X.- Verás, quería comentarte un asunto muy importante que me tiene inquieto.
Y.- Dime.
X.- Pues que últimamente...
Y.- ¡Luis Alberto, bájate de ahí ahora mismo!
X.- Te decía...
Y.- Este niño un día se va a partir la crisma. ¡Que te bajes de ahí te digo!
X.- ....
Y.- Dime, dime.
X.- Te decía que en los últimos tiempos noto...
Riiiing, riiiing... (sonido de teléfono fijo).
Y.- ¿Diga?
.....
Y.- Mi madre. Que si al fin iremos a comer el domingo.
X.- Vale. Dile que sí iremos.
Y.- Mamá. Que sí. ¡Anda! ¿y eso?
(Pasan diez minutos hasta que Y cuelga el teléfono).
Y.- Ahora resulta que mi madre quiere cambiar los sillones del salón que compró hace dos semanas.
X.- Ya.
Y.- Y pretende que la acompañe para elegir otros que le vayan mejor con el color de las paredes.
X.- Ya. Te decía...
(Plong, plas, cataplás. Estrépito de objetos que se caen en el recinto contiguo)
Y.- ¡Luis Alberto!
(X e Y se levantan y comprueban: a) que hay dos jarrones rotos; b) que Luis Alberto llora; c) que Luis Alberto no presenta lesiones visibles. Regresan X, Y y Luis Alberto a sus posiciones iniciales).
Y.- Este niño es un dolor.
X.- Sí.
Y.- La culpa es de la cuidadora, que todo se lo consiente.
X.- Puede ser.
Y.- Te quería decir que...
(Tachán, tachún, tachán, tachún. Suela una melodía famosa en el teléfono móvil de X.
X.- No, no me interesa contratar Imagenio. Le he dicho que no. ¡Que no, caramba!
Y.- Me estoy meando.
(Y sale. Ruido. Luego más ruido, esta vez de cisterna. Y regresa).
Y.- ....
X.- Pues, que desde hace una temporada tengo la sensación... ¡Luis Alberto, no se pinta en las paredes!
Y.- ¡Pero, será posible! ¡Cuántas veces te lo hemos dicho!
(Llantos de Luis Alberto. Cinco minutos. X se levanta y le pone una película. El resto de l conversación entre X e Y transcurre con el fondo de músicas y diálogos de la película).
Y.- ¿Quieres que hablemos más tarde de eso que me tenías que contar?
X.- No, ya que me he animado ahora...Trataba de explicarte que...
(Ring. Suena el timbre de la puerta. X sale. Regresa al poco).
X.- Testigos de Jehová repartiendo estos folletos.
Y.- ¿Y para qué los has cogido?
X.- Para que se largaran.
Y.- Con eso lo que consigues es que vuelvan mañana.
X.- Da igual. Así hablamos ahora.
Y.- Pues tú dirás.
X.- Mira, trataré de decírtelo rápidamente y con franqueza.
(Bip, bip, bip. La alarma del móvil de Y).
Y.- Tengo que pedir cita en el pediatra. Me dijeron que llamara a esta hora.
X.- ¿Tiene que ser ahora mismo?
Y.- Es que, si no, se nos vuelve a pasar, como todos estos días.
X.- Vale
(Y hace la gestión telefónica).
Y.- Ya está. Ay, ¿has visto qué hora es? Nos queda media hora para darle la comida al niño y para comer nosotros.
X.- Ya.
Y.- Pero querías decirme algo antes.
X.- Esto..., pues.... Oye, que bajo a comprar tabaco.
Y.- Pero si tú no fumas.
X.- Ya. Es igual. Bajo.
Y.- Bueno, pero no tardes, que tenemos que irnos y no hemos comido.
X.- Vale. Adiós.
(X hace mutis. Suenan al tiempo el teléfono fijo, el móvil de Y y la alarma del horno. Luis Alberto comienza a llorar porque se acabó la película. En la calle adyacente cae un rayo y mata a cuarenta y tres peatones. Es raro, porque en el cielo luce un sol esplendoroso. El tiempo está de lo más cambiante, esa es la verdad).
Y.- Dime.
X.- Pues que últimamente...
Y.- ¡Luis Alberto, bájate de ahí ahora mismo!
X.- Te decía...
Y.- Este niño un día se va a partir la crisma. ¡Que te bajes de ahí te digo!
X.- ....
Y.- Dime, dime.
X.- Te decía que en los últimos tiempos noto...
Riiiing, riiiing... (sonido de teléfono fijo).
Y.- ¿Diga?
.....
Y.- Mi madre. Que si al fin iremos a comer el domingo.
X.- Vale. Dile que sí iremos.
Y.- Mamá. Que sí. ¡Anda! ¿y eso?
(Pasan diez minutos hasta que Y cuelga el teléfono).
Y.- Ahora resulta que mi madre quiere cambiar los sillones del salón que compró hace dos semanas.
X.- Ya.
Y.- Y pretende que la acompañe para elegir otros que le vayan mejor con el color de las paredes.
X.- Ya. Te decía...
(Plong, plas, cataplás. Estrépito de objetos que se caen en el recinto contiguo)
Y.- ¡Luis Alberto!
(X e Y se levantan y comprueban: a) que hay dos jarrones rotos; b) que Luis Alberto llora; c) que Luis Alberto no presenta lesiones visibles. Regresan X, Y y Luis Alberto a sus posiciones iniciales).
Y.- Este niño es un dolor.
X.- Sí.
Y.- La culpa es de la cuidadora, que todo se lo consiente.
X.- Puede ser.
Y.- Te quería decir que...
(Tachán, tachún, tachán, tachún. Suela una melodía famosa en el teléfono móvil de X.
X.- No, no me interesa contratar Imagenio. Le he dicho que no. ¡Que no, caramba!
Y.- Me estoy meando.
(Y sale. Ruido. Luego más ruido, esta vez de cisterna. Y regresa).
Y.- ....
X.- Pues, que desde hace una temporada tengo la sensación... ¡Luis Alberto, no se pinta en las paredes!
Y.- ¡Pero, será posible! ¡Cuántas veces te lo hemos dicho!
(Llantos de Luis Alberto. Cinco minutos. X se levanta y le pone una película. El resto de l conversación entre X e Y transcurre con el fondo de músicas y diálogos de la película).
Y.- ¿Quieres que hablemos más tarde de eso que me tenías que contar?
X.- No, ya que me he animado ahora...Trataba de explicarte que...
(Ring. Suena el timbre de la puerta. X sale. Regresa al poco).
X.- Testigos de Jehová repartiendo estos folletos.
Y.- ¿Y para qué los has cogido?
X.- Para que se largaran.
Y.- Con eso lo que consigues es que vuelvan mañana.
X.- Da igual. Así hablamos ahora.
Y.- Pues tú dirás.
X.- Mira, trataré de decírtelo rápidamente y con franqueza.
(Bip, bip, bip. La alarma del móvil de Y).
Y.- Tengo que pedir cita en el pediatra. Me dijeron que llamara a esta hora.
X.- ¿Tiene que ser ahora mismo?
Y.- Es que, si no, se nos vuelve a pasar, como todos estos días.
X.- Vale
(Y hace la gestión telefónica).
Y.- Ya está. Ay, ¿has visto qué hora es? Nos queda media hora para darle la comida al niño y para comer nosotros.
X.- Ya.
Y.- Pero querías decirme algo antes.
X.- Esto..., pues.... Oye, que bajo a comprar tabaco.
Y.- Pero si tú no fumas.
X.- Ya. Es igual. Bajo.
Y.- Bueno, pero no tardes, que tenemos que irnos y no hemos comido.
X.- Vale. Adiós.
(X hace mutis. Suenan al tiempo el teléfono fijo, el móvil de Y y la alarma del horno. Luis Alberto comienza a llorar porque se acabó la película. En la calle adyacente cae un rayo y mata a cuarenta y tres peatones. Es raro, porque en el cielo luce un sol esplendoroso. El tiempo está de lo más cambiante, esa es la verdad).
1 comentario:
JA JA JA JA BUAAAAAAAAA
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