Minutos antes habían posado para los medios de comunicación en las escaleras de acceso al Averno. Estuvieron sus buenos treinta segundos con las manos estrechadas (en realidad el Demonio tendía su pezuña) y una sonrisa de oreja a oreja. El Demonio observaba de tanto en tanto a ZP por el rabillo del ojo y trataba de imitar su arqueo de cejas y su mirada cristalina. Luego pasaron al interior y se sentaron cómodamente en un mullido sofá. Quedaron solos.
D.- Espero que te encuentres cómodo.
ZP.- Me siento como en casa, créeme.
D.- Has venido sin intérprete.
ZP.- Domino tu idioma, no te preocupes.
D.- No pierdo detalle de tus hazañas. Te admiro, pero me tienes preocupado.
ZP.- ¿Por qué?
D.- Me inquieta que pueda llegar el día en que la gente me respete menos que a ti.
ZP.- Conmigo nunca tendrás problemas. Las cosas se hablan.
D.- ¿No sientes calor aquí?
ZP.- No, hay una temperatura muy agradable ¿por qué lo preguntas?
D.- No, por nada.
ZP.- ¿Sabes por qué te he pedido audiencia?
D.- Me lo estaba preguntando.
ZP.- Soy mortal.
D.- No me digas.
ZP.- La vida terrenal dura un abrir y cerrar de ojos.
D.- Así es, jeje.
ZP.- Yo quiero pasar la eternidad en el cielo.
D.- Yo ahí tengo poca mano.
ZP.- Tal vez no tan poca. De eso quería hablarte.
D.- Tú dirás.
ZP.- Ayer conversé con Dios desde la Moncloa.
D.- ¿Qué tal está?
ZP.- Anda montando una nueva campaña en tu contra.
D.- ¿Qué campaña?
ZP.- Quiere que cumplas íntegra tu pena eterna.
D.- En ésas ya estábamos.
ZP.- Me dijo que piensa organizar una campaña en los medios para desprestigiarte y dejarte sin tu aureola maligna.
D.- ¿Y tú que le dijiste?
ZP.- Yo estoy muy interesado en el cielo, ya te lo he comentado.
D.- ¿Y a mí por qué me lo cuentas?
ZP.- Dios está mayor. Y cada día más reaccionario.
D.- Allá se las componga, no me interesa.
ZP.- Creo que en el cielo hace falta un cambio. Y otro talante, sobre todo.
D.- ¿Qué cambio?
ZP.- Un recambio.
D.- ¿Qué has pensado?
ZP.- Yo podría sacrificarme. Es una pena que todas esas almas justas no tengan un líder a su altura.
D.- ¿Quieres ser dios?
ZP.- Mi natural modestia no me permitiría gobernar con la vigente Constitución celeste. Pero he encargado a Alfredo un borrador de nuevo Estatuto Eterno.
D.- ¿A Rubalcaba? Es buen amigo, viene mucho por aquí.
ZP.- Lo sé. Yo lo he animado para que te fuera sondeando.
D.- Qué jodíos.
ZP.- Tengo grandes planes para reorganizar la convivencia entre las almas de los justos.
D.- No son mis almas.
ZP.- Podrían serlo, todo es negociable.
D.- Explícame de una vez lo que tramas.
ZP.- Tú podrías recibir el veinticinco por ciento de todas esas almas.
D.- ¿Y el resto?
ZP.- Mías.
D.- Mi pastel es pequeño.
ZP.- Si estás de acuerdo en las líneas generales, los porcentajes los ajustamos más adelante. Te mandaré a Alfredo para hacer las cuentas.
D.- ¿Y yo qué debería hacer?
ZP.- Finge que te conviertes al bien y di que quieres volver al redil.
D.- De eso nada.
ZP.- Te he dicho que finjas. Luego, cuando todos sean nuestros, podremos hacer lo que nos dé la gana. Juntos seremos invencibles.
D.- ¿Y si no acepto? Dios y yo siempre nos hemos jugado limpio.
