Zapatero cargó ayer contra el Manifiesto por la Lengua Común. Mantiene que se quiere hacer con el castellano lo mismo que con la bandera. ¿Qué será? La reivindicación de que sea común lo que la Constitución señala como común sirve para dividir. Son paradojas. Mientras que dividir es trabajar por lo común. Más paradojas. Vuelvo a decir que con su pan se lo coman. Curiosamente, en tierras con lengua propia el dominio general del castellano está garantizado por su propia inercia, mientras que la lengua autóctona no será común en el respectivo territorio más que si se impone por decreto y a golpe de sanción y reglamento. Pues vale. Seguimos con las paradojas. Por cierto, qué oportunamente aparecen hoy mismo en El País las críticas al Manifiesto en la pluma de Manuel Rivas y de una tal Demonte. Pitas, pitas, pitas.
Yo creía, pese a Lamoneda, que la iniciativa del Manifiesto no había partido del PP. Se ve que sí. Se le olvida a uno que todo lo que no le baile el agua al Gobierno y sus mariachis es cosa del PP. Este PP lo invade todo, qué cosa y qué capacidad. No sólo es que quien no esté con el PSOE está contra él, es que está con el PP. Las opciones ya no son más que dos, hablemos de lo que hablemos, pero la verdad no tiene más que un camino. A propósito, ¿se habrá dado cuenta Zapatero de que su prosa cada vez se parece más a la de Camino? Sus acólitos también se parecen un huevo/ovario a los otros/tras.
Es interesante preguntarse qué habrían dicho Zapatero y sus sumisas huestes guays si, por ejemplo, hubiera partido del PP o de un grupo de personajes sin militancia en partido la reciente iniciativa para adherirse en los próximos cuatro meses al Proyecto Gran Simio, que fue presentada por IRC, IU e ICV y aprobada por la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Congreso de los Diputados. Este sería el discurso de nuestro Gran Grumete:
“Una vez más la derecha reaccionaria pretende sembrar la discordia en el Estado, esta vez tomando los monos como bandera. No soportan la naturalidad con que las nobles bestias viven su libertad, se les hace insufrible su armonía con el medio natural en el que habitan y la propiedad con la que se atienen a los dictados de su ser. No los quieren libres, realizándose en su grupo, resolviendo pacíficamente sus disputas, reproduciéndose sin culpa ni pecado. Quieren que gorilas, orangutanes, bonobobos y chimpancés pasen por el aro de una legalidad entendida siempre como atadura y mordaza. Bajo el pretexto de reconocerles derechos, no cabe duda de que se esconde la voluntad de señalarles obligaciones. Comienzan por reclamar derechos que merecen, sí, pero acabarán exigiendo que hasta los monos vayan a misa diaria, comulguen con el neoliberalismo opresor y voten al PP. Este Gobierno se enorgullece de dar a los monos el mejor trato que jamás se ha brindado a las bestias en nuestro Estado, no como cuando gobernaba la derecha, que no hace más que monadas, y no como les gustaría a esos autoproclamados intelectuales, que querrían ver a los gorilas leyendo a Platón y a los orangutanes escribiendo monografías sobre Schopenhauer, haciendo la vista gorda ante el hecho de que Platón era medio pedófilo y Schopenhauer un machista insoportable. Este Gobierno ya tiene preparado un decreto para obligar a los zoológicos a poner jakuzzi en las jaulas de los primates y las primatas y está en estudio una propuesta para la paridad de primates y primatas en los grupos de simios. E instauraremos el Día Nacional del Mono y obligaremos a Anís del Mono a cambiar de nombre, pues sabido es que los monos no beben anís, sino agua pura de los arroyos clistalinos de su territorio histórico. Pero la derecha no se dará por contenta, pues bajo su hipócrita homenaje a los derechos simiescos no late más que la ilusión de que un día puedan los monos estudiar a Donoso Cortés, a Ramiro de Maeztu, a Ortega y a Gasset, mientras que nosotros, progresistas, deseamos que piensen y se expresen en la lengua que siempre ha sido la suya y que sus señas de identidad grupal no se vean alteradas por maniobras para hacerlos ciudadanos conservadores y para inducirles ambición intelectual y afanes de supremacía económica incompatibles con la política social que este Gobierno va a imponer contra viento y marea, mal que le pese a los reaccionarios de siempre”. Fin de la cita.
Bueno, reconozco que se me ha ido la mano. Ése sería el sentido de la perorata zapateril, pero no su forma, ni aunque se la escriba su legión de asesores sin corbata en tiempos de austeridad. Pues qué cojones sabe Zapatero quién es Schopenhauer, vamos a ver. Y anda que Pepiño.
