Es un misterio. El votante español es una entelequia muy extraña. Veamos por qué. Los partidos políticos dominantes andan con mil y una cautelas para no quedarse sin la papeleta de una ciudadanía que talmente parece la vanguardia de la revolución planetaria y la quintaesencia de la progresía del mundo. No digo que fuera mala cosa que tuviéramos un pueblo así, sólo afirmo que no me lo creo y que ha de haber otras explicaciones para esas estrategias electorales.
Precisemos un poco y con ejemplos de ahora mismo. Véase de nuevo el caso del cementerio nuclear al que llaman ATC. Los hechos están en todos los medios estos días. Tenemos un gobierno que mantiene que tal depósito de residuos nucleares es necesario y que se va a construir en alguna parte. Dicho gobierno, recuerdo, está en manos del Partido Socialista y la medida la defiende con empeño su Ministro de Industria, un tal Sebastián que cada día se parece más al San Sebastián en los cuadros, lleno de flechas por todas partes. Pues bien, las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Socialista, como la de Cataluña y la de Castilla-La Mancha, dicen que de eso nada y que en su territorio bajo ningún concepto se instalará el depósito o almacén en cuestión. Por otra parte, el Partido Popular, que acostumbra a no decir nada preciso y comprensible sobre ningún tema socialmente comprometedor, sale de su mudez para contradecirse con el mismo empeño. Que se sepa, los populares son más bien partidarios de la energía nuclear, pero no admiten que el cementerio de residuos se instale en ninguna de las comunidades en las que son gobierno u oposición. O sea, están a favor de las centrales nucleares, pero no de sus deshechos. Lógico, conociendo a tan ilustres e ilustrados personajes. El gobierno afirma que el depósito tiene que hacerse, pero los de su partido se oponen a él en todas partes, sea desde los gobiernos autonómicos o desde su oposición. Rajoy dice que el ejecutivo central debe ejercer su autoridad e imponerse, pero en todas las comunidades hace piña con los socialistas para que allí no vaya el cementerio. ¿Están tontos? No, los tontos somos nosotros.
¿Por qué incurren en tan flagrantes incongruencias esos dos partidos de nuestros pecados? Pues, según opinión general, porque piensan que la pose ecologista da muchos votos, razón por la cual se fingen todo el tiempo enamoradísimos del cuidado mediambiental y preocupados hasta del paisaje. Son, por cierto, los mismos partidos que han destruido con saña el paisaje y el medio ambiente de la mayor parte de las costas españolas. Entonces no les daba tanto reparo, mira. En lo de la energía atómica seguro que tampoco lo tienen, pero es como si pensaran que la gente del país se ha vuelto ecologista y puede castigarlos en las urnas. ¿Ecologistas aquí? ¡Anda ya! En sus dichos y en sus obras, conciencia y preocupación ecológica deben de tenerla un dos o tres por ciento de los españoles. No hay más que vernos y escucharnos a diario. ¿Entonces?
Sí hay unos cuentos grupos ecologistas muy combativos y bien organizados, pero -quizá por desgracia- no se representan más que a sí mismos: cuatro gatos. Hacen mucho ruido, están en todos los saraos, chupan cámara en manifestaciones y concentraciones, pero son muy pocos. ¿Que su mensaje cala mucho en el electorado? Me permito dudarlo. Cuando alguno de estos grupos se hace partido o agrupación electoral y se presenta a las elecciones generales, autonómicas o locales, recibe una cantidad ínfima de votos.
Entonces ¿por qué tanta prevención electoralista de PP y PSOE? Si nos podemos a buscar razones, se me ocurren las que siguen. Por un lado, se trata de una consecuencia de nuestra organización territorial en reinos de taifas. Lo que los dirigentes autonómicos de los partidos pretenden no es tanto legitimarse al rechazar esos depósitos nucleares por razones de riesgo o de cuidado del medio ambiente, sino endilgárselos a los demás, pues eso sí que lo valoran las masas electorales: “los de la Comunidad X nos hemos puesto firmes y el cementerio nuclear se lo han tenido que tragar los de la Comunidad de al lado: que se jodan”. Oigan, pero no es un tema local, es una cuestión de Estado. “¿Estado? ¿Qué Estado?”, nos responderán. Y no les faltará razón.
Por otro lado, los partidos saben que tanto en el ámbito autonómico como en el estatal lo que dirime electoralmente es un porcentaje bajo de votos fluctuantes y por eso, para capturar el puñado de votos de la escasa gente que atiende los mensajes ecologistas, se ponen el disfraz ecológico los líderes, disfraz que les queda más o menos como a un cerdo un traje de Armani. ¿Y por qué en debates como éste se toma postura radical e incoherente nada más que por unos miles de votos? Pues porque los dos grandes partidos saben que la inmensa mayoría de sus electores son fieles y están seguros. El que es del PP “de toda la vida” y el que es del PSOE “de toda la vida” va a seguir votando a los suyos aunque rebuznen, como es habitual, haya cementerio nuclear o no o aunque se hunda el mundo entero. ¿Puede haber otra explicación de que Zapatero haya obtenido un segundo mandato como Presidente o de que Rajoy esté ahora mismo por delante en las encuestas? ¡Pero si no saben hacer la o con un canuto! Ya, contestarían las masas simpatizantes, son unos inútiles, pero son nuestros inútiles. De cajón.
Precisemos un poco y con ejemplos de ahora mismo. Véase de nuevo el caso del cementerio nuclear al que llaman ATC. Los hechos están en todos los medios estos días. Tenemos un gobierno que mantiene que tal depósito de residuos nucleares es necesario y que se va a construir en alguna parte. Dicho gobierno, recuerdo, está en manos del Partido Socialista y la medida la defiende con empeño su Ministro de Industria, un tal Sebastián que cada día se parece más al San Sebastián en los cuadros, lleno de flechas por todas partes. Pues bien, las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Socialista, como la de Cataluña y la de Castilla-La Mancha, dicen que de eso nada y que en su territorio bajo ningún concepto se instalará el depósito o almacén en cuestión. Por otra parte, el Partido Popular, que acostumbra a no decir nada preciso y comprensible sobre ningún tema socialmente comprometedor, sale de su mudez para contradecirse con el mismo empeño. Que se sepa, los populares son más bien partidarios de la energía nuclear, pero no admiten que el cementerio de residuos se instale en ninguna de las comunidades en las que son gobierno u oposición. O sea, están a favor de las centrales nucleares, pero no de sus deshechos. Lógico, conociendo a tan ilustres e ilustrados personajes. El gobierno afirma que el depósito tiene que hacerse, pero los de su partido se oponen a él en todas partes, sea desde los gobiernos autonómicos o desde su oposición. Rajoy dice que el ejecutivo central debe ejercer su autoridad e imponerse, pero en todas las comunidades hace piña con los socialistas para que allí no vaya el cementerio. ¿Están tontos? No, los tontos somos nosotros.
¿Por qué incurren en tan flagrantes incongruencias esos dos partidos de nuestros pecados? Pues, según opinión general, porque piensan que la pose ecologista da muchos votos, razón por la cual se fingen todo el tiempo enamoradísimos del cuidado mediambiental y preocupados hasta del paisaje. Son, por cierto, los mismos partidos que han destruido con saña el paisaje y el medio ambiente de la mayor parte de las costas españolas. Entonces no les daba tanto reparo, mira. En lo de la energía atómica seguro que tampoco lo tienen, pero es como si pensaran que la gente del país se ha vuelto ecologista y puede castigarlos en las urnas. ¿Ecologistas aquí? ¡Anda ya! En sus dichos y en sus obras, conciencia y preocupación ecológica deben de tenerla un dos o tres por ciento de los españoles. No hay más que vernos y escucharnos a diario. ¿Entonces?
Sí hay unos cuentos grupos ecologistas muy combativos y bien organizados, pero -quizá por desgracia- no se representan más que a sí mismos: cuatro gatos. Hacen mucho ruido, están en todos los saraos, chupan cámara en manifestaciones y concentraciones, pero son muy pocos. ¿Que su mensaje cala mucho en el electorado? Me permito dudarlo. Cuando alguno de estos grupos se hace partido o agrupación electoral y se presenta a las elecciones generales, autonómicas o locales, recibe una cantidad ínfima de votos.
Entonces ¿por qué tanta prevención electoralista de PP y PSOE? Si nos podemos a buscar razones, se me ocurren las que siguen. Por un lado, se trata de una consecuencia de nuestra organización territorial en reinos de taifas. Lo que los dirigentes autonómicos de los partidos pretenden no es tanto legitimarse al rechazar esos depósitos nucleares por razones de riesgo o de cuidado del medio ambiente, sino endilgárselos a los demás, pues eso sí que lo valoran las masas electorales: “los de la Comunidad X nos hemos puesto firmes y el cementerio nuclear se lo han tenido que tragar los de la Comunidad de al lado: que se jodan”. Oigan, pero no es un tema local, es una cuestión de Estado. “¿Estado? ¿Qué Estado?”, nos responderán. Y no les faltará razón.
Por otro lado, los partidos saben que tanto en el ámbito autonómico como en el estatal lo que dirime electoralmente es un porcentaje bajo de votos fluctuantes y por eso, para capturar el puñado de votos de la escasa gente que atiende los mensajes ecologistas, se ponen el disfraz ecológico los líderes, disfraz que les queda más o menos como a un cerdo un traje de Armani. ¿Y por qué en debates como éste se toma postura radical e incoherente nada más que por unos miles de votos? Pues porque los dos grandes partidos saben que la inmensa mayoría de sus electores son fieles y están seguros. El que es del PP “de toda la vida” y el que es del PSOE “de toda la vida” va a seguir votando a los suyos aunque rebuznen, como es habitual, haya cementerio nuclear o no o aunque se hunda el mundo entero. ¿Puede haber otra explicación de que Zapatero haya obtenido un segundo mandato como Presidente o de que Rajoy esté ahora mismo por delante en las encuestas? ¡Pero si no saben hacer la o con un canuto! Ya, contestarían las masas simpatizantes, son unos inútiles, pero son nuestros inútiles. De cajón.
2 comentarios:
Yo -estando de acuerdo en el análisis- simplificaría la explicación.
Hay las poderes que son, y van a su bola.
Tienen un títere con cara amable. Ahora 'gobierna'.
Tienen un títere con cara adusta. Ya 'gobernará'.
¿Los votos? Una mascarada enternecedora.
Salud,
Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.
Las tiranías fomentan la estupidez.
HAY QUE ACUDIR A LOS SABIOS, SON DOS FRASES DE J.L.BORGES, el de los frutos secos.
Despues de 32 años de democracia hemos tocado fondo? No, aun pude ser posible peor nivel de nuestros politicos.
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