ZP.- Si no aceptas tal vez yo prefiera venir al infierno. Ya lo hablé ayer con Dios. Él dice que es mi lugar natural.
D.- Por todos los demonios, me conviene aceptar.
ZP.- Sólo tienes que conseguir que te readmitan.
D.- ¿Y luego?
ZP.- Reivindicamos tu derecho a autodeterminarte junto con los tuyos. ¿Cuánto lleváis viviendo a vuestra manera?
D.- Media eternidad.
ZP.- ¿Ves? Sois nación y tenéis un puñado de derechos históricos. Será fácil.
D.- Dios es centralista y está acostumbrado a su poder sin límites.
ZP.- En tres telediarios eso cambia. Hoy ni Dios aguanta una opinión pública en contra.
D.- Bien, pongamos que ya estoy allá y tengo mi autonomía, ¿y después?
ZP.- Forzamos elecciones.
D.- ¿En el cielo?
ZP.- Sí. Es fácil. Basta que tu gente les hable a los de allá arriba de cuántos buenos placeres se están perdiendo.
D.- ¿Y quién encabeza nuestro partido en esas elecciones?
ZP.- Yo. Desde niño me he visto endiosado. Veía aquella catedral de mi tierra y me decía: es mía.
D.- O sea, que yo dejo esto, donde soy el jefe, y me voy al cielo a ponerme a tus órdenes.
ZP.- No, nos repartimos la tarta. Tú harás lo que quieras en todo momento con los que te lleves de aquí y con el porcentaje de almas de allá que acordemos.
D.- ¿Sin límite?
ZP.- Todos tuyos.
D.- ¿No has pensado que puedo hablar con Dios y que entre los dos podemos eliminarte?
ZP.- Imposible. No se fía de ti. Ayer mismo le recordé cómo eres. Y él es un dios de principios, recuérdalo.
D.- No sé, todo esto me parece más complicado de lo que tú piensas.
ZP.- Yo no he dicho que no sea complicado. Tendrás que arrimar el hombro.
D.- ¿Y qué hago?
ZP.- Uy, las posibilidades son infinitas. Hunde un barco celeste, monta una guerra entre arcángeles.
D.- ¿Guerra entre arcángeles?
ZP.- Para forzar manifestaciones pacifistas de los querubines. Tenemos que sembrar el malestar. Hay que moverle la silla al del ojo en el triángulo.
D.- No sé si puedo fiarme de ti.
ZP.- No te queda más remedio. O eso o te preparas para la dura campaña en tu contra que te va a montar Dios. Recuerda que ayer mismo me contó sus planes.
D.- Sospecho que tú estás detrás de esa campaña.
ZP.- Sí, no te lo oculto. Pero piensa por qué he venido a advertirte. Te prefiero a ti.
D.- ¿Por qué?
ZP.- Juntos tenemos mucho más que ganar. Si permito que Él te venza, su poder se consolida. Y tú y yo a dos velas.
D.- Necesito tiempo para meditar todo esto.
ZP.- He visto al entrar un diablo joven con aspecto de ser muy competente y ambicioso.
D.- No me hables de ése, hasta para aquí es demasiado malo.
ZP.- Seguro que en el cielo no te haría sombra.
D.- Ni a ti.
ZP.- Ni a mí.
D.- Creo que me has convencido.
ZP.- ¿Me dejas que vea tus instalaciones?
D.- ¿Para qué?
ZP.- Para ir tomando ideas.
D.- De acuerdo, vamos te mostraré los hornos y las cámaras.
ZP.- Espera, tenemos primero que dar una rueda de prensa conjunta.
D.- ¿Y qué diremos?
ZP.- Que estamos de acuerdo en que en estos tiempos no es justo ni humanitario que sean tan duros los padecimientos del infierno. Que va siendo hora de firmar una alianza entre las esferas celestes y subterráneas. Que hace falta que Dios dé una muestra de magnanimidad y buen talante.
D.- Bueno, pero habla tú.
ZP.- Sí no te preocupes. Tú simplemente sonríe. Y esconde el rabo.
(CONTINUARÁ).
