11 abril, 2010

El "clásico"

Un chavalillo de la familia me lo dijo el otro día: qué bien, el sábado es “el clásico”. Me preguntó si lo iba a ver. No se refería a si pensaba un servidor dedicar el fin de semana a Homero, Calderón de la Barca o Goethe. Ponía énfasis en la palabra, separaba sus sílabas, las paladeaba: el CLÁ-SI-CO. Como los locutores de radio y televisión. El mismo tono y los mismos términos. Son expresiones novedosas y transversales a las generaciones, a las clases sociales y a los géneros. Da igual dónde, en un puticlub fino de peperos, en un colegio de curas o en el restaurante de carretera y menú del día plagado de camioneros, todos han hablado y hablan estos días del “clásico”.
A mí el puñetero partido entre el Madrid y el Barcelona (ojo, es mejor decir Barça, para que se note que uno está en la pomada, en la intimidad de lo importante) me pilló en un avión, para variar. Reconozco que, si hubiera estado en casa y tranquilo, sí que lo habría visto, aunque con mala conciencia, conciencia de zote y de alienado. Los que vamos de intelectuales mantenemos así la sensación de pecado. “Padre, confieso que he estado mirando un partido de fútbol en la tele”. “Cuál, hijo mío”. “El Sporting contra el Getafe”. “Degenerado, pide perdón a Dios de rodillas y, como penitencia, lee enterito el último tocho sobre neoconstitucionalismo”. “Por qué es tan duro conmigo, padre”. “Porque esos partidos no se ven, no son santos. Debes contemplar solamente los de los grandes y los clásicos”. “Gracias, padre, me siento reconfortado y corregido”. “De nada, hijo, acércate para que te absuelva con un beso de lengua”.
Al llegar al hotel en destino, me conecto a internet y veo los periódicos. Todos son Marca. Normal. Si todos los españoles estamos hablando del “clásico”, todos los periódicos informan sobre él. En la ciudadanía desaparecen las diferencias entre normalillos y tarados, entre libres y sumisos, etc. Así que es de cajón que también se desvanece toda distinción entre periódicos deportivos y de información general: todos son deportivos. Acabo de mirar con calma El País, ABC y El Mundo, en sus ediciones electrónicas. Los tres informando antes que nada de lo mismo, del “clásico”. Sesudísimos análisis sobre tácticas y estrategias, disquisiciones sobre alineaciones y jugadas. Páginas y páginas. En las secciones de “lo más leído”, eso mismo: que si cómo tendrá Messi el pitirrín, que si cómo se corta las uñas Cristiano Ronaldo, que si a cómo se paga, como reliquia, un pelo corto de Guardiola. Todo el dichoso país dando vueltas a esas cosas. Aunque caigan chuzos de punta, aunque se nos queme el arroz o se nos agrie el PIB, da igual. Lo que importa es lo que importa, el “clásico”.
Ya puesto a navegar por la información futbolística, intento enterarme de qué pasó con el Sporting, que jugaba con el Villarreal. Perdió. Pero lo averiguo dejándome los ojos y la paciencia, pues del resto de los equipos se informa en un rinconcito, en la sección virtual de “otros”. Bien está que no se conceda tiempo ni espacio a lo que no existe o resulta remoto. Nada de metafísicas, no sobrecarguemos el mundo de entes, concentrémonos en la cosa en sí, atendamos nada más que a lo que nos une y nos unifica, a lo que nos homologa, a lo propiamente real y subsistente, a la esencia, al núcleo duro del ser y de la vida, al “clásico”. ¿Gijón? Y eso dónde está, vamos a ver. ¿Que hay paro y crisis? ¿Te quieres callar? ¿No ves que hoy es “el clásico”? ¿Zapatero? No me suena, pero mira qué pectorales tiene Cristiano Ronaldo, mira.
Deberíamos dar el paso. Este mundo conviene modificarlo para que no dilapidemos esfuerzos ni desenfoquemos la atención de lo único que cuenta. Podemos empezar con el fútbol, que es enseñanza de las masas y poesía de los oprimidos y los apretados. Para empezar, fuera todos los demás equipos, que queden nada más el Madrid y el Barça. Díganme para qué diablos sirve, para qué, que exista un equipo en Gijón y otro en Valladolid y dos en Sevilla. Para que cuatro gatos de esos pueblos no se centren en lo que hay que centrarse, en el “clásico” y en ser del Madrid o del Barça. ¿Y lo que ganaría la liga si en lugar de haber dos “clásicos” al año hubiera uno cada semana? ¡Gran acontecimiento! ¡El clásico veintisiete del año! ¡Parece que Higuaín se resiente de un forúnculo y que a Cristiano Ronaldo le están saliendo pezones de negra! Furor informativo. Se venderían más periódicos y harían su agosto televisiones y radios. El país marcharía mucho mejor y El País no tendría necesidad de ocuparse ni de salvar a Garzón siquiera. ¿Y la gente? ¿Qué me dicen de lo felicísima que sería la gente?
Una vez que se haya asentado perfectamente la dominación plena de los dos equipos de nuestros amores, tocaría hacer igual en la política. ¿Cuántos votos se pierden a lo tonto porque hay gente que todavía no capta que hay que votar a los grandes, al PSOE y al PP? ¡Cuánto voto inútil porque aún hay quien no se da al voto útil! Que se prohíban los partidos pequeños inmediatamente, no sea que un día crezca uno y tengamos un disgusto. Cada convocatoria electoral, un clásico. Y que haya elecciones todos los meses, o todas las semanas. Domingo por la mañana, todos a votar por el PP o el PSOE; por la tarde, a ver el otro “clásico”, Madrid contra Barça. Qué bonito lema para nuestra convivencia: del partido al partido. Ni un maldito partido político más ni otro equipo de fútbol. ¡Qué belleza! Qué emocionante vida política y cuánta pasión sanamente deportiva. Maravillosa democracia deliberativa que encierra más opciones de las que parece, pues se puede ser del PP y del Madrid, del PP y del Barça, del PSOE y del Madrid y del PSOE y del Barça. Como ahora, a fin de cuentas, pero más a las claras y sin tanto gasto inútil. Auténtica lección de pluralismo y tolerancia, acicate para la convivencia en libertad, nuevo sentido para una vieja patria, destino para una nación regenerada.
A la mierda con la educación, que se hunda la sanidad, que se nos acaben las perras o que no quede ni un puesto trabajo para nadie. Y qué. ¿Habría ciudadanos más felices? Entre PP y PSOE y Madrid y Barça, qué más vamos a necesitar, vamos a ver. Pues eso, ¿ha visto usted que a Messi le ha salido una cana y que Raúl se rascó un güevo ayer a las quince y cuarenta? ¿No? Pues en qué anda usted pensando, hombre/mujer de Dios.

2 comentarios:

un amigo dijo...

Lo escribió C.P. Snow en los años 60, e imagino que antes - y como todas las cosas importantes, donde cuenta poco o nada la 'originalidad', lo habrán dicho antes o después, con alguna variante, incontables.

Toda división en dos de la realidad es equivocada, en última instancia peligrosa.

Salud,

roland freisler dijo...

Son un rebaño estos del fútbol, por lo menos los que son del PP o PSOE o de cualquier otro partido del espectro parlamentario tienen la disculpa aunque sea egoísta de que algo van a chupar o que les van a recomendar o enchufar en algún sitio o la pensión, etc...
Pero lo del Madrid y el Barcelona eso ya es de ser discapacitado para ocupar ese tiempo en otra cosa.
Y que uno de Gijón sea del Sporting o uno de León de la Cultural, tiene una razón de ser, pero ser del Madrid o del Barcelona un cazurro de toda la vida que me lo expliquen.
Así estamos, ZP del Barcelona y Aznar del Madrid.
Di tú, que también lo del "clásico" viene de puta madre para los que follamos fuera de casa. Ya saben, mi vida que hoy quedé con dos compañeros para ver el "clásico" en casa del Joaco que estrena parabólica y tal.