31 julio, 2007

Aburridos, pelmas

Hay cosas del ser humano que uno no entiende. Pero tampoco se debe perder la perspectiva por completo y de vez en cuando conviene pararse a pensar que si casi todos los demás hacen o sienten de determinado modo, el raro es uno.
Viene esto a cuento de la perplejidad que me causa el toparme sin parar con gente que necesita matar el tiempo, que busca desesperadamente consuelo para sus horas vacías, muertas, cualquier cosa con la que combatir el aburrimiento existencial, disculpas para no estar consigo mismos o meramente con sus parejas. Yo jamás me aburro. Bueno, miento: me puedo aburrir como una ostra cuando alguno de estos desalmados me coge por banda y me usa de entretenimiento y de antídoto para su incapacidad de estar solo y a sus cosas.
Cada día me levanto lleno de planes y ganas de ponerme a esto y lo otro: acabar de leer aquella novela, trabajar un poco en algún articulillo sesudo que uno tenga entre manos -para mí no hay diferencia entre trabajo y ocio, todo me divierte por igual, y por eso puedo tomarme la lectura de un libro de poemas como una labor que me marco o la escritura de un trabajo sobre alguna intrincada materia jurídica como un pasatiempo magnífico-, poner unas flores en el jardín, ver tal película o, por qué no, ir a la compra y disfrutar con la decisión de si quiero hoy comer una carne roja o un pescado a la plancha. ¿Que también te gusta cocinar? Qué placer sería sacar tiempo para copiar o inventarse cada día un plato nuevo y explorar sabores distintos, mezclas sorprendentes. Súmese que, si hay bebé por medio, también es un gusto jugar y revolcarse con él un rato. El día está lleno de momentos de plenitud, de disfrute, de satisfacción. Aunque también acecha la ansiedad, pues vas a la librería y quisieras comprar cien libros de una tacada y poder leerlos todos en una semana, vas al vivero y te apetecería un jardín enorme y tiempo y fuerzas para llenarlo con todas las flores, lees un libro de tu especialidad y se te ocurren unas cuantas ideas que te encantaría poner por escrito con erudición y razonable fundamento. Y así todo.
El problema es conocido: el tiempo no alcanza para lo que uno quisiera hacer. No digo para lo que uno tiene que hacer, para cumplir con obligaciones o tareas ingratas, no; me refiero a las actividades con las que disfrutas de mil maneras. Lo que se daría por ser de esos que no necesitan dormir más de cuatro o cinco horas. Así habría más tiempo para uno mismo, para abarcar más cosas, para rellenar la vida con más actividades y placeres, para sentirse vivo, gozosamente vivo. Por eso, cada vez que un plasta se apodera de tus horas, te roba un trozo de vida. Porque vivir como él, pegado a un asiento o a cuatro hábitos de nada y buscando desesperadamente cualquier tontería en la que entretenerse, no es vivir, es vegetar malamente.
Pues a la escasez del tiempo, que es un dato objetivo y al que pocas vueltas cabe dar, salvo el esfuerzo por organizarse lo mejor posible, se suma otro problema que sí te deja profundísimamente perplejo: vivimos rodeados de gentes que no tienen donde caerse vitalmente muertas, si se me permite la expresión. Se agarran a tus horas, sí, a las tuyas, como a un clavo ardiendo, como náufragos a un madero. Te caen encima como el parásito que en lugar de chuparte la sangre quiere roerte las horas. Te utilizan con descaro y, al tiempo, con la conciencia muy tranquila. Pues se supone que, encima, tú debes estarles agradecido porque te entretienen, te dan conversación y te ayudan a pasar el día con menos tedio. Pero qué conversación ni qué entretenimiento ni qué niño muerto, el tedio lo traen ellos puesto y te lo quieren inocular brutalmente, intentan descargarlo en ti, pues piensan que aburrimiento compartido es menos aburrimiento.
Ojo, entiéndase todo esto en su justa medida. Pocas cosas más agradables que un buen rato de charla con unos amigos, pocas tan estimulantes como unos ratos compartidos de confidencias o debates sobre asuntos de interés común. Es muy grato contarse de vez en cuando la vida delante de un buen plato de comida o ante una copa, rajar con complicidad sobre esto o aquello; o echarse una partida o un partido, darse un paseo divagando en común, etc., etc. El hecho de disfrutar enormemente de la vida en soledad y a la bola de uno no significa convertirse en un asocial. Simplemente supone concebir de otra manera el modo de repartir el tiempo y ordenar los días. Para el laborioso feliz lo normal es andar a su aire y en sus cosas y dedicar cada tanto un tiempo a la convivencia con los otros; eso sí, sólo en la medida en que merezca la pena y cuando esos otros no sean unos plastas o unos insustanciales. Porque la alternativa está clara: si con esta gente me aburro, media vuelta y a mi árbol, a mi rollo, a mis cosas. En cambio, el aburrido compulsivo, el poseído por el tedio, anda a la caza de otra cosa: algo con lo que matar el tiempo. Son asesinos natos, zombies, muertos vivientes. No disfrutan con su trabajo, al que tienen por castigo bíblico y con el que cumplen a regañadientes y bajo mínimos, y se pasan las horas diciendo que cuándo llegarán el fin de semana o las vacaciones. Y cuando llegan, no saben qué hacer, no andan más que al acecho de víctimas para traspasar el hastío. Te los encuentras y adiós, no hay manera de librarse: tomemos una caña, demos un paseo, comentemos esto o lo otro. Pero no tienen ganas en verdad de comentar nada, pasean por compromiso, están aquí o allá por pura necesidad de no quedarse solos, y por eso mismo suelen hablar a tontas y a locas, endilgándote una retahíla de historias que no te interesan un carajo y que te aburren intensamente: ayer comí callos con garbanzos en el bar de Pepe. ¿Y? Mi cuñada se ha ido este año de vacaciones a Almería. ¿Y? Ando buscando un sofá nuevo para la salita, que me pegue con el nuevo color que le hemos puesto a la pared. ¿Y? Mi tía de Segovia ha empeorado y ahora la tenemos que ingresar en una residencia. ¿Y? ¡Pero si yo no conozco a tu tía ni a ningún otro pesado de tu familia más que tú, cojones! Roberto se ha separado de Laura y andan a la greña por la casa. ¿Se puede saber quién hostias es Roberto y quién Laura y qué demonios me importa a mí su puñetera casa? Me siento mal esta temporada, me duele la cabeza y ando decaído. Pues vete a tu casa y métete en la cama, en lugar de pasarme a mí tu cefalea con este rollo que no me importa nada, so cabronazo. Eso sí, el día que ligan o que les toca la lotería no vuelves a verles el pelo, tantísimo que te querían y con lo mucho que necesitaban tu cariñosa presencia.
Tú asientes de vez en cuando, miras el reloj, mueves los pies como si se te estuvieran durmiendo, pones cara de que te espera un compromiso ineludible y amagas con irte. Ni de broma. Te agarra, te chantajea, te suplica si hace falta, no te suelta, pues en tu ausencia ve su vacío, su abandono, su nada de colorines. Transiges, tomas otra cerveza, te dices a ti mismo que tal vez en media hora ya puedas largarte a hacer lo que tenías que hacer y tanto te apetecía. Pero o te pones violento o no hay tu tía. Entonces te dices que, ya que estamos, vas a contar tú alguna cosa tuya, compartir una preocupación o comunicar una alegría. Vas listo. El pelma aburrido no te va a escuchar, no le interesa nada tuyo, te quiere sólo por tu oreja, no por tu cabeza ni por tu corazón. Para él eres un amigo hinchable, un sucedáneo de ser humano, un cuerpo sin alma al que echarle una parrafada, igual que se echa un polvo a una muñeca o una almohada.
No les gusta trabajar, en el tiempo libre se amuerman y no disfrutan nada que no sean las cuatro necesidades fisiológicas más elementales; aspiraciones, ambiciones, afanes no cultivan para no deprimirse o estresarse, el amor o la amistad sólo los entienden como consuelo para su inanidad estructural, de las rutinas aprendidas en la infancia no quieren salir ni a tiros. ¿Por qué no se pegan un puto tiro en lugar de ir jorobando al prójimo? ¿Por qué no nos dejan en paz a los que estamos felices a lo nuestro? ¿Por qué no les van con sus cuitas simples y repetitivas a un confesor o a una prostituta/o y así no nos salpican a nosotros con sus tristes humores? ¿Por qué se empeñan en aburrirnos?