D.- Espero que te encuentres cómodo.
ZP.- Me siento como en casa, créeme.
D.- Has venido sin intérprete.
ZP.- Domino tu idioma, no te preocupes.
D.- No pierdo detalle de tus hazañas. Te admiro, pero me tienes preocupado.
ZP.- ¿Por qué?
D.- Me inquieta que pueda llegar el día en que la gente me respete menos que a ti.
ZP.- Conmigo nunca tendrás problemas. Las cosas se hablan.
D.- ¿No sientes calor aquí?
ZP.- No, hay una temperatura muy agradable ¿por qué lo preguntas?
D.- No, por nada.
ZP.- ¿Sabes por qué te he pedido audiencia?
D.- Me lo estaba preguntando.
ZP.- Soy mortal.
D.- No me digas.
ZP.- La vida terrenal dura un abrir y cerrar de ojos.
D.- Así es, jeje.
ZP.- Yo quiero pasar la eternidad en el cielo.
D.- Yo ahí tengo poca mano.
ZP.- Tal vez no tan poca. De eso quería hablarte.
D.- Tú dirás.
ZP.- Ayer conversé con Dios desde la Moncloa.
D.- ¿Qué tal está?
ZP.- Anda montando una nueva campaña en tu contra.
D.- ¿Qué campaña?
ZP.- Quiere que cumplas íntegra tu pena eterna.
D.- En ésas ya estábamos.
ZP.- Me dijo que piensa organizar una campaña en los medios para desprestigiarte y dejarte sin tu aureola maligna.
D.- ¿Y tú que le dijiste?
ZP.- Yo estoy muy interesado en el cielo, ya te lo he comentado.
D.- ¿Y a mí por qué me lo cuentas?
ZP.- Dios está mayor. Y cada día más reaccionario.
D.- Allá se las componga, no me interesa.
ZP.- Creo que en el cielo hace falta un cambio. Y otro talante, sobre todo.
D.- ¿Qué cambio?
ZP.- Un recambio.
D.- ¿Qué has pensado?
ZP.- Yo podría sacrificarme. Es una pena que todas esas almas justas no tengan un líder a su altura.
D.- ¿Quieres ser dios?
ZP.- Mi natural modestia no me permitiría gobernar con la vigente Constitución celeste. Pero he encargado a Alfredo un borrador de nuevo Estatuto Eterno.
D.- ¿A Rubalcaba? Es buen amigo, viene mucho por aquí.
ZP.- Lo sé. Yo lo he animado para que te fuera sondeando.
D.- Qué jodíos.
ZP.- Tengo grandes planes para reorganizar la convivencia entre las almas de los justos.
D.- No son mis almas.
ZP.- Podrían serlo, todo es negociable.
D.- Explícame de una vez lo que tramas.
ZP.- Tú podrías recibir el veinticinco por ciento de todas esas almas.
D.- ¿Y el resto?
ZP.- Mías.
D.- Mi pastel es pequeño.
ZP.- Si estás de acuerdo en las líneas generales, los porcentajes los ajustamos más adelante. Te mandaré a Alfredo para hacer las cuentas.
D.- ¿Y yo qué debería hacer?
ZP.- Finge que te conviertes al bien y di que quieres volver al redil.
D.- De eso nada.
ZP.- Te he dicho que finjas. Luego, cuando todos sean nuestros, podremos hacer lo que nos dé la gana. Juntos seremos invencibles.
D.- ¿Y si no acepto? Dios y yo siempre nos hemos jugado limpio.
ZP.- Si no aceptas tal vez yo prefiera venir al infierno. Ya lo hablé ayer con Dios. Él dice que es mi lugar natural.
D.- Por todos los demonios, me conviene aceptar.
ZP.- Sólo tienes que conseguir que te readmitan.
D.- ¿Y luego?
ZP.- Reivindicamos tu derecho a autodeterminarte junto con los tuyos. ¿Cuánto lleváis viviendo a vuestra manera?
D.- Media eternidad.
