30 noviembre, 2006

Para troncharse más. Continuación del capítulo sobre pedagogos y regüeldos.

Mucho me temo que más de uno amigo no ha hecho a conciencia los deberes que ayer les puse. Y se pierden muy buenas cosas, ya lo advertí. Porque se pasa risa de la buena. Aunque luego le queda a uno un no sé qué, una tristeza honda, una amargura nostálgica... ¡una mala hostia que pa qué!
Es imprescindible que entre los cuatro docentes decentes que van quedando se ayude a desenmascarar a esta tropa de tahúres. No podemos admitir que las universidades se gasten los cuartos en payasadas de este calibre. Debemos defender a los pobres e incautos profesores jóvenes que son poco menos que forzados a soportar tales tomaduras de pelo porque asistir puntúa las las anecas, las anepes y las comecacas diversas en las que pace todo el rebaño de trepas, zánganos y chupatintas.
Me parece que el arma mejor es la difusión de estas memeces. Que se entere la gente de lo que se cuece en esos cursitos para bobos excelsos.
Así que vamos allá un rato más.
¿Habían reparado ustedes en que si van al enlace que ayer les indiqué luego pueden pinchar, dentro de cada curso, donde pone "ficha completa del curso"? No se lo pierdan, es divertidísimo.
Un ejemplo. El primer curso, titulado, "El nuevo contexto universitario", tiene los siguientes objetivos:
"El seminario toma como referencia de partida un esquema global de los objetivos que animan el proceso de convergencia al Espacio Europeo de Educación Superior, para analizar, a partir de allí, el sentido y los puntos clave en las transformaciones que implican en la forma de entender y practicar la docencia universitaria. El objetivo es discutir y madurar una visión general del proceso en la que se ahonde de forma crítica y constructiva en sus razones, en los distintos aspectos que implica, los diferentes puntos de vista sobre los procedimientos a seguir, los principales frenos, las demandas que plantea al profesorado y los recursos y planificación necesarios. Esta reflexión global, aunque detallada en algunos de sus puntos clave, pretende profundizar en el sentido de las acciones -formación, innovación docente, tutorías...- e impulsar la planificación de una estrategia personal y grupal de trabajo para la convergencia al EEES".
Bla, bla, bla. Tienen un morro que se lo pisan estos/as tíos/as. No hay más que verles la prosa para adivinarles la impostura. Esto debería examinarlo con calma un buen equipo de psicolingüistas y sociolingüistas. Porque es un misterio que con una prosa así se pueda vender las motos que esta gente vende. Y si en el mismo sitio ven el programa de este curso, sentirán que les crece esa curiosa mezcla de ira y risa, pues es una fantástica combinación de vaciedades, un catálogo de trivialidades y una exposición de pedanterías sin sustancia.
Pero en esto del programa hay cursos más divertidos. En el curso titulado "Taller de tutorías en el contexto EEES" se menciona como uno de los objetivos el "uso del portafolio". También el curso "Aprendizaje autónomo en el contexto EEES" tiene como uno de sus contenidos "El portafolio como herramienta de aprendizaje y evaluación". Ay, que me parto. Qué panda de picarones. Y viven de eso. Hacen falta muchas competencias y habilidades para montárselo por la vida vendiendo viento de esa manera.
Un querido amigo ha echado esta mañana más leña al fuego. Me cuenta que se tomó la molestia de ir a la página del ISBN y comprobar qué libros tienen publicados, si es que los tienen, los que imparten estos cursos. Comprobó los que nos temíamos: casi nada, algún folletito, pequeñas milongas; o nada, según los casos. Por mi cuenta fui a fisgar en dialnet, base de datos bastante fiable de publicaciones de artículos recientes. Y compruebo más de lo mismo: que han escrito pocas cositas, de temas generalmente tontainas y orientadas sobre todo a la educación primaria. ¿Y esa gente va a enseñar al profesorado universitario técnicas docentes que valgan la pena? Por Dios, hombre, un respeto, seamos serios.
¿Por qué no asisten ellos -y quienes los contratan- a algún curso de verdad sobre cómo investigar o enseñar en serio en lugar de dedicarse a pendejadas de éstas? Se lo podríamos impartir muchos de nosotros. Y gratis. Así que propongo que se invierta el proceso. Que a toda esa caterva de pedagogos descarados se les obligue a cursar alguna verdadera enseñanza sobre el oficio universitario. O que los echen a la puta calle, sin más. Esto no es ni un asilo ni un orfanato ni un manicomio, rediós.
Así que propongo una cosa: creemos un grupo de activistas antipedagogía idiota, apuntémonos todos a este tipo de cursos y toreemos a esos profesores como hay que torearlos. Leña. Para que no vuelvan. Para que se dediquen a lo que verdaderamente saben: tocarse los/as cojones/as en casa.
No alargo más este post y voy a ir preparando para mañana unas escenitas que me imagino.

29 noviembre, 2006

Formación del profesorado universitario. Manda güevos.

Miren, miren, pinchen en el enlace que ahora mismo les copio y vean qué superbien se está formando el profesorado universitario de mi Universidad. Para que luego andemos algunos desalmados diciendo que no sé qué.
Insisto, porfa-porfa, no dejen de entrar ahí y ver todo con calma. Es genial. Al que se descojone lo castigamos sin recreo, ¿vale? Chachi.
PD.- ¡Y un servidor que ha tardado diez minutos en caer en la cuenta de qué carajo era lo de EEES! ¡Qué vergüenza! Y luego ando criticando a los pedagogos, criaturitas. Nó sé si apuntarme al curso de "El nuevo contexto universitario" o al de "Planificación docente universitaria para la adquisición de competencias". Tal vez a este último, que supongo que irá sobre lo de la reforma de los estatutos de autonomía y todo eso.

28 noviembre, 2006

Más de lo mismo, de la uni y tal.

Sigamos un rato más con el tema de los valores académicos. Estos días hablábamos aquí, entre otras cosas, de la sorprendente frecuencia del plagio en los escritos que se presentan a los concursos para plazas de profesor titular o catedrático y de plagios en los artículos y monografías "científicos". Y para qué mencionar el viejo vicio de que becarios y ayudantes se curren los trabajos y experimentos que luego firma -sólo o de primero de la lista- y exhibe el cátedro. Excusas podemos inventar para todo, ya lo sé. Dejémoslo estar.
Recuerdo otro caso que yo mismo viví y que seguramente ya habré contado aquí. Actuando de miembro de un tribunal en concurso a plaza de funcionario docenta universitario, me encontré en el primer ejercicio de uno de los candidatos un puñado de páginas exacta y completamente copiadas de un libro que no mencionaba, haciéndolas, pues, pasar como de propia mano. Reunido el tribunal , lo hice valer para explicar mi voto en contra de tal aspirante y la mayoría de los compañeros -es un decir- del tribunal se me vinieron encima como fieras, aduciendo que quién no había plagiado algo alguna vez. Será que cree el ladrón... Perdí la votación, por supuesto, ganó el falsario. Fotocopié las páginas en cuestión y las envié a unos cuantos colegas prominentes. No pasó nada, sólo sirvió la maniobra para alimentar los cotilleos de pasillo. Condena moral real no existe, sólo chismorreo; efecto ninguno. Tonto el último.
¿Por qué es posible todo esto? Ahí está la madre del cordero, a ver cómo se explica semejante crisis moral e intelectual de la Academia. La primera y más elemental razón seguramente está en el declive moral general de la sociedad y en la correlativa pérdida de todo sustrato ético de las instituciones. No hay sentido de Estado ni de lo público ni del interés general ni de nada, sólo prácticas de comedero, ideologías alimenticias, dobles y triples morales, picaresca. Se admira al jeta, al descarado, al osado; o, como mínimo, se toleras sus éxitos y ascensos en nombre del buen rollito. Lo importante es que nadie elevante la voz, en nombre del buen rollito y por si las moscas. Omertá. En casi todos los trabajos, sean del sector público o privado, la mayoría detesta al esmerado en su rendimiento y al honrado en su actitud.
Fuera de eso y en lo particularmente referido a las universidades, se ha perdido por completo toda consideración del honor académico, la estima corporativa se ha desvinculado plenamente del rendimiento y de las capacidades intelectuales. La universidad se ha politizado en un sentido muy especial. La lucha no se da por el trabajo bien hecho, por la docencia competente y la investigación seria, por el prestigio fundado, sino por el dominio de campos, áreas, sectores, departamentos... El modus operandi reproduce como un calco las maneras de la mafia, sangre aparte. Cuando tengo poder -en una universidad, en un rectorado, en un vicerrectorado, en un tribunal...- favorezco a los míos por ser míos, de mi cuerda, de mi camada, no por lo que en sí valgan. Luego cambian las tornas, otros llegan, a otros les toca la próxima vez. Y se aplica el consiguiente ajuste de cuentas, con idéntica lógica: ahora les toca a los míos, sus váis a enterá.
Y no se avizora solución. Lo mismo da que las normas cambien mientras no cambiemos las mentalidades. Y no cambiarán, la situación tiende a empeorar en progresión geométrica. Vienen nuevas reformas que permitirán mayores manejos y mejor impunidad. Por eso la universidad es ya un cadáver. Sólo van quedando las hienas y los buitres que se disputan los despojos. Y cuatro resistentes que no venden una escoba y que sólo pueden esperar que la jubilación no tarde.

Guerra a las compañías aéreas y los aeropuertos.

Estoy en el aeropuerto de Bogotá. Todavía no ha ocurrido nada gordo. Simplemente que, como en todas partes, mandan llegar con tres horas de antelación para los trámites de los vuelos internacionales. Llego con cuatro horas, a mi estilo histérico-aldeano. Voy todo contento al mostrador de embarque y me dicen que tengo que pasar seguridad y que han de ponerme el correspondiente sello en la maleta. Miro, y el garito de seguridad está cerrado. Pregunto que cuando abren y me dicen que unas dos horas antes del vuelo. Cojonudo. Venga usted tres horas antes para que no le abramos hasta que falten dos horas. Vuelo con Avianca, por cierto.
Hay en el aeropuerto un propio de la Alcaldía que me esperaba, pues la Alcaldía era la que me invitaba a hablar en un congreso que organizaba, y consigue meterme en la sala VIP a esperar ese tiempo muerto, o más bien asesinado. Aprovecho las instalaciones para colgar este post y empezar con el mosqueo.

27 noviembre, 2006

Valores académicos

No hay manera de pasar un rato tranquilo y sin que brame la bestia que uno lleva dentro. Me llama un querido colega y me cuenta, escandalizado, que un compañero de otra disciplina jurídica (¡tiene tantos recovecos la Ciencia del Derecho!) le ha pasado el texto de lo que será su primer ejercicio de habilitación para cátedra postinera, y que qué horror, que tiene la sintaxis de un ornitorrinco y las haches todas aspiradas. Y de contenido que qué decir, una sarta de memeces, la mitad plagiadas.
- Pues se pegará el batacazo -le digo yo, por decir algo y con muy escasa convicción.
- De eso nada -me responde-, tiene los votos amarrados y sale seguro. Además, es guapo de cara.
Pues qué bien. Así se hace Academia, por la cara. Valores académicos.Cada día da más corte confesarse catedrático cuando a uno le preguntan el oficio. Te pueden contestar "ah, como fulano". Y ahí te hundieron, ruborízate. Urge pasar a la clandestinidad.
Un comentario que he oído muchas veces a los jefazos de escuela: ha salido una plaza, ¿nosotros a quién tenemos? Y enseguida responde el mayordomo: pues están la Conchi, la Jennifer, la Peras y el Pocholo, que ya sabes que está operado y le hace a todo. Y la Conchi qué tal es. Ah, pues muy limpia. Bueno, que vaya ella.
El otro día me contaban que a un buen amigo le acaban de planchar enterito un artículo, sin citarlo, claro. Hace un par de años, en un concurso para profesor titular de universidad, una señora, que por supuesto ganó el concurso y ahí la tienes hecha una gloria, le fusiló a mi pareja un buen trozo de libro, en el segundo ejercicio del concurso, consistente en la exposición de un trabajo original de investigación. De investigación y original, sí, y yo con estos pelos. Y el tribunal sin depilar igualmente. Mi mujer se lo dijo a unos cuantos de los que cortan el bacalao, aunque sea por la parte de la cola, y pusieron cara de póquer: vete a los tribunales, si quieres, tú verás y tal. Pero como ya no hay honor ni decencia ni la madre que lo fundó, a nadie con mando en plaza se le ocurre poner a escurrir a la sinvergüenza y condenarla al ostracismo académico. Ahora acaba de publicar como libro el ejercicio aquel y vamos a ver si el plagio de mantiene. Puede arder Troya y puede mi santa comerse el marrón enterito si alza la voz. Valores académicos.
A mí hace bastantes años, cuando era todavía más mindundi y menos calvo, me copió por la brava medio artículo un fulano de otra materia que, para más joder la marrana, era rector. Magnífico. Valores académicos.

