Puede que vaya siendo hora de empezar a sobar lo intocable. Tal vez se acerca el momento de derribar tabúes. Nacen como setas en otoño lluvioso. Y la tiranía del discurso único nos impide ya no meramente hablar, hasta hacernos preguntas de cajón. Pero ya toca. De lo contrario, nos asfixiaremos todos o nos moriremos de asco y hatío. Si seguimos callando se nos hará definitivamente insoportable el peso de tanto descarado sobre nuestra chepa y nos costará un potosí mantener a tanto inútil que quiere vivir del presupuesto a costa de amordazarnos y tapiarnos las entendederas.
Y para ir abriendo boca, por qué no preguntarnos por la razón de ser de nuestras Comunidades Autónomas. Oh, cielos, lo he dicho, qué osado. Y más, si son fuente de despilfarro, enfrentamiento, insolidaridad y violentas tensiones, ¿qué tal si las suprimimos y volvemos a un Estado central y centralista majo? Aguante el carro usted un rato más, mi querido progresista de consigna y catecismo, y deje que me explaye en otros tres párrafos antes de arrojarme de cabeza al averno de los fachas.
En aquellos candorosos años de la juventud de uno se decía, y no sin razón entonces, que la descentralización política y administrativa era cosa buena porque acercaba a los ciudadanos a las fuentes de las decisiones y al control de los que decidían. Resultaba costoso e injusto que un señor de La Coruña o Almería tuviera que desplazarse a Madrid para resolver asuntos que le concernían a él o a su pueblo y que, para colmo eran tratados y resueltos por un individuo que no compartía acento, intereses ni parientes con el administrado de turno. Bien, pero las cosas han cambiado merced a las nuevas tecnologías. Hoy uno se comunica en tiempo real con Hacienda sin falta de colas ni pólizas, a golpe de página web o correo electrónico. Y todas las administraciones se apresuran a disponer sus medios telemáticos para que el administrado solvente de modo rápido y directo sus cuestiones burocráticas. Y le ofrecen todo el catálogo de lenguas para que elija la que le sea más grata. Así las cosas, y por seguir con el ejemplo de Hacienda, qué diablos me importa a mí, ciudadano corriente, que mi comunidad tenga su propia Administración de Hacienda o que radique en Helsinki la instancia con la que trato, pues lo hago desde mi casa, en mi lengua y sin mediaciones ni mediatizaciones humanas o geográficas.
Quiero con todo lo anterior significar que de todo eso de que las Comunidades Autónomas aproximan los poderes al ciudadano y le permiten mayores controles de los mismos, tururú. Cuéntame otra, colega, que esa no cuela. Ministros, Consejeros, Secretarios y Directores Generales siguen siendo tan inaccesibles como siempre y tan en su torre de marfil y pedrería al tres por ciento, llámense del Estado central, autonómicos, paranacionales o perifrásticos. Yo no me siento más poderoso ni con más derechos por el hecho de elegir no sólo a los diputados de las Cortes Generales sino también a los autonómicos. Para nada. Y sí percibo que cuesta un huevo de avestruz mantener a tanto cargo prescindible y a toda su parafernalia burocrática y protocolaria. Dígame usted francamente, querido amigo, y suponiendo que no sea usted uno de esos carguetes inútiles o funcionario en alguna equívoca oficina autonómica: ¿de verdad cree que sus derechos son más o se pueden ejercer mejor por tener semejante caterva piramidal de chupadores del presupuesto a su imaginario servicio, que es el suyo de ellos? ¿De verdad son más sus derechos por el hecho de que la legislación crezca exponencialmente, dado que es timbre de honor para toda Autonomía tener su propia ley de familia, su código civil, o su ley de perforación de ojales de bragueta? Vamos, ande, que no nos chupamos el dedo. En esta torre de Babel jurídica en la que nos estamos metiendo no hay más derechos reales y tangibles, sino más ruido y más honda oscuridad y, con ello, mejor ambiente para pescadores de río revuelto y demagogos de todo pelaje. En serio, reflexione usted y dígame cuánto perdería en calidad de vida, posibilidades y protección si todo volviera de depender de un Estado central que se dejara de pendejadas metafísicas y de ser alimento masivo para zánganos. Y que se adminstrara y se relacionara con el ciudadano a base de maximizar el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. ¿Y todo lo que se podría construir de Estado social y solidario a base de invertir en buenas obras y apoyo a los más necesitados lo que se ahorrara de sueldos de conductores, secretarios, técnicos, edificios y zarandajas? ¿Y la calma que nos daría ver que el presupuesto público se reparte con criterios de igualdad y baremos transparentes, en lugar de negociarse en oscuras reuniones con los caciques locales que van de salvapatrias nacionales con peluquín y expertos en lás más depuradas técnicas del chantaje vil? ¿Y lo que disfrutaríamos viendo a tanto impostor burguesito ataviado de falsa boina o barretina de pega trabajando en aquello para lo que de verdad está dotado, la venta de enciclopedias a domicilio? No me digan que no sería un placer inenarrable.