ZP.- ¿Ves? Sois nación y tenéis un puñado de derechos históricos. Será fácil.
D.- Dios es centralista y está acostumbrado a su poder sin límites.
ZP.- En tres telediarios eso cambia. Hoy ni Dios aguanta una opinión pública en contra.
D.- Bien, pongamos que ya estoy allá y tengo mi autonomía, ¿y después?
ZP.- Forzamos elecciones.
D.- ¿En el cielo?
ZP.- Sí. Es fácil. Basta que tu gente les hable a los de allá arriba de cuántos buenos placeres se están perdiendo.
D.- ¿Y quién encabeza nuestro partido en esas elecciones?
ZP.- Yo. Desde niño me he visto endiosado. Veía aquella catedral de mi tierra y me decía: es mía.
D.- O sea, que yo dejo esto, donde soy el jefe, y me voy al cielo a ponerme a tus órdenes.
ZP.- No, nos repartimos la tarta. Tú harás lo que quieras en todo momento con los que te lleves de aquí y con el porcentaje de almas de allá que acordemos.
D.- ¿Sin límite?
ZP.- Todos tuyos.
D.- ¿No has pensado que puedo hablar con Dios y que entre los dos podemos eliminarte?
ZP.- Imposible. No se fía de ti. Ayer mismo le recordé cómo eres. Y él es un dios de principios, recuérdalo.
D.- No sé, todo esto me parece más complicado de lo que tú piensas.
ZP.- Yo no he dicho que no sea complicado. Tendrás que arrimar el hombro.
D.- ¿Y qué hago?
ZP.- Uy, las posibilidades son infinitas. Hunde un barco celeste, monta una guerra entre arcángeles.
D.- ¿Guerra entre arcángeles?
ZP.- Para forzar manifestaciones pacifistas de los querubines. Tenemos que sembrar el malestar. Hay que moverle la silla al del ojo en el triángulo.
D.- No sé si puedo fiarme de ti.
ZP.- No te queda más remedio. O eso o te preparas para la dura campaña en tu contra que te va a montar Dios. Recuerda que ayer mismo me contó sus planes.
D.- Sospecho que tú estás detrás de esa campaña.
ZP.- Sí, no te lo oculto. Pero piensa por qué he venido a advertirte. Te prefiero a ti.
D.- ¿Por qué?
ZP.- Juntos tenemos mucho más que ganar. Si permito que Él te venza, su poder se consolida. Y tú y yo a dos velas.
D.- Necesito tiempo para meditar todo esto.
ZP.- He visto al entrar un diablo joven con aspecto de ser muy competente y ambicioso.
D.- No me hables de ése, hasta para aquí es demasiado malo.
ZP.- Seguro que en el cielo no te haría sombra.
D.- Ni a ti.
ZP.- Ni a mí.
D.- Creo que me has convencido.
ZP.- ¿Me dejas que vea tus instalaciones?
D.- ¿Para qué?
ZP.- Para ir tomando ideas.
D.- De acuerdo, vamos te mostraré los hornos y las cámaras.
ZP.- Espera, tenemos primero que dar una rueda de prensa conjunta.
D.- ¿Y qué diremos?
ZP.- Que estamos de acuerdo en que en estos tiempos no es justo ni humanitario que sean tan duros los padecimientos del infierno. Que va siendo hora de firmar una alianza entre las esferas celestes y subterráneas. Que hace falta que Dios dé una muestra de magnanimidad y buen talante.
D.- Bueno, pero habla tú.
ZP.- Sí no te preocupes. Tú simplemente sonríe. Y esconde el rabo.
(CONTINUARÁ).
4 comentarios:
Que siga, que siga ... me he quedado de mono ... ostiá que monazo hasta leer la conclusión.
jejeje, me muero de ganas por que televisen ese capitulo, ya va siendo hora.
AH pero sabíais ahora el moceton de zp a aprendido amover el rabo, eso tambien cuenta por que mejora el talante y algo más la seguridad de facto.
¿Teología de la confusión?
Quiero mássssss,esto si que engancha y no los culebrones venezolanos ...........
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