Visto todo lo ocurrido en este país en lo que va de enero -y también lo de antes-, visto el esperpento de las manifestaciones y las no manifestaciones, visto el baile de los lemas, leídos los periódicos, oídas las radios, examinados los gestos, las pancartas, las frases, los silencios; en fin, tratando de contemplar la situación con la mayor objetividad y el más serio desapasionamiento, y sin poder evitar una pena inmensa, creo con el corazón en la mano que se impone el siguiente diagnóstico de la situación:
Una parte importantísima de los votantes y dirigentes del PP odia y desprecia más a Zapatero y al PSOE actual que a ETA, y una parte importantísima de los votantes y dirigentes del PSOE odia y desprecia más a Rajoy y al PP actual que a ETA. Cambien el orden de la exposición si quieren, tanto monta. Por eso ni quieren ni son capaces de unirse contra ETA. Llegados a este punto, ya no debería importarnos quién tiró la primera piedra. Son Caín y Caín. Como dos gotas de agua. De agua sucia.
El mal comenzó en los dirigentes de ambos partidos hace una buena temporada y se va contagiando a la sociedad como el más peligroso de los virus. Hay odio. Hay más odio contra el partido de enfrente que contra los terroristas. Tal cual. Otra vez en España las rivalidades políticas se convierten en razones para la enemistad personal. Y cada uno que ahora vuelva con la matraca de quién empezó será alguien que tiene ganas de echarle al fuego más leña.
No creo que haya arreglo. Sólo nos queda maldecirlos, a todos, desde lo más hondo del alma. Y pararnos a pensar qué pueden hacer los ciudadanos comunes que aún conserven un ápice de decencia y de sentido común.
No queda dónde caerse muerto.
10 comentarios:
Ilmo Sr catedrático : le diré a VI, que hay otra memoria, la suya no se en que dirección va porque no se si VI es de izquierdas o de derechas o bien me parece VI que es un poco ácrata, le diré que el consenso de los partidos políticos y del amor patrio se rompió en 1975 con la muerte del caudillo.
Desde entonces España ha ido de mal en peor, engendrado por los partidos políticos y por los separatismos locales.
Le diré, que por mucho menos de lo que lleva años sucediendo en España hubo una guerra de liberación nacional contra el comunismo soviético. Gracias al corazón patrio de unos pocos españoles que alzaron la bandera de los reyes católicos supieron contrarestar a los enemigos de España.
Cuando ya teníamos encima de nuestras cabezas la bandera soviética con la hoz y el martillo en todas las instituciones del estado, la gesta de los dos partidos políticos PP y PSOE me da la impresión de que quieren gestar otra tercera república en España.
Respecto a la lucha contra la banda terrorista de ETA, es un contubernio del partido en el poder, bien sea de izquierdas o de derechas, le diré, que lo primero que tiene que hacer España es salirse de la comunidad europea porque entre tantos gitanos, marroquíes y yugoslavo, kosovares, bosnios , subsaharianos y africanos por eso tenemos el problema que tenemos los españoles porque ya nada más nos falta salir con turbantes y con velos igual que ellos, mientras no desaparezca esta lacra social instalada en España por el PP y el PSOE, España nunca será grande ni libre.
Le diré que si hay tanto terrorismo consentido y tolerado, es por culpa de los partidos políticos actuales de la extrema izquierda y de la derechona conservadora y dura. Soy una persona que no me considero franquista, pero Franco los tuvo arrinconados durante cuarenta años y no eran capaces siquiera de tirarse un pedo para que no se les sintiera a ninguno de esta gentuza.
Reconozco que los cuarenta años de gloria y de paz que nos dió el generalísimo, no nos lo dan estos tipejos con su política liberal.
Le diré, que la culpa de este estado de cosas la tienen los españolitos de a pie, que verdaderamente llegan las elecciones y no sabemos si votar con la cabeza o con el culo.
Sin más, por hoy se despide
La cuestión es: ¿durante cuánto tiempo la Santa Madre Iglesia seguirá frustrando una respuesta terrorista a ETA?
Por cierto, aunque sólo fuese para simplificar la explicación de la realidad, ¿no sería mejor considerar al ciudadano común un ser deleznable de una amoralidad nauseabunda?
¿Se nota que no creo en la visión moderna del buen salvaje?
1. Jè. Abro los comentarios y qué sorpresa: ¡qué magnífica esa nueva sección que ha montado aquí, de "Demostración empírica de las tesis sostenidas en la entrada original"! Mis más sinceras felicitaciones a los colaboradores.