Pero, por encima de las pasiones y los desquites, me importa subrayar lo de los derechos. Esas Autonomías que son autonosuyas, alianza de las élites caciquiles de toda la vida con los nuevos ricos de turno en cada lugar, ya han comenzado a restar derechos en lugar de proporcionarlos, como se supone que era su cometido. No quieren al ciudadano para protegerlo y ampliar su autonomía individual, sino para capársela, para que hable como a ellos les interese, compre donde ellos quieran, invierta en lo que les convenga y les vote a ojos cerrados y con perruna fidelidad. ¿De verdad piensan que es más libre a día de hoy un individuo de Manresa que un sujeto de Soria? Yo me permito dudarlo seriamente y pese a que la Comunidad Autónoma (o lo que carajo sea ese sinvivir jurídico) del primero tiene y va a tener muchas más competencias que la del segundo. Cuantas más tenga más las va a utilizar como torniquetes aplicados a las partes sensibles del súbdito, que eso va pasando a ser el otrora ciudadano. Desde cuándo será progreso retornar al feudalismo.
Ah, claro, no se me olvida, sé perfectamente que la justificación por excelencia del poder Autonómico-caciquil ya no es, ni lo pretende, la de la mejora de los derechos individuales y de la autonomía de los ciudadanos particulares. No, se trata de derechos colectivos, se trata de aumentar la lista de derechos de que es titular ese mistérico ente colectivo que ahora se llama nación, y que bajo el franquismo también se llamaba así, y que en la Alemania anterior al 45 se llamaba Volk y en la Italia del mismo tiempo se llamaba Popolo. Lo que se quiere es que ese organismo vivo y sintiente desarrolle libremente su personalidad, cosa que siempre y en todo lugar se hace a costa de las libertades y la autodeterminación de los individuos, que pasan a ser meras células del supremo organismo y detentadores sólo de los derechos que graciosamente y según su libre conveniencia le conceda el Supremo Ente Metafísico. Por encima de los derechos, Blut und Boden; más allá de la libertad de los hombres, los intereses de los grupos; mejor que la frialdad de los procesos electorales y los procedimientos democráticos, la empatía con los líderes, la mística comunión con el Führer de turno. Puro fascismo, tal cual.
Así que, queridos amigos, yo quiero vivir en un Estado de ciudadanos iguales, un Estado social que no favorezca a nadie más que a los más necesitados, hablen en el idioma que hablen, tengan el apellido que tengan y bailen el tipo de jota que bailen, un Estado máximo en sus prestaciones y mínimo en sus chupones, con una política que ofrezca a los gobernados alternativas de gobierno y no mensajes pseudoreligiosos y eslóganes para tarados. Y un Estado en el que no tenga que cruzarme a cada rato y en cada calle con un cantamañanas con cargo que vive de mis impuestos y se lo monta, a mi costa, de salvapatrias y medium en comunicación con el alma de la nación y el espíritu de los antepasados.
Quiero que se reforme la Constitución y que se establezca en ella que España no sólo no es una nación de naciones sino que es un Estado sin nación ni naciones ni gaitas en vinagre, y que queda prohibido que cualquier ciudadano de todo su territorio disfrute servicios públicos de desigual calidad o sueldos diferentes por el mismo trabajo. Y que quedan vetados los fascismos nacionales, tanto los que abarcan todo el territorio del Estado como partes concretas del mismo. Y que puestos a proclamar derechos históricos, el primero y más antiguo, pues viene de Adán, es el suyo y el mío a que no nos toquen las narices con el origen o la propiedad primitiva de la puñetera manzana y nos dejen comerla en paz. Ni nación de naciones ni nación sin naciones, ciudadanos en paz, libertad y solidaridad. Y un par de reservas indias para los que no se adapten y en uso de su libertad quieran irse allá a practicar sus esotéricos ritos. Amén.
Y para ir abriendo boca, por qué no preguntarnos por la razón de ser de nuestras Comunidades Autónomas. Oh, cielos, lo he dicho, qué osado. Y más, si son fuente de despilfarro, enfrentamiento, insolidaridad y violentas tensiones, ¿qué tal si las suprimimos y volvemos a un Estado central y centralista majo? Aguante el carro usted un rato más, mi querido progresista de consigna y catecismo, y deje que me explaye en otros tres párrafos antes de arrojarme de cabeza al averno de los fachas.
En aquellos candorosos años de la juventud de uno se decía, y no sin razón entonces, que la descentralización política y administrativa era cosa buena porque acercaba a los ciudadanos a las fuentes de las decisiones y al control de los que decidían. Resultaba costoso e injusto que un señor de La Coruña o Almería tuviera que desplazarse a Madrid para resolver asuntos que le concernían a él o a su pueblo y que, para colmo eran tratados y resueltos por un individuo que no compartía acento, intereses ni parientes con el administrado de turno. Bien, pero las cosas han cambiado merced a las nuevas tecnologías. Hoy uno se comunica en tiempo real con Hacienda sin falta de colas ni pólizas, a golpe de página web o correo electrónico. Y todas las administraciones se apresuran a disponer sus medios telemáticos para que el administrado solvente de modo rápido y directo sus cuestiones burocráticas. Y le ofrecen todo el catálogo de lenguas para que elija la que le sea más grata. Así las cosas, y por seguir con el ejemplo de Hacienda, qué diablos me importa a mí, ciudadano corriente, que mi comunidad tenga su propia Administración de Hacienda o que radique en Helsinki la instancia con la que trato, pues lo hago desde mi casa, en mi lengua y sin mediaciones ni mediatizaciones humanas o geográficas.
Quiero con todo lo anterior significar que de todo eso de que las Comunidades Autónomas aproximan los poderes al ciudadano y le permiten mayores controles de los mismos, tururú. Cuéntame otra, colega, que esa no cuela. Ministros, Consejeros, Secretarios y Directores Generales siguen siendo tan inaccesibles como siempre y tan en su torre de marfil y pedrería al tres por ciento, llámense del Estado central, autonómicos, paranacionales o perifrásticos. Yo no me siento más poderoso ni con más derechos por el hecho de elegir no sólo a los diputados de las Cortes Generales sino también a los autonómicos. Para nada. Y sí percibo que cuesta un huevo de avestruz mantener a tanto cargo prescindible y a toda su parafernalia burocrática y protocolaria. Dígame usted francamente, querido amigo, y suponiendo que no sea usted uno de esos carguetes inútiles o funcionario en alguna equívoca oficina autonómica: ¿de verdad cree que sus derechos son más o se pueden ejercer mejor por tener semejante caterva piramidal de chupadores del presupuesto a su imaginario servicio, que es el suyo de ellos? ¿De verdad son más sus derechos por el hecho de que la legislación crezca exponencialmente, dado que es timbre de honor para toda Autonomía tener su propia ley de familia, su código civil, o su ley de perforación de ojales de bragueta? Vamos, ande, que no nos chupamos el dedo. En esta torre de Babel jurídica en la que nos estamos metiendo no hay más derechos reales y tangibles, sino más ruido y más honda oscuridad y, con ello, mejor ambiente para pescadores de río revuelto y demagogos de todo pelaje. En serio, reflexione usted y dígame cuánto perdería en calidad de vida, posibilidades y protección si todo volviera de depender de un Estado central que se dejara de pendejadas metafísicas y de ser alimento masivo para zánganos. Y que se adminstrara y se relacionara con el ciudadano a base de maximizar el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. ¿Y todo lo que se podría construir de Estado social y solidario a base de invertir en buenas obras y apoyo a los más necesitados lo que se ahorrara de sueldos de conductores, secretarios, técnicos, edificios y zarandajas? ¿Y la calma que nos daría ver que el presupuesto público se reparte con criterios de igualdad y baremos transparentes, en lugar de negociarse en oscuras reuniones con los caciques locales que van de salvapatrias nacionales con peluquín y expertos en lás más depuradas técnicas del chantaje vil? ¿Y lo que disfrutaríamos viendo a tanto impostor burguesito ataviado de falsa boina o barretina de pega trabajando en aquello para lo que de verdad está dotado, la venta de enciclopedias a domicilio? No me digan que no sería un placer inenarrable.
Pero, por encima de las pasiones y los desquites, me importa subrayar lo de los derechos. Esas Autonomías que son autonosuyas, alianza de las élites caciquiles de toda la vida con los nuevos ricos de turno en cada lugar, ya han comenzado a restar derechos en lugar de proporcionarlos, como se supone que era su cometido. No quieren al ciudadano para protegerlo y ampliar su autonomía individual, sino para capársela, para que hable como a ellos les interese, compre donde ellos quieran, invierta en lo que les convenga y les vote a ojos cerrados y con perruna fidelidad. ¿De verdad piensan que es más libre a día de hoy un individuo de Manresa que un sujeto de Soria? Yo me permito dudarlo seriamente y pese a que la Comunidad Autónoma (o lo que carajo sea ese sinvivir jurídico) del primero tiene y va a tener muchas más competencias que la del segundo. Cuantas más tenga más las va a utilizar como torniquetes aplicados a las partes sensibles del súbdito, que eso va pasando a ser el otrora ciudadano. Desde cuándo será progreso retornar al feudalismo.
Ah, claro, no se me olvida, sé perfectamente que la justificación por excelencia del poder Autonómico-caciquil ya no es, ni lo pretende, la de la mejora de los derechos individuales y de la autonomía de los ciudadanos particulares. No, se trata de derechos colectivos, se trata de aumentar la lista de derechos de que es titular ese mistérico ente colectivo que ahora se llama nación, y que bajo el franquismo también se llamaba así, y que en la Alemania anterior al 45 se llamaba Volk y en la Italia del mismo tiempo se llamaba Popolo. Lo que se quiere es que ese organismo vivo y sintiente desarrolle libremente su personalidad, cosa que siempre y en todo lugar se hace a costa de las libertades y la autodeterminación de los individuos, que pasan a ser meras células del supremo organismo y detentadores sólo de los derechos que graciosamente y según su libre conveniencia le conceda el Supremo Ente Metafísico. Por encima de los derechos, Blut und Boden; más allá de la libertad de los hombres, los intereses de los grupos; mejor que la frialdad de los procesos electorales y los procedimientos democráticos, la empatía con los líderes, la mística comunión con el Führer de turno. Puro fascismo, tal cual.
Así que, queridos amigos, yo quiero vivir en un Estado de ciudadanos iguales, un Estado social que no favorezca a nadie más que a los más necesitados, hablen en el idioma que hablen, tengan el apellido que tengan y bailen el tipo de jota que bailen, un Estado máximo en sus prestaciones y mínimo en sus chupones, con una política que ofrezca a los gobernados alternativas de gobierno y no mensajes pseudoreligiosos y eslóganes para tarados. Y un Estado en el que no tenga que cruzarme a cada rato y en cada calle con un cantamañanas con cargo que vive de mis impuestos y se lo monta, a mi costa, de salvapatrias y medium en comunicación con el alma de la nación y el espíritu de los antepasados.
Quiero que se reforme la Constitución y que se establezca en ella que España no sólo no es una nación de naciones sino que es un Estado sin nación ni naciones ni gaitas en vinagre, y que queda prohibido que cualquier ciudadano de todo su territorio disfrute servicios públicos de desigual calidad o sueldos diferentes por el mismo trabajo. Y que quedan vetados los fascismos nacionales, tanto los que abarcan todo el territorio del Estado como partes concretas del mismo. Y que puestos a proclamar derechos históricos, el primero y más antiguo, pues viene de Adán, es el suyo y el mío a que no nos toquen las narices con el origen o la propiedad primitiva de la puñetera manzana y nos dejen comerla en paz. Ni nación de naciones ni nación sin naciones, ciudadanos en paz, libertad y solidaridad. Y un par de reservas indias para los que no se adapten y en uso de su libertad quieran irse allá a practicar sus esotéricos ritos. Amén.
9 comentarios:
Hermoso
Le he visto a V. inspirado, preciso e invocable. Muy acertado, querido amigo fabricante de vasos.
¡¡¡¿¿¿¿Fabricante de vasos????!!!! No sé, estimado Hans (ay, qué resonancias tiene su nombre para los decentes de mi gremio), si pedirle que aclare la condición que me imputa o que por mi bien se guarde de toda explicación. De talés útiles me considero más usuario que productor, pero vaya a saber si en alguna desdichada ocasión he llegado a crearlos, movido por vaya a saber qué ansiedades o desvelos. Brindo por usted, en cualquier caso.
Tiene Vd tomada una muy fuerte con el fascismo, nacismo y franquismo. Y quizás es porque los contempla cuando antes, cuando el mundo era la ostia, cuando los gobernantes pensaban que se podían tirar bombas atómicas a poblaciones civiles japonesas y demás barbaridades. Hoy gracias a Dios no es así. Por lo tanto, esa comparación de autonomías con fascismo no es efectiva para un pensador actual pues sería como si Vd quisiese comparar a Pablo Iglesias y demás fundadores honestos del PSOE con ZP y demás Consejo corrupto de Ministros. El fascismo , si llega al poder de nuevo cree Vd sinceramente que ¿iban a fusilarle a Vd por rojo? ¿iban a despojarle de la cátedra? ¿iban a impedirle expresarse libremente?, eso es como si afirmase Vd que ZP iba a quemar conventos , fusilar curas y violar monjas y echar al Rey.
El cuento del coco, es para los niños que van a ser después presidentes del gobierno, no para un ser humano.
Hombre anónimo, a usted sí que le han explicado el fascismo en forma de cuento, pero de cuento de hadas, y eso también es para niños que luego van a ser duces, o führers, o caudillos. No sé si el fascismo fusilaría al dueño de esta casa -papeletas tendría-, pero apuesto lo que no tengo a que sí le despojaban de la cátedra -eso nada más llegar- y, obviamente y por supuesto, le impedían expresarse libremente -a él y a todos-. Claro que sí. Y si no fuese así, no sería fascismo. Usted que se irrita porque llamen socialismo a lo de ahora, debería ser respetuoso con el significado del término fascismo, y ese no lo inventamos ni usted ni yo, nos lo proporciona la historia.
Salud y saludos
Se me olvidaba: que los niños que vayan a ser presidentes del gobierno no sean seres humanos, es pasarse un poco, no?
Más saludos
Antes que nada, contertulios, perdonadme por las falta de tildes, pero esta manyana estoy en un teclado romano, tiburtino por mas senyas.
Al hilo de la acida reflexion de Juan Antonio -para expandirla, que no para criticarla. Para que han servido las autonomias?
Yo diria que para tres cosas:
1) para forzar cambios en la administracion central (debilitandola, lo que quiere decir, haciendola mas razonable), que hoy es notablemente mas eficiente que cuando era unica
2) para crear empleo publico en unos anyos muy dificiles, los 80, y por consiguiente para distribuir riqueza (tu piensas en los altos cargos, sobre cuya moralidad tenemos opinion parecida, sea cual sea la perla escogida de las 17; pero yo pienso en los muchos sufridos funcionarios de a pie, y que gracias al empleo publico se han escapado de trabajar como vendedores de inmobiliaria, los mas finillos, o de peones de obra, los menos; porque eso es lo que ha habido)
3) para crear una valvula de escape de las tensiones politicas, como una especie de pedrea; tradicionalmente, los jodidos en las elecciones nacionales -o los que no hubieran tenido jamas posibilidades de contar algo en ellas- se han consolado enrocandose en unos cuantos feudos locales; y su espina en el flanco ha sido positiva para los mandatarios centrales, que tienden a ensoberbecerse mas de la cuenta, como "morritos" y "bigotitos" nos ensenyan.
Asi que no todo ha sido malo. Evidentemente, esas funciones que describo no coinciden minimamente con la teoria politica oficial (y por eso comparto tu critica).
La otra cosa que comparto, es que como sociedad estamos crudos, muy crudos, y que la actual situacion no puede parecer un punto de llegada mas que a los muy miopes, o a los muy aprovechados.
Venator, no hace Vd nada más que afirmar mi reflexión, la Historia nos enseña no sólo los defectos del fascismo sino también los defectos del comunismo (que le pregunten a los ucranianos, sin ir más lejos)y de las democracias (bombas atómicas discriminación racial hasta los 70, etc...)y eso ya hace años. Más barbaridades cometimos los españoles en América y más los romanos y más los hombres de Cro Magnon.
Afirmar que a garciamado le quitarían la cátedra, es una suposición suya que no fundamenta, nos podemos pasar así siglos Vd que sí se la quitan y yo que no, en base a que su postura va a tener más fuerza ¿en la historia?, entonces los españoles somos capaces de cualquier cosa según su teoría.
Tiene razón en que me he expresado poco atinadamente en el caso del coco, un presidente del gobierno es un ser humano indudablemente, pero hay que contarle cuentos del coco porque así se acostumbran a dar esa imagen de ser todopoderoso que se lleva por delante lo que se le ponga para que así se vaya acostumbrando desde niño a que el no va a ser igual a los demás sino que tiene un poder que hará que le halaguen (los que lo hagan) in pompam incircunflexus (en expresión de garciamado). Pero sí, me he excedido Venator, hay veces que a uno se le sube el "fascismo".
Un amigo, las autonomías habrán tenido algún éxito pero lo que afirma Vd en el punto 1) de su post ¿en qué se basa?, me da la impresión de que Vd no tiene entablado ningún pleito contra la Administración. Punto 2) afirmar lo de los sufridos funcionarios de a pie , pero si a pie no van ni los carteros ya, no le he visto yo opinar lo contrario cuando en este blog se afirma la indolencia de la mayoría de ese colectivo. Punto 3) yo creo que la cuestión no es la soberbia o no del gobernante sino el resultado de su gestión.
Tiene razón en que no todo ha sido malo, sobre todo para los jerifaltes. Y para los fabricantes de banderas no te digo.
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