02 enero, 2007

Terroristas y negociaciones.

Por ahí abajo mi buen amigo ATMC buscaba las contradicciones de mi post “Atentado”. Me parece que sus principales argumentos eran dos. Uno, que por un lado parecía yo ser defensor de la negociación y, por otro, de una firmeza gubernamental muy poco compatible con los regateos y concesiones que una negociación implica. El otro argumento era, creo, que la culpa mayor y nuestra gran desgracia está en el PP. De esto último poco tengo que decir, pues el PP me tiene bastante sin cuidado. Pero afirmar que el mayor problema son ellos me suena a un exceso grande. Hace falta ser zapaterista de fe inquebrantable para pensar que de todos estos fracasos tienen toda o la mayor culpa Rajoy y sus huestes. O tal vez no, seamos justos. De la misma manera que a un servidor Zapatero le parece un Forrest Gump con menos luces que el original, sin que con ello me sienta para nada defensor de esa tribu de un PP que debería comenzar por limpiar bien su propia casa y renovar sus eslóganes caducos, a lo mejor a mi apreciado ATMC el PP le parece la caverna feroz y más culpable, sin disentir por eso de mi juicio sobre Zapatero, pues aquí he defendido más de una vez que conviene evitar lo de que o estás con unos o con los otros y no hay análisis por libre. Pero no es ese el asunto que más me interesa aclarar aquí, sino aquella primera contradicción mía. Sobre gustos no se puede discutir y muchas veces nuestros debates políticos han quedado reducidos a ver cuál de los mandamases en activo le da más grima a cada cual. A mí Forrest, luego Zaplana, después Rubalcaba y en cuarto lugar Acebes. Podría seguir, pero ahí me detengo. Con ninguno de los cuatro me iría de merienda al campo, por distintas razones; pero respeto los gustos distintos de los demás.
Cuando decía en aquel post que ojalá un día de estos una negociación llegue a buen fin y el terrorismo se acabe, pero sabiendo lo que se negocia, trataba de expresar una obviedad, la de que es bueno que no haya más terrorismo; junto con otra, la de que no cualquier manera de acabar con el terrorismo es buena. A esto sumo algo más: por mí que se organicen todos los referendos que se quiera, ya lo he dicho más veces. Una Euzkadi independiente no me quita ni un segundo de sueño, cosa que sí desvela al PP. Mis amigos vascos seguirían siéndolo y los que no son amigos –tampoco soy consciente de tener enemigos allá, salvo los etarras, que son enemigos de cualquier persona de bien- me importan lo mismo que los franceses o los alemanes: mucho, como seres humanos que son, ya que mi aprecio no depende de la nacionalidad que figure en su pasaporte. Pero en asuntos políticos allá se las compongan los vascos y que sea para bien, lo mismo que deseo a los franceses o a los alemanes. E igual vale para los navarros, que decidan ellos y que sea enhorabuena. A fin de cuentas, a qué andarse ahora en galimatías sobre quién es más soberano, cuando en casi todo lo que más importa se nos gobierna desde Bruselas.
¿Entonces? Pues humildemente reconozco que debe de ser mi condición pueblerina, mi tara aldeana, la que me lleva a antítesis de complicada síntesis. A ver si me explico. Pongamos un ejemplo algo tontorrón. Imaginemos que tengo un coche de más al que no le doy apenas uso y del que en realidad no me importaría gran cosa desprenderme. Hay un vecino que quiere ese coche y una noche me pone una navaja al cuello al grito de o me lo das o un día de estos te mato. Pues no se lo doy, si puedo evitarlo. Es más, mi deseo sería que ese agresor se pasara una buena temporada entre rejas, por hijo de puta y capullo. Pero el presidente de mi comunidad de vecinos y el cura de la parroquia me dicen que negocie con él. Pues no me apetecería; ni aunque me lo pidan juntos el Secretario General de la ONU y el Papa de Roma. ¿Por lo que aprecio el coche? No, porque no son maneras. Pero si ese vecino agresivo viene un día, después de pagar por lo que me hizo, y me dice que perdón, hombre, que no volverá a pasar y que me invita de corazón a unas cervezas y mientras las tomamos me cuenta cuánta ilusión le haría el coche y qué bien le vendría para llevar a sus hijos al colegio, entonces sí, qué caramba. ¿Me explico? Y sé que se me puede replicar que qué ocurre si antes de amenazarme ese vecino me había pedido el coche por las buenas. Respondo que probablemente se lo habría dado. Pero que, si no se lo di, por tener yo un día tonto o particularmente egoísta, no gana legitimidad su pretensión de sacármelo por las malas. Por las malas, nada.
En realidad lo que me inquieta más de la negociación del Gobierno con ETA no es ni la autodeterminación del País Vasco ni cuestión similar. Lo que escuece es que unos asesinos mafiosos y cobardes acaben haciendo rentable su inversión en muertos y heridos. Mi ideal sería este: referendos ya, pero ni un solo indulto ni un solo favor penitenciario para los mierdas que mataron a inocentes por la espalda. Txapote a pagar cárcel como un criminal del montón, sector gusanos, ni más ni menos. Es el ideal que me dictan las emociones, sorry.
Ya sé que con tales planteamientos emocionales poco se puede negociar, seguramente. Por eso uno no puede dedicarse a la política, que es arte de toma y daca. En el lugar de Zapatero yo habría apretado más aún las tuercas policiales a ETA, hasta acabar con ella o dejarla en muy poquita cosa. Y después habría preguntado a los vascos si querían o no la independencia y a los navarros que dónde querrían estar. Pero tranquilos, que no le voy a quitar el puesto a ZP, para nada. Mejor, puesto que, decididamente, no soy hombre de paz. Al menos mientras haya malnacidos sueltos. Y lo repito, por si no queda claro lo bestia que es un servidor: mientras un cabrón me amenace, la paz no es mi valor preferido: primero que le den a él lo que merece y luego nos quedamos en paz. Mi rústica autoestima vale más que la T4. Y hay maneras de vivir que no aprecio gran cosa, aunque den votos, si es que los dan.
En resumen, que si Zapatero –o quien toque- quiere negociar con ETA, que negocie, sabiendo que negociar, en efecto, es ceder algo, sí, pero explicando a los ciudadanos con claridad de palabras y conductas dónde se pone el límite y dejando claro a la ciudadanía y a los etarras desde el principio que no vamos a poner también la cama ni permitir loas a sus matones. Y si con tal firmeza y transparencia no pasan por el aro, la culpa no será ni de Zapatero, ni de la oposición ni de los ciudadanos animalizados como yo: será de los etarras. Así que a por ellos, ley en mano, sin miedo y sin remordimientos, pues son unas sabandijas asquerosas.

6 comentarios:

Achab dijo...

Por lo menos hay alguien que comparte mi escala de políticos grimosos (aunque yo incluiría a Rafael Simancas y Gallardón por alguna parte)

Anónimo dijo...

Querido Garciamado:

Supongo que como decía Nuestra Señora de McLuján, el mensaje es el medio... pero a pesar de todo, aquí no voy a darme la licencia emotiva, ni siquiera para cargarme de razón ad auditores: prefiero seguir en la misma posición del discurso. Si no suelo incluir mis emociones en el discurso (ni para reforzar mi posición, ni para excusar algún punto) fue porque doy por supuesto que los debatientes parten de que mis emociones en este punto son las mismas que las de cualquier bien nacido (que sufro con el dolor de los otros, me indigna la crueldad contra mis semejantes, etc.). A mí, las emociones más rotundas me dictan no sólo una política criminal, sino también una práctica en mis relaciones tributarias, unas reglas de educación en la mesa, etc., distintas de las razonables. Pero eso no significa nada: mis emociones no tienen más razones que yo. ¿Que suena frío? Lo siento: así es como me gusta debatir. ¿Que queda mejor ad auditores cagarse antes en sus putas muelas, llamarles “psicópatas” y tal antes de hablar? Pues no, gracias.
Me repaso mentalmente lo que me ha quedado de lo leído en sus libros y los de otros en materia de argumentación y posiciones en el discurso y sigo.

Sólo una matización más, por un quítame allá esos hombres de paja. A quien veía el problema de nuestros políticos en ZP, le he respondido que el verdadero problema está en el relevo de la dirección del PP por los diktats neofascistas de Pío Moa y demás retrasados morales (por cierto: este indecente dice que se alegra de que el atentado haya acabado con el diálogo). Me referí expresamente a ESE problema: el de la política española, cuya raíz ven otros en ZP. ¡No al problema del terrorismo, joder! Sólo podrá extraer esa deducción quien lea apresuradamente mi post (o lo he redactado mal: no olvidemos la autocrítica).

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En fin. Por ahí uno espetaba, indignado: “En vista de que todo es cuestionable…”. Pues eso. Sin indignación: en efecto, lo que aquí hablamos lo es. Por cierto: menos mal.

1. ¿Corrección de los finales negociados?

Usted puede negarse a un final negociado y pretender esperar a que ETA se GRAPice (implosione tras un largo proceso de acorralamiento), por considerar que la negociación es hacer rentable el asesinato. Sólo un memo le imputaría a su argumento (o a su puesta en práctica… ¡o a usted!) los muertos que ETA se lleve por delante hasta su GRAPización, por más que usted sepa que la puesta en práctica de su posición llevará a que haya más asesinados que si una negociación prospera. Su solución trae importantísimos beneficios sociales, y también importantísimos costes personales (y sociales).

Del mismo modo, la posibilidad de una extinción negociada también trae consigo costes, y muy altos. Lo cierto es que, si sale bien, los costes directos son más bajos que los de la no-negociación (por lo inconmensurable de cada muerte por asesinato); pero en términos globales, costes indirectos incluidos, también la “vía negociada” es una solución gravosa.

Tertium sobre la mesa aún non datur. Se trata en política no ya de gestionar la escasez, sino la mierda. La cuestión, pues, es que a ZP y antes a Aznar y a González, no les eligieron para traer una nueva era de pureza ética en la tierra, sino para decidir entre males menores. El pensamiento mariagorético niega el estado de necesidad porque se enroca en algunas cosas que ni ante la muerte (propia) está dispuesta a negociar. Pero hablamos de un estado de necesidad. Hay asesinatos de por medio. La opción de negociación que usted propone me parece muy interesante: he ahí dónde pone usted lo negociable (la extensión del principio democrático a las consultas territoriales) y dónde lo innegociable (cuestiones penitenciarias). Me parece claro. No muy útil a corto (sabe que no va a colar), pero pone en evidencia a los pseudogudaris: a saber si va a ser así como cuele...
Pues bien: desde luego, insisto, también eso es rentabilizar el crimen etarra. Lo que está claro es que no cometían asesinatos para lograr no ser condenados por asesinato (para lograr ese objetivo, es más fácil no cometerlos), sino para lograr precisamente lo que usted considera negociable (los referenda). Si bien le he entendido, y como suponía, no es usted maríagorético, sino que su tangibilidad testicular zapatérica hace que a veces uno se despiste.
En resumen: personas de las más diversas, no de las más tontas y tampoco de las más indecentes, han considerado que es un camino viable y decente. Apelar, como apelaba el indignado supra citado, a la evidencia de lo contrario es, en mi opinión, fruto más bien del calentón.
Ah: en relación con el tópico de “¿Y negociaría usted con nazis?”, debe responderse: otorgar libertades condicionales, montar referendums… ¡incluso la creación de nuevos estados!.. son cosas distintas de exterminar judíos, gitanos y homosexuales. No creo que sea necesario argumentar más. En serio, y respetuosamente: no creo que el argumento tenga más peso que ad auditores. Y no ad los menos despistados.

2. Incompetencia técnica de la concreta ejecución.
Es otro cantar.
Yo puedo no querer construir un nuevo puente sobre el Manzanares; pero puedo juzgar si el que están construyendo ahora lo están haciendo bien o mal. Pido ahora que adopte esa perspectiva (la de la corrección técnica) y me diga: si usted quisiese haber negociado con éxito la extinción de ETA, ¿qué debería reprocharle hoy al equipo negociador? Por ejemplo:

a) Concesiones penales y penitenciarias hacia ETA (acercamiento de presos, excarcelaciones, etc.)
a.1. Excesivas (indique cuáles)
a.2. Demasiado pocas (indique cuáles echó usted en falta).
a.3. No hay nada que reprochar.

b) Concesiones materiales hacia Batasuna (modificación de la –sorprendentemente, acorde a Constitución- ley de partidos, mesa de partidos, etc.).
b.1. Excesivas (indique cuáles)
b.2. Demasiado pocas (indique cuáles echó en falta).
b.3. No hay nada que reprochar.

c) Concesiones en materia de irredentismo abertzale (promoción del referéndum de la DT 4ª de la Constitución, avances en la desactivación de los Gobernadores Civiles, etc.).
b.1. Excesivas (indique cuáles)
b.2. Demasiado pocas (indique cuáles echó en falta).
b.3. No hay nada que reprochar.

(Por cierto: el recitado indignado decía que un gobierno no puede ofrecer la activación de la DT 4ª, porque no es competente. La ira, la ira, que pisa el acelerador. Tampoco es competente para cambiar la LOGP… pero sí para impulsar su cambio. Imagínese don Antón que un gobierno de España apoya activar la previsión de la DT 4ª y logra consenso político: ¿qué gobierno foral aguantaría la presión?)

Modestamente, tengo mi opinión.

3. Y ahora…

Pues ahora, se acabó. ¿Por siempre? Tan por siempre como puede serlo todo en política.
¿Y si fue un sector descontrolado? No se negocia con quien no puede dominar sus propios sicarios.

¿Bajo ninguna circunstancia?
Buf. Creo que sólo la tortura estatal es injustificable. Pero por cuestión utilitaria (no de principio: ya está bien de argumentaciones de principio y “traición a la sangre de los muertos” en este tema), ya no se puede negociar con esta tropa. Y los vientos tardarán en cambiar, mucho me temo.


Un fuerte abrazo,
ATMC

Juan Antonio García Amado dijo...

Querido y admirado ATMC:
De gustibus et coloribus no est disputandum y por eso apelo tan sólo a su tolerancia con el gusto ajeno, concretamente el mío, por ciertas expresiones no muy bien sonantes y que, ciertamente, parecen que obnubilan a veces mi razón y le anteponen la emoción. Debe de ser mi incapacidad expresiva, que me lleva en ocasiones a sentir que el léxico más ortodoxo no me alcanza para reflejar toda mi indignación. Dicho en esto, no me siento tan lejano de usted ni siquiera en el asalto de las emociones al discurso, pues en este mismo comentario sucumbe usted también a alguna “licencia emotiva” cuando tilda a Pío Moa de “indecente” y a él y otros de su cuerda de “retrasados morales”. Ciertamente no dice “caca”, ni “pìs” ni “culo”, como yo, pero como desahogo emocional no está mal tampoco. Mas por mí no se corte, pues no veo que la teoría de la argumentación exija razonar con el condón verbal puesto. A lo mejor un día nos entretenemos mano a mano de la mano de los dos Johnes y descubrimos que nuestros latigazos emotivos encajan en la función expresiva del lenguaje, o nos vamos con don Jürgen y tenemos que las correspondientes pretensiones de tales actos de habla nuestros no son ni de verdad ni de justicia, sino de veracidad.
Lamento haber comprendido mal su juicio sobre la raíz de los males de la política española, que usted no sitúan en el PP ni en Zapatero, sino en Pío Moa y similares. Sin duda es un exceso poner todas las culpas en Zapatero. Pero creer que lo de la negociación salió mal por culpa de Moa y J.Losantos tampoco parece muy así, por mucho que esos personajes se las traigan, que se las traen. Mas dejemos eso.
Considero impecable su análisis cuando dice que si no se quiere negociar o si la negociación fracasa, habrá más muertos. Cierto, lamentablemente cierto. Para mí, ya lo he dicho, la independencia de Euzkadi no vale ni un muerto, con lo que considero carente de justificación racional y moral todo asesinato en su nombre y me parece penoso en grado sumo que inocentes tengan que morir por tal pendejada. Me da la impresión de que en eso estamos bastante de acuerdo. Pero el problema es muy difícil y me limito aquí a plantear la cuestión que en verdad no sé resolver: ¿puesto que nos lo piden matando, se lo damos para que no nos maten más? ¿Y, si luego nos piden más, se lo damos también para que no vuelvan a matarnos? Y además de darles lo que nos piden a base de bombas y tiros en la nuca, ¿les concedemos el perdón también? Podemos razonar en defensa de los vivos que no deben morir a manos de los miserables, de acuerdo y no lo rechazo en absoluto. Pero ¿y los que ya murieron? Si hacemos justicia a las víctimas de ayer, condenamos a las víctimas de mañana; si salvamos a éstas con nuestra generosidad -¿generosidad?- los deudos de los asesinados nos van a llamar cobardes. ¿Mejor cobardes vivos que valientes muertos? Es muy posible, pero complicado en grado sumo. De ahí mi propuesta, que sé que no es viable, por desgracia y culpas ajenas: Euzkadi independiente, si los vascos libremente lo quieren, y ni un asesino libre mientras no haya pagado como cualquier otro de su categoría. Pero eso, en efecto, no lo van a admitir ni los unos ni los otros. Sólo nos queda la unión de las gentes de bien para correr a los miserables a gorrazos –he dicho a gorrazos, ojo-. Mas esto, por lo que se ve, tampoco cabe esperarlo hoy por hoy.
Su test sobre el puente y la competencia técnica de la negociación tiene más trampas que un partido de fútbol de la liga italiana, y usted bien lo sabe aunque sea un buen retor y consumado juguetón. A sus tres preguntas le puedo contestar con la opción c): no hay nada que reprochar. ¿Concedo con esto que no hay nada que criticarle al Presidente en su presentación y manera de llevar la negociación con ETA, en lo que de tal cosa hayamos podido apreciar o concluir los ciudadanos? Pues me parece que no se sigue lo uno de lo otro. En este post lo que yo trataba de decir, con espíritu crítico, me parece –no tengo moral para releerme- que era lo siguiente: a) ¿Pero acaso se pensaba Zapatero que los iba a convencer sólo a golpe de sonrisa y sin conceder nada de eso que, por lo que se ha visto, no quería conceder? b) Me pueden decir, tal vez con fundamento, que si no concedió nada fue por la presión e intolerancia del PP. Pero en ese caso la pregunta es ésta: ¿pensaba Zapatero que ese PP, al que tanto le gusta chulear, aislar y putear, se iba a quedar en plan de “lo que diga su mercé”? Con esto no trato de justificar al PP, que no es el paradigma de la sabiduría política ni de la honestidad desinteresada, sino de hacer ver que menudo lince don José Luis. c) Repitiendo lo que ahora está en boca de casi todos: ¿qué informaciones erróneas tenía este hombre, si es que las tenía, y hasta dónde llega el derecho de un político, incluso de buena fe, a equivocarse cuando juega con fuego? Por eso, aun concediendo la buena fe, que la concedo -¿con la boca pequeña?, tengo que pensarlo más-, los calificativos que para él se me ocurren no pueden ser muy generosos: ¿tonto? ¿frívolo? ¿ingenuo? ¿soberbio? ¿kamikaze? Difícil ser ponderados cuando en el juego están nuestros muertos, los de todos, y cuando parece (repito, parece) que con ETA vamos a estar peor ahora que antes de que se le ocurriera ponerse a “negociar” de esa manera tan peculiar. d) Qué duda cabe que la negociación es regateo y que no pueden ponerse de mano todas las cartas boca arriba. Eso en lo que toca a la relación con los que están enfrente en la mesa. Pero se supone que el que da el paso de sentarse a la mesa ha de tener algún plan, un plan sobre en qué se puede ceder todo, algo o nada. Sobre tales asuntos la ciudadanía tiene derecho a opinar y, para ello, ha de contar con alguna pista, ha de saber a qué atenerse. El mero confiad en mí me parece muy poca cosa. Aquí nadie tenía ni pajolera idea de por dónde iban los tiros. Y claro, mucha gente, con el PP a la cabeza y buscando su agosto, se cerró en banda. Si había un plan, ¿no debería haberse hecho un poquito de pedagogía social, ir preparando a la gente con algo de transparencia? Estaban en contra la Cope, La Razón y unos cuantos más. Pero, caray, tenían El País, la Ser... Bien, no vamos a decirlo todo en público y al público, ni a hacer un referendum sobre como se negocia si es que se quiere negociar. Pero ahí es donde viene la necesidad de contar con todos los partidos que pinten algo en el sistema. A usted el PP le da tres patadas en la barriga, y bien está. Pero, nos guste o no, es el gran partido de la oposición y tiene sus millones de votos, que valen tanto como los de los demás. ¿Se le contó el plan al PP y éste se puso cerril o se le chuleó para la galería? Porque los propósitos de aislar al PP, en esos temas y en otros, parecen claros. Si la jugada salía –no sé cómo, visto lo anterior, tal vez por un milagro-, era una jugada redonda en términos electorales. No salió, así que nos jorobamos TODOS. Es posible que Zapatero haya sido en todo este tema absolutamente leal y claro con el PP y que yo esté muy equivocado. En tal caso, quedémonos con el principio de este punto, sin más: ¿realmente había un plan?
Ahora voy a su comentario al post posterior, al de más arriba.
Lo del “derecho penal del enemigo” (FeiNdstrafrecht) es un golpe guapo y que “me presta”, como decimos en Asturias. Sobre eso me encantaría que habláramos ante unas cervezas. Aquí solamente le digo que a lo mejor es que discrepamos en el concepto. Y que mis excesos verbales ayudan, por supuesto. Mas fíjese en que yo no propongo que a los etarras se les niegue la condición jurídica de personas y de sujetos penales iguales a los demás. No pido que les apliquen la pena de muerte, ni que los metan en guantánamos ni que se les someta el terrorismo de Estado ni nada de eso. Mi juicio es prejurídico, pura expresión de desprecio moral, del mismo tipo del que, por ejemplo, aplican muchas feministas a los asesinos de sus parejas. O del tipo del que muchos aplicamos a los gobernantes que se dan al terrorismo de Estado. Personas todos, sí; pero las personas degeneradas, personas degeneradas. El Derecho, el mismo para todos. El juicio moral, no. La ley, contenida; la expresión del asco, libre. Cuando decimos que hay pedófilos en sus cabales que son unos auténticos miserables y malnacidos, manifestamos una indignación y un rechazo que no tienen por qué traducirse en que los ahorquen en la plaza pública ni en que los encierren en campos de concentración. Simplemente yo quería manifestar que el asco que me provocan los etarras no es menor que el que me pueda causar el delincuente que a usted le parezca más vil, el peor de los asesinos. Pero usted y yo estamos totalmente de acuerdo que también al peor de los asesinos se le deben aplicar las generales de la ley, de la ley moral –permítame la expresión- y de la ley del Estado. No más; pero tampoco menos. Por eso me llena de perplejidad que no se pueda usar con los etarras el mismo lenguaje moral que se usa tantas veces con maltratadores, asesinos en serie, violadores o matones varios. Nada de Feindstrafrecht, no. Pero tampoco Freundstrafrecht.
Yo no quise decir que la negociación sea asquerosa. Usted mismo pareció sorprenderse de mi lamento, hace días, de que ésta haya fracasado y de mi convicción –resignada, si quiere- de que algún día, quién sabe cuándo, el punto final habrá que ponerlo alrededor de una mesa. Otra cosa son las discrepancias sobre el momento mejor y las condiciones previas que deben darse para que la cosa funcione. Mi perplejidad se refería a la sorpresa que parece que nos asalta cuando vemos que el comportamiento de esa gente no es el esperable y propio de los que obran con sus semejantes lealmente y de buena fe. Eso es pedir peras al olmo. Y el olmo está hasta las narices de que le pidamos peras. Pensar que con los terroristas se puede tratar con la misma tranquilidad y confianza con que usted y yo debatimos es ingenuidad de alelados o ceguera voluntaria. Ellos tienen su palabra y la cumplen, claro que sí. Pero no los compare con la gente de palabra. Tienen palabra en sentido metafórico, digamos. Pero no es lo que usted y yo entendemos por tener palabra. Y, si no, que se lo pregunten a Zapatero, que se creyó lo de que el alto el fuego era “permanente”.
No recuerdo haber dicho que me pareciera igual que el atentado se cometiera siguiendo o no las instrucciones de ETA. Pero me da la impresión de que su brillante análisis viene a decirnos que sí da igual. A mí lo que me sorprendía era la sorpresa de los que decían que qué raro que no anunciaron la ruptura de la tregua antes del atentado. Que es como decir que qué raro que los raros sean tan raros, que no sean como nosotros. Es que no son como nosotros. Aunque sean personas, eso sí. Sector personas infames.
Lo de las detenciones de los islamistas era una bobada mía, concedido y me pongo tres avemarías de penitencia. Pero creo que a mí nunca me habrá leído el rollo de que lo del 11-M lo organizaron a medias entre ETA y el PSOE. Sí que insinúan algunos ahora que la culpa de que volvieran los atentados fue del PP y de Pío Moa. Quien, por cierto, efectivamente es un indecente y un tarado moral si se alegró. Igual que hubo tantos indecentes aquella otra vez...
Siempre es un placer y un reto interesante debatir con usted. Pero me he cargado una tarde que pensaba dedicar a leer a unos alemanes que escriben cosas tremendas sobre causalidad e imputación. Eso que he salido ganando, aunque es posible que la ciencia jurídica lamente tamaña pérdida.
Un abrazo afectuoso.

Anónimo dijo...

Sehr geehrter, lieber Garciamado!

1. Por supuesto que no logro ser suficientemente calmado en la discusión, ya me conoce. Y puede demostrarlo citando muchas de nuestras conversaciones previas... pero creo que el ejemplo que cita de Moa sea una prueba razonable. Llamar “indecente” a Moa es un acto de tibieza por el que Yahvé debería vomitarme de su boca similar a decir, por ejemplo, que Pol Pot era un grosero. Vamos, que ni siquiera podría ampararme en el chascarrillo de Cela, conforme al cual llamar oligofrénico a un tipo no era un insulto sino un diagnóstico. Para Moa, el diagnóstico “indecente” es tan errado como confundir el cáncer con un sarampión.
“Retrasado moral” sí es un diagnóstico acertado para ese homo sapiens. Ciertamente, menos preciso que su referencia a la fase anal de los asesinos en activo (Moa es un asesino retirado), pero un diagnóstico al fin y al cabo.

2. Cada vez me gusta más su propuesta de negociación con ETA. No sé si nunca había leído algo así, o si nunca me había detenido en ello. Realmente, si estáis dispuestos a dar la vida por la Patria, os lo vendemos barato: sólo tenéis que pagar media vida. Ah, ¿que sólo era dar la vida de otros? Pero, repito: eso es también negociación, rentabilización del crimen, dar el brazo a torcer. Tiene la ventaja de que nos proporciona un poquito de Versöhnung hegeliana o leschiana (la Versöhnung claro que importa) (como el tamaño)… y la desventaja de que no va a colar. Pero si colase…

3. Respecto de los problemas de la negociación:
a) Usted teme el “efecto llamada” de la negociación. Sin embargo, con los datos históricos en la mano, no es probable que surja de nuevo una banda terrorista con un arraigo popular de hasta 1/6 de la población, una estabilidad de cuatro décadas y la capacidad de enquistarse de modo resistente a la acción policial. En cualquier caso, si surgiese, lo de la negociación sería el menor de nuestros problemas.
b) ¿Y si luego piden más? La cuestión es retirarles el correoso apoyo social. La negociación sirve para eso. ¿Que quedaría aún un grupo activo pidiendo más, aunque con menos apoyo social?. Desde Stormont-Omagh sabemos que estos cánceres nunca se extirpan del todo, y que siempre quedan un par de células hijoputas (pero estas sí que se GRAPizan) (me oye su compatriotachico Gogelio y me mata a Stormontazos).
c) Perdón por la siguiente tosquedad: ante el problema de los vivos que pueden ser asesinados, el problema de los muertos (?) pierde bastante relevancia. Ya sé, ya sé: el problema no es de los muertos, sino nuestro (son nuestros muertos). Me reafirmo: estado de necesidad. Y le añado la “t” que faltaba al mariagoretTismo que, según criticaba antes, rechaza el estado de necesidad (qué cutre: me invento neologismos y la cago con la ortografía).

4. Mea culpa por lo del puente del Manzanares (el ejemplo se debe a que desde mi despachito veo el Puente de los Franceses; Welzel y después Armin Kaufmann veían desde su Seminar el suyo las vías del tren, y por eso tienen tantos ejemplitos con guardaagujas y trenes) (no soy nadie yo haciendo comparaciones… jodeeer) (por si cuela, he estado casi un añito en ese Seminar, cuando ya lo dirigía der Alte) (prometido: el próximo es el último paréntesis del párrafo) (ya).
Pero con el ejemplo quería decir que el problema real que usted señala (que, en resumen, sería: “¿cómo pensaba que iban a abandonar las armas? ¿a besos?”) se debe precisamente a que ZP no ha tenido huevos de ofrecer nada. Ni abrir un cauce para la sucesión de Batasuna, ni acercamientos, ni retocar la LOGP y el CP para que los presos terroristas vuelvan al régimen penitenciario progresivo general sin tener que protagonizar los autos de fe que prevé el art. 72.5-6 LOGP, ¡nada! Ni siquiera se atrevió a abrir él solito, con el Ejecutivo detrás, la negociación, sino que tuvo que pedir al Legislativo (i.e. a todos los partidos), por miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a que quienes estaban afirmando que su partido había asesinado a 192 personas le metiera aún más caña. Y ocurrió. “Cómplice de ETA”, “traición a la sangre de los muertos”, autobuses para Madrid para montar una manifa de cientos de miles de personas que le llaman asesino, que le sacan a los mutilados a pasear, etc. Si hubiese tenido las tres uves del fúrbol (valor, voluntad y vuevos), habría dejado claro que sus planes no son maleables por manis con vis(i)ones, y no debería temer nada. Pero ya le habéis visto. Me decía una amiga vasca ayer que es muy fácil hablar; que cómo se vive la cosa desde el gobierno con el PP pidiendo elecciones anticipadas desde ABRIL DE 2004 (la página http://www.eleccionesanticipadas.com/ la fundó panda del PP tres días después de las elecciones; y Espe/Zaplana comenzaron con esa táctica en abril de 2004: pensaban que el suficiente acoso mediático tumbaría al gobierno de un PSOE sin mayoría absoluta), acusando más o menos veladamente al PSOE de organizar el atentado de Atocha, asesinar a 192 personas y luego encubrirlo, de romper España, de hacer un Estatut catalán al dictado de ETA, etc. ¿Cömo se vive? Pues coño, con un poquito de sangre en las venas. Y aquí quien calla, otorga el punto.
Creo que en realidad, la debilidad de ZP con ETA es sólo verbal (es decir: que ha hecho dejación del lenguaje policial, tan importante en ciertos aspectos). En realidad, no ha dado ni una miajita: desde luego, así no se hace una negociación. ETA mueve y declara el alto el fuego. Y tú, en nueve meses, les respondes con... con NADA. Pues muy bien, hombre. Así los vas a atraer.

5. Yo sí creo que la negociación es asquerosa, pero es un mal necesario. Como lo de operar un cáncer de colon, ya le digo, que no debe ser precisamente plato de gusto.

6. Tiene usted razón en que el temita acaba cansando. Me estoy aburriendo yo solito de tanto escribir: no quiero pensar cómo se debe aburrir usted leyendo.

7. Lo del Feindstrafrecht no merecía tan interesante y didáctica respuesta. Usted puso el trapo y yo embestí (probablemente un conflicto irresuelto de la adolescencia: no soy capaz de resistirme a un “a ver quién tiene huevos de…”).


Un fuerte abrazo,
ATMC

Anónimo dijo...

(Jodeeer)
Errata
Donde dice "pero creo que el ejemplo" debe decir "pero NO creo que el ejemplo"

Tumbaíto dijo...

Les da miedo Pío, verdad? jajajajajaja