En Turquía han procesado a Orhan Pamuk por traición y ofensa a la patria. Pamuk es probablemente el más importante escritor turco de estos tiempos y, además, un hombre profundísimamente comprometido con la democracia y las libertades. El pasado año recibió, en Alemania, el Premio de la Paz de los libreros alemanes.
Hoy El País trae un editorial sobre el desatino de semejante proceso. Pinchen y véanlo. También se lo reproduzco a continuación, no es largo:
El escritor Orhan Pamuk es, nadie lo duda en el mundo literario, el mayor regalo que han tenido las letras turcas en muchas décadas, glorioso novelista traducido a más de treinta idiomas y ya un firme candidato a ser su primer premio Nobel de literatura. Pero Pamuk parece además destinado a ser mucho más que el gran escritor de la historia contemporánea en una Turquía en la que unos se aprestan al gran salto a la modernidad, la sociedad abierta y la tolerancia, y otros buscan refugios de intolerancia, agresión y oscurantismo en el laicismo ultraderechista o el fanatismo religioso.
Resulta absurdo a primera vista que un Estado que ha acometido inmensas reformas democráticas en los últimos cinco años, y ha comenzado el pasado octubre sus negociaciones de adhesión a la Unión Europea, se lance a la persecución de su escritor más brillante y reconocido por reafirmar unos hechos que todo historiador serio sabe y confirma desde hace muchas décadas, como son la represión de los kurdos y el genocidio a la población armenia. Pamuk afronta una pena de entre seis meses y tres años de cárcel por "denigrar públicamente a la identidad turca". Se le acusa de declarar a un periódico suizo que "un millón de armenios y 30.000 kurdos fueron asesinados en Turquía".
El tribunal de Estambul que debe juzgarle decidió ayer aplazar el juicio hasta febrero, en espera de que se pronuncie el Ministerio de Justicia. Es una decisión que no satisfizo al propio interesado, víctima de agresiones e insultos de ultraderechistas al llegar al tribunal. Pamuk no sólo no debe ir a la cárcel, sino que su proceso debe suponer también el amparo definitivo a escritores, periodistas e intelectuales turcos menos conocidos, perseguidos por los mismos motivos.
El nacionalismo, el irredentismo y los fanatismos ideológicos y religiosos hacen muy difícil la tarea de dirigir la mirada hacia la propia historia, mucho más en un país inmerso en una región del mundo tan anclada en la zozobra como Turquía, entre Rusia, el Cáucaso, Oriente Próximo y los Balcanes. Pero los turcos que buscan la modernidad y la libertad saben que hoy tienen en Pamuk a su valedor. Y deben saber que en esta lucha, el novelista cuenta con el respaldo de los demócratas de todo el mundo.
Bien está ese editorial.
Pero creo que conviene detallar un poco más los hechos y las circunstancias. Lo haré aquí al hilo de lo que hoy cuenta el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung.
A la entrada de los tribunales había ayer una manifestación de nacionalistas turcos. Un político británico, que se encontraba allí como observador enviado por el Parlamento Europeo, fue golpeado en la cara por uno de los abogados de la acusación. Los concentrados insultaban a Pamuk a su llegada y lo llamaban traidor y otras cosas por el estilo. Una mujer lo golpeó en la cabeza con una pancarta antes de que la policía la detuviera. Y la detuvo, qué curioso. Mira los turcos, y luego decimos.
Cuando Pamuk abandonaba el lugar los nacionalistas arrojaron huevos contra su coche e intentaron sacarlo de él. La policía los contuvo y detuvo a algunos. Vaya, vaya.
Y se pregunta uno: esos cachorrillos catalanes que insultaban y agredían hace unos días a Boadella, y que le llamaban también traidor y malnacido, ¿serían turcos acaso?
En el citado periódico alemán publica hoy Pamuk un comentario sobre su caso y su proceso. Me permito traducir apresuradamente un par de párrafos finales que me parecen extraordinariamente perspicaces y aplicables también para algunos lugares cercanos a nosotros.
"Este extraño fenómeno (se refiere a la síntesis entre occidentalización e intolerancia, al hecho de que élites enriquecidas en el negocio capitalista y de costumbres plenamente occidentales se proclamen al tiempo nacionalistas) no es exclusivo de Turquía, sino que hay que verlo como un hecho extendido por todo el mundo, y así debe ser tratado. El notable crecimiento económico que se ha vivido en países como China o India ha llevado en ellos a la formación de una nueva clase media, cuyas características sólo en novelas pueden ser descritas de la manera más adecuada. Ya se las pueda denominar como burguesía no occidental o como burocracia de nuevos ricos, en todo caso estas nuevas élites, al igual que las muy occidentalizadas élites de mi país, están ante el dilema de sentirse simultáneamente obligados, para legitimar su poder, a mantener dos posturas que entre sí se contradicen.