Yo creía, pese a Lamoneda, que la iniciativa del Manifiesto no había partido del PP. Se ve que sí. Se le olvida a uno que todo lo que no le baile el agua al Gobierno y sus mariachis es cosa del PP. Este PP lo invade todo, qué cosa y qué capacidad. No sólo es que quien no esté con el PSOE está contra él, es que está con el PP. Las opciones ya no son más que dos, hablemos de lo que hablemos, pero la verdad no tiene más que un camino. A propósito, ¿se habrá dado cuenta Zapatero de que su prosa cada vez se parece más a la de Camino? Sus acólitos también se parecen un huevo/ovario a los otros/tras.
Es interesante preguntarse qué habrían dicho Zapatero y sus sumisas huestes guays si, por ejemplo, hubiera partido del PP o de un grupo de personajes sin militancia en partido la reciente iniciativa para adherirse en los próximos cuatro meses al Proyecto Gran Simio, que fue presentada por IRC, IU e ICV y aprobada por la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Congreso de los Diputados. Este sería el discurso de nuestro Gran Grumete:
“Una vez más la derecha reaccionaria pretende sembrar la discordia en el Estado, esta vez tomando los monos como bandera. No soportan la naturalidad con que las nobles bestias viven su libertad, se les hace insufrible su armonía con el medio natural en el que habitan y la propiedad con la que se atienen a los dictados de su ser. No los quieren libres, realizándose en su grupo, resolviendo pacíficamente sus disputas, reproduciéndose sin culpa ni pecado. Quieren que gorilas, orangutanes, bonobobos y chimpancés pasen por el aro de una legalidad entendida siempre como atadura y mordaza. Bajo el pretexto de reconocerles derechos, no cabe duda de que se esconde la voluntad de señalarles obligaciones. Comienzan por reclamar derechos que merecen, sí, pero acabarán exigiendo que hasta los monos vayan a misa diaria, comulguen con el neoliberalismo opresor y voten al PP. Este Gobierno se enorgullece de dar a los monos el mejor trato que jamás se ha brindado a las bestias en nuestro Estado, no como cuando gobernaba la derecha, que no hace más que monadas, y no como les gustaría a esos autoproclamados intelectuales, que querrían ver a los gorilas leyendo a Platón y a los orangutanes escribiendo monografías sobre Schopenhauer, haciendo la vista gorda ante el hecho de que Platón era medio pedófilo y Schopenhauer un machista insoportable. Este Gobierno ya tiene preparado un decreto para obligar a los zoológicos a poner jakuzzi en las jaulas de los primates y las primatas y está en estudio una propuesta para la paridad de primates y primatas en los grupos de simios. E instauraremos el Día Nacional del Mono y obligaremos a Anís del Mono a cambiar de nombre, pues sabido es que los monos no beben anís, sino agua pura de los arroyos clistalinos de su territorio histórico. Pero la derecha no se dará por contenta, pues bajo su hipócrita homenaje a los derechos simiescos no late más que la ilusión de que un día puedan los monos estudiar a Donoso Cortés, a Ramiro de Maeztu, a Ortega y a Gasset, mientras que nosotros, progresistas, deseamos que piensen y se expresen en la lengua que siempre ha sido la suya y que sus señas de identidad grupal no se vean alteradas por maniobras para hacerlos ciudadanos conservadores y para inducirles ambición intelectual y afanes de supremacía económica incompatibles con la política social que este Gobierno va a imponer contra viento y marea, mal que le pese a los reaccionarios de siempre”. Fin de la cita.
Bueno, reconozco que se me ha ido la mano. Ése sería el sentido de la perorata zapateril, pero no su forma, ni aunque se la escriba su legión de asesores sin corbata en tiempos de austeridad. Pues qué cojones sabe Zapatero quién es Schopenhauer, vamos a ver. Y anda que Pepiño.
2 comentarios:
La tal Demonte es Violeta Demonte Barreto, Catedrática de Lengua Española en la UAM y Directora General de Investigación del MEC en la pasada legislatura del PSOE (no sé si continuará o no en el cargo). Responsable directa de los retrasos continuados e injustificados en los pagos a los becarios de investigación, según la Federación de Jóvenes Investigadores (precarios.org). Responsable directa del deplorable estado de la investigación pública.
Así que no se extrañe de la falta de rigor se su artículo contra el "Manifiesto" de marras. Efectivamente, debe estar haciendo méritos.
Saludos.
¿La Constitución?
HOYGAN, pero ¿no decía Savater (Fernando, no Leticia) que había que cambiar la Constitución pa' esto del Manifesto?
Cachis... ¡Se rompe la lengua!
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