2. Seguramente con menos habilidad y con más verborrea, a esto he intentado referirme en varias ocasiones. Ahí atrás decía (por cierto: en un post en que se quedó abierta una porra: relean los apostantes) que mi monomanía era la destrucción de cauces de debate político en los últimos años en España, debido a un cambio en las actitudes de los partidos (que se inicia en la famosa "crispación" de 1993-1996, y se retoma a mediados de la 2ª legislatura Aznar). Ese es el motivo de mi actual nick (bueno: en el nick también influyó aquel disco). Se ve que no hemos avanzado ni un tantito así.
3. Si no nos ocupamos de quién comenzó mal y quién respondió mal, entonces sólo queda plantearnos qué hacer.
Creo que hay algo que hacer antes que todo lo demás: al enemigo, ni agua. Y el enemigo no es el que piensa distinto, faltaría más: es el destructor del debate. El que saca tajada de la gestión del odio, intentando manejarnos a los corderillos para que las cornadas que nos demos entre nosotros suenen como sus aplausos. El que convierte una historia apaciguada en fuente de resquemores DÍA A DÍA, el que inventa oscuras conexiones para que desconfíe no ya de arcanos poderes, sino de mi hermana mi cuñado, que votan X o Y, o algo ocultan cuando no gritan su odio tan alto como lo grito yo. EL que no sólo jode nuestra vida política, sino que introduce la desconfianza, el resquemor y el odio día a día como actitudes principales.
A ese, ni agua, ni pan, ni una mísera miajita de odio.
P.S. Me pregunto cuánta culpa tendremos nosotros en que estos hijos de puta nos estén jodiendo no sólo el debate político, sino las relaciones personales. Me dice mi superyó que no les hemos querido lo suficiente. Si les hubiésemos querido por lo que son, no serían lo que son: serían bomberos o directores de sucursal.
Ntsch. Ni en el descreimiento logro dejar de ser católico.
Efectívamente, los puentes han sido quemados. ¡Suerte al otro lado!
Leo en El País de hoy que "el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, ha suspendido una conferencia que tenía previsto impartir hoy en la Universidad islámica Imam de Riad porque las autoridades de este centro no autorizaron la entrada a las cuatro mujeres periodistas que siguen su visita oficial por Arabia Saudí. Las autoridades universitarias alegan que se trata de un centro exclusivamente masculino y que no consideraban adecuada la presencia de mujeres, ya que no existen precedentes de ello". Y me pregunto si esa encomiable sensibilidad ante la discriminación de las mujeres periodistas no debería extenderse también a otros casos (¡otras vigas!) que nos tocan de cerca, como que el Real Colegio de España en Bolonia siga exigiendo para obtener las becas que permiten cursar estudios de doctorado en dicho centro: "ser varón, español, católico, de conducta irreprensible, etc.". Si nos ponemos tan dignos cuando se trata de juzgar comportamientos de los demás -y bien está que así sea, claro que sí-, quizá haya que ponerse igual de dignos para evaluar los propios.
Que sea un buen día para todos.
Comparto el diagnóstico, aunque creo que es más complejo. En mi opinión, ninguno de los actuales partidos con representación parlamentaria tiene un mal proyecto de futuro para esto que llamamos España (prefiero este término al de Estado español, Estado de las Autonomías, y otras zarandajas, pero solo por razones literarias, no piensen mal). Y claro, sin proyecto resulta dificil, por no decir imposible, aglutinar a los ciudadanos en torno a ideas, a análisis políticos sensatos, a las diversas soluciones para los problemas que nos acucian. Por tanto, no se intenta incorporar a la ciudadanía a proyecto alguno, sino solo obtener votos para permanecer/obtener el poder, para lo cual no queda más camino, a falta de ideologías y proyectos, que apelar a la sentimentalidad, a la absoluta descalificación del adversario político (y cuando digo absoluta, lo digo en sus estrictos términos: cada uno pretende expulsar al otro para siempre jamás de la vida política, e incluso se firman pactos expresos a dicho fin, como el del Tinell), a la consigna de "o ellos o nosotros", al sectarismo más terrible.
Luego, los medios de comunicación de todos los colores se encargan de extender los ánimos al personal, con lo cual no se libra nadie, y así estamos.
En consecuencia, creo que lo único que podemos hacer, además de negar el pan y la sal a quienes han transformado el debate en un pim-pam-pum cainita, es exigir a nuestros políticos proyectos para este país, y proyectos de envergadura, no de mera gestión. Y no votarles en caso contrario. A ninguno. Y, desde luego, potenciar y extender foros y lugares de verdadero debate. Como se intenta aquí. Por lo menos.
Sr. Antón, si se quisiese aglutinar (¿por qué alguien querría hacer eso?) los proyectos son un obstáculo.
El "aglutinante" es espontáneo y es nuestra convivencia. De lo que se trata -creo yo- es de actuar en concordancia con ese orden espontáneo que genera nuestra convivencia. Y no con el proyecto de algún iluminado.
Ejemplo de iluminismo: La Alianza de Civilizaciones
Ejemplo de iluminado: ZP también conocido como Alicia
Creo, Tumbaito, que los problemas que tiene nuestra convivencia, como en todas las sociedades políticas, no pueden ingnorarse ni, menos aún, resolverse espontáneamente, sino que es necesaria una acción política organizada, y que esa acción política debe tener como finalidad alcanzar objetivos comunes, decididos en común, pues caso contrario estamos a merced de lo que decidan unos cuantos poderosos tras las bambalinas mientras el resto nos dedicamos a la espontánea convivencia (que no negaré que es muy gratificante a ratos).
Por otra parte, no creo que los proyectos políticos, por naturaleza, sean obra de iluminados, salvo, claro está, en las dictaduras más o menos teocráticas o fundamentalistas. Pero en un estado democrático, los proyectos políticos, debatidos libremente y sometidos a la aprobación y al control de los ciudanados a través del voto y de las instituciones democráticas, por muy imperfectas que éstas sean, resultan ser la única forma posible de evitar los populismos y los iluminados. Por eso, la Alianza de Civilizaciones, por ejemplo, y como ud. bien dice, no es sino un iluminismo, una parída pseudo - ideológica carente de cualquier rigor, y elaborada de espaldas a los ciudadanos. Es decir, lo opuesto a un proyecto político.
Pondré un ejemplo. Sabemos que uno de los más graves problemas que tenemos es el fracaso, con todos los paliativos que se quiera, del actual modelo educativo. Exijamos a la clase política proyectos concretos para su modificación profunda, pero proyectos, no buenas intenciones ni declaraciones de principios, sino algo así como: propongo tales actuaciones, para conseguir tales objetivos, financiadas de esta manera, y con estos mecanismos de control y evaluación. Sé que es mucho pedirles, pero cobran para ello, así que no nos conformemos con menos. Luego, debatamos las diversas propuestas, propongamos a su vez otras, e intentemos poner en práctica un proyecto con el respaldo más amplio posible. Y arrinconemos, negándole el voto, cualquier otra forma de hacer política. Seamos en este punto inflexibles: no votar a nadie que no plantee, explique y someta a debate un proyecto que juzguemos razonable. Aunque sea de nuestro bando. Y votar al que sí lo haga. Aunque sea del bando contrario.
¡No! ¡No! Exija usted a las escuelas que satisfagan los requerimientos reales educativos. ¡A las escuelas! ¡A lo concreto!
Mire usted, casi todos mis primos han huido de España. Sólo dos quedamos aquí. Este hecho produjo una gran tristeza en mi familia. Pues bien, el argumento que calló toda posible crítica fue: EN ESPAÑA NO PUEDO EDUCAR A MIS HIJOS.
Y así es.
Le contaré otra anécdota. En la época que participaba de la vida pública, fui parte en un debate sobre educación. Lo gracioso es que frente a mí tuve a un amigo de toda la vida, Daniel. Daniel es comunista. Políticamente nos une el asco a los socialdemócratas. Pues bien, una de estas sanguijuelas -pedagogo, ¡cómo no!, el hijo de puta- comenzó a explicar sus memeces y yo sin inmutarme suelto: cualquier chico que su padre le obligue a leer el suplemento del País cada fin de semana, aprobaría con nota la selectividad pero tus alumnos, no.
El pedo comenzó a reírse y con él el resto de sanguijuelas. Pues bien... Daniel -profesor universitario ese año, pero anteriormente de instituto, que si por algo destaca es por su increíble memoria- comenzó a recitar los artículos que habiéndolos leído con atención permitirían aprobar la selectividad.
Nerviosísimo saltó el pedo y dice: ¿y los del científico? Y, a lo que Dani respondió, que se lean una vez al mes Mundo Científico.
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