26 noviembre, 2006

El marido de Sissi. Por Francisco Sosa Wagner

En nuestros pagos se le conoce como el marido de Sissi, la princesa que iba a caballo por las montañas hermosas de Baviera y de Austria. Era la esposa -fría y una pizca botarate- de Franz Joseph, el emperador de Austria-Hungría, cuya muerte se produjo el 21 de noviembre de 1916. Hace pues noventa años. Había logrado un récord de trienios como soberano: sesenta y ocho años estuvo sentado en el trono.
Mucho tiempo pero, en rigor, el mínimo imprescindible para lograr entender el magno embrollo político de nacionalidades, religiones y lenguas que presidía, escoltado por una turba de personajes palatinos refitoleros y algunas -pocas- personalidades notables que acudían, en cuanto el tiempo lo permitía, a Ischl o a Marienbad, a beber aguas de vagos efectos y someterse a curas complacientes. Todo bien ensamblado por el hormigón del Ejército y una burocracia escéptica pero leal e instruida. Allá a lo lejos, los acordes agobiantes de la marcha “Radetzky”, compuesta por el viejo Strauss, interpretada por unas bandas militares incansables. Siempre me pregunto por qué hoy se toca en España con ocasión de la Navidad y es además seguida con pasión por un público que a buen seguro ignora su significado. Entusiasta Francisco José de los uniformes y las paradas militares, poco interesado por la cultura, conoció todas las calamidades del mundo (“en mi Imperio la desgracia no conoce el ocaso” musitó cuando un anarquista asesinó a Sissi), con plena conciencia de presidir un Estado que era una supervivencia histórica. Abandonado -de hecho- por su mujer, supo consolarse hasta la ancianidad con jóvenes súbditas, como demuestra el siguiente cotilleo -difundido en las memorias de Alma Mahler-Werfel-: la mujer del compositor Alban Berg, Helena Berg, era hija ilegítima de su majestad, habida con una cestera cincuenta años más joven que él y con la que trabó relación en uno de esos paseos matutinos a los que tan aficionado era el soberano y que le servían para entonar las neuronas antes de dar vueltas a los escritos de rumanos, rutenos, checos, polacos y demás pueblos de aquel Imperio, urdimbre de fragmentos traviesos, trozos de un cántaro roto hacía ya muchos años, cuando desapareció la esperanza de encontrar el pegamento salvador.
En una obra de Alexander Lernet-Holenia, Die Standarte, novela con barones, sirvientes fieles, oficiales del Ejército y algún amorío, aparecida en 1934, es decir, en plena nostalgia habsburga, cuando ya se sabía dolorosamente quién era Dollfuss y por ello se intuía que Hitler no andaba lejos -de hecho fue Hitler quien ordenó asesinar a Dollfuss, a la manera del actual demócrata Putin-, aparece un personaje que asegura con la voz quejosa de quien trata de borrar la historia: “a veces los hombres destruyen edificios que han construido las generaciones anteriores como si no fueran nada. Son capaces de quemar palacios tan solo para calentarse las manos”. Es “el mundo de ayer”, de la apacible juventud perdida, que tan bien describe -desde el lado austriaco- Stefan Zweig en sus memorias, o Sándor Márai -desde el húngaro- en sus “confesiones de un burgués” y en algunas otras obras.
Lo cierto es que, tras la muerte del emperador y la finalización de la guerra en 1918, en el firmamento de aquel noviembre, un cometa desplegaba su luz: el principio de las nacionalidades, ideado por el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson. Tal ocurrencia, una de las más nefastas de la Historia (Hobsbawn dixit), traerá una larga cola de fuego. Que todavía emite llamas en los trozos descolgados del Imperio habsburgo y que aquí por cierto parece que queremos reproducir inventado naciones, realidades nacionales y demás peligrosas identidades.

25 noviembre, 2006

Perdido en Panamá

En verdad, en verdad os digo que a Phileas Fog le costaban bastante menos estas vueltas. Aquí estoy, dejado de la mano de Copa Airlines en un hotel del centro de Panamá City.
La historia es la de siempre. Tenía que enlazar aquí a Bogotá. El avión salió de Managua con una hora de retraso. Unas treinta personas perdimos los enlaces. Los que vamos a Bogotá debíamos tomar el avión a mediodía. Ahora saldremos en el de las siete de la tarde. Cruzo los dedos.
Pedí el libro de reclamaciones y primero no entendieron y luego tuvieron que sujetarse la panza para reír a gusto. Me dieron una dirección de correo electrónico.
No sé si echarme a la calle a pasear un rato o hacer la calle propiamente. Al fin y al cabo, esto sería lo más congruente con el modo como lo tratan a uno.

24 noviembre, 2006

¿Será de Cali Zapatero?

Estaba este que les escribe insolentemente aposentado en la piscina del hotel, churruscándose un rato antes de la hora de sus clases y leyendo cosas sobre el carácter contramayoritario de la justicia constitucional, que también son ganas de pillar una insolación. Y no sé por qué, de pronto, me acordé de Cali y de las caleñas. Bueno, creo que sí lo sé, supongo que se debió a que por los altavoces atronantes -o propiamente altavoces- sonó una canción de Niche ("Reventamos, estamos que reventamos cada vez que de frente nos miramos..."), esa buena orquesta salsera que nació a la orilla del río Cauca, allá por Cali.
Dice otra canción colombiana que las caleñas son como las flores, y, por inevitable asociación de ideas, yo recordé a las tales caleñas. No tengo más recuerdo ni anécdota que las puras peripecias visuales, lo juro, lo juro. Y es que camina uno por las calles de aquella ciudad y es inevitable ir chocando con las farolas, créanme. Hace falta mucha entereza y enorme concentración para no volverse a cada paso para seguir la estela de tanta lugareña espectacular que pasa andando como si el mundo no importara y los astros existieran para dar vueltas en torno a ella. Esa entereza sobrecogedora se la vi allí mismo a mi colega y amigo M.A. cuando con él coincidí en mi primera visita a aquellas tierras, pues no se inmutaba ante muslos rozagantes ni pechos ubérrimos, tan concentrado debía de andar con el intríngulis de la diferencia entre principios y directrices.
Por cierto, cuentan los de Cali que se acuerdan bastante de cuando doña Letizia pasó allí un tiempo y que le fue bien. A todos nos gusta que la gente disfrute en nuestra tierra, cómo no. Dicen que vivió como una reina. El que vale, vale. Y si entrena, más. Pero ese es otro cantar.
Regresé varias veces por aquellos lugares de clima caliente y un problema teórico acabó atormentándome las entendederas: ¿qué tienen de particular esas señoras? A fuerza de reflexión y topetazos con el mobiliario urbano, acabé dándome cuenta de una tesis bien cierta: todo es por cómo visten. Van ceñidas hasta el riesgo de asfixia y se gastan poquísimo en tela. A nada que tengan para mostrar, lo multiplican a base de apreturas y ventilación. Estoy seguro de que al natural puramente no lucirían atributos más generosos que nuestras discretas compatriotas. Puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro.
¿Y qué pinta don José Luis, alias Papes, en esta historia? Pues eso, que también va con unas tallas menos de lo que le correspondería a un gobernante con atributos genuinos, y de ahí que sus poquitas ideas, tan sabiamente encorsetadas, deslumbren. Y luego na.
Nos pasa por frívolos. Después no nos lamentemos cuando nos toque empotrarnos en las farolas y nos duela el bulto. Quién nos manda.

Iraq. Perros y jaurías.

Se están matando por docenas, cientos, miles, se están matando entre ellos. Los invasores gringos les importan más bien poco, su guerra es otra; los norteamericanos les estorban más que nada por su tonta manía de interponerse y de no dejarlos matar a gusto. Ellos son chiíes y suníes. Se matan en guerra de religión, con odios alimentados de fe alevosa, con venganzas atrasadas por anteriores dominios sangrientos de los unos o de los otros.
Cuando Sadam no pasaba eso. Sadam mataba él a los que querían matar, imponía la paz a tiros, sin miramientos, con armas prohibidas, con torturas. Luego llegó Bush, el iluminado, y pensó que él también podía hacer lo mismo, sentar por la fuerza la paz y, de paso, plantar una democracia, como si se estuviera en Illinois o Florida, mismamente, o como si los fanáticos fueran normales. Bueno, y por decirlo todo, colocar a unos cuantos amiguetes al mando del petróleo iraquí. No le salió a la primera y sucumbió a la tentación de probar con los métodos del otro, aunque fuera sólo un poquito. La comunidad internacional se le echó encima, con toda la razón, y también los tribunales de su propio país. Toda la razón para la comunidad internacional, pero antes no había criticado tanto a Sadam, todo ha de decirse. Y bien hacía en callar los abusos del genocida, pues sin él las cosas van peor, mucho peor. Sabiduría diplomática, silencios inteligentes. Y no lo digo con ironía.
Ahora concluimos todos, seguramente hasta Bush, que mejor hubiera sido dejar a los iraquíes en las manos sucias de Sadam. Morirían poco más o menos los mismos al año, pero habría más orden y nosotros podríamos seguir mirando para otro lado. Y no existiría este riesgo de que todo salte por los aires en una atroz guerra religiosa entre países árabes de confesión suní y de confesión chií.
Matan como perros rabiosos en nombre de su dios. Se autoinmolan soñando con un paraíso para tarados. Son sabandijas. Son de la escoria del mundo. Que se vaya EEUU, que los dejen masacrarse en paz. Que desangren a su pueblo a mayor gloria del dios de cada uno, y cuando no les quede a quien matar que se autoinmolen por amor a su credo, mártires de sí mismos.
Luego, cuando todo haya ardido, cuando nosotros ya no soportemos las imágenes con tantísima sangre, más sangre, cuando las gentes mueran, aún más, mucho más, de hambre y desesperación, la ONU decidirá interponer sus tropas y unos pocos soldados españoles irán a reconstruir puentes y proteger barrios. Y algunos morirán. Y todo por no haber dejado tranquilo a Sadam controlando a sus jaurías. Qué idiota ese Bush, realmente. Y no lo digo con ironía.

