amigo y por un periodista, acude a la próxima cita con el hombre y lleva su móvil preparado para grabar lo que acontezca. Graba ese encuentro y dice que en tal grabación "se ve cómo me da la mano y me lleva a una parte del despacho. Me dice cosas sucias. Me obliga a hacerle una felación". Explica que el amigo y el periodista le piden el móvil para hacer una copia de la película en CD y para enseñársela al superior del tipo, que andaba en pugnas con él, y que cuando le devuelven a ella el teléfono ha sido borrada la película y ella nunca vuelve a saber del amigo guardia ni del periodista. Poco después se produce la mencionada dimisión “por razones personales”.
Para la reflexión que quiero hacer me da exactamente igual que el hombre fuera un alto cargo del PP –era de ese partido y vicepresidente del Gobierno de Ceuta y Consejero de la Presidencia- o de cualquier otro partido, o cura o astronauta. Tampoco importaría que se desempeñara empresario o profesor de universidad, pongamos por caso. Se trata de ir al problema general. Es perfectamente posible que sea absoluta verdad todo lo que cuenta la mujer, todo; es cierto también que este mundo del poder y las influencias está lleno de cerdos con y sin tirantes, de abusones, obsesos y aprovechados de todo tipo. Pero sigue habiendo, a mayores, algunos problemas de otro género sobre los que no está de más meditar un rato.
Primero, a ver cuándo acabamos con la imagen de inferioridad y debilidad de las mujeres por ser mujeres, imagen que se propala so pretexto de protegerlas. Mujeres y hombres son absolutamente iguales en todo lo que socialmente importa y va siendo hora de superar este parternalismo con tufo de machismo encubierto. Imaginemos meramente que el acosador, real o supuesto, fuera hombre y homosexual y que fuera también hombre el acosado. ¿Se presentaría la noticia del mismo modo? Seguramente no, pues en ese caso lo que asomaría no sería el machismo disfrazado de protección femenina, sino la homofobia. ¿Acaso una mujer acosada por un varón heterosexual es más débil o está más indefensa que un hombre homo, hétero o bisexual presionado sexualmente por otro hombre? ¿Se aceptaría con facilidad la afirmación de que ese señor acosado se veía obligado a aceptar los requiebros del otro o a hacerle al otro una felación? ¿Una felación a cambio de promesa es una felación obligada? Si, como creo, la reacción ante los hechos sería distinta según el “género” de los protagonistas, ¿en qué se basa esa diferencia de trato? Seguramente en la presuposición machista de una mayor vulnerabilidad y debilidad de las mujeres. Porque no quiero pensar que pesara la otra alternativa, la opinión de que un acoso por obra de un varón heterosexual es más grave o reprobable que el que provenga de un homosexual. Podríamos jugar con los supuestos y preguntarnos también qué ocurriría si a esa dama la hubiera acometido así una mujer lesbiana en la posición de superioridad en que se hallaba el hombre de este caso, pero creo que basta con lo expuesto.
Segundo, va siendo hora de desmitificar el sexo de una dichosa vez. El sexo obligado por la fuerza o procurado mediante chantaje o falsas promesas es reprobable, reprobable en el grado correspondiente en cada caso. Mas en el asunto comentado no se está hablando, por lo que parece, de violación, sino de acoso con promesas que se hacían verosímiles por la posición del acosador. ¿Dónde está el fundamento mayor de ese reproche? En mi opinión, seguramente equivocada, no en la parte del sexo, sino en el del engaño basado en el poder del acosador. Pero, si fuera así, ¿habría una diferencia sustancial si lo solicitado a cambio de lo falsamente prometido hubiera sido que la mujer le limpiara a ese sujeto la casa gratis durante un año o le paseara al perro todas las noches? No digo que no pueda merecer crítica y hasta castigo la acción de ese hombre, sino que planteo si es adecuado poner en la cuestión sexual tanto énfasis.
Tercero, me da la impresión de que va siendo hora de acotar un poco el concepto de víctima y la consideración de las víctimas. No discuto que el Derecho penal, la moral o la opinión social deban tomar en la cuenta debida a las víctimas de los delitos y abusos sociales en general, no es eso. Pero ni todas las víctimas son iguales ni merecen el mismo trato. La víctima de una estafa mediante el llamado timo de la estampita o el del tocomocho es víctima, sin duda, pero no de la misma manera o con merecimiento del mismo grado de consideración o compasión que la víctima de una violación o unas lesiones dolosas, pues aquella víctima, la del tocomocho o la estampita, lo fue por la conjunción de la mala fe del estafador y de la condición de listillo y aprovechado del que padeció el ilícito. Lo que en el caso de autos interesa que nos preguntemos es lo siguiente: ¿qué habría pasado si el abusador hubiera cumplido alguna de sus promesas a la mujer? ¿Habría sido denunciado? Si resultara que no, tendríamos que lo que a ella la mueve no es tanto la vulneración de su libertad sexual como el haber sido engañada: que no se le haya pagado el precio pactado.