29 julio, 2007

Salida negociada para la violencia doméstica

Es una pena que haya fracasado la iniciativa del Gobierno por la cerrazón de los violentos machistas. Pero al César lo que es del César y a José Luis lo suyo, reconozcámosle imaginación y agallas para buscar salida a un problema que llena de sangre y de oprobio nuestro país. Todos sabemos que la violencia doméstica, ejercida fundamentalísimamente por varones contra sus parejas femeninas, viene causando muchísimas más víctimas que el terrorismo, pongamos por caso.
Los machistas violentos llevan tiempo asociados en lo que muchos consideran su brazo político, la EMA (Experiencia Machista Agresiva). El Gobierno está hablando desde hace años con sus representantes, pese a la tenaz oposición de las feministas de nuestro país, que piden leyes más duras, mayor eficacia policial y jueces más comprometidos en la lucha contra esa atroz violencia, en lugar de tanta negociación y tantos manoseos por debajo de la mesa. Con todo y con eso, hay que reconocerle valor y perseverancia a Rodríguez Zapatero, quien, imbuido por su ansia infinita de paz y considerando que lo que esos machistas sangrientos hacen es una guerra larvada contra el sexo femenino, insiste en que no hay más salida verdadera que una reconciliación basada en el diálogo.
Y ahí viene su iniciativa más atrevida, de la que dan cuenta hoy los periódicos: el Gobierno, apoyándose en estudios del CNI (institución que está a punto de desdoblarse en una universidad privada y en una agencia de consulting), ofreció a cada machista violento que se reinsertase con el compromiso serio de no volver a agredir a ninguna señora, una pensión mensual de mil quinientos euros durante diez años, se supone que actualizable con arreglo al IPC.
Desgraciadamente, fueron muchas las reacciones críticas, por cortas de miras. Otros grupos de delincuentes, especialmente los de las mafias rusas y rumanas, declararon rápidamente que por ese precio o poquito más ellos también se comprometían a dejar de delinquir y a convertirse en pacíficos pensionistas. Por su parte, la asociación de becarios de investigación de las universidades españolas divulgó un escrito en el que mostraba su inquietud por el hecho de que las becas de investigación predoctorales, y hasta las posdoctorales, rondan actualmente los mil doscientos euros al mes, mientras que a unos vulgares asesinos se les ofrecía más dinero por no hacer nada. Algunas víctimas de los maltratadores, o sus herederos, se preguntaron cuánto debería pagárseles a ellos como compensación, dado que sus lesionadores o asesinos iban a cobrar semejante importe como premio y acicate para no seguir golpeando y matando. También hubo quien dijo: con esa pensión, que paguen las indemnizaciones por responsabilidad civil que casi todos ellos deben aún a sus víctimas y sucesores. Sólo los etarras se apresuraron a declarar que a ellos sí que no los iban a comprar con una miseria así y que ese dinerito sólo lo admiten una vez alcanzada la independencia de su país del alma y como compensación del Estado español por los años de lucha y sacrificios.
En fin, que ha pasado lo de tantas veces, que en esta España de nuestros pecados la gente no sabe apreciar la grandeza que encierran algunos gestos históricos de sus dirigentes más ilustrados y decentes. Qué personal, por favor.

28 julio, 2007

Antropológico

Acabo de ver en un periódico asturiano que el acuario de Gijón ha adquirido un segundo tiburón. Eso es noticia, ya ven. Debe de ser porque en verano no hay mayormente qué contar, salvo las temperaturas y los incendios. Por eso también dedican los periódicos tanto tiempo a entrevistas chorras con bañistas horteras o a dar cuenta de que en una playa local veranea el antiguo batería de Fórmula V, pongamos por caso. Apasionante todo.
Que un acuario compre un tiburón no debe de ser como para tirar cohetes, digo yo. Además, habría que ver qué birria de escualo, seguro que en la fase terminal de su carrera. Lo espectacular sería que un acuario comprara una vaca suiza. Supongo que estas informaciones aparecen porque el director de turno, del acuario o de lo que sea, llama al periódico y avisa: oye, que vamos a comprar un par de truchas reproductoras para la piscifactoría, a ver si lo sacáis, que a la gente estas cosas le interesan mucho. Y el jefe de redacción allá manda a un becario o un periodista en prácticas que, dispuesto a abrirse camino a base de celo e inteligencia, aprovecha y le hace toda una entrevista al satisfecho personaje. ¿Desde cuándo tiene usted tratos con tiburones? ¿Este tiburón que viene ha vivido en muchos mares? ¿Come gente? ¿Cómo valora usted el metrotrén que el ayuntamiento quiere construir hasta cerca de aquí? ¿Es usted partidario de los peces de agua dulce? ¿Come bacaladillas en su casa?
Oye, y queda una página muy apañada, muy humana, muy de playa y de leer mientras los niños te echan arena en el bocadillo de tortilla que te ha preparado tu suegra con poca sal y el huevo poco hecho. El verano se compone de estos detalles que nos acercan a nosotros mismos y nos ayudan a tomar conciencia de lo poco que propiamente somos los que llenamos la playa y atoramos el chiringuito. Anda, mira, el acuario de Gijón ha comprado un tiburón nuevo. ¿Qué es una acuario, papá? Un sitio con agua donde hay bichos, hijo. Plenitud familiar.
Sé que suena horrible y entiéndanmelo como chorrada, pero lo bonito de verdad sería poner un antropológico en lugar de un acuario o un zoológico. Podría ser con gente viva o disecada, pero mejor viva. Eso sí, con todas las comodidades, un sueldecillo majo y unos días de permiso al mes. Ya me imagino los distintos sectores, con sus jaulitas. Aquí "antropología política", con un diputado mudo, un concejal tránsfuga, un magistrado constitucional, una senadora de cuota y un líder nacionalista que se empeña en que aquella esquina de la jaula es suya y quiere pintarla de purpurina. Al otro lado, frente por frente, "antropología económica". Como quien dice, lo de los tiburones. Con un presidente de consejo de administración, un sindicalista liberado, un ministro de industria y el director de la sucursal bancaria suya de usted lamiéndoles la levita a los otros y suplicando ascensos a base de endilgarle a usted otras ocho visas y una ChupiRed con la que le hacen el 0,01 por ciento de descuento en todas las gasolineras.
Yo me pido que haya una sección de "antropología académica" y que la jaula sea como la de los canarios, para que en el palo más alto se balancee un rector al ritmo del "gaudeamus" y en los nidos de abajo se apareen catedráticos/as con becarias/os al grito de "dale con pasión a la acreditación" o de "no hay promoción sin un buen revolcón". Y con un par de currantes del personal de administración y servicios revoloteando por fuera de la jaula todo el rato, so pretexto de que es su hora del alpiste o que tienen cita con el médico o que están de baja porque les ha salido un padrastro donde la uña del dedo meñique de la mano izquierda.
Imaginen la noticia en los mismos periódicos que hoy cuentan lo del tiburón: el antropológico de Gijón compra un nuevo catedrático, se cree que de Latín. Yo iría a verlo, palabra.