23 noviembre, 2006

Nuevos títulos universitarios

Tengo entendido que el Ministerio de la Cosa Suya de Ellos iba a elaborar una lista de las titulaciones universitarias posibles para todo el territorio nacional, pero que ya no, porque si el territorio no es nacional cómo van a estar unificados los títulos. De cajón, oiga. Así que van a dejarlo para mejor ocasión y piensan permitir que cada universidad se las ingenie con los títulos que le dé la gana, con el visto bueno del Consejero autonómico de turno, eso sí, que menudos son los Consejeros y de universidades y estudios saben un güevo. Todo este montaje de Bolonia era para unificar las carreras universitarias en la Unión Europea y permitir de tal modo convalidaciones y movimientos. Pero, uf, qué esfuerzo. Y yo hecho unos zorros, con estos tripartitos. Ha dejado de gustarles la Convergencia. Convergencia con Europa y divergencia dentro del Estado, vuelve la dialéctica hegeliana de la manita de zapateros, cabreros, calvos y sotelos. Se estudiará una cosa, por ejemplo pintura rupestre, en Quintanilla de la Cueza y escultura celta en Quintanilla de Onésimo (con perdón), y luego venga líos para reconocerse mutuamente los títulos. Entre quintanillas anda el juego, ya ven.
Está bien que proliferen los títulos universitarios harto originales, eso es toque de distinción y señorío, amén de que acrecienta la autonomía universitaria, ese invento que está sirviendo a las mil maravillas para que los rectores y su cohortes de bufones y lameculos les den por el rataplán a sus propias universidades y se conviertan en señoritingos feudales con ínfulas de marquesonas.
Resulta estimulante en grado sumo ya ahora mismo que, verbi gratia, para currar detrás de un mostrador de hotel, atendiendo el check-in y el chek-out o explicándoles a los guiris en spanglish por dónde cae la catedral o dónde se ubica la casa de putas más recomendable de la realidad nacional, haya que tener título universitario. Pero, claro, uno se pregunta por los motivos de tamañas discriminaciones, pues a ver por qué van a ir con su título, todos ufanos, esos currantes del turismo y no van a ser del mismo level los camareros, los tintoreros o los que le lustran a uno el parabrisas en los semáforos. Es compromiso del Estado social bien entendido que todos los operarios tengan su carrera a tutiplén y que en términos de título tanto monten los arquitectos o ingenieros como los monitores de tiempo libre, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. Con todos los respetos, por supuesto, y ya digo que estoy a favor. O, por expresarlo mejor y más en consonancia con los tiempos: ya digo de que estoy a favor.
¿Se imaginan qué bonito diálogo? ¿Y tú que estudias, monín? Limpiabotas. ¿Y tienes clase hoy? Sí, hoy tengo a las nueve Química de los marrones, a las diez Cepillos y cerdas, a las once Ergonomía y por la tarde Derecho y cine, de libre configuración. Jopelines. Sí, puf, y el lunes examen de Cordones, que es cuatrimestral pero exigen mogollón. Y la mamá y el papá tan satisfechos, porque dicen que esos estudios tienen muchas salidas ahora que hay tantas obras en las calles y todo el mundo se embarra una barbaridad. Ay, si yo hubiera podido estudiar una carrera, dice el abuelo, que se ganó bien la vida de trabajador de banca, pero que vive acomplejado ahora, con lo que avanzan los tiempos.
Quiero aprovechar este foro que es mío para aportar mi granito de arena al progreso de la universidad y a la ilustración de la ciudadanía, por lo que paso a ofrecer desinteresadamente a las universidades de mi entorno algunos títulos nuevos que pienso de (sic) que serían muy interesantes y podrían servir para de que regresen los estudiantes a las aulas, cunda la felicidad en las familias y se mejore la relación universidad-sociedad, por un lado, y la relación universidad-empresa, por otro, al tiempo que se permitirá una más eficaz inversión en I+D+I+Los dos catetos partidos por la hipotenusa.
Estas serían las nuevas titulaciones universitarias posibles. Pero no se me apelotonen, Magníficos, que hay para todos:
- Corte y confección. Con maestrías en blusas, faldas, canesús, pantalones con peto, etc.
- Repostería. Con maestría en la correspondiente variante nacional: filloas, mantecadas de Astorga, yemas de Santa Teresa, arroz con leche, sobaos pasiegos, etc.
- Pesca con mosca.
- Embutidos y salazones.
- Juegos de mesa.
- Escritura como un negro. Con una maestría, a la que presagio gran éxito, y que se podría llamar César Vidal.
- Punto de cruz. Con sus correspondientes versiones para otras confesiones, en pro del sano multiculturalismo.
- Papiroflexia.
- Chistes y monólogos.
- Venta ambulante.
- Concursos televisivos.
- Concejalía.
- Alineaciones de equipos de primera.
- Disciplina de partido.
- Plantas de interior y de defensa.
- Coctelería con y sin.
- Orgasmología, con especialidades en ante y retro.
- Alcurnia para nuevos ricos.
- Cata de vinos exquisitos para progres.
- Respiración con escafandra.
- Desodorantes.
- Jornadas de reflexión.
- Lealtad constitucional.
- Servicios secretos, con maestrías en disciplina inglesa, bestialismo y lluvia amarilla.
- Refajos y faltriqueras.
- Masonería cazurra.
- Conservación de abuelos.
- Reparación de casettes.
- Maquillaje de vicearrugas.
- Alfarería alpujarreña.
- Quema de rastrojos.
- Relajación de cervicales.
- Casquería.
- Cuidado de juanetes.
- Estiramiento de pene.
- Abrelatas y quitachapas.
- Lubricantes.
- Fonética manchega.
- Portavocía de consejos generales de jueces.
- Morritos y culetes.
- Acoso impune.
- Nazismo para morenos.
- Avitaminosis.
- Queimadas y conxuros.
- Jotas y pasacalles.
- Inglés para presidentes.
- Dibujos animados.
- Calderetas y archivos.
- Frenillos populares.
- Memorias prehistóricas.
- Depilación de axilas.
- Ministerios de cuota.
- Coitus interruptus.
- Sintaxis rectoral.
- Pinchos y tapas.
- Estatutos de autonomía.
- Rigor penal.
- Velas y quinqués.
- Tortura.
- Alfombrado de pasillos.
- Genuflexión.
- Premios Planeta.
- Lanzamiento de penaltis.
Bueno, lo dejo ahí, por no cansar. Para rectores interesados, estoy dispuesto a elaborar el plan de estudios de cualquiera de estas prometedoras carreras, así como el análisis de impacto (AI), las técnicas de control de calidad (TCC), las asignaturas puente (AAPP), el promedio cicunflejo de créditos (PCC), el calendario escolar (ALMANAQUE), los índices de perplejidad (I?), las abcisas por el recto (TPC) y el Annual Report of Concuspicent Chocapic (ARCCh).
De nada. Amor que le tiene uno a la uni, no más.

22 noviembre, 2006

Homenaje a Gudrun Schyman



Leo en el ABC de hoy, 22, que la feminista sueca Gudrun Schyman la ha emprendido contra la campaña publicitaria de ropa interior que está realizando la firma H&M. En dicha campaña, según cuenta el periódico y por lo que se puede ver en una de las fotos que acompañan la noticia, la actriz francesa Enmanuelle Béart (¡ay!), "posa en ropa interior en un ambiente hogareño y acompañada en algunos momentos por un gato, algo que la presidente del partido Iniciativa Feminista, la conocida política Gudrun Schyman, denominó porno light". No consta que el gato adopte actitudes equívocas ni que abrigue intenciones lúbricas (uff, si llega a ser un paisano...), lo que no es óbice ni freno para la cruzada moralizante y talibana de la sueca. Los extremeños cada día se tocan más y un día alguna áspera nórdica va a descubrir que el verdadero feminismo echa raíces en el Corán. Bien tapaditas las quiere dios, corazón. Y a los tíos, con barba.
En todo caso, admirador como soy de las personas de principios, incluidos los principios más idiotas, ofrezco aquí a la celosa sueca unos modelos que pueden servir para próximas campañas de moda íntima, más acordes con el debido respeto a la mujer en esta sociedad occidental que todo el rato viola sus derechos y degrada su cuerpo. Son fotos que yo mismo tomé ayer en un tierras nicaragüenses, movido por una misteriosa intuición que sólo ahora me explico.
Me permito titularlas de esta manera: ASÍ LE GUSTAN A LA GUDRUN.

El origen de las naciones. Mito y realidad.

1 LA REALIDAD.
2. EL MITO.
Granada (Nicaragua), Museo del Convento de San Francisco.
J.A.G.A.

21 noviembre, 2006

¿Qué ha sido del dandi? Por Francisco Sosa Wagner

En medio de las opas en la economía y las copas en el fútbol, materiales estos que todo lo encenagan, se esfuman los grandes asuntos a los que deberíamos prestar interés. El más importante es el que plantea la situación actual del dandismo. ¿Existe hoy el dandi? ¿O hemos de recluirle en un pasado ya muerto como el duelo o el jesuita? Los diccionarios al uso definen al dandi como el hombre que se distingue por su extremada elegancia y buen tono. Esta forma de acotar su espacio es, permítaseme la irreverencia ante la Docta Casa, un error conceptual de primera magnitud porque el dandismo es antes una actitud estética y moral que una forma de vestir o de acicalarse. Lo más significativo del dandismo es su rechazo del gregarismo, la rebelión perpetua de quien lo practica, su indestructible espíritu insurreccional.
Parece mentira pero en la Academia no han debido de leer a Barbey d´Aurevilly, gran autor francés que ahora nadie conoce pero que sí cultivamos quienes hemos sido y somos lectores voraces de Ramón Gómez de la Serna, y Ramón dedica uno de sus portentosos retratos contemporáneos a Barbey. Además, a principios del siglo XX, Barbey era muy leído entre los escritores españoles, muy leído y muy copiado como lo demuestra el hecho de que Julio Casares, el autor del diccionario ideológico de la lengua española (obra no superada), un perverso erudito que gastaba mala leche sin desnatar y sin isoflavonas, aireara textos de Barbey y de Valle Inclán y, al ponerlos a doble columna, se notaban “icto oculo” sus similitudes. Una proximidad tipográfica de la que no sale muy bien parado el autor de las “Sonatas”.
En los tiempos nuestros, Barbey no está de moda porque fue un tipo conservador en lo político aunque tan demoledor con la pluma que se atrevió a escribir un “contra Goethe”. Ahora, sin embargo, se lleva el “progre”, es decir, el individuo sin sustancia, desnatado, homínido de sacarina. También enormemente conservador pero, precisamente por ello, cuida de no visitar a los autores que confesaban abiertamente y sin complejos sus convicciones.
Pero vayamos al dandi y no perdamos el hilo. Ejemplos académicos de dandis han sido lord Byron, Baudelaire y Oscar Wilde. Toda la literatura del modernismo y la revolución de Verlaine y los malditos está tocada de dandismo, ese Verlaine, que abandona a su mujer y se marcha con Rimbaud, al que acaba disparando y pasando por ello un par de años en la cárcel. La muerte violenta está muy presente en estos díscolos como lo estuvo en Larra, nuestro dandi de cabecera que acabó pegándose un tiro. Larra fue el suicida más estético de la historia española del suicidio, maestro de las generaciones posteriores que han afrontado ese trance supremo, sobre todo ante el acueducto de Madrid, lugar por donde pasaba a grandes zancadas -porque vivía cerca- Rafael Cansinos Asséns, que no fue suicida porque era judío y no le gustaba tomar decisiones irreversibles hasta terminar de estudiarse la Torá.
Ante los nombres citados se comprenderá que sería un error quedarnos en el dato superficial de cómo se anudaban la corbata o el plastrón pues lo determinante en ellos es la revolución que apadrinan: revolución, como digo, estética que es -según sabemos a estas alturas de las revoluciones fracasadas- la única que permanece y logra proyectar su luz vivificadora sobre las arrugas de las mentiras secas. Como dandis fueron asimismo, entre nosotros, los humoristas de la “otra generación del 27" (Mihura, Jardiel, et alii), en los que es muy claro el cultivo de un dandismo estético, no político, que prefirió tomar por taladradoras lo que en rigor eran ametralladoras.
¿Quiénes son hoy dandis? Si nos atenemos a la definición canónica de la Academia, los metrosexuales serían los más cercanos a esta especie, pero estos no pasan de ser unos pelmazos sin pelos en los sobacos. Falta el dandi en la estética, el artista sin compromisos con las cuentas corrientes, para que nos libere del pantanal de la corrección y del arte que ha entronizado al cheque.