Voy a hacer una comparación arriesgada, pero tómese sólo en lo que sirva. A mí o a muchos compañeros profesores de universidad distintos rectores nos han prometido el oro y el moro a cambio del voto en las elecciones o el apoyo en no sé qué ocasión y, con ese señuelo, no sólo nos han llevado a las urnas con la papeleta en la boca, sino que nos han movido para firmar papeles, asistir a reuniones o enfrentarnos con este o aquel compañero. Lamentable, ya sé, pero esas cosas pasan y uno no es de piedra. Es más, nos han llamado cuarenta veces con ese fin, nos han visitado en casa, nos han perseguido inmisericordemente, con perseverancia y toda una lista de promesas en ristre. Y luego nada, si te vi no me acuerdo. Yo quisiera denunciarlos por acoso, pero me parece que para eso tendrían que haberme pedido un besito o un buen manoseo en lugar de lo que, con idéntico ánimo de engaño en sus promesas, nos pidieron. Pero, en verdad, ni acoso ni gaitas, que cada palo aguante su vela y de sobra tenía uno que haber pensado que lo estaban engañando y que el magnífico de turno podía salirnos rana. O sea, que cuando por la ilusión de una promesa alguien dice que sí, estando en su sano juicio, soñando con la ventaja y arriesgando, actúa auf eigene Gefahr, que dicen los alemanes, asumiendo el riesgo de que vengan mal dadas.
Cuarto, urge poner en su sitio a los medios de comunicación. Aquí, con la inestimable complicidad del TC, el honor, la intimidad y la propia imagen están quedando en nada, todo en nombre de una libertad de informar y del interés de una opinión pública que válganme los dioses. Que se informe a los cuatro vientos sobre delitos, procesos y condenas, pero nada de poner el carro antes de los bueyes y de desmelenarse en primeras páginas al grito de hay una persona que dice que usted la achuchó a media luz y para mí que va a ser verdad. Sólo tiene cada uno de nosotros que ponerse en el lugar del “acusado”. Lo haré desde mi situación, pero que cada cual se aplique el cuento como corresponda.
Imaginemos que una alumna –o alumno, caray- viene una y otra vez a mi despacho a consultarme sus dudas sobre la materia que explico y a expresarme su interés y su preocupación por aprobar la asignatura. Luego suspende, vuelve y le digo que no hay nada que hacer, después de revisar su examen como es debido. Se va a un periodista y le cuenta que yo la estuve acosando con peticiones sexuales y toqueteos y que ella hasta hizo una grabación con su móvil de un día que me hizo una felación para que quedara grabado que me hacía una felación, aunque la grabación se le ha borrado, mecachis. El periodista va al rector, éste me llama para decirme que ya me tiene bien agarrado por salva sea la parte y el periódico publica la historia y me presenta como acosador y obseso. Mi reputación ya no hay quien la salve y a ver cómo pruebo ante la sociedad y en casa que no hice lo que no hice. Es posible que ante los tribunales –en medio de presiones y manifestaciones para que se me condene- logre salir absuelto por falta de pruebas, pero la condena social sobre mi buen nombre ya ha caído sin vuelta de hoja. Quedo para siempre como acosador, y todo por no haber aprobado a esa (o ese) estudiante. Si pienso que el daño a mi honor puede ser resarcido con una indemnización que le he de sacar al periódico, es porque he leído poca jurisprudencia constitucional. Sí ya sé, ciertas visitas hay que recibirlas con las puertas abiertas y con otra gente en las inmediaciones. Es lo que hemos aprendido sobre seguridad jurídica en estos tiempos. Una pena.
Quinto, y último. Todo lo anterior no excluye, para nada, que pueda ser verdad todo lo que la mujer cuenta y que sea un cabronazo con pintas ese tal Pedro Gordillo, del PP de Ceuta. Uno más. Que actúe la justicia como tenga que actuar y que considere todo lo que haya de ser considerado. Pero que no olviden los jueces y fiscales que, si todo es como se dice, ha habido personas –políticos, periodistas y guardias “amigos”- que han destruido una prueba decisiva y han colaborado para un cierto chantaje, aunque sea un chantaje político y eso, de tan común, no sea estrictamente delito ni falta.
CODA.- Hay algo aún peor que el el que un sujeto con poder consiga sexo con falsas promesas: que cumpla las promesas, eso es aún peor, aunque se denuncie menos. Por eso la mejor manera de luchar también contra el acoso sexual en esos ámbitos es combatir a brazo partido la corrupción. Ay, cuántas felaciones habrá detrás de tanto concurso restringido, tanta oposición amañada, tanto cargo de confianza, tanta extraña valoración del mérito y la capacidad y tanto mamoneo. Y si sólo fueran felaciones...