26 julio, 2007

Mobbing pedestre

Sí, me gusta un poco el fútbol, aunque le he perdido afición desde los tiempos de la juventud, cuando el Sporting de Gijón iba viento en popa por los campos de primera. Luego, como gijonés, sólo me quedó el consuelo de ver al Real Oviedo caer a tercera. Pero es cutre conformarse con las desgracias del equipo rival cuando el propio no tira, igual que cuando los del PSOE disimulan las vergüenzas de su líder carismático a base de señalar que igual o más jorobado anda el PP y que tú más y yo en la tuya por si acaso y dímelo a la cara si eres hombre/a.
Por seguir con las confesiones, también me entretengo un poco viendo al vaivén de fichajes y meditando sobre el escandalazo de los sueldos. Esta temporada me he enterado, para mi desazón, de que hay jugadores en el Sporting actual, que malvive en segunda división, que cobran cincuenta millones de las pesetas de antes por cada temporada. Un becario de investigación en la Universidad, con tesis brillante, experiencia en laboratorios extranjeros y con trabajos que hacen avanzar la ciencia en serio, puede andar por los mil y pico euros al mes. Es un orden de valores y un buen indicador de lo que considera rentable esta sociedad.
Y en estas llega el mobbing al mundo del fútbol. Parece que Cassano, el gordo del Madrid, del que juran todos que es futbolista, aunque nadie se lo haya notado, está estudiando la posibilidad de demandar a su equipo por acoso y tal. Al pobre no se lo han llevado a la concentración del equipo y lo dejan en casa zampando pasteles y hamburguesas para curar la depresión. Así cómo diablos se va a poner en forma, no hay derecho. Ya imagino la pila de certificados psiquiátricos y psicológicos que aportará al caso: episodios de insomnio, baja autoestima, voracidad sobrevenida, priapismo, ansiedad y angustia, desesperación, toda una vida, etc.
¿Se imaginan la tortura psicológica del pobre futbolista? Teniendo en cuenta que, por lo visto, su sueldo anual es de tres millones de euros –casi quinientos millones de pesetas de las de antes- es fácil suponer su postración cada día que se levanta en su casa a las tantas, sin nada más que hacer que prepararse unos huevos revueltos con bacon y ketchup. Calculará el hombre y, puesto que por cada día del año gana a pelo casi millón y medio de pesetas, se hundirá su moral y sufrirá su autoestima pensando en qué carajo se lo gasta: hoy me compro un Ferrari, mañana una casa de ochocientos metros, pasado cambio de novia de pago, al otro día viajo a las Bahamas aprovechando un tirón que me dio en el abductor al meter unas cervezas en la nevera... En cambio, en la concentración con sus compañeritos podría entretenerse y librarse de semejantes angustias consumistas y dietéticas. Podría hablar con Guti de peluquerías para hombres, con Casillas de otras modelos, con Raúl de cómo se gana la fama para siempre aunque ya no se haga nada y con Schuster de aquella señora con la que estaba casado –tal vez aún lo está, no sé- y que apareció en bolas en una revista cuando él aún era jugador y estaba como un tren. Ella, quiero decir.
Yo me apuesto unas cañas a que si los abogados animan a Cassano a pleitear y pedir indemnización por el evidente abuso que está padeciendo –y lo animarán, al olfato de la pasta- y el tema acaba en sentencia, el futbolista gana. Menudos linces están hechos los jueces hoy en día. Y si llega al Constitucional, ni te cuento. Y más ahora, que en el TC tiene mayoría el Barça. O, al menos, tiene de su parte el voto de calidad. Una calidad como una casa de grande.

Rectificación

Pues sí, urge una rectificación. Al pan, pan y al vino, vino. Tiene toda la razón el anónimo comunicante de ahí abajo, en el post sobre el doctorado de Carmen Calvo Poyato: según los datos de Teseo, el título de su tesis, defendida en 1986, fue El derecho de enmienda en la producción de la ley. Supongo que no la publicó como tal, pues en la base de datos del ISBN no aparece ningún libro de autoría de la distinguida doctora. Sacaría un puñado de artículos sobre ese y otros temas de Derecho constitucional, seguro.
Mi interlocutor se lió, o me contó simplemente una trola y me la tragué. También es verdad que el personaje hacía creíble el cuento... Pero no empecemos otra vez.
Rectificado queda sin que duelan prendas.

25 julio, 2007

Educación para la pelea

Reconozco que durante todos estos meses de discusión sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía me he mantenido totalmente ajeno y no he pasado de leer los titulares y de pensar que seguramente eran tan malas las intenciones de los unos como de los otros. Prejuicios que tiene uno, qué le vamos a hacer.
Pero hoy he visto en ABC un artículo de José Gabaldón, antiguo magistrado del Tribunal Constitucional, en el que este jurista justifica el sustento constitucional para la objeción de conciencia que quieran ejercer los padres que se oponen a que sus hijos cursen tal asignatura. Picado en mi curiosidad y preguntándome qué diablos de contenidos serán ésos que pueden provocar tan radical reacción de obispos, (algunos) padres católicos y constitucionalistas familiarizados con las intimidades de la máxima norma, me he puesto a buscar información en internet.
Al fin y al cabo, los de mi generación y las generaciones mayores hemos de ser muy sensibles a ese argumento obispal de que no se puede imponer a nadie una determinada educación moral, la formación en un sistema de valores determinado. Y lo somos porque a nosotros nos metieron uno hasta el alma; sí, sí, hasta el alma y con el beneplácito de la Iglesia, que por entonces no era tan celosa de ciertas libertades y que en lugar de objetar sacaba al Dictador bajo palio y lo llenaba de bendiciones. Si los obispos de entonces hubieran descubierto estos derechos que con tanto celo invocan sus sucesores de hoy, habrían encabezado una auténtica rebelión contra el oscurantismo moral de aquella tiranía y se habrían hecho el harakiri por haber ayudado ellos mismos a perpetrar el abuso. Pero no, es ahora cuando caen de la burra. Lástima.
Vaya por delante que si me meto con la Conferencia Episcopal y sus monaguillos a propósito de este tema no es porque me fíe ni tanto así de las intenciones y las mañas de Zapatero & Cia. Pero digo yo que ni el mundo ni el país se acaban con nuestro Malvado Cazurro y que habrá que mirar más los contenidos que para esa asignatura se prevén que las intenciones de éstos o aquéllos de sus impartidores. Pero, antes de ir a lo de los contenidos, un pequeño paréntesis sobre lo que me parece una paradoja en la posición de la autoridad eclesiástica. Si no se puede imponer a nadie, vía educación, un determinado credo moral, ¿por qué la Iglesia trata de hacer pasar sus juicios morales como juicios objetivamente válidos para todos y que todos deberían acatar, siendo poco menos que unos perversos y pervertidos los que no comulguen con ellos?
Pensemos en asuntos como el matrimonio homosexual. ¿Por qué el empeño en que no es matrimonio, sino una aberración moral y jurídica? Bien está que así se lo dicten los dogmas de su fe, pero, entonces y para ser coherentes, no deberían decir algo así como esto?: nosotros, la Iglesia, desde el respeto al pluralismo y la convicción de que cada cual ha de poder vivir con arreglo a sus creencias libremente adoptadas, sin imposiciones ni dogmas obligatorios, pensamos que el matrimonio homosexual es jurídicamente imposible, moralmente reprobable y socialmente pernicioso, pero al decirlo así ni afirmamos una verdad absoluta que deba valer para todos ni pretendemos invalidar las decisiones de la mayoría; simplemente llamamos a nuestros fieles a ser consecuentes con esta moral de nuestra Iglesia y a no casarse hombre con hombre y mujer con mujer”.
Fíjense qué bonito quedaría. Pero no, no se lo montan así precisamente, sino que presentan su verdad como la verdad.
José Gabaldón, en el mencionado artículo, defiende que, Constitución en mano, el de objeción de conciencia es un derecho clarísimo de los padres, mediante el que pueden impedir que sus hijos reciban esta asignatura, ya que “se trata de impartir un “corpus” de educación moral que, por lo visto, es contrario a sus convicciones”. Me llama la atención el “por lo visto”. ¿Lo ha visto o toca de oído? Porque a tenor de las declaraciones de obispos y sacristanes, parece que en esa asignatura se organizarán misas negras y se va a hacer apología de la quema de conventos, pero luego uno ve lo que ha dicho el Ministerio y se encuentra con enseñanzas sobre derechos humanos, tolerancia, igualdad, incluida la igualdad entre lo sexos, diversidad, etc., etc. Y esta es la principal pregunta que me surge: ¿se puede objetar a dichos contenidos desde un sistema moral que no sea enemigo del pluralismo y reacio a los valores constitucionales de nuestro sistema? Si en verdad la asignatura trata de transmitir los valores de convivencia, pluralismo, tolerancia y respeto que están en el frontispicio mismo de una constitución democrática, ¿se puede usar la propia Constitución para justificar la objeción de conciencia frente a una asignatura que divulgue y defienda dichos valores? Raro, raro, raro. ¿Cabe tomar un derecho constitucional, como la libertad ideológica, por ejemplo, y usarlo para invocar el derecho a que a uno no le transmitan el resto de la ideología constitucional? ¿Puede un enemigo de la Constitución –no digo que los obispos lo sean, ¿eh?; tampoco digo que no lo sean- echar mano de la libertad ideológica del art. 16 para impedir que a su hijo le expliquen que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, que todos los credos religiosos merecen para el ciudadano abstracto en principio el mismo respeto o que cada uno es libre para hacer con su cuerpo lo que desee y no dañe a otro? Raro, raro, raro. Si yo soy un fascistorro total, ¿puedo objetar a que a mi hijo se le enseñe la Constitución vigente en primero de Derecho? ¿Puede objetar él en nombre de su libertad ideológica y pedir que se le expliquen más bien las Leyes Fundamentales del Reino o el Código de Hammurabi? Raro, raro, raro.
Mientras leía las doctas consideraciones del señor Gabaldón estaba imaginando lo bien que les vendrá a cierto inmigrantes, imbuidos de radicalismo islámico, el reconocimiento de tal derecho a la objeción de conciencia frente a (la enseñanza de) los valores democráticos, igualitarios y constitucionales. Y ya me extraña lo que tarda alguna asociación de ayatolás en manifestar su apoyo a la lucha de la Iglesia en favor de las libertades y contra la dictadura de estos tiempos.
Hay que ver lo que tenemos que ver.

24 julio, 2007

Esta sí que es para troncharse: más sobre el CNI

Escribí el post anterior (léalo antes que éste, si no le importa) y, cuando ya lo había colgado, se me ocurrió preguntarme si el CNI, nuestro Centro Nacional de Inteligencia (esto es un oxímoron y lo demás cuento), tendría página güé y todo. Y la tiene, repámpanos. Me pongo a echar un vistazo, con el pálpito de que algo cachondo va a aparecer o, cuando menos, la lista de nuestros agentes en Burundi o unas buenas fotos de nuestras agentas de mejor ver. Y, zas, doy con la joya sólo con mirar el menú de la izquierda.
Hay un enlace titulado así: "Cultura de Inteligencia". No defrauda ese texto, texto que debió de escribir un tío abuelo del agente López que está muy metido en el partido y que tiene un sobrino rector de Universidad. Porque la chorrada es de ese jaez, el tipo de cosa que se les puede ocurrir juntos a un concejal del partido dominante y a un vicerrector de relaciones institucionales: hacer una asignatura universitaria con las cosas del espionaje. Toma castaña. Y pensábamos que lo habíamos visto todo.
Vean, vean, se lo copio yo mismo, y si piensan que es un rollo que yo me invento en plan vacile, vayan ustedes mismos a la página de nuestros anacletos:
Cultura de Inteligencia.
Uno de los objetivos que se ha marcado el Centro Nacional de Inteligencia es la creación de una cultura de inteligencia en España, como soporte al eficaz funcionamiento de la Comunidad de Inteligencia española.
Entendemos por cultura de inteligencia el conjunto de conocimiento que la sociedad debe tener sobre la necesidad, la función y la finalidad de un Servicio de Inteligencia, de manera que perciba como propias las cuestiones relacionadas con su seguridad, su libertad y la defensa de sus intereses.
La cultura de inteligencia se desarrolla en varios niveles y en diferentes ámbitos, preferentemente en el mundo empresarial y en el académico. En este último, el objetivo que se persigue es doble:
Convertir la inteligencia en una disciplina más de las que se abordan en las universidades y centros de estudios, para lo cual será preciso fomentar su inclusión en los currícula académicos y potenciar la investigación sobre la misma.
Permitir que los Servicios de Inteligencia se beneficien de la experiencia y conocimientos que el mundo académico tiene sobre temas que son objeto de seguimiento por parte de aquellos. Es decir, la universidad, los centros de estudios, etc. pueden constituir una fuente de información e incluso de análisis fundamental para los Servicios de Inteligencia.

¿Está circuncidado Anacleto?

Pensaba escribir algo sobre eso de que el pito sin prepucio es bueno para no pillar el sida, pero se me cruza el asunto del Anacleto, agente secreto, que sale hoy en los medios de comunición. Sublime. Somos un país tan adelantado que hasta tenemos agentes dobles. O un país con tanto doblez, más bien, que hasta se desdoblan los agentes secretos. Sea como sea, resulta que andaban los rusos interesados en espiarnos y usaban para ello a un lince que previamente había fichado nuestro servicio secreto, cuando él se ofreció, eso sí. ¿Qué diablos querrían saber los rusos? ¿La fórmula de la paella? ¿La talla de ropa íntima de la Sonsoles? ¿O era entonces la Botella? ¿Si Gamoneda pensaba seguir escribiendo para los pobres desde su casa al lado de la catedral de León, amablemente cedida por la diputación franquista y hasta hoy? Vaya usted a saber.
Siempre me he preguntado cómo se oposita para agente del CNI y siempre he sospechado que debe de ser algo parecido a los concursos para profesorado universitario.
- Que mira, Pepe, que vengo aquí con mi hijo que es un lince y un manitas.
- ¿Y en concreto qué es?
- Patriota, es un patriota que te cagas.
- ¿Y aparte de eso?
- Cinturón marrón de karate y socorrista diplomado.
- ¿Alguna carrera?
- No, carrera no tiene, es un hombre de acción y de desatornillar cosas y así.
- Mejor, nuestros hombres y mujeres no piensan, actúan.
- Pues eso. Te lo dije, Fran, Pepe nos va a entender.
Y entonces le hacen a Fran unas pruebas (frenillo, ronquido nocturno, visión de los dos ojos, varices...) y luego lo meten en un curso junto con otro puñado de sacrificados por la seguridad nacional. Les enseñan esos trucos que marcan la especial habilidad y la singular perspicacia de un agente secreto de cualquier nación:
- Si viene una tiorra mu buena mu buena y se empeña en hacerte una mamada de mano, tú que no y que no, que así sólo se lo montan las espías del otro lado.
- Cuando tumbes la puerta de una casa para mirar si hay alguien dentro, lleva la pistola cogida con las dos manos, no vayas a parecer un puto municipal, ahí todo retrepao y sin estilo.
- Si el enemigo te ofrece pasta para que te hagas agente doble, nos lo comentas y ya vemos si te podemos poner unas horas extra y un par de permisos de fin de semana para que no te vendas por cuatro rublos.
Y todo por el estilo, una formación integral.
Y luego lo del secreto. El Anacleto de turno que coge un taxi en la Castellana y que con acento maño le dice al conductor:
- Al CNI, por favor.
Y el taxista, que no pierde una:
- ¿Eso es lo de los espías, no?
- Sí, pero llevo poco tiempo.
Y el taxista:
- Pues hará cosa de un par de años también hablaron conmigo, pero yo estoy más a gusto con lo del taxi y más a mi manera, ya sabe usted.
- No, si lo nuestro tampoco es muy esclavo, mucho trabajo de oficina y mucho de teléfono más que todo.
El taxista:
- ¿Usted es aragonés, verdad?
- Sí señor, de Calatayud propiamente.
- Yo de Sabiñánigo, fíjese, pero llevo treinta años en Madrid.
Y al despedirse. El taxista:
- Tenga una tarjeta, para lo que se le ofrezca y encantado de haberle conocido. Diré a mi esposa que estuve con un espía y le va a hacer mogollón de ilusión.
- Tenga la mía.
El taxista lee: “Abelardo Contreras Muga. CNI. Agente especial. CONFIDENCIAL. TS.”.
- Pues nada, que se dé bien la jornada.
- Lo mismo, hombre, lo mismo.
Se estira la americana, endurece la mirada, aprieta el maletín y, en la imponente entrada, se dispone a pasar el escáner de ojos.
Se me ha ido la olla. En realidad, de lo que quería escribir es de la sorprendente noticia de que los circuncidados –versión local y profana: operados de fimosis- tenemos un sesenta por ciento menos de probabilidades de que una señora nos pase el sida. A menos pellejo, más protección; el mundo al revés. ¿Por qué? Palabra que acabo de ojear en la red siete u ocho periódicos buscando la explicación, sin encontrarla. Estará de Dios. Y resulta que me puse a recordar lo canutas que las pasé cuando a mí me despellejaron. Pero será mañana u otro día cuando lo cuente aquí, no vaya a ser que hoy anden hurgando por estos pagos nuestros agentes secretos y se corra la voz.

22 julio, 2007

Polvo real

Bah, el tema tampoco merece muchas vueltas. Por eso he leído muy poco en los periódicos sobre el asunto. Pero la portada de El Jueves sí la he visto, y de ahí me surge la duda mayor. Supongo que todos la conocen, pues para eso sirve el secuestro de la publicación, y no se me escapa que así de claro lo tenían Pumpido y ZP cuando decidieron proteger el honor y la imagen de la Corona. Allá ellos, los unos y los otros.
Voy a lo de mi duda: ¿lo injurioso está en la imagen o en el texto que en la viñeta recita el Príncipe? En el dibujo aparecen el Felipe y la Leti echándose un quiqui en grata postura perruna, él sonriente y ella con cara de ay, Dios, adónde vamos a llegar. ¿Una monarquía confesional como la nuestra (la Constitución no, pero la Monarquía sí, con toda la parafernalia, pecados y dobleces incluidos) puede apartarse del misionero? A lo mejor tienen dispensa estos dos por la evidente desproporción entre ambos, todo azul de sangre él, plebeya ella. Y habrán pensado Rouco o alguno así que a estas plebeyas hay que darles de otra forma, como están acostumbradas. Yo qué sé. Ni me importa. Pero fíjate qué país este: hasta hace cuatro años todos preocupados por lo bajinis por si el Heredero Real tocaba en la banda de enfrente, y ahora mosqueados porque lo pintan tocando variado por lo vaginis. Disculpen, estoy realmente grosero hoy.
¿O estará la injuria en la frase que ponen en la real boca, en la que el real Heredero insinúa que vive sin trabajar? Hombre, aquí sin dar palo al agua vive, y bien, medio país, y no parece que la cosa sea para ponerse así. Como dirían muchas madres de las de antes, hija, no tiene trabajo, pero tiene un puesto muy bueno. Y trabajoso.
Injuriar a los de la Casa Real sale algo más caro que injuriarle a usted, so mindundi. Imagino que la justificación está en que los símbolos del Estado necesitan mayor protección que lo que no simboliza gran cosa. También se castiga más quemar la bandera nacional que el pendón del pueblo de al lado, creo (como hoy es domingo de precepto, me da pereza abrir el Código Penal). Tal vez el posible delito aquí está en insinuar que los símbolos se aparean con sus símbolas; o que lo suyo no es propiamente trabajar.
Son sumamente sutiles las diferencias, todo es cuestión de matiz, y por eso es difícil encontrarle el punto. Para su legitimación cuasimágica la Monarquía tiene que mantenerse virtualmente fuera del mundo, en un orden ontológico y antropológico diferente, pues si a sus miembros los sentimos iguales a los miembros de nuestro barrio, surge incontenible la pregunta de por qué ellos están en (la) cima del Estado y nosotros no. En cuanto los observamos de carne y hueso, aparece el follón. Y puede que ahí radique la contradicción que acabará tragándose a la Corona. Por un lado, quieren que los veamos todos populares y dicharacheros, próximos a nosotros, parecidos, de nuestra misma pasta. Ligan, se acoplan y se casan con señoras y señores del pueblo, con sangre roja del montón y granos como los de cualquiera. Pero, por otro lado, con ellos no podemos pasarnos con las bromas y tienen que mantenerse intocables, lejanos, únicos, no vaya a ser que se eche a perder el encantamiento que los legitima.
Por todo ello me parece que el problema de la caricatura de marras no está ni en la imagen del Príncipe rampante ni en lo que se pone en su boca, sino en esa Letizia en pompa que nos representa.

21 julio, 2007

Presente administrativo

El nuevo Consejero tenía las ideas claras: había que dar salida a todos esos trabajadores que ocupaban interinamente las plazas de funcionario. Las ideas estaban claras, sí, pero las cuentas no tanto.
El Consejero se llamaba Jonás Mutones y era un cuarentón ambicioso que sentía que por fin había acabado su travesía del desierto. Terminada con veintiseis años su carrera de Derecho, había comenzado a trabajar en el despacho de papá, don Jonás Mutones y Mutones, justo cuando papá acababa de acceder a la Decanatura del Colegio de Abogados. Pero el día a día del litigio no era lo de Jonás Jr, al que todos le decían Sito Mutones. Hasta el propio papá opinaba que a su vástago le aguardaban metas más altas, por su tenacidad y su vocación de servicio, y pese a que había tenido que ir a licenciarse a una universidad privada tan pía como venal.
Así que papá habló con su primo Efrén, constructor y regatista en tiempos afamado, y el primo Efrén llamó a su cuñado Alberto Macías y éste le logró a Sito Mutones un puesto de Director General de Justicia en aquella Comunidad Autónoma que ni tenía competencias en tal materia ni esperaba tenerlas.
A partir de ahí, coser y cantar. Sólo ocho años más tarde tenemos al pequeño Mutones encaramado a la Vicesecretaría Provincial del Partido y a la recién estrenada Consejería de Presidencia y Administración. Entretanto, se había casado con Clara Fernanda Martínez McEvans, primero secretaria personal y luego jefa de gabinete de Chano Presas, Presidente del Gobierno autonómico.
Pero no nos desviemos de nuestra historia. A Sito Mutones Chano Presas le dijo poca cosa cuando lo llamó para proponerle el cargo. Simplemente: "Sito, cacho gilipollas, te voy a hacer Consejero de la mierda administrativa, pero como no consigas poner orden en esa casa de putas, te corto los güevos y te mando de vuelta con tu padre, a afilarle los lápices en el despacho. Así que ya sabes lo que te toca. Y dale un besito de mi parte a Clarita y dile que a ver cuando se cansa de ti de una vez y deja ya la bobada de la excedencia para atenderte, que no la mereces".
Manos a la obra. Sito nombra Director General a Luisito Vela, antes compañero de francachelas estudiantiles en la universidad de orden y ahora en el golf, y le pasa el encargo. “Cuántos interinos tenemos, Luisito”. “Tres mil ochocientos, Sito”. “Pues, coño, ya está, hay que convocar otras tantas plazas a concurso restringido, hacemos fijos a todos y a tomar por el culo”. “Eso está hecho. ¿Iréis el viernes al ballet?”.
Las cosas siempre las complican los números. Primero fue el Interventor y luego el tonto de haba de Fernandín Contreras, que llevaba tantos años en la Consejería de Hacienda como Chano Presas de Presidente y se mantenía contra viento y marea, cada vez más engreído, porque, como todo el mundo sabía, se tira a Lola Lamas, la cuñadísima de Chano, casada con el imbécil de Tomás Rentería, que acabó con sus huesos en el trullo por hacer lo que todos, ganarse unos duros con un buen pelotazo, pero sin precauciones y pensando que con Chano ahí arriba era intocable. Bueno, pues el rompepelotas de Fernandín se descuelga con que ni de coña hay presupuesto para semejante convocatoria y que, como máximo, quinientas plazas este año y trescientas el próximo.
Pataleta de Sito y de Luisito, almuerzo con Chano un miércoles en el Ribera´s, intentos reiterados de malmeter e indisponerlo con Fernandín, pero nada que hacer. “A Fernandín me lo dejáis en paz y a mí no me andéis tocando más los cojones”, ése fue el veredicto final del Presidente. Pero añade un consejo que vale su peso en oro: “Si no hay plazas para todos, lo organizáis con Mingo Soto, que él controla a esa gente y ya tiene el culo pelado de montar concursos como hay que montarlos”.
Mingo Soto preside el comité de personal. Comenzó su larga carrera sindical como independiente en la lista de Comisiones, y para las siguientes elecciones ya había fundado su primer sindicato independiente, el SIPIF, y más adelante creó el segundo, el PISIF. Es compañero de mus de Chano desde que éste comenzó como Consejero de Educación y Cultura, y la confianza entre ambos provoca general envidia. Chano lo pone como ejemplo y cita a menudo una de sus frases que más lo impresionan: “Mira, Chano, yo comencé de puto auxiliar y he llegado al nivel veintiocho sin pasar por una maldita oposición, pero sabiendo más de cada papel que se mueve aquí que toda esa pandilla de maricas y empollones. Y, si quieres, te digo hasta la talla de bragas de cada jodida funcionaria de esta casa”.
En el primer encuentro con Mingo Soto, Sito Mutones y Luisito Vela se sintieron incómodos y bastante molestos. “Ya sé por qué me queréis, me lo explicó Chano el sábado.Tranquilos, yo os monto ese concurso y aquí no se mueve ni Dios”. “Son quinientas plazas para promoción interna”, dijo el Consejero, para marcar un poquillo de territorio. “Cuatrocientas noventa –puntualizó el jefe sindical-. Diez tienen que salir a concurso libre”. “¿Y eso?”, preguntó Luisito Vela. La réplica dejó callados a los dos amigos: “Vamos a ver, vamos a ver, hay que saberse lo que está en la Ley y la doctrina del Constitucional. Pero con diez plazas por libre hacemos, y ya controlamos nosotros el tema de tribunal, temario y lo que haga falta”. Los miró unos segundos y se recreó interiormente al percibir su gesto expectante. Y añadió: “Id pensando si tenéis interés en colocar a alguien de vuestra confianza, tres como máximo. Pero sin mamoneos, gente legal. Los otros siete puestos ya los tenemos comprometidos”. “¿Comprometidos?”, balbuceó Sito Muñones. “Sí –respondió el otro-, comprometidos. En realidad os estamos dejando tres plazas por no sé qué hostias de no quemarte y del afecto que le tiene Chano a tu padre”.
Todo transcurrió según el plan. Se inscribieron para el concurso abierto cinco mil candidatos, de los que sólo mil quinientos concurrieron a las pruebas. La organización fue ejemplar, las garantías máximas, las formalidades plenamente respetuosas con la legalidad y con su espíritu.
En el acto de toma de posesión de los nuevos funcionarios de carrera Sito Mutones hizo un brillante discurso, pese a que le costaba concentrarse ante la vista de aquella joven de la primera fila. Al terminar, le preguntó a Mingo Soto, con quien se habían ido limando todas sus reticencias y a quien ya tenía por amigo cabal: “¿Quién es ese bombón de la camiseta ajustada?”. Mingo soltó una carcajada: “Qué cabrón estás hecho. Pero ni lo sueñes. Imagina que yo soy cura y que es mi sobrina, Sito. Te queda mucho por aprender. Pero llegarás lejos. Chano está contento y más arriba también empiezan a tomarte en serio. ¿Te vienes el viernes de noche a tomar unas copas? Te presentaré a un par de amigos y te daremos alguna sorpresilla”. Y volvió a reír.
Las cosas marchan bien.

AVEría

Como buen paleto, y como norteño discriminado por las naciones emergentes, no he viajado mucho en AVE. Anteayer, jueves 19, me tocaba ir a Andalucía en misión propia de Anacleto, agente secreto. Así que, todo contento, tomé a mediodía el AVE en Atocha. Mis expectativas no fueron defraudadas, leído como estaba sobre la fauna que lo frecuenta.
La primera hora transcurrió según lo previsto. El pasaje, una buena síntesis de ejecutivos de marca y especímenes nacionales con plumaje de verano: camiseta, pantalón corto, gordas pantorrillas peludas y chanclas. Qué tiempos aquellos, cuando el cante lo daban los guiris ingleses y centroeuropeos, en contraste con la austera dignidad del lugareño castellano de raído traje negro y camisa blanca abrochada hasta el cerebro con alevosía e indiferencia climática. No consigo concentrarme en la lectura, pues a mi lado, pasillo de por medio, viajan abuela y mamá con dos niños, escuálido el pequeño, obeso el otro. La mamá les dice cosas amables y mira complacida alrededor cuando los infantes le replican con descaro. La abuela les grita con desconocimiento de las modernas consignas educativas. Nos ponen la comida y el pequeño gordinflón quiere que le unten la mantequilla y el quesito en el pan. La abuela se opone con vehemencia senil y señala las elevadas calorías. La madre se muestra transigente y conciliadora. Luego la mamá toma el móvil y llama a un tal Jacobo. Por la manera de gritar diríase que se trata del marido; por el contenido amable de las frases y por la sonrisa pudiera ser que no.
En el recinto para las maletas un perro aúlla todo el rato. Privilegios caninos. Si yo me pusiera a cantar a voz en grito el Asturias patria querida se me echarían encima los pasajeros y tomaría cartas la autoridad. De tanto en tanto una señora de negro se acerca al chucho y le recita requiebros que no lo aplacan lo más mínimo.
A mi espalda un tipo impecablemente trajeado llama con su móvil y se presenta a su distante interlocutor como directivo de Sacyr. En un periquete cierra la construcción de un parque y queda acordada la financiación de la obra. País de negocios rodantes y rodados.
Para el tren en Puertollano y ahí se queda: avería. La happy family se muestra complacida porque les devolverán el importe del billete. Intento seguir leyendo como si nada, pero pronto nos mandan bajar, pues, al parecer, nos trasbordan a un tren lanzadera. Diablos, se me dispara la imaginación. Pero a donde nos lanzan es al andén, con un calor del demonio. Media hora. Luego nos hacen subir a otro tren que no tiene aspecto de lanzar nada y que camina cuarenta metros y vuelve a detenerse. Caigo de nuevo al lado de la familia ejemplar y también me toca cerca una especie de Joaquín Cortés en miniatura, gitano-souvenir que tararea por soleares con voz de vicetiple. El perro ya no está. Un poco más allá un señor entrado en años y un joven con pinta de tercero de ingeniería industrial se escandalizan a dúo porque en un ayuntamiento de no sé dónde han pactado el PP e IU. Intolerable. Pero qué vas a esperar del progreso, si hasta el AVE se atranca.
Echa a andar el nuevo tren al cabo de casi dos horas y mi mirada busca desesperadamente una señora con gallina y bocadillo de chorizo casero. No hay tal. Ha desaparecido de nuestro horizonte cultural figura tan entrañable, devorada por la modernidad y la globalización.
Vuelvo al libro de Ferrán Gallego, Todos los hombres del Führer, y me quedo pensando en el siguiente párrafo (pp. 30-31): “Contemplándolos de cerca, uno puede considerar la forma en que Chateaubriand se excusaba ante los lectores de sus memorias al acabar la etapa dedicada a Napoleón, indicando que, desaparecidos los grandes hombres, sólo nos quedan los acontecimientos”.

19 julio, 2007

Peces-Barba, las formas y la democracia. Por Francisco Sosa Wagner

El Mundo de ayer, 18 de julio, publica este excelente artículo de nuestro amigo Francisco Sosa, que copio.
Peces-Barba, las formas y la democracia. Por Francisco Sosa Wagner.
Hace sólo unos días publicaba Gregorio Peces-Barba un magnífico artículo bajo el título Las malas formas, en el que criticaba, con valentía y generosa caballerosidad, los manejos que se empiezan a conocer para designar al futuro presidente de las Cortes. Lamentaba, quien en el pasado ostentó precisamente este cargo, lo que significa, en términos de falta de respeto a las personas y a la institución parlamentaria, la difusión sin mayor rubor de tales enjuagues.
Comparto la tesis del amigo y colega Peces-Barba. Pero me permito añadir: no se trata tan solo de «malas formas», es decir, de mala crianza, de niños acostumbrados a dar a sus juguetes el trato que les peta; el asunto es mucho más complejo y afecta a la médula del sistema democrático. Un sistema que en unos pocos decenios ha sido literalmente secuestrado por los partidos políticos, magos en falsificar la representación y la voluntad de los ciudadanos.
Estos días se agolpan las noticias procedentes de Francia relativas a la renovación de sus estructuras políticas, y es bien significativo, asimismo, que uno de los últimos números de la revista jurídica alemana Die Öffentliche Verwaltung acoja en sus páginas un trabajo de Hans Herbert von Arnim, que tiene su centro de atención en los partidos políticos alemanes; y justamente en ese mismo número se da noticia de la publicación de un grueso volumen Demokratie in Europa, editado por la prestigiosa editorial de Tübingen Mohr Siebeck, que recoge las colaboraciones de especialistas de distintos países de la Unión. Todo ello refleja una preocupación por un mal que ya trepa y trepa con desembarazo y bien agarrado a las paredes maestras del edificio democrático.
En Alemania, el asunto viene de bastante lejos. Nada menos que dos presidentes de la República, Richard von Weizsäcker y Roman Herzog, personajes bien aficionados a la fértil rumia intelectual, criticaron hace ya años este estado de cosas suscitando un debate que ha ido con el tiempo acotando sus perfiles y al que se sumó más recientemente otro presidente, Johannes Rau, quien acuñó en su discurso de despedida la expresión «irresponsabilidad organizada» como forma de definir el sistema democrático y el federalismo alemán.
El fondo de la cuestión, bien resumido por von Arnim, es bastante claro. Los partidos padecen embriaguez de poder, dispuestos como están a subordinarlo todo a sus apetitos desarreglados, a convertir la legítima aspiración a gobernar en un fin en sí mismo. La democracia se basa, como sabemos, en la competencia entre las organizaciones políticas, pero la misma se halla falsificada porque garantizar esa competencia no es problema de fácil solución. Y así sucede, en el ámbito público, lo mismo que vemos en el privado, donde la tendencia natural de las grandes organizaciones empresariales se dirige a lograr acuerdos para regular la producción y los precios y, en general, sortear las molestias del vecino. Una afición que tratan de abortar, con mejor o peor fortuna, las leyes reguladoras de la competencia. Sólo que, cuando se trata de los partidos políticos, la solución deviene más compleja, pues son precisamente ellos los que disponen de la llave para regular el mercado que les atañe. La llave de una despensa bien abastecida que no están dispuestos a compartir.
Esta realidad se manifiesta en las reglas de su financiación. Weizsäcker afirmó sin ambages, desde su alta responsabilidad institucional, que los partidos políticos alemanes vivían en el reino de Jauja. Y en este idílico lugar siguen, pues logran beneficiarse, al tiempo, de un generoso aflujo de dineros públicos y de donaciones que a ellos hacen llegar ciudadanos de contrastada filantropía.
Y se manifiesta asimismo en la ocupación de cargos públicos. Normal es en un sistema democrático que los partidos envíen a sus afiliados a los gobiernos de los Länder, de la Federación o de los municipios. El estropicio empieza a crearse cuando sus pretensiones se desparraman. Es decir, cuando lo mismo hacen con los tribunales de rango superior, incluido el Constitucional, los de cuentas, los medios públicos de comunicación, las empresas públicas, los colegios y escuelas y, poco a poco, también las Universidades; en fin, con todas las comisiones de expertos y asesores...¿Se contentan con estos apetitosos bocados? En absoluto, porque su presencia se hace sentir igualmente en miles de puestos de la función pública, convertida de nuevo -en gran medida- en el botín del que se habló en los albores del Estado constitucional y de la revolución liberal. Sólo que entonces esta degeneración se advertía como un mal y se procuraba su desaparición, mientras que ahora se contempla con la misma resignación con la que aceptamos el fin de la temporada de rebajas en los grandes almacenes. Incluso muchos funcionarios que han ingresado por métodos regulares y públicos de selección acaban afiliándose a un partido o haciendo ver, con más o menos discreción, sus preferencias ideológicas para prosperar en la carrera administrativa. En fin, son los funcionarios quienes ocupan masivamente los escaños de los parlamentos, tanto del federal como de los federados: prácticamente la mitad de los casi 3.000 parlamentarios alemanes son funcionarios, destacando entre ellos la presencia de los docentes.
El derecho electoral favorece igualmente las tretas de los partidos para colocar a los suyos. Y ello se revela en el control de las listas, repletas de esos listos y listillos que, si bien pueden tener dificultades a la hora de expresar una idea, son maestros en el arte de callar y aplaudir.
Por tanto, el clientelismo, la financiación y el derecho electoral son los instrumentos para que Gobierno y oposición falseen las reglas de la competencia, básicas en todo sistema democrático. Surge así el concepto de clase política -La casta es el título de un libro que ha hecho furor estos meses en Italia-, pero, atención, los partidos no son, en rigor, el centro de esa clase política. Ese papel corresponde, dentro de ellos, a los políticos profesionales (a su élite), que son quienes en su seno mangonean, faltos como están del aliento democrático interno que la Constitución exige de ellos. Así es frecuente que grandes debates se hurten, no ya a la masa de la opinión pública, sino a los mismos militantes de las organizaciones políticas a quienes se les atraganta el desayuno el día que oyen a sus dirigentes declaraciones que suponen cambios drásticos en tal o cual asunto -de calado- y que jamás han sido ni discutidas ni planteadas en el seno de los órganos competentes. Kohl y Schröder fueron maestros en esquivar los debates internos y presentar asuntos de gran complejidad como hechos consumados. El desconcierto del militante y el rictus de idiotas que exhiben no han llegado nunca a impresionar a los dirigentes ni han alcanzado la entidad suficiente para desterrar tales prácticas.
En Alemania se da el caso además de que buena parte de tales desviaciones de un sano sistema democrático han sido avaladas por el Tribunal Constitucional. Así ha ocurrido en sus sentencias sobre la confección de listas, los sueldos de los parlamentarios y la financiación de los partidos. En este último caso, el cuidado puesto en evitar las irregularidades de los partidos mismos olvidó a los grupos parlamentarios y a las fundaciones partidarias, sospechosos unos y otras de corruptelas y trapisondas. En relación con el clientelismo, como bien dice von Arnim, el Tribunal Constitucional ha dicho poco, «consciente sin duda de que él mismo tiene el techo de cristal».
Llegados a este punto, conviene tranquilizar al lector que se haya podido inquietar con este relato o ver en él motivos de más cercanas preocupaciones. Para que las disipe, añadiré que todo esto ocurre en la lejana y brumosa Alemania, país luterano y con un ramalazo herético donde se escriben, en un idioma peregrino, libros descarados por lo gordos, y que cuenta además con un número desmesurado de directores de orquesta. Cualquier parecido con la realidad española es pura coincidencia...

17 julio, 2007

Tontunas legislativas. 5. Demadres líricos

Está claro, nuestros legisladores tienen más vocación de bardos o poetastros que de paridores de normas propiamente dichas. Y como el articulado de las leyes les parece campo demasiado prosaico y estrecho para su vena lírica, se desmelenan en exposiciones de motivos y preámbulos. Cuánto ganaría el BOE sin semejantes desahogos. Debería la Presidencia del Congreso, antes de que a Marín le den puerta, organizar y financiar una colección de ripios para que sus señorías den rienda suelta a sus musas de partido y nos ahorren el cansancio y la guasa al leer semejantes textos incrustados en la legislación a modo de épico piercing jurídico.
Miren la muestra que se contiene en la reciente Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. Rayos, se les olvidó mencionar la adiposidad y la aerofagia. Echo un vistazo al conjunto de la norma y me da la impresión, superficial, de que no está mal, pero el Preámbulo se las trae, cuatro páginas y pico en letra pequeña y renglones apretados. ¿Quién lo habrá hecho? ¿Es un cachondo o le salió así con naturalidad? Veamos una de sus perlas:
“(L)a violencia consiste en aplicar la fuerza sobre el entorno. Por ello, el deporte conlleva siempre y en diversa medida violencia, en tanto que uso de la fuerza, que se aplica bien sobre los elementos (tierra, agua y aire), bien sobre las personas que devienen adversarios en el ámbito deportivo. La violencia en el deporte, aplicada de conformidad con las reglas del mismo, supone una aplicación autorizada de la fuerza. Por el contrario, si la fuerza se aplica contraviniendo las normas deportivas, constituye una infracción o una agresión antirreglamentaria. Así, es el propio mundo del deporte el que, al establecer las reglas del mismo en cada modalidad, determina el nivel de violencia aceptable y cuándo esta aplicación de fuerza es inadmisible por ser contraria a los reglamentos deportivos. En este ámbito, un primer objetivo de las instituciones públicas es promover que el propio ámbito deportivo, mediante su propia autorregulación, gestione y limite la aplicación de la fuerza en el deporte, de modo que su uso sea compatible con el respeto a la persona y con una conciencia social avanzada".
Ya está, esto lo redactó un licenciado en Filosofía y Letras con máster en budismo y decoración zen. ¿De dónde los sacarán tan cultivados? O a lo mejor es cosa de Chiquito de la Calzada.
Me pueden poner de vuelta y media los atentos lectores por mi ignorancia en las cosas de la física, le metafísica y la patafísica, pero a mí esa definición de violencia me hace una gracia que no se puede aguantar. Resulta que, según nuestros eruditos padres de la patria (¿qué patria?) “la violencia consiste en aplicar fuerza sobre el entorno”. O sea, que si yo le pelo una naranja a mi santa estoy aplicando violencia, no se si a la naranja, a mi par o al entorno en general. Cuando muevo una maceta también, y lo mismo al poner la mesa. Ya ni te cuento en menesteres de más empuje. Diantre, me descubro violento hasta cuando levanto pancarta pacifista en manifestación ad hoc. Debí aprender en las categorías inferiores, pues poco más adelante nos cuentan que “La violencia en el deporte es, por lo demás, un aprendizaje que se inicia en las categorías inferiores”. ¿Categorías inferiores de qué? Teniendo en cuenta que lo que la ley trata de reprimir, y bien está, es a los mastuerzos que en estadios y pistas se empeñan en mentar a la progenitora del rival y en tirarles botellas a árbitros y jueces en general, me pregunto si los hooligans y fanáticos de equipo están organizados ya desde el parvulario en bestias alevines, infantiles y juveniles. A lo mejor viene así en las reiteradas y reiterativas leyes de la cosa educativa y no me he enterado. En cualquier caso, sí está claro, vista la sesuda definición anterior, que en cuanto el pequeño imberbe y la pequeña imberba se ponen a dibujar la o con lápiz sobre el papel, están aplicando fuerza sobre el entorno e insinuando ya el pedazo de salvaje que llevan dentro.
A lo mejor un físico o un teólogo están de acuerdo con tan depurada noción de violencia, pero digo yo que para legislar no hace falta ponerse tan exquisito y pluridisciplinar. Y más cuando, ya pasada la efervescencia lírica del Preámbulo, la ley delimita en su artículo 2 a qué “actos o conductas violentas se refiere” y resulta que como tales se alude a cosas como “participación activa en altercados, riñas, peleas o desórdenes públicos en los recintos deportivos o en sus aledaños...”, o a la “entonación de cánticos que inciten a la violencia, al terrorismo o a la agresión en los recintos deportivos...”. ¿El que entona tales cánticos aplica “fuerza sobre el entorno”? Vaya usted a saber, igual resulta que sí.
En fin, no quiero aburrir al personal con semejante prosa indigesta, pero miren este prodigio de redacción y claridad de ideas, también del Preámbulo: “La realidad de la violencia en el deporte y su repercusión en los medios de comunicación es un reflejo de la clara permisividad social de la violencia, permisividad que se retroalimenta con la intervención de todos los agentes del entorno deportivo sobre la base inicial de la aplicación reglamentaria o no de la fuerza en el deporte y del encuentro entre adversarios, sean deportistas, técnicos o dirigentes” Chúpate ésa, Teresa (es un decir, pido perdón y juro o prometo que no va por nadie en particular). Como siempre, la culpa de la sociedad, o sea, de usted y mía. Luego vienen otros y retroalimentan a porrillo, pero la mala primera es la sociedad. Obvio, pues nos pasamos el día dale que te pego, todo el rato aplicando fuerza sobre el entorno. Violentos, que somos unos violentos. A ver cuando negocian con nosotros, los violentos (¿de qué me suena la expresión?), en lugar de ponernos a parir.

16 julio, 2007

Escudas humanas en Irán

Hay noticias que lo sumen a uno en la melancolía y en el pesimismo antropológico, mientras que otras traen la alegría y son como una balsa para el náufrago. De las primeras es la que cuenta hoy que los mandamases de Irán quieren apretar aún más las tuercas a las mujeres de aquel Estado, a fin de que vaya quedando definitivamente claro que son súbditas y no ciudadanas y de que conste que tienen más de objeto que de sujeto. Es una constante, nunca falla: estos meapilas que adoran las armas, autoritarios pichicortos y valientes sólo cuando atacan en manada, viven en todas partes obsesionados con los placeres de la entrepierna, y en lugar de asumir su vil condición de reprimidos sin luces, la toman con cualquier belleza que les recuerde lo que podrían hacer y sentir si estuvieran hechos de material humano en lugar de ser un pedazo de mierda. Como disculpa sacan siempre la misma, un dios hecho a su medida y compuesto con la misma materia prima; otro que, al parecer, por muy alto que navegue, comparte con los tarados del mundo la obsesión por la bragueta y, después de haberles puesto cara y cuerpo a las mujeres, vive arrepentido y dedicado a putearlas por usar eso que les dio para algo más que para que evacuen como bestias los maridos apestosos que se les asignen sin su consentiemiento. Pues sí, a eso lo llaman dios y se queda todo el mundo tan convencido de que puede ser y no está mal.
Así viene la noticia en El Mundo: “El jefe de la policía de Teherán, Ahmad Reza Radan, anunció ayer una nueva campaña de «moralización» para imponer las estrictas normas del código islámico que abanderan las autoridades locales. Por ello, se duplicarán los policías encargados de vigilar el uso del velo islámico. Radan indicó que la acción policial se centraría principalmente en las féminas que portan el velo a la usanza de las capitalinas más jóvenes -que juegan a retraer el pañuelo casi hasta la coronilla-, algo que los uniformados consideran ilegal.«A partir del 23 de julio, vamos a doblar el número de policías que hagan respetar [las normas] del velo islámico. Vamos a multiplicar las patrullas en las calles y en los parques», señaló Radan, jefe de la policía de Teherán.Esta arremetida es una continuación de la misma política que ya se aplicó en abril con el resultado de 150.000 mujeres apercibidas y medio millar de detenciones”.
Deprimente, vomitivo, no me digan que no. Y con semejantes jabalíes queremos hacer una alianza de civilizaciones, ya ven. Menudas civilizaciones de mis narices.
Pero que no cunda el desánimo, no estamos solos, hay esperanza para las oprimidas del mundo. Hoy mismo leo en Labola.com que ya se está preparando una remesa de feministas españolas, organizadas por el Instituto de la Mujer y que viajarán a Irán para interponerse entre las iraníes que quieran ir sin velo y vestir con libertad y esos policías ceporros. A ver si con ellas se atreven. Una de las ONGs implicadas ha declarado que después de la experiencia en Iraq, donde los voluntarios que actuaban como escudos humanos trataban de parar los bombardeos del imperialismo falócrata yanqui, esta aventura de Irán se les antoja más llevadera y menos arriesgada. Por su parte, Petra Nomedejo, presidenta de Feministas Activas En Serio (FAES), ha manifestado lo siguiente: “si aquí levantamos la voz cada vez que un macho hispano trata de abusar impunemente de una mujer indefensa, no vamos a ser menos en esos lugares donde la mujer está radicalmente sometida al varón y es víctima de los abusos más inimaginables”.
La iniciativa ha partido de la Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, quien ha dicho que “estas escudas humanas son las mejores embajadoras de nuestro feminismo y con su acción demuestran que no vamos de farol y para tocar los cataplines cuando aquí ponemos de vuelta y media al que hace un chiste machista o cede el paso a una dama. Si aquí nos ponemos de esta manera, imagínense la que les vamos a armar a los ayatolás”.
Por su parte, Rodríguez Zapatero ha convocado una rueda de prensa después de despedir a las valientes feministas en el mismo aeropuerto y, en un ataque de sinceridad, ha pronunciado las siguientes palabras: “Como ustedes bien conocen, yo me he proclamado y me proclamo rojo y feminista. Y, si soy ambas cosas, ¿qué ovarios hago yo riéndoles las gracias a esos machistas tarados que gobiernan despóticamente en Irán?”. Las mujeres presentes prorrumpieron en fortísimos aplausos, pero esta vez con motivo real, no como otras veces, que parecían tontas.

14 julio, 2007

Ese mágico toque de la vida

En junio del año pasado, el día 17, murió mi padre en Gijón. Lo enterramos en Ruedes y mientras sellaban su nicho vi, a mi lado, una pequeña lagartija moviéndose por la pared soleada. Regresamos a casa a León y al día siguiente en el pequeño porche delantero apareció una lagartija de tamaño más que considerable, que nos acompañó todo el verano. A veces yo me sentaba allí a leer, en la pequeña mesa de piedra, y ella se colocaba muy cerca de mis pies, mirándome muy fijamente.
Cuando comenzó a refrescar, dejé de verla.
Esta mañana he ido a comprar flores para las tumbas de mis padres, pues en Ruedes conmemoraremos esta tarde el fallecimiento de los dos el verano pasado. Al llegar a casa, hace poco más de una hora, coloqué en agua los ramos, para que el calor no los marchitara, y los dejé en el porche, a la sombra. Luego se despertó la pequeña Elsa, la cogí en brazos y me puse a cantarle allí mismo, al lado de las flores.
Y apareció. A tres o cuatro metros vi la lagartija, caminando tranquilamente entre las petunias. Me aproximé un poco más, con la niña en brazos, y no se asustó. Se la presenté a Elsa con toda la formalidad que la ocasión requería.
Espero que nos acompañe al menos hasta que retornen las nieblas y se insinúe la nieve en las montañas de nuestra tierra.
Todo lo que acabo de escribir es rigurosamente cierto, real. No es fantasía ni cuento. Son las cosas de la vida. Es la magia.

13 julio, 2007

P(R)ECIOS

Rayos y centellas, leo hoy la tribuna de Gregorio Peces-Barba en El País y casi me caigo de espaldas. Vaya por delante que se trata de un colega con el que me unió buena amistad durante bastantes años. Ahora ya no nos tratamos tanto, por razones que se explicarían bastante bien en los términos del propio don Gregorio en el artículo referido, aunque por analogía, eso sí: “Existe desde hace muchos años una política de instrumentación de todas las instituciones al servicio del Poder Ejecutivo, sin respeto y con malos modos. Se estima que todos los organismos y quienes los dirigen se subordinan a las directrices que manda el presidente del Gobierno de turno, sea cual sea su color político. Estamos ante una patología preocupante y contraria a los principios de un sistema democrático parlamentario, con separación de poderes y de funciones, donde se tergiversan los contenidos de la Constitución y todo se coloca contralