14 octubre, 2005

LAS COSAS CLARAS Y LA ACADEMIA ESPESA

La Academia Sueca acaba de conceder el Nobel de literatura a Harold Pinter, afamado dramaturgo inglés. La justicia del galardón se supone (al menos en todo lo que se pueda suponer justicia en los asuntos humanos) y, sea como sea, no soy yo quien para cuestionarla. Lo que sí me admira es la claridad con que la prestigiosa institución que lleva el nombre del inventor de la dinamita ha justificado dicho premio.
Según cuenta El Mundo “La Academia Sueca señala en su argumentación que Pinter deja al descubierto en sus dramas "el precipicio que hay detrás de la conversación diaria y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión". En sus dramas, Pinter "crea situaciones dramáticas a partir de conversaciones cotidianas, que para nosotros ponen en evidencia la existencia humana de una manera única", ha añadido”. La Vanguardia recoge así la argumentación: “Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia Sueca, indicó que la labor de Pinter, "basada en el drama, descubre el precipicio de las conversaciones cotidianas e irrumpe en los espacios cerrados de la opresión (...) revelando la existencia humana con una habilidad sin precedentes". Muy bien. Así, con un par de cataplines/as. Ya ningún ciudadano, o al menos ninguno de los de a pie, tendrá dudas sobre los méritos literarios de tal escritor ni sobre los contenidos de su obra. Y de paso se fomenta la lectura, naturalmente. Qué menos se podía esperar, sino que fuera sublime la literatura con que se da cuenta de un premio Nobel de literatura. Si lee esas parrafadas mi tía Obdulia, se sentirá irremisiblemente atraída por la obra de Pinter y correrá afanosa a la librería para mercar todos sus libros.
Uno se abandona a las ensoñaciones y se imagina que un día le dan un premio de éstos, por ejemplo por este blog mismamente, qué caray, y que los mecenas que a uno así le distinguen y le hacen justicia se sueltan con un discurso tal que así, verbi gratia: “destaca en la obra de garciamado la voluntad de simetrías compactas que sintetizan el claroscuro de la densa paradoja que impregna el trasunto existencial en que se aúna el vértigo histórico del homo sapiens y el rictus sincopado del homo ludens, matizado todo ello por una conciencia que se hace a sí misma al deshacerse en fútiles morosidades”. ¡Guau, cómo me pone!.
La cultura al alcance de todos, como tiene que ser. Y yo con estos pelos.
Menos mal que, al menos, Pinter es de los nuestros. Será por eso que ayer Radio Nacional de España (¿para cuándo la enmienda de ERC que proponga que pase a llamarse Radio Transnacional del Estado Español?) después de leer parrafadas como ésas añadió que recientemente Pinter llamó idiota a Blair y asesino de masas a Bush. Lo mismo que opinan la mitad de los de mi pueblo sin ser conscientes de que están al nivel de todo un premio Nobel. Para que vean como somos los de Ruedes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Básicamente estoy de acuerdo contigo, mejor dicho, con tu crítica a la ampulosidad y vacuidad de los discursos de la crítica, en este caso, literaria. Con lo que ya no estoy de acuerdo es con lo de la cultura al alcance de todos. Aunque esté muy mal decirlo, la cultura no es -no puede ser- de masas. O la cultura de masas no es cultura. Aplicado a la literatura: la literatura de masas no suele ser (con excepciones contadas) buena literatura. Carezco de competencia para determinar con argumentos poderosos qué es (y qué no es) buena literatura, pero soy lector voraz, y no sólo de best-sellers, y sí sé decir qué obras son buena literatura. Rara vez las veo recensionadas en los suplementos dominicales: con excepciones, lo que ahí se recensiona es literatura de masas, que llega a las masas precisamente porque se recensiona. "La sombra del viento" no es buena literatura. Ni siquiera es literatura regular. Es a la literatura lo que un serial de televisión al cine. Entretiene -a quien no tenga hábito de leer- y se deja leer, pero no es buena literatura. Es literatura de masas. Quizá el nóbel sea un premio elitista -soy lector y no suelo conocer a los premiados-, y quizá deba seguir siéndolo. A mí el nóbel de literatura me ha descubierto escritores impresionantes e imprescindibles.
La crítica literaria, eso sí es otro mundo, y muy interesante, por cierto.
Un saludo afectuoso

Juan Antonio García Amado dijo...

Amigo lector, me he explicado mal. Yo no creo que sea posible que la cultura mejor sea cultura de masas, hay una escala de cultura que va en paralelo a otra escala de formación y sensibilidad de las personas, y cada uno es como es y se formó como se formó. No, lo que yo quiero decir es que esa ampulosidad vacua del discurso de ciertas instituciones, de muchísimos académicos y de tantísimos críticos literarios, de arte, etc. aleja a todo el mundo, tanto masas como personas con buena formación y disposición, de los productos de la cultura mejor, pues en lugar de utilizar en sus descripciones y comentarios de las obras un lenguaje mínimamente explicativo y al alcance de muchos, o de bastantes, se recrean en una jerga pseudoesotérica que, en el fondo, no esconde más que el propósito de fingirse minoría o casta, élite, sacerdotes con acceso exclusivo a los arcanos de lo más sublime. Y si uno conoce a muchos de los que así hablan y escriben se topa con la cruda verdad: berzotas en estado puro, fingidores, impostores, pedantes, ignorantes, togados o no.
Una cosa es pensar que ciertos lenguajes literarios o artísticos no están al alcance de todo el mundo, y otra distinta que el crítico o el académico que analiza esos lenguajes los haga, a posta o por pura incapacidad, aún más incomprensibles y distantes. Yo sé que mi tía Obdulia nunca va a leer a Pinter, pero a lo mejor le gusta saber, en palabras normales, cómo escribe ese autor y de qué trata su obra. Y con excrecencias verbales como las de la Academia Sueca desde luego que no se entera ni por el forro.
Saludos muy cordiales. Y gracias.