Vuelos y revuelos

Ay, qué viaje. Cuarenta y dos horas desde que salí de León hasta que puse mis pies en el hotel de Managua. Cuánto me debe Iberia, cuánta lata les voy a dar hasta que me indemnicen como merezco.
Salí de León a las 02:30 de la madrugada del sábado al domingo. En cuanto subí al bus ya intuí que algo iba a ir raro en este viaje. No sé de qué manicomio sacaría ALSA al conductor, pero el hombre voceaba de muy mala manera a todo el mundo y se veía con los nervios claramente alterados. Pasé el primer rato, desde que arrancó, vigilándolo, pues sospechaba que podía estar borracho. Luego concluí que no, que era un simple pirado. Y pasaban cosas raras que no había visto en otras ocasiones en que usé ese mismo horario, como que se paraba alguna vez y recogía gente de la orilla de la carretera. Lo mejor fue cuando, en un pueblo que se llama Becilla de Valderaduey, paró el bus y comenzó a subir un grupo de cabezas rapadas, todos llenos de cruces gamadas. En la misma puerta estuvieron insultándose con el conductor y amenzándolo con partirle la cabeza. Él al principio tampoco se quedaba atrás, hasta que achantó y se restableció la calma. Y yo me preguntaba qué noche rara era esa y por qué pululaba tanto personal extraño.
Llego a Barajas a las siete y media de la mañana. Mi avión salía para San José de Costa Rica a mediodía. Pero a eso de las diez ya comunican en los tableros que está retrasado hasta las cuatro. Como por cuenta de Iberia, vuelvo a la puerta marcada y... esta vez avisan de que se retrasa hasta las once de la noche. Ya pierdo definitivamente el enlace de San José a Managua. Colas en la ventanilla de Iberia para cambiar vuelos, protestas, voces. Nos van dando nuevos enlaces, pero cuando finalmente llegamos a San José nos dirán que ninguno vale y que hay que empezar de nuevo. El pasaje está alterado e Iberia nos manda a las cuatro de la tarde a un hotel de Barajas. Yo ya llevo más de ocho horas en el aeropuerto. Creo que nos mandan al hotel para que no armemos bulla en la T4, pero en el hotel no nos indican habitaciones ni nada, se trata de estar tirados por allí en los salones, como buenamente pueda cada uno. A las siete y media nos dan la cena, asquerosa. Ahí empieza mi estómago a resentirse, hasta ahora, que parece que tengo un volcán en él.
A las nueve nos transportan de nuevo al aeropuerto. Cuarta vez en el día que atravieso la T4, los controles de seguridad, el control de pasaportes... Entretanto y a lo largo del día Iberia nos había indicado ya cuatro causas distintas del retraso: congestión aérea, problemas en el aeropuerto de San José, una avería en Buenos Aires (¡?) y convenio de la tripulación. Cada empleado da una razón distinta, supongo que es una táctica estudiada para crear el desconcierto y comerle la moral a la gente. La mejor fue la del convenio. Un muchacho de chaquetilla roja nos contó por extenso y con gran calma que el avión no podía salir porque las tripulaciones tienen un convenio, que no nos vayamos a creer que nuestro país es un país sin derechos, y que después del primer retraso ya no había hasta las once tripulación que por convenio pudiera volar. Y que vuelta con los derechos de la tripulación y los trabajadores. De los derechos de los pasajeros no dijo nada.
Hago un paréntesis para hacer constar que el hombre era medio gangoso y que eso me tiene perplejo. Porque cuando un par de días antes llamé a Serviberia por un problema con el billete me atendió el teléfono un brasileiro que medio chapurreaba español solamente. ¿Cómo es posible? No lograba entenderme con él ni a la hora de deletrear el localizador. Y en la T4 he ido a dar con un par de chavalas de información que son, esas sí, completamente gangosas, con problemas de articulación o de frenillo o algo muy raro en la boca. Y bien está que se dé empleo a los discapacitados, líbrenme los dioses de cuestionar eso, pero, hombre, poner a los casi mudos a informar a la gente a grito pelao y en español e inglés...
Por fin el avión sale, algo después de medianoche, doce horas más tarde de cuando debía. El comandante toma la palabra y nos da la quinta razón del retraso: que había una pieza mal y que se la estaban cambiando en ese momento y que enseguida va. ¿A quién creemos? Muy amablemente, nos explica que aterrizaremos de noche en San José y que eso resulta complicado, por lo que tratará de tomar la pista al bies, o al menos eso entendí yo, y que si lo ve chungo porque llueva o algo, tiramos para Panamá. Nos observamos los pasajeros con cara de mira qué majo y qué atento y qué tranquilos nos deja.
Once horas de vuelo, una fruslería. Llegada a San José a las tres de la madrugada, hora local, y tres horas y media haciendo cola ante un nuevo mostrador de Iberia para que nos solucionen los enlaces. Tres horas y media. Atendidos por personal de Iberia, pero local, que eso es como sumarle a la pereza la abulia. Los centroamericanos desconocen el estrés, qué calma, qué pachorra. Vimos amanecer allí. Eso sí, nos dicen que por las maletas no nos preocupemos, que ellas nos siguen en el avión en que vaya cada uno. Me dan hora para volar a Managua a las once de la mañana y aprovecho para dormir un par de horas tirado en el suelo de una sala de espera, literalmente. Antes, a eso de las cuatro y mientras hacía cola, me había encontrado a mi colega y amigo Pepe C., que volvía de Managua e iba a embarcar en el avión que me había traído, después de doce horas de espera él también.
A Managua llegué yo, pero mi maleta no. Todos los españoles que habíamos venido con Iberia de Madrid en la misma situación en Managua, sin maleta. Parece que llegará mañana, eso dicen. Me espera el transporte del hotel Holliday Inn. En cuanto arranca, el conductor pone música: José Luis Perales todo el camino. Ya dije que había sido un viaje muy inquietante, de principio a fin.
Descansé un par de horas en el hotel y me fui a explicar tres horitas en la universidad de turno. Los alumnos, funcionarios y fiscales casi todos, me miraban raro, como si fuera yo sueco y hablara en swahili, por poner una comparación. Serán paranoias mías, no digo que no.
Qué penitencia andaré pagando por estos mundos, me vuelvo a preguntar. Con lo ricamente que se está en casita. Y más ahora que me voy a comprar sofá nuevo con el pico que le voy a sacar a Iberia. Palabra.

20 noviembre, 2006

Emilio Alarcos. Por Francisco Sosa Wagner

La pregunta que se impone es la siguiente: las personas ¿nacen todas con la misma cantidad de sutileza, de ironía, de inteligencia y de bondad? ¿o está repartido ese botín ya desde la cuna de forma inicua? Soy igualitarista y roussoniano, por ello sostengo que todos nacemos iguales pero la Caja de Ahorros o el Banco, al en cadenarnos, nos agrian el carácter. Y perdemos frescura y galanura a medida que vamos cumpliendo todos los meses con las exigencias de esas instituciones financieras.
Pues bien, hay excepciones a esta constante humana: así, la representada por Emilio Alarcos. Ahora, la Diputación de Valladolid acaba de publicar su biografía con una selección de algunos de sus escritos, bajo el cuidado de quien fuera su amigo en Oviedo Ignacio Gracia Noriega. De su mano aparece retratado Alarcos, que cumplía con la Caja de Ahorros, pero que conservó siempre, intactas, esas cualidades con las que venimos equipados a este mundo. Alarcos -lo recuerdo bien- fue el señor que echaba una simple mirada con la sonrisa en los labios y en ella venía acurrucado un rimero de observaciones ocurrentes y sentimientos bondadosos. Otros gastan palabras pero él, experto en palabras, las evitaba de esa forma, o también enarcando las cejas que era otro modo elegante que tenía de perder el respeto a la vacuidad. Alarcos empleaba los músculos que no poseía para derribar dulcemente prebendas, jerarquías vanas y alcurnias. Tenía un olfato finísimo para el pelmazo, lo detectaba de lejos y huía de él resueltamente. Gafudo como era, veía asimismo a distancia al pedante y le colgaba de inmediato un apodo, de esos que derriban divirtiendo, y el así condecorado ya no podía vivir sin su sobrenombre. Hay afortunados a los que puso varios y los llevan cogidos en un pasador como los militares muy medalleados. Animo a Gracia Noriega a hacer una recopilación de los motes de Alarcos como hay recopilaciones de las máximas de Pascal o de Chamfort. Podrían publicarse ya que, en sus motes, Alarcos afirmaba su condición de maestro de diagnósticos humanos. No extraña que gustara de Baroja y que le dedicara estudios sesudos pues estaban hechos en buena medida de la misma pasta. Baroja era anarquista y Alarcos alarquista que era su forma personal de estilizar la doctrina libertaria. Eugenio d´Ors escribió una “filosofía del hombre que trabaja y que juega”. Alarcos era un trabajador incansable que jugaba de forma inagotable.
Por eso, entre bromas y veras, Alarcos dejó obras capitales, en la lingüística y en la crítica literaria, y asimismo dejó dichas unas cuantas verdades que deberían leerse a tanto botarate como anda suelto para que las escribieran cien veces en la pizarra. Fue así un debelador de las “identidades”artificiales que hoy se airean para fundar sobre ellas pretensiones políticas y, de paso y como quien no quiere la cosa, arramblar con un cargo remunerado. Ese afán por descubrir una singularidad y cultivarla es “pretensión vana que solo conduce al empobrecimiento aislacionista” y este ánimo secesionista es particularmente manifiesto en las minorías que se agitan en el terreno lingüístico. Él creía que los hombres preclaros, asturianos, leoneses o castellanos, eran “provincianos universales” como se llamó a Clarín. “No son precisas más señas de identidad”, remachaba Alarcos.
Cuando escribió un prólogo a una biografía de Indalecio Prieto, se complació en recordar lo que Prieto predicaba: la necesidad de medir las divergencias y descubrir las coincidencias. Palabras que en la España actual gozan de una lozanía inmaculada y suprema.
El escudo de Alarcos bien podría presentar el ovillo de sus sabidurías y agudezas en campo de sornas.

17 noviembre, 2006

Follando como locos. Un nuevo caso de sexo y Derecho.

La jurisprudencia está que arde. Cada día más cosas de las que empiezan en una cama acaban en un tribunal. Miren este caso que resolvió la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en sentencia de 20 de septiembre de 2005.
Voy a exponer los hechos y la resolución del caso con un poco de humor, tal vez más negro de lo que la elegancia demanda. Ruego se me excuse y no se me tenga por desalmado, sino por mero perplejo.
A una chica mayor de edad sus padres la ingresan en un hospital psiquiátrico, por recomendación del Servicio de Urgencias del Hospital de la Paz de Madrid. El diagnóstico es de trastorno psicótico-maniforme. En los días siguientes los padres la visitan en su habitación, pero a los tres días se llevan un buen susto: se la encuentran practicando dosis intensivas de sexo con otro paciente del mismo centro. Dice la exposición de hechos de la sentencia que los “contactos sexuales” fueron “no completados”, pero no especifica si lo incompleto del acoplamiento se debió al susto de que llegaran los viejos o simplemente a que no estaba de Dios.
Y se armó la marimorena, claro. Los padres se llevaron a su hija a una clínica privada y solicitaron responsabilidad de la Administración –era un hospital público- en aplicación de los artículos 106.2 de la Constitución (“Los particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”) y 139 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, que dice: “Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos. /. En todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas”.
Como sucintamente se expone en la sentencia, la jurisprudencia viene exigiendo algunos requisitos para hacer efectivo este tipo de responsabilidad patrimonial de la Administración, responsabilidad extracontractual. De entre ellos, aquí dan especial juego dos: la realidad del daño cuya reparación se pretende y la existencia de nexo causal directo y exclusivo entre la actividad de la Administración y dicho daño; es decir, que lo haya provocado la Administración con su hacer o su no hacer y que sólo lo haya provocado ella. No es éste lugar para meterse en profundidades técnicas ni yo la persona competente para tal cosa, por lo que sólo quiero plantear algunas perplejidades de mero ciudadano. Y alguna guasa, si se tercia. Con todo respeto y tal y cual.
¿Hubo daño? ¿Qué daño? Aquí se habla sólo de daño moral y así lo ve la sentencia. ¿Existió tal? Me da la impresión de que el Tribunal pasa de puntillas para decir que sí, al menos en lo que a la muchacha se refiere, más presumiéndolo que constatándolo. Se aduce que por causa de los medicamentos no tenía la paciente alterada su capacidad de decisión, si bien sí tenía afectadas “sus facultades volitivas por el propio trastorno mental que padece”. No olvidemos que no estamos ante un asunto penal, sino ante la mera cuestión de si hay un daño no penalmente sancionable que la Administración tenga que compensar. Y no veo nada claro este razonamiento que quiere hacer pensar que la paciente efectivamente sufre un daño cuando acepta mantener relaciones en un estado en que sí está en condiciones de decidir pero ha perdido la cabeza. Caramba, atentos a esto último, pues fíjense cuánto se alteran las capacidades volitivas cuando uno se enamora como un perro o se deslumbra como un topo en plena noche de copas y devaneos. Estaría bien poder pedir indemnización después por haberse dado gusto en semejante estado. ¿No suena un poquillo retrógrado esto de que el sexo produce daño cuando el que lo acepta y lo quiere no está absolutamente en sus cabales y no es totalmente dueño de sí mismo? Por esta regla de tres, ni cuatro en todo el país se lo harían sin daño. ¿Qué daño si la mujer se lo estaba pasando bien con uno que le hacía el amor como loco y sin forzarla lo más mínimo ni abusar en nada? Porque nada de esto último se probó, desde luego que no.
Queda el daño moral de los padres, por la cosa del sofoco y la sorpresa. El Tribunal habla a este propósito de que “el hecho de presenciar que su hija se encontrase manteniendo relaciones sexuales” les provocó “pesar, amargura y tristeza y en definitiva daños morales”. Hombre, pues sí, se comprende, pero no sé si será para ponerse así, en estos tiempos. Además, qué carajo, hay que llamar a las puertas antes de entrar en las habitaciones, incluso las de hospital, por lo que pueda pasar.
Si hay que indemnizar cada vez que un padre o madre siente amargura o tristeza porque hace cositas su hijo o hija mayor de edad (no olvidemos este detalle), estamos listos. Imagínense la escena en una universidad pongamos por caso. Cátedro asilvestrado y profesora en edad de merecer que se dan al vicio allí mismo. Y los papás de ella, por ejemplo, dándole guerra al Decano y demandando a la institución por daño moral. No sé, no sé.
Se me dirá que la paciente tenía afectadas sus facultades mentales por razón de su enfermedad. Pero en ese caso vuelvo a las andadas: ¿hay que presumir daño en toda relación sexual no forzada que mantenga una persona con alguna dolencia mental? Y subrayo lo de la falta de prueba, porque vean este párrafo: “Así pues, considera la Sección a pesar de la ausencia de informe médico al respecto que los hechos acaecidos, sin plenitud de facultades volitivas, lógica y razonablemente han de producir huella en Dª Laura (así se llamaba la paciente) y en definitiva una alteración dañosa más o menos perdurable de tipo psicológico”. Bien se aprecia aquí la síntesis de presunción y prejuicio. El daño se presume siempre que el sexo no es entre personas serísimas e hiperresponsables. ¿Pero qué es esto de presumirlo en ausencia de prueba? ¿Y si la “huella” que el acto le dejó fue un dulce recuerdo y ganas de repetir? ¿Suponemos el daño de todos modos? ¿Y si el daño mayor fue el susto de ver, en pleno éxtasis, la cara de su madre y oír sus gritos? ¿A quién reclamamos si la causa fue ésa, al hospital también por no poner pestillo en las puertas de las habitaciones? Ahí es donde asoma la oreja el prejuicio de los señores magistrados, me temo, en la idea de que el sexo es malo y dañino por regla general; al menos para los locos. Y no, el sexo es bueno precisamente porque a los cuerdos los enloquece y a lo mejor a los locos los sana un poco, vaya usted a saber. Que no todo van a ser disgustos y pesares.
Sentado por el Tribunal que hubo daño, quedaba por ver si es imputable causalmente a la Administración, y dice la sentencia que sí por dos razones. Una, porque no había en los pasillos vigilancia suficiente para evitar que anden los pacientes de un sexo metiéndose en las habitaciones de los del otro (o los del mismo, debería haber añadido, que uno ya no puede fiarse ni de los pacientes que también tienen colita, menudos están los tiempos). Y otra, porque las normas o protocolo del hospital no impiden que pacientes de distinto sexo puedan coincidir en la misma habitación, lo que, según el Tribunal, “evidentemente no resulta admisible ni por razones de simple lógica ni por razones profesionales”. Mucho me extraña que en un psiquiátrico público puedan compartir habitación ellos y ellas y supongo que no se refiere a eso la sentencia. Y si es que no se separan los sexos con un buen muro, estilo israelí, para evitar los asaltos furtivos, me parece que nos estamos pasando un poco. Por esa regla de tres, que separen también a los chavales en las escuelas, no vayan a coincidir cerca los baños y… Pero si, como piensan los señores magistrados, esto del sexo y el daño es cosa de lógica, me callo.
El caso fue que se condenó al hospital a abonar casi cuatro milloncejos de pesetas por la broma. Luego, no nos quejemos el día que nos toque ingresar y nos pongan camisa de fuerza y cinturón de castidad. Verás qué risa.

16 noviembre, 2006

Uniberzotarios.

Qué jóvenes tan monos. Un grupillo de profesores hemos montado una asignatura de libre configuración que se llama "Cine, literatura, música y derecho". Por ninguna razón especial, la verdad, sólo por comprobar en vivo y en directo que lo de la libre configuración es la enésima gilipollez de este menú universitario que pronto tendrá todos los platos a la boloñesa.
Se matriculan en masa, casi doscientos, por el interés crediticio, que no por amor a ninguna de las cuatro disciplinas que se aluden en el título. Faltaría más, un respeto y una cosa. Lo que más les gusta es lo de las pelis, y lo que más de lo que más, si son de Stallone o de Van Damme (tonto de mí, y paleto: durante un tiempo yo oía el nombre de estos eminentísimos actores y pensaba que eran asturianos: Restallones y Van Dame. No me digan que no suena bien para series de acción ambientadas en Colloto o La Pornacal. De Restallones podría hacer el mismísimo Areces. Y de Van Dame no sé, lástima que Zerolo no sea asturiano. Regalo la idea a Tele Asturias. De nada). Últimamente un bedel se coloca en la entrada del salón para evitar que la eximia concurrencia meta palomitas, cocacolas o calimochos. Pero con el ruido de las pipas no hay manera de acabar. Roen.
Ayer una intrépida profesora, a la que imagino o bien despistadilla o bien con hechuras de mártir, tuvo la feliz idea de proyectar una grabación cinematográfica de Tosca, la ópera de Puccini. Para qué queremos más. El recital acabo siéndolo de cuchicheos, risas y conversaciones en las butacas. Muy toscos los guajes. Además, supongo que estarían seriamente ofendidos, por quién los habrán tomado, qué atrevimiento. Margaritas ad porcos, expresión que, como todos saben, quiere decir Margarita echa unos polvos, pero en griego. La profesora acabó por mosquearse, interrumpió la proyección y les dijo que podía marcharse tranquilamente cualquiera que estuviera a disgusto y no pudiera soportarlo.
Se fueron casi todos.
Molestos.
Indignados.
No es para menos.
Una ópera.
Habráse visto.
Mañana vendrá algún papá a protestar.
Seguro.
Mi niño viendo esas cosas.
Por dios.

Verdades históricas, amnistías y tiros por la culata

Esto ya no lo entiende ni el que asó la manteca, como dicen en mi pueblo.
Comienzo por declarar, y no es la primera vez, que soy socio de Amnistía Internacional y que cotizo regularmente. Bien, dicho esto, añado que muchas veces tampoco comprendo a dicha ONG –o lo que sea-, cosa poco sorprendente, porque cada vez entiendo menos de nada.
Hace unas horas escuché en la radio unas furibundas declaraciones del Presidente de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, a propósito de un Informe que la organización presentaba sobre la Ley de Memoria Histórica. Je, no están de acuerdo y les parece una patraña y un engañabobos, hasta el punto de que afirman que mejor sería que no hubiera tal ley, en lugar de esta tomadura de pelo. No sé de qué se extraña nadie, hasta los ciegos ven que es una maniobra propagandística de ZP para pescar unos votos mientras nosotros, ciudadanitos españoles -o lo que leches seamos- hijos de Caín y Caína, volvemos a abrirnos la crisma utilizando los esqueletos de nuestros abuelos –y hasta el suyo, de él- como cachiporra. Y ya se hace completa la felicidad de nuestro bondadoso Presidente si, encima, el PP se echa al monte, como suele, y enseña el colmillo preconstitucional.
Lo que ya no entiendo tan bien son los demás argumentos de Amnistía, en la versión radiofónica de su Presidente. Pues dice que, bien mirada, esta Ley de la Memoria Histórica supone una amnistía para los criminales franquistas, que equivale a una intolerable ley de punto final. Y, claro, a un servidor se le tambalea la poca ciencia jurídica, poquísima, que le va quedando en la chola. Pues siempre creí que aquí la amnistía de marras ya había recaído, incluso para franquistas, cuando aquella Ley 46/1977, de 15 de octubre, llamada, precisamente, “Ley de amnistía”. El asunto tiene su aquel: a Amnistía Internacional no le gustan las amnistías; o al menos las nacionales. A lo mejor debería cambiarse el nombre y pasar a llamarse “Caña Mundial” o algo así.
Decía el artículo 1 de dicha Ley del 77 que “quedan amnistiados… Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos o faltas realizados con anterioridad al día 15 de diciembre de 1976”, y el artículo 2 especifica en su apartado a) que “En todo caso quedan comprendidos en la amnistía… Los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ello, tipificados en el Código de Justicia Militar”.
Pues ahora don Esteban Beltrán afirma que la ley es impresentable porque no permite juzgar aquellos crímenes horribles –y es verdad que muchos lo fueron, sin duda-, a los que califica el señor Beltrán como crímenes contra la humanidad y declara, en consecuencia, imprescriptibles. El argumento tiene su guasa, ciertamente, pues sostiene el buen hombre que le parece sangrante –vaya, feo adjetivo en este marco- que los tribunales españoles se hayan declarado competentes –TC dixit- para juzgar los crímenes contra la humanidad o los genocidios de chinos o guatemaltecos en su país y no lo sean para los asesinatos perpetrados en el nuestro cuando la guerra y la postguerra. Pues sí, pero ¿qué hacemos con aquella amnistía? ¿Nos la pasamos por la parte del forro de la chaqueta? No entiendo nada. Y no me gustaría, la verdad, que tuviéramos que vérnoslas por estos lares con disquisiciones sobre si se puede derogar o no y dejar sin sus efectos una amnistía previa.
Por cierto, ¿y con qué alcance maniobramos en esa marcha atrás? Los de ETA deben de estar acojonadillos con esta virulencia antiamnistiadora de Amnistía. Y no sólo porque puedan tener que regresar a chirona los etarras que mataron o secuestraron antes del 77, si es que al final la Ley de amnistía nos la cargamos por la brava; no, sobre todo porque pueden imaginarse trampas saduceas a la vuelta de la esquina: en pleno “proceso de paaazzz” el Gobierno comienza a hacer la vista gorda, a gestionar absoluciones y a conceder indultos, pongamos por caso; ellos van, todos ingenuos y amorosos, entregan las armas y luego…, ¡zas!, viene Amnistía Internacional, invoca el sagrado derecho de las víctimas a obtener justicia y reparación y donde dije digo digo Diego, los meten entre rejas a todos. Estaría simpático, menuda jugada. Y don Esteban Beltrán de ministro de justicia del cuarto gobierno de ZP, muertos de risa los dos y dando conferencias por medio mundo sobre derechos humanos y garantismo.
Ah, y lo de las víctimas. Pues el señor Beltrán ha declarado que no es admisible que con tanta ley de despiste, tanta amnistía encubierta y tanta cosa se deje a las víctimas de los espantosos crímenes sin su derecho a que paguen por sus culpas los verdugos. Lo dicho, ya verás como lo están haciendo todo para cargarse el proceso de paz y a los etarras. ¿O será Amnistía una organización de esquizofrénicos y andaré yo cofinanciando con mi modesto óbolo a una panda de cantamañanas? Preocupado me quedo, francamente.

15 noviembre, 2006

El cine histórico y los fantasmas presentes.

Anoche vi la película Los fantasmas de Goya, de Milos Forman. Salí del cine con muy mal cuerpo y me puse a pensar por qué. La película en su conjunto me pareció interesante, pese a que Goya no es en ella más que un pretexto. Su personaje es plano, insípido, desvaído. Están sus cuadros, sus grabados, los Caprichos, Desastres, Disparates... pero no está su figura humana apenas. Hasta la sordera parece que la vive como una anécdota más o menos intrascendente ese Goya que se diría de temperamento escandinavo. Falta la mediación entre esas imágenes y la España negra, fanática y aborrecible que reflejan y que sí nos muestra la película con más o menos fortuna: falta el pintor.
El auténtico protagonista está en el personaje que representa Javier Bardem, ese cura, primero, que pensamos fanático y que azuza a la Inquisición para que se esmere en la crueldad que engendra temor de Dios y que, luego, caído en desgracia por sus propias debilidades y su innata cobardía, huye a Francia, se torna revolucionario y vuelve triunfante con las tropas de Napoleón y con Pepe Botella, hablando de derechos del hombre y clamando otra vez para que sea derramada la sangre en bien de la verdad y la justicia. Tal vez se encuentra ahí uno de los mejores logros de la película, en la saña con que muestra cómo los extremos se igualan en vesania cuando de construir sobre la tierra paraísos o de imponer verdadades dogmáticas se trata. Daría la razón este guión a alguno de esos autores que han sostenido que las diferencias ideológicas lo son más bien de temperamentos y que quien por sus internos desequilibrios y los desarreglos de su alma propende a la vileza y ansía el dominio abraza cualquier extremo y mata por cualquier dogma, pues todos le son fungibles, dado que el fin no está en la realización de esta o aquella idea sino en el dar salida a las ansias propias.
Pero sigo pensando por qué me fui de tan mal humor del cine y creo que porque se me hizo real, a día de hoy, mucho de lo que ahí de nuestro pasado se representaba. Ese hatajo de estúpidos políticos, esa corte frívola, ese populacho soez, tanto fanatismo, tanta fealdad, tanta superstición, tantos oscuros manejos de los pastores de las almas y los guardianes de los dineros, de consuno. Pero, antes que nada, me puso nervioso el personaje de Bardem, el hermano Lorenzo, religioso procaz tornado luego en tiralevitas napoleónico, como ya he dicho. Mientras por la pantalla resbalaba su cobardía, su codicia, su arribismo, su crueldad, su maledicencia, su sucia sensualidad, su baboso y afeminado -¿se puede seguir utilizando este adjetivo en un contexto como este?- gesto, me estaba acordando de tantos que conozco, mismamente en la Universidad, untuosos siempre con el que gobierne, sea quien sea, fatuos, correveidiles, chivatos, lameculos, capaces de vender a su madre por un carguete de segunda y ansiosos por que nadie despunte por encima de su talla infame y su moral de ratas, apareándose entre iguales en despachos y oficinas, remojándose la conciencia en vanidades postizas, consolando su inanidad en trámites y audiencias, adulando para que los adulen, mamporreros con vocación de percherones y triste presencia de mulos, condenadas sabandijas. Y nos tienen copados y mandan por doquier. La puta que los parió.
Mas nos falta el Goya que los pinte, el Larra que los fustigue, el Valle-Inclán que los caricaturice. Ahora no tenemos más que progresitos de salón y meapilas de palacio. Intelectualillos y artistas bajo palabra de honor que venden su alma al diablo por un momentito de gloria en Babelia y una foto junto a la Leti. Bah.

14 noviembre, 2006

¿Lo importante es participar?

¿Cuánto duran las modas más pelmazas? ¿Cuánto resisten los clichés? ¿Por qué se prefiere el tópico manido antes que la reflexión seria? Me parece que el proceso es así, poco más o menos: en algún momento de inquietud social y cambio unos pocos pensadores avanzados y avispados –no son cosas reñidas- se inventan algunas ideas muy aprovechables para la mejora de la sociedad y sus organizaciones. De inmediato, los vulgarizadores y los líderes políticos convierten tales pensamientos en meras consignas, y a partir ese instante tal pensamiento va a ser aceptado sin poner mayor atención a su fundamento y, con ello, a su condición siempre discutible, a sus límites y a los propósitos, tal vez realistas y mesurados, con los que nació. Desde entonces comienza un proceso temporal y geográfico que dura décadas. De los países creadores –EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra…- pasa a los países europeos que son imitadores de primera generación –España, Italia, Portugal…- y de ahí salta, aproximadamente una década más tarde, a Latinoamérica, donde, eso sí, compensan la tardía recepción con un inimitable entusiasmo y una fe digna casi siempre de mejor causa. Magníficos ejemplos de lo que vengo diciendo nos los ofrecen muchas de las ideas sesentayochistas.
Entre las mayores pestes de ese tipo está la idea de participación. Quieto parao, amigo mío, detenga su ímpetu y deje que me explique un poco antes de echarme los perros. Voy a defender la democracia y la participación democrática, desde luego que sí. Pero creo que ya fue Norberto Bobbio quien dijo que uno de los mayores peligros para la democracia lo constituye el exceso de democracia. Mantendré, cómo no, que la participación democrática de la ciudadanía tiene su natural asiento bajo la forma de participación política, como ejercicio de los derechos genuinamente políticos y para hacer de los parlamentos, productores de la ley, verdaderos lugares de representación ciudadana y leales vías de ejercicio de la soberanía popular: justamente lo que se está perdiendo por despistarse en otras cosas. ¿O es que, por ejemplo, la Universidad es más democrática ahora que hasta el más mindundi puede acabar dirimiendo con su voto si se admite a trámite una tesis en materia de física atómica? Un respeto y menos tomadura de pelo. De democracia nada, demagogia de la peor especie, terreno abonado para inútiles y vendepatrias.
Hace tres o cuatro días, al final de una de mis clases en Bogotá se me acercó una alumna, licenciada en Derecho y que pretende darse a la investigación jurídica, a contarme que ella tiene intención de trabajar sobre la mejora de los mecanismos de participación de los ciudadanos en la Administración. Arrugué la nariz de inmediato, pues algo conozco ya del percal, y más por aquellas tierras. Le pregunté que a cuento de qué debía la gente participar en las cosas de la Administración y me dijo que porque así lo disponía la ley en su país con carácter general. Y mi respuesta fue que pues muy mal por tal ley. Y a eso voy, aun a riesgo de meterme en vereda ajena y de que me den un tirón de orejas mis buenos amigos administrativistas, comenzando por Paco Sosa y Mercedes Fuertes.
Partimos de dos grandes paradojas, de especial grosor en América Latina. Una, que se quiere participación democrática en una Administración crecientemente desvinculada de y libre frente a la ley, con lo que se pierde en democracia real mucho más de lo que se gana en democracia imposible. Luego diré por qué lo de imposible. Y, otra, que se pretende que los ciudadanos tomen parte en los manejos de una Administración que malamente merece tal nombre, al menos si nos tomamos en serio a Max Weber. Vamos por partes.
La crisis de la ley va unida en casi todo nuestro ámbito cultural al descrédito imparable del legislador. Buenos méritos hacen los partidos y los políticos para que nadie se tome en serio sus andanzas, pero desde el punto de vista de la democracia y la fe en el Estado de Derecho mejor haríamos en inventar fórmulas para reparar ese renqueante motor de la representación que en tirarlo a la basura de la historia y confiar en que nos rescaten del quebranto de nuestra soberanía jueces iluminados o ejecutivos filantrópicos. Más bien es de temer lo contrario y ciego hay que estar para no avizorar lo que se nos viene encima cuando demos la patada definitiva a parlamentos y leyes: el imperio incontrolado de tiranos con toga o las acechanzas arbitrarias e impunes de corruptos grupúsculos locales. Así que, si tanto nos gusta participar y nos parece tan progresista dicha práctica, ¿por qué no damos el paso sincero y honesto a la participación política, desplazando a tanto mangante que trata de controlarla, en lugar de andar inventando sucedáneos contraproducentes? Nos parece muy bien a los progres que la gente no milite, que la gente no vote, que la gente no se sindique, que la gente no se asocie para nada, y, sin embargo, propugnamos que vaya el personal a meter la nariz en la gestión de una instancia que tiene que ser ejecutora de designios legales superiores y que ha de estar presidida por la eficacia y, por consiguiente, no debe quedar al albur de las discusiones baratas y las pérdidas de tiempo para dar la lengua con el personal.
Pero, ¿qué Administración? Decir administrar es decir tomar decisiones técnicamente competentes, jurídicamente eficaces y socialmente eficientes. O sea, con capacidad técnica y con maximización de los recursos de todo tipo, desde los temporales hasta los presupuestarios. Lo contrario de gastar los días y los cuartos en reuniones infinitas, comisiones inverosímiles y explicaciones inoportunas. En la Administración hemos de poder confiar, en tanto que ciudadanos, por varias razones: porque está controlada por los jueces en su vinculación a la ley, porque está formada básicamente por funcionarios técnicamente competentes y al mando de políticos, sí, pero pocos y muy representativos, y porque, al fin y al cabo, qué entendemos nosotros, pueblo de a pie, de la inmensa mayoría de las cosas que en la Administración para nuestro bien se cuecen. Ni falta que nos hace, para eso están ahí los que mejor saben de todas esas cosas, de sanidad, de planeación urbanística, de puentes y carreteras, etc., etc.
¿Pero están realmente? Ahí le duele. A este lado del Atlántico cada vez hay menos burocracia (en el muy noble sentido weberiano del término) y más paniaguado (ay, los cargos de confianza, los concursos amañados y las promociones internas) puesto a dedo y con la sola condición de que firme sin decir ni pío, para que se lucre a discreción la caterva de politicuchos locales corruptos y de negociantes que pescan en aguas fecales como esas. Y en Latinoamérica simplemente no hay Administración, ni poca ni mucha, que merezca ese nombre, sólo las cortes de los mandamases de turno. En muchos países no se ha descubierto todavía la relación funcionarial. Llega un alcalde nuevo a un municipio y se lleva de casa hasta a los conserjes y los camareros de la cafetería. Y, por supuesto, el criterio de selección casi nunca es el de la aptitud técnica, la independencia de miras o la acrisolada honradez; no, cuenta el parentesco, la cama, la influencia familiar, el intercambio de favores, el enchufe… Y lo mismo a todos los niveles, desde el local más bajo hasta los ministerios o la presidencia de la república de que se trate. ¿Eso es Administración? ¿Participar en semejante enjuague? ¿Por qué? ¿Cómo? A fin de cuentas, ¿para qué? ¿Para legitimar con una apariencia de control lo que de por sí es incontrolable, en semejantes tesituras? Una tomadura de pelo, un descaro bochornoso. Casi todos los latinoamericanos que conozco y que trabajan en alguna Administración y andan a vueltas con el sonsonete participativo han sido colocados a dedo en su cargo para darle gusto al jefe –casi siempre amigo personal o de la familia; partidos propiamente no hay, a esa abstracción de las relaciones sociales todavía no se ha llegado- y decir lo que más le convenga. Anda ya, hombre, a otro perro con ese hueso; si hubiera de verdad algún control serio estarían casi todos de patitas en la calle o preparándose para ganarse el puesto en un concurso en condiciones y en el que todos los bien preparados pudieran participar. Miren, he dicho participar.
Suena muy bonito lo de la participación y bien está que ciudadanos y asociaciones se asomen a ver qué pasa detrás de las ventanillas. Pero para controlar, para fisgar, en pro de la transparencia, y para denunciar todo lo denunciable y acusar de todo lo que acusación merezca. Pero no para jugar al debate interminable, no para fingir que unos pocos líderes que buscan notoriedad o poder se enteran de algo de lo que se cuece o para que los partidos castren toda resistencia y todo control precisamente a base de captar para sus filas a los más peleones y ambiciosos. Hoy los ves encabezando con garra el movimiento vecinal y mañana los tienes en su asiento de concejales o consejeros de variado pelaje, traicionando y dando por ahí al pueblo que decían defender. Hasta un sistema de incompatibilidades debería existir para que ni los movimientos sociales ocluyan los legítimos cauces de la representación política ni los partidos políticos descabecen los movimientos sociales a base de corromperlos y de darle nuevas vueltas de tuerca a la famosa ley de hierro de las oligarquías.
El caso es que algo de esto le conté a la joven colombiana, que me miró al final muy triste y me dijo tal que así: mire, doctor, yo estoy muy de acuerdo con usted y mucho de eso ya se me había ocurrido a mí, pero si en mi estudio digo ni la cuarta parte de tales cosas, mi futuro profesional se acabó; yo tengo que contentar simultáneamente a los políticos y a la academia manteniendo que todo es muy bonito y que aún lo vamos a mejorar más con muchísima participación y mucha democracia estupenda.
Qué porquería. Viva la ciencia. Progresamos.

13 noviembre, 2006

Las guerras de los abuelos.

Breve y conciso, que ando con la cabeza a pájaros después del vuelo desde Bogotá –esta vez en clase turista, sin concesiones de Iberia, maldición- y de que el tramo a León acabara en Valladolid, por la niebla.
Ya conté aquí alguna vez que a un tío mío, llamado Valiente, hermano de mi padre, lo fusilaron los franquistas durante la guerra, al parecer. Injusto, lamentable, triste. Todos cuentan que era un buen hombre. Era soltero y no dejó hijos. Bien, ¿y qué hago?, ¿le pongo una esquela a estas alturas ciscándome en quienes lo mataron? ¡SETENTA AÑOS DESPUÉS!
Me sumo a los que lamentan todo este juego simbólico incitado por esos buenisísimos que, en su ansia infinita de paz, andan reticentes a que se anulen juicios o se concedan pensiones, pero aplauden que se envenenen recuerdos y se reediten odios.
Me viene esto a la cabeza en este momento porque un amigo me escribe y me hace reparar en el texto que en La Nueva España, de Oviedo, publica hoy David Ruíz, historiador bien conocido en mi tierra, creo que catedrático universitario ya jubilado, vinculado fuertemente a la izquierda y, si no estoy en un error, antiguo cura. En mis tiempos en Oviedo sólo coincidí con él una vez, en una reunión de algo. En cuanto nos presentaron me soltó: "ah, el famoso García Amado, he oído que eres arbitrario y déspota". "¿Y eso?", pregunté yo. "Pues una amiga mía me dijo que la habías mandado a paseo cuando fue a reclamar por su muy injusto suspenso", me explicó con cara de muy pocos amigos. Le pregunté el nombre de la chavala. Al día siguiente miré el examen y tenía una nota de uno (sobre diez, claro). Y también recordé que yo la había tratado con corrección, como procuro hacer siempre. Eso sí, la niña era monilla. Sería sobrina suya, supongo.
Pues en su breve texto de hoy sale el veterano historiador en defensa del abuelísimo, de ese fusilado tan insigne que un día de estos va a dejar pequeño a Lorca. Hago mal, sí, en gastarme chanzas con el tema. Descanse en paz aquel capitán Lozano que murió a manos de los facinerosos que se alzaron contra una República legítima. Pero es que anda su nieto con cierta pasión necrófila y agitando los muertos de todos, seguramente para su propio beneficio, pues es hombre que no repara en gastos cuando es hora de atropar votos. Lo que pasa es que, como esto siga así, hasta los muertos se le van a amontillar un día.
Defiende David Ruiz al abuelo zetapense de la acusación que ya muchos habíamos oído por aquellas tierras astures, la de haber empleado mano bien dura contra los mineros en la represión de la revolución del 34. Un día, no hace mucho, un señor mayor, conocedor de la historia y las historias, dijo: al capitán Lozano lo mataron los nacionales porque lo cogieron antes, pues si lo llegan a pillar los mineros después de lo del 34... Quién sabe. Como quiera que sea, estimula ver que un historiador de los que mucho simpatizan con los poco constitucionalistas revolucionarios del 34 asume ahora la defensa de un simple capitán de los que tuvieron que reprimirlos a sangre y fuego.
Andamos en plena promiscuidad de legitimidades contradictorias. ¿También sería defendido lo que hizo en el 34 si no lo hubieran fusilado después del 36? ¿Y si...? Ah, la historia, qué gran ciencia.

12 noviembre, 2006

Vuelve la película "Raza". Por Francisco Sosa Wagner

Quienes, como es mi caso, se empeñen en coleccionar trienios, recordarán que, en los años de la dictadura, el primero de abril, la televisión daba la película “Raza” cuyo guión había escrito el general Franco, aunque figuraba con un seudónimo. Se trataba de la historia de una familia, Churruca creo que se llamaba, y en la peripecia vital de sus miembros se advertía cómo el niño que de pequeño era bueno e iba a misa, se hacía de mayor, falangista; mientras que el niño malo, que mataba gorriones y ponía la zacandilla a las mozas, tenía su destino marcado como rojo comecuras. Todo ello nos movía a la risa porque era el sectarismo en estado puro. Bazofia incomestible.
Pues bien, ahora vuelve el espíritu de “Raza”, es decir, de la simplificación histórica, solo que desde distintos presupuestos ideológicos. Así ha sido en un Congreso sobre la II República celebrado en León, de cuyas ponencias he tenido noticia por la información detallada de la prensa leonesa. Se ha ofrecido en él una visión idílica de un período histórico que está lleno de luces y sombras, como todo aquello que atrapa en su seno la madre Historia. Las conferencias han corrido a cargo de unos historiadores serios pero degradados en esta ocasión a la condición de sectarios oportunistas.
Al parecer, la II República no conoció etapas diversas, fue un “continuum” sin sobresaltos. La realidad es que hubo varias repúblicas, la que llega hasta 1933, la que se cierra con la victoria del Frente Popular, la que empieza en ese momento hasta la guerra civil y la de la propia guerra. ¿Cómo se puede hablar de esa experiencia trufada de acontecimientos contradictorios como de un todo, un “paquete” propio de las actuales ofertas comerciales? Al parecer tampoco hubo enemistad entre Prieto, Besteiro y Largo Caballero (este, por cierto, abrazado en el Consejo de Estado a Primo de Rivera durante su dictadura); ni entre los comunistas, cuando en rigor reflejaron en España la pugna entre el estalinismo y el trotskismo, lo que llevó al asesinato de Nin por los agentes de Stalin; ni Azaña estuvo permanentemente enfrentado a Alcalá Zamora, y por lo visto Azaña estaba encantado con los nacionalistas catalanes y lo pasaba pipa con ellos...
Quiero concretarme a lo que son mis conocimientos profesionales. La República no significó avance alguno en el ámbito del procedimiento administrativo ni en el de las garantías jurídicas de los ciudadanos ante la Administración. Por el contrario, la ley de Defensa de la República y, después, la de Orden público, consagraron una peligrosa evanescencia al configurar infracciones abiertas que hoy se ponen como ejemplo de libro de lo que es una burla al principio de tipicidad (que sí se respeta en la ley hoy vigente). Tampoco significó avance alguno en la jurisdicción contencioso - administrativa, anclada en una ley de finales del siglo XIX. La legislación municipal de 1935 no aportó novedad respecto de lo que se había hecho en los Estatutos de Calvo Sotelo. En cuanto a los funcionarios se siguió con el sistema de “despojos”, alejado del modelo de función pública profesional y neutra, como lo demuestra el caso de los secretarios municipales, sucesivamente depurados en el 31, en el 33 y en el 36.
El traje republicano tuvo pues muchas arrugas y también zonas perfectamente planchadas (así, las obras públicas o la instrucción primaria). Ambas han sido objeto de estudio por historiadores rigurosos (entre ellos, algunos de los venidos a León) en los muchos libros publicados: en ellos debemos estudiar, no en los mítines oportunistas. Es decir, el espíritu de “Raza” y su mensaje bobalicón han de ser enviados sin complejos al cuerno. O a freír espárragos en el fuego del rigor.

10 noviembre, 2006

Cómo está la prensa.

Deslumbra la prensa colombiana con el intenso color de las mariposas que acompañaban todo el día a Aureliano Babilonia. Vean, como muestra, qué cosas vienen hoy en la portada de El Tiempo. En letras grandes, la noticia de que "A los condenados por violar niños los exhibirán en la TV". ¿No se le había ocurrido algo así a Bono? Copiones, que son unos copiones. Vamos a la letra pequeña y nos cuentan que una ley que acaba de sancionar el presidente Uribe, la Ley de la Infancia, prevé que se obligue a las cadenas de televisión a publicar al menos una vez por semana los nombres completos y la foto reciente de los condenados por tal delito. Es la función resocializadora de la pena lo que se quiere acrecentar, si no me equivoco. En España sí que daría buen resultado esa resocialización, pues de inmediato competirían las telebasuras para llevárselos a buen precio a las respectivas cadenas (de retrete) a contar sus peripecias y sensaciones. Aquí, como son menos ocurrentes y progres, sacarán sólo la foto, y será de carnet, encima.
También remite la primera página del diario a la marcha de los records Guinness, obsesión, como bien se sabe, de los más descerebrados. Entre los ejemplos edificantes que ahí mismo se mencionan se halla los siguientes: en Suráfrica han conseguido hacer la cadena de bragas más larga del mundo, mientras que, en justa venganza, un presentador australiano ha logrado ponerse dieciocho calzoncillos en un minuto. Para que luego digan que la gente no se ocupa de cosas importantes.
En páginas interiores sigue el culebrón de la exhumación del cadáver de Pablo Escobar. Parece ser que toda la operación la organizó un hermano del finado con el fin de vender las imágenes del evento, esqueleto bigotudo incluido. Bien se ve que hasta a las mejores familias les sale alguna oveja negra.
Pero lo mejor de la agudeza periodística y policial nos lo muestra la misma página, cuando informa de que dos gays de Bogotá se han suicidado a lo Romeo y Julieta. Tenían 40 y 45 años y se mataron en las escaleras de acceso a una iglesia bogotana, quedando sus cuerpos abrazados. Lo cual dio pie a que "un investigador del caso" sacara la siguiente conclusión sagaz: "Por la posición en que fueron hallados se infiere que se trataba de una pareja". ¿Seguro que era sólo un abrazo?
Ya iba uno bien perplejo con tanto acontecimiento trascendente cuando, pum, unas páginas más allá aparece una entrevista con Aznar. Pero no dice nada que no sea lo de siempre. Eso sí, en la foto luce su melenilla tipo los chunguitos.
Menos mal que llega el consuelo con el artículo de Daniel Samper Pizano en el suplemento "Carrusel". Creo que es el mejor prosista humorístico que conozco hoy en día. Es hermano del ex presidente aquel que se pasó todo el mandato repeliendo acusaciones de estar financiado por el narcotráfico. El artículo se titula Ya podrás de pie, Paola. Pinchen ahí en el título y léanlo, que no tiene desperdicio. La tal Paola es una ex miss de aquí que declaró estos días que lo que más envidia de los hombres es poder mear de pie. Y Daniel Samper ha visto en España la solución, en un nuevo producto que la mujer se instala entre los muslos, a modo de teja, y que permite una cómoda y sana evacuación erguida. Pero insiste en que no se podrá comercializar el invento en Colombia en estos tiempos, pues el aparatejo se llama "Uribelle". Ofendido en su sentimiento patriótico, se pregunta el escritor por qué esos descarados españoles no lo llamaron Zapaterillo o Aznarete. Tiene razón, hubiera sido de lo más oportuno; al fin les habríamos encontrado utilidad a nuestras dos lumbreras.

Fantasmas en la Facultad de Jurisprudenicia

La Universidad del Rosario es de las más antiguas de Latinoamérica, fundada en 1635 por Fray Cristóbal de Torres, Arzobispo de Santa Fe. A mediodía de hoy una manifestación recorrió las calles del centro de Bogotá, al lado mismo del recinto histórico de la Universidad, que alberga la Facultad de Derecho. La autoridad académica decidió suspender las clases de la tarde y cerrar las puertas del recinto, vaya usted a saber por temor a qué males o por la experiencia de qué pasados desmanes. Se hizo una excepción con el curso que imparto, en atención a que, por extranjero y porque ya pronto regreso a España, no quedaba ocasión para recuperar esas horas.
Así que me vi con mis dos docenas de estudiantes de maestría en aquellos vetustos espacios, hoy desiertos. En un intervalo, algunos de esos estudiantes me contaron que, según rumor muy difundido, por las noches se ven fantasmas deambulando por los viejos patios y las esquinas sombrías, y extrañas sombras y misteriosas luces.
Luego, la clase continuó con normalidad y nos pasamos un buen rato hablando del espíritu de la ley y del espíritu del legislador. Venía a cuento.

09 noviembre, 2006

Olé Azúa.

Azúa en El País de hoy. Olé.

EL PAÍS - Opinión - 09-11-2006
Félix de Azúa. ¿Quién teme al ciudadano feroz?
"Como es bien sabido, con ocasión del Salon de 1864 el pintor Édouard Manet expuso su célebre Olympia, un desnudo femenino que irritó profundamente a la buena sociedad parisina y cambió las reglas de la representación clásica. La gigantesca cólera desatada por el cuadro de Manet era debida a que el nuevo modo de presentar un tema clásico dejaba sin argumentos a los tradicionalistas. La estrategia artística de Manet negaba todos los valores defendidos por la vieja escuela. Los entendidos, los expertos, los coleccionistas y aquellos aficionados que se consideraban enterados, reaccionaron con violencia porque, de ser cierto lo que Manet expresaba en su pintura, entonces ellos eran una colosal mentira. También es conocido el final de la historia: eran una colosal mentira.
Algo similar está sucediendo con la irrupción de un pequeño partido posnacionalista en Cataluña, a partir de las últimas elecciones. El Partido de los Ciudadanos (PC) es minúsculo en comparación con las fuerzas que representan al nacionalismo catalán, pero la reacción que ha desatado es sorprendente y pone de manifiesto, no la amenaza de los débiles, sino el miedo de los poderosos. La astuta conducta de los medios de comunicación catalanes, que no informaron en ningún momento sobre la campaña del PC mientras duró la subasta de votos, no ha podido resistir el resultado y ahora se desborda en ataques furibundos. Un síntoma inequívoco de que el poder se siente débil.
Por si alguien supone que escribo desde una posición militante, debo aclarar que si bien formé parte del grupo que incitó a la creación en Cataluña de un nuevo partido que pudiera hablar con naturalidad sobre todo lo prohibido por el poder, en cuanto ese partido se constituyó legalmente me retiré con ánimo de no regresar nunca más a la política empírica. Si ahora escribo sobre ellos es porque nos están sirviendo una valiosa información sobre la falta de información que sufre la sociedad catalana. De modo que habría escrito exactamente lo mismo si hubiera votado a Convergencia o a Iniciativa.
La falta de información a la que aludo es una de las causas de la inseguridad del poder catalán. Cuando escribo esta crónica hay ya un acuerdo para repetir el tripartito. Es decir, que han ganado los que han perdido, pero quizás no cabía otra posibilidad. Los partidos nacionalistas catalanes son máquinas de distribución. Cualquiera de las posibles combinaciones ganadoras no se forma para cumplir el deseo de los votantes sino para satisfacer a los partidos y a sus clientelas. Contra este estado de cosas había que fundar un nuevo partido y ese partido ha conseguido tres escaños sin apenas campaña, sin dinero, sin apoyos, sin aparecer en los medios, contando tan sólo con el entusiasmo de la gente.
La victoria ha sorprendido porque la sociedad catalana carece de información responsable. Muy pocos periodistas sabían algo sobre el nuevo partido y lo que sabían era mentira. Ningún profesional de la prensa catalana intentó averiguar algo por su cuenta. Cada uno de los mediáticos de prestigio pertenece a un grupo dentro del sistema y nada que caiga fuera de tan estrecho horizonte tiene la menor importancia. La endogamia informativa ha llegado a extremos grotescos, como la creación de un comité de comisarios que vigila a los periodistas catalanes. Sin embargo, no es el momento de examinar el grado de dependencia y la falta de autonomía de los medios catalanes, sino de sacar algunas conclusiones. Y para ello nadamejor que poner algunos ejemplos de lo que está sucediendo después de las elecciones, cuando el resultado es irreparable. Quizás alguien se percate de que el estado de cosas es insostenible, que está hundiendo a la sociedad catalana en el escepticismo democrático, y trate de ponerle remedio.
Hablemos de las firmas y vayamos de menor a mayor. Como es lógico, todo el periodismo de batalla ha coincidido en calificar al PC de facha, ultraderechista y cosas semejantes. De nada ha servido que el jefe del partido se definiera como socialdemócrata, o que no haya ni un solo dato que fundamente semejante barbaridad, es decir, que este es un partido de delincuentes. Ningún responsable del PC ha hablado de inmigración y si lo ha hecho ha sido con bastante mayor liberalidad que la señora Ferrusola de Convergencia o el señor Barrera de Esquerra; ni de religión y si lo ha hecho es para declararse laico y contrario a la asignatura de religión, a diferencia de los nacionalistas; ni del aborto, las bodas gays, el feminismo y la parafernalia que trabaja ese partido estetizante, Iniciativa, como no sea para coincidir con ellos porque, la verdad, esas cosas son simplemente obvias. No importa: los Sopena, los Culla, los Cardús, los Sánchez, la infantería del sistema, han afirmado que el PC es de extrema derecha.
Era de esperar, por así decirlo, entre la gente de faena, pero subamos un peldaño. Toni Soler es una figura de la radiotelevisión catalana y escribe en La Vanguardia. Es una de esas estrellas locales que viven de luchar heroicamente contra la microscópica presencia del PP y que jamás han tocado un pelo al poder. Sin embargo, la aparición del PC le ha puesto nervioso. He aquí lo que escribía Soler el domingo 5 de noviembre: "(Para el PC) el nacionalismo catalán va de Carod a Piqué, inclusive, y dicen una frase en cada idioma, para demostrar que el idioma no les importa, es decir, que si el catalán desaparece no soltarán ni una lágrima". Esto lo escribe Soler en castellano. Es otro de los innumerables nacionalistas que considera justo multar a un tabernero por no rotular en catalán, pero que desea seguir cobrando sus artículos en castellano, por favor. Con esta moral es difícil informar objetivamente.
Subamos otro peldaño, lleguemos a periodistas prestigiosos y a los que respeto. Ese mismo día y en el mismo órgano de los conservadores catalanes, Enric Juliana escribía: "El despliegue del Partido de la Ciudadanía en España sólo es posible con el apoyo estratégico de un poder fuerte. La FAES es uno de ellos y ha amenazado con querellarse contra quien diga que suya es la mano que mece la cuna". Debo confesar que el párrafo me ha desconcertado porque soy lector habitual de Juliana, uno de los escasos periodistas catalanes que utiliza el castellano con elegancia. Su posición siempre ha sido clara, es simpatizante de Convergencia, pero no es un palanganero. Suelo oírle en la tertulia de Carlos Herrera y me parece un hombre equilibrado. Que utilice una falacia tan absurda es significativo sobre el grado de intoxicación de los periodistas catalanes. La gente que ha conseguido tres escaños se los ha trabajado como antaño los clandestinos que luchaban contra Franco: aguantando los ataques del régimen en pleno y sin el menor apoyo de nadie como no sea el desinteresado y generoso de mucha gente que está harta de tanta falacia. Que sólo les hiciera caso la prensa de Madrid no es culpa suya, sino de la prensa de Barcelona.
Y acabemos de subir la escalera hasta un nivel que puede costarme una amistad. El viernes 3 de noviembre, Xavier Vidal-Folch, el director de la edición catalana de este periódico y amigo personal, hacía un balance de los resultados. Escribía lo siguiente: "La gran novedad, Ciutadans, ese nacionalismo neoespañolista". Pasaba luego a anunciar que el partido practicará el lerrouxismo, que acabará en manos de la extrema derecha, y terminaba diciendo: "¿Nuevo el nacionalismo español? ¿O el más rancio y cutre de los nacionalismos hispánicos?". Esta es la opinión de un gran profesional catalán que ha vivido en Bruselas durante años y conoce la prensa europea. Si estuviéramos en Europa habría que hacerle algunas preguntas: ¿Qué es, en su opinión, el "españolismo"? ¿Algo así como el catalanismo, un apego cultural? ¿Que te guste la música de Albéniz, el Museo del Prado y las novelas de Mendoza? ¿Hay que añadir, para radicalizar, la jota en plan sardana, los toros en plan castellers, el Valle de los Caídos en plan Montserrat? ¿O más bien será españolista alguien que se oponga al populismo del odio contra los españoles tipo Rubianes? ¿Y que sería un "neoespañolismo"? ¿O es sólo un modo de clasificar para evitarse el análisis? ¿Pereza o desinformación?
El lerrouxismo y la extrema derecha son fantasmas constantes en Cataluña, quizás por ser dos de las más frecuentes tentaciones catalanas, desde el carlismo del XIX hasta los Requetés franquistas. Son espantajos que carecen de contenido ya que toda situación histórica es irrepetible y para acabarlo de arreglar nadie sabe muy bien en qué consisten. ¿Es un lerrouxista a la inversa Artur Mas cuando se inventa un carnet de puntos para inmigrantes? ¿O Maragall cuando le concede la nacionalidad catalana a Montilla por lo bien que se ha portado? Cuando un término más o menos técnico se usa como insulto hay que suponer que de lo que abunda en el corazón habla la boca.
Lo mejor sin embargo es el final. "Rancio" y "cutre" son de nuevo adjetivos muy frecuentes entre los defensores de la buena sociedad catalana, aunque deben aplicarse exclusivamente al llamado "nacionalismo español". Que Artur Mas se arrodille ante la tumba de Wifredo el Velloso, que todos los partidos canten Els segadors con la mano en el pecho y lo hagan obligatorio en las escuelas, que peregrinen a los lugares sagrados, que prohíban a los escolares hablar en castellano en el patio, o que sólo hayan leído a Prat de la Riba y otros genios de la filosofía política, no es, para ellos, ni "cutre" ni "rancio". Debe de ser lo más progresista, aunque sólo en Cataluña. ¡Qué pésima información, Dios mío!
En efecto, un partido sin dinero, sin campaña, sin apoyo mediático, en cuatro meses ha conseguido tres diputados. Ahora el poder catalán puede reaccionar de dos modos distintos: temblando de miedo e insultando como hasta ahora viene haciendo, o poniendo remedio a lo que ha provocado 90.000 votos para el nuevo partido, 60.000 votos en blanco, la más alta abstención de la historia de Cataluña, y un panorama para el futuro Gobierno que cada vez nos acerca más a la Italia de los años de plomo. O a cosas peores. Quizás ellos se sientan a gusto en este ambiente de sauna para padrinos. Los demás, no".