Por un lado, quieren demostrar que dominan la lengua y las maneras de Occidente, y quisieran que todo su pueblo hiciera lo mismo. Pero, por otro lado, quieren librarse de la crítica por haber perdido el sabor local (Stallgeruch, que literalmente sería algo así coom el olor a establo. JAGA) y tratan de mantener su imagen mediante un nacionalismo militante e intolerante. Al observador externo le resulta increíble constatar lo grande que es la discrepancia entre los programas políticos y económicos de esa gente y sus planteamientos culturales".
Hoy El País trae un editorial sobre el desatino de semejante proceso. Pinchen y véanlo. También se lo reproduzco a continuación, no es largo:
El escritor Orhan Pamuk es, nadie lo duda en el mundo literario, el mayor regalo que han tenido las letras turcas en muchas décadas, glorioso novelista traducido a más de treinta idiomas y ya un firme candidato a ser su primer premio Nobel de literatura. Pero Pamuk parece además destinado a ser mucho más que el gran escritor de la historia contemporánea en una Turquía en la que unos se aprestan al gran salto a la modernidad, la sociedad abierta y la tolerancia, y otros buscan refugios de intolerancia, agresión y oscurantismo en el laicismo ultraderechista o el fanatismo religioso.
Resulta absurdo a primera vista que un Estado que ha acometido inmensas reformas democráticas en los últimos cinco años, y ha comenzado el pasado octubre sus negociaciones de adhesión a la Unión Europea, se lance a la persecución de su escritor más brillante y reconocido por reafirmar unos hechos que todo historiador serio sabe y confirma desde hace muchas décadas, como son la represión de los kurdos y el genocidio a la población armenia. Pamuk afronta una pena de entre seis meses y tres años de cárcel por "denigrar públicamente a la identidad turca". Se le acusa de declarar a un periódico suizo que "un millón de armenios y 30.000 kurdos fueron asesinados en Turquía".
El tribunal de Estambul que debe juzgarle decidió ayer aplazar el juicio hasta febrero, en espera de que se pronuncie el Ministerio de Justicia. Es una decisión que no satisfizo al propio interesado, víctima de agresiones e insultos de ultraderechistas al llegar al tribunal. Pamuk no sólo no debe ir a la cárcel, sino que su proceso debe suponer también el amparo definitivo a escritores, periodistas e intelectuales turcos menos conocidos, perseguidos por los mismos motivos.
El nacionalismo, el irredentismo y los fanatismos ideológicos y religiosos hacen muy difícil la tarea de dirigir la mirada hacia la propia historia, mucho más en un país inmerso en una región del mundo tan anclada en la zozobra como Turquía, entre Rusia, el Cáucaso, Oriente Próximo y los Balcanes. Pero los turcos que buscan la modernidad y la libertad saben que hoy tienen en Pamuk a su valedor. Y deben saber que en esta lucha, el novelista cuenta con el respaldo de los demócratas de todo el mundo.
Bien está ese editorial.
Pero creo que conviene detallar un poco más los hechos y las circunstancias. Lo haré aquí al hilo de lo que hoy cuenta el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung.
A la entrada de los tribunales había ayer una manifestación de nacionalistas turcos. Un político británico, que se encontraba allí como observador enviado por el Parlamento Europeo, fue golpeado en la cara por uno de los abogados de la acusación. Los concentrados insultaban a Pamuk a su llegada y lo llamaban traidor y otras cosas por el estilo. Una mujer lo golpeó en la cabeza con una pancarta antes de que la policía la detuviera. Y la detuvo, qué curioso. Mira los turcos, y luego decimos.
Cuando Pamuk abandonaba el lugar los nacionalistas arrojaron huevos contra su coche e intentaron sacarlo de él. La policía los contuvo y detuvo a algunos. Vaya, vaya.
Y se pregunta uno: esos cachorrillos catalanes que insultaban y agredían hace unos días a Boadella, y que le llamaban también traidor y malnacido, ¿serían turcos acaso?
En el citado periódico alemán publica hoy Pamuk un comentario sobre su caso y su proceso. Me permito traducir apresuradamente un par de párrafos finales que me parecen extraordinariamente perspicaces y aplicables también para algunos lugares cercanos a nosotros.
"Este extraño fenómeno (se refiere a la síntesis entre occidentalización e intolerancia, al hecho de que élites enriquecidas en el negocio capitalista y de costumbres plenamente occidentales se proclamen al tiempo nacionalistas) no es exclusivo de Turquía, sino que hay que verlo como un hecho extendido por todo el mundo, y así debe ser tratado. El notable crecimiento económico que se ha vivido en países como China o India ha llevado en ellos a la formación de una nueva clase media, cuyas características sólo en novelas pueden ser descritas de la manera más adecuada. Ya se las pueda denominar como burguesía no occidental o como burocracia de nuevos ricos, en todo caso estas nuevas élites, al igual que las muy occidentalizadas élites de mi país, están ante el dilema de sentirse simultáneamente obligados, para legitimar su poder, a mantener dos posturas que entre sí se contradicen.
Por un lado, quieren demostrar que dominan la lengua y las maneras de Occidente, y quisieran que todo su pueblo hiciera lo mismo. Pero, por otro lado, quieren librarse de la crítica por haber perdido el sabor local (Stallgeruch, que literalmente sería algo así coom el olor a establo. JAGA) y tratan de mantener su imagen mediante un nacionalismo militante e intolerante. Al observador externo le resulta increíble constatar lo grande que es la discrepancia entre los programas políticos y económicos de esa gente y sus planteamientos culturales".
Pues eso. Como aquí. Esquizofrenia y mucho morro.
1 comentario:
Antes de hablar del moro este Panuk, ayer me encontré, en principio con agrado, con una mesa de Amnistía Internacional, me fuí allí y les dije que me vendiesen el informe del 2005 de torturas policiales en ESPAÑA, estuvieron como mirando y no lo tenían, había de todo hijo, menos eso, pero de todo, del odioso maltrato a la mujer había colecciones, de violaciones de derechos humanos de todo tipo , tenían unos papeles para la recogida de firmas para protestar por lo de Guantánamo, les dije que eso no iba conmigo, me argumentaron bastante bien pidiendo mi solidaridad, pero nones, yo les pregunté a ver si tenían miedo de la madera española, me dijeron que no, les creeré pero dejo constancia que ni los "comprometidos" la pían mucho.
Estoy harto de ver noticias de que cuando los de extrema derecha organizan un acto público, se personan allí los luchadores por la libertad, los rojos vamos, a insultar e intentar agredir, en una valiente contramanifa. Cuando lo de la guerra de Iraq se insultó en la facultad de Derecho a los profesores PP. Entonces, que reciban su propia medicina.
Boadella es digno de todo amparo, pero la caga cuando dice que si fascistas y fascismo,¿ pero hay tanta ignorancia ?, es que alguien puede creer que hay seres humanos de este calibre como nos los pinta la izquierda (que no son obreros, ni intelectuales, ni nada que no sean buenosvividores): Un día en la vida de un fascista (de extrema derecha porque ahora parece que los de extrema izquierda de ERC son también fascistas y los de ETA y los del PP, siendo así, sin duda hay más fascistas que demócratas): Después de estar soñando toda la noche con matar a alguien se levanta escuchando el himno nacional y se viste su uniforme negro con calaveras y dragones escupiendo fuego por la boca, no se lava porque ya no queda jabón del que a él le gusta (de campo de concentración), tampoco se peina porque va con la cabeza rapada. Mecanicamente , pues no piensa nada más que en matar sale a la calle, por instinto, porque no piensa, se une a otro fascista (sólo hay dos fascistas en ESPAÑA porque es una sociedad muy demócrata y cultivada a base de fútbol y basuras en la tele)y se dedican a pegar inmigrantes, mujeres (todavía no hay una condena de ningún fascista por violencia de género), "comprometidísimos". Y luego mecanicamente también se acuesta, no come , ni cena porque se come a los que agrede, eructa antes de dormir, señal de su falta absoluta no sólo de valores sino de educación.
Si alguien se lo cree, es que es del gremio de los 3000 euros de marras o nieto de fusilao.
Panuk, los derechos humanos son de todo bicho viviente, a la derecha y a la rica izquierda, cuando Panuk y Boadella y Jimenez los Santos condenen TODAS las burradas, les apoyaré, mientras tanto, que cada perro se lama su pijo, mientras tanto recomiendo lo que admite el ordenamiento, legítima defensa cuando proceda, que es racional.
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