1. Me lo cuenta algún compañero de una Facultad de Derecho que conozco. El profesor X pasa semanas sin aparecer por su despacho. Nunca está en la Universidad, salvo las poquitas horas semanales de su docencia, dos o tres. Llega a la clase y se vuelve para casa sin más. Es invisible. Le toca dar una horita adicional durante algunas semanas y sus compañeros lo localizan por teléfono. Se presenta, algo contrariado. Le informan que esa clase semanal nueva será los jueves a las diez de la mañana. Protesta y pregunta si no podría cambiarse la hora para más tarde, pues duerme mal y no le gusta madrugar. Es funcionario.
2. Viajo en autobús a Y. Me encuentro a la profesora Z, funcionaria también, que va de su Universidad en S. a su casa en la otra punta del país. Le pregunto que qué tal se organiza. Me cuenta que muy bien, pues tiene tres horas de clase semanales y las concentra los martes, con lo que ni siquiera necesita dormir una noche en S., su lugar de trabajo. Luego me explica con detalle cómo absorben los hijos y qué difícil es investigar con una vida tan agitada y una actividad laboral tan absorbente. Me manifiesta también su inquietud porque hay en la universidad mucho cabronazo y teme que un día vayan a por ella por estar tan poco en el puesto de trabajo por el que le pagan. Le parece lamentable que haya gente así de incomprensiva y metomentodo. Asiento y pienso en las musarañas. Para qué inmutarse. Conozco un puñado de casos idénticos.
Ahora lo escribo aquí y me llamarán cualquier cosa.
Estoy a punto de descubrir la ley de hierro de la psicología del profesor universitario, o del funcionario en general: los que menos golpe dan son los que más explotados y perseguidos se sienten. O de cómo hacer del incumplimiento virtud. Mártires, que son unos mártires.
Mira que si tienen razón esos currantes extenuados y los estúpidos alienados somos los que nos empecinamos en el error de cumplir con horarios y trabajos...
Voy a dejar de ir por la Facultad y a presumir a los cuatro vientos de que soy un lumpemproletario ansioso de revolución académica, qué diablos.
2. Viajo en autobús a Y. Me encuentro a la profesora Z, funcionaria también, que va de su Universidad en S. a su casa en la otra punta del país. Le pregunto que qué tal se organiza. Me cuenta que muy bien, pues tiene tres horas de clase semanales y las concentra los martes, con lo que ni siquiera necesita dormir una noche en S., su lugar de trabajo. Luego me explica con detalle cómo absorben los hijos y qué difícil es investigar con una vida tan agitada y una actividad laboral tan absorbente. Me manifiesta también su inquietud porque hay en la universidad mucho cabronazo y teme que un día vayan a por ella por estar tan poco en el puesto de trabajo por el que le pagan. Le parece lamentable que haya gente así de incomprensiva y metomentodo. Asiento y pienso en las musarañas. Para qué inmutarse. Conozco un puñado de casos idénticos.
Ahora lo escribo aquí y me llamarán cualquier cosa.
Estoy a punto de descubrir la ley de hierro de la psicología del profesor universitario, o del funcionario en general: los que menos golpe dan son los que más explotados y perseguidos se sienten. O de cómo hacer del incumplimiento virtud. Mártires, que son unos mártires.
Mira que si tienen razón esos currantes extenuados y los estúpidos alienados somos los que nos empecinamos en el error de cumplir con horarios y trabajos...
Voy a dejar de ir por la Facultad y a presumir a los cuatro vientos de que soy un lumpemproletario ansioso de revolución académica, qué diablos.
5 comentarios:
Cambiese de bando, y cuentenos como se ve todo desde alli sin marcarla.
PD: Seguro que hace más mella eso que contar la pelicula en tercera persona. Qué horror, que jeta encima se atreve a presumir de ello. Algun funcionario voluntario?
Así funciona la mayoría. Así tenemos luego el desarrollo científico que tenemos!!!
Pero que nadie se alarme, ellos además de tener la vida resuelta, tienen la conciencia tranquila puesto que en el pasado ya hicieron muchas cosas e investigaron no sé cuanto... y generalmente quedaron muy quemados con sus superiores. Ante tal quemazón, eligieron el absentismo y la hipocresia (figurar en publicaciones y sitios varios sin merecerlo) en vez de abogar por "aliarse" a investigadores de otros centros o dedicarse (incluso desde sus casas y mientras cuidan de sus niñatos) a otra serie de tareas relacionadas con la investación y la docencia, como puede ser escribir libros en plan divulgativo, o formarse bien en otras materias cercanas a la que teóricamente dominan. Pero como pagan lo mismo...
A ver... Alguien me explica por qué cualquier enfermo crónico que recibe un MUY DEFICIENTE TRATAMIENTO no se compra un rifle y se dedica a matar funcionarios-reyecitos?
Yo creo que le ayudaría a sobrellevar su desgracia.
¿Qué me dicen de los "Departamentos virtuales"? Son esos formados por profesores que los funcionarios: a) no vienen por el morro; b) están TODOS CON DEDICACIÓN "PLENA" (para los inocentes: "plena" quiere decir "parcial". La plena de verdad se llama "exclusiva". ESTO NO ES UNA BROMA), por lo que vienen sólo a dar sus 6 horas semanales y orvuá les anfáns...
Ha habido casos, según me cuenta un compañero de otra uni, en que un fulano de una empresa de mensajería se ha mosqueado tras marear una hora por el departamento en cuestión sin poder darle a nadie el paquete (con perdón): los profesores, missing in action. La secretaria, missing in omission. Y ese día los becarios estaban de resaca de la cena del día anterior con unos amiguetes de otra uni. Si los alqaedos llegan a estrellar un avión ese día allí, hubiera sido en balde...
El victimismo de los holgazanes está bastante extendido en nuestra sociedad . Muchos piensan que su salario lo reciben por ir al trabajo no por trabajar (y encima algunos lo dicen con orgullo, ¡vaya getas!).
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