La semana pasada hablaba de la historia y lahistorieta y vuelvo a estos conceptos porque son ruedas de una noria mental que gira y gira ... Y porque he leído la biografía que Ignacio Gracia Noriega dedica a “Don Pelayo, el rey de las montañas”. ¿Biografía? ¿Se puede hacer una biografía de un personaje de quien se desconoce casi todo? ¿sobre qué datos o testimonios es posible trabajar? Sobre crónicas y cronicones, sobre las grandes historias de España del pasado, es decir, un poco sobre inventos más o menos bien urdidos pero que acaban formando una trama verosímil. Aceptando siempre lo que de verosímil tiene el pasado reconstruido con mirada y trebejos del presente.
De nuestro padre común Pelayo se ha dicho de todo: hasta que no existió y se trata de una patraña inspiradora de una gesta heroica para explicar el origen de la Reconquista. A final de cuentas, como escribe Gracia, “Asturias está llena de leyendas de tesoros, con su correspondiente guardián, que suele ser un moro armado, o el cuélebre, versión un tanto devaluada del dragón”. Pese a esta tendencia asturiana hacia la fábula, parece claro que Pelayo fue un ser humano de carne y hueso, un godo acaso, que tuvo una hermana/esposa llamada Gaudiosa, que se retiró o refugió en las montañas y que en ellas y desde ellas protagonizó un encuentro poco amistoso con los moros invasores a los que puso en fuga con tal determinación y éxito que les quitó las ganas de rondar por aquellas tierras.
De nuestro padre común Pelayo se ha dicho de todo: hasta que no existió y se trata de una patraña inspiradora de una gesta heroica para explicar el origen de la Reconquista. A final de cuentas, como escribe Gracia, “Asturias está llena de leyendas de tesoros, con su correspondiente guardián, que suele ser un moro armado, o el cuélebre, versión un tanto devaluada del dragón”. Pese a esta tendencia asturiana hacia la fábula, parece claro que Pelayo fue un ser humano de carne y hueso, un godo acaso, que tuvo una hermana/esposa llamada Gaudiosa, que se retiró o refugió en las montañas y que en ellas y desde ellas protagonizó un encuentro poco amistoso con los moros invasores a los que puso en fuga con tal determinación y éxito que les quitó las ganas de rondar por aquellas tierras.
Nació así el mito de Covadonga, la cueva sagrada. ¿Hubo una batalla o hubo tan solo una escaramuza? La segunda hipótesis es más lógica pues en ese espacio angosto era imposible que se concentraran grandes masas de guerreros ni se libraran batallas espectaculares con refulgentes relieves. Más creíble es que una partida de sarracenos, en plan excursión y para ver qué pillaban, se adentrara en aquel territorio con montañas de pocos amigos y, en el momento más inesperado, se encontraron con unos rudos moradores que les hicieron frente. Luego, unos y otros magnificaron sus acciones: los de Pelayo para subrayar la importancia del triunfo, y los de enfrente para explicar su fracaso y su huida, despavorida y al grito de “cristiano, el último”.
Lo cierto es que a Pelayo -Don Pelayo, el don procedente de “dominus” en latín corrupto- le coronaron rey, tampoco se sabe muy bien dónde, pero este lance da asimismo para muchas sabrosas especulaciones y, andando el tiempo, la historiografía y las artes crearían un decorado de película con vasallos y resplandores. En este sentido, la pintura histórica del siglo XIX fue decisiva y llegó a meter incluso a un obispo con su báculo y todo en la ceremonia de la coronación. Que de aquella los obispos iban siempre con su báculo, por si acaso.
De la misma forma que todo fuego es bueno para alimentar un poema, todo alarde es bueno para construir el mito.
Lo cierto es que a Pelayo -Don Pelayo, el don procedente de “dominus” en latín corrupto- le coronaron rey, tampoco se sabe muy bien dónde, pero este lance da asimismo para muchas sabrosas especulaciones y, andando el tiempo, la historiografía y las artes crearían un decorado de película con vasallos y resplandores. En este sentido, la pintura histórica del siglo XIX fue decisiva y llegó a meter incluso a un obispo con su báculo y todo en la ceremonia de la coronación. Que de aquella los obispos iban siempre con su báculo, por si acaso.
De la misma forma que todo fuego es bueno para alimentar un poema, todo alarde es bueno para construir el mito.
O sea que el libro de Gracia es historia, historieta, leyenda, fábula, de todo tiene un poco, pero ¿qué más se puede pedir a un libro? “Pelayo, el rey de las montañas” tiene cuerpo de novela y alma de biografía. O sea, es un ser mixto, y esto es bueno para meter a la imaginación en aventuras.
Ahora bien, a partir de Pelayo y sus sucesores se iniciaría el avance cristiano hacia el sur de suerte que cuando Asturias se convierte en una retaguardia segura, la capital se trasladó a León, desplazándose así -de forma irreversible- el centro del poder y por ahí ya nos topamos con otros personajes coronados, entre ellos, el segundo Ordoño. Por cuya calle hoy hacemos compras los leoneses.
Don Pelayo, una vez concluida la hazaña de Covadonga, se convirtió en un personaje silente que no salió ni en un telediario. Tal falta de oportunismo nos acerca mucho a él.
Don Pelayo, una vez concluida la hazaña de Covadonga, se convirtió en un personaje silente que no salió ni en un telediario. Tal falta de oportunismo nos acerca mucho a él.
1 comentario:
Vaya, he llegado por casualidad, y aunque pensaba pasar de puntillas (como tantas veces, por tantos blogs) no puedo por menos que detenerme a comentar.
He leido tu blog de cabo a rabo (¿se puede decir rabo o es politicamente incorrecto?) y me ha gustado muchisimo, tanto tu vision del mundo como tu manera de expresarla. Enhorabuena.
Espero que otro dia la casualidad me traiga de nuevo por aqui y vuelvas a engancharme con tus textos como ha pasado hoy.
Un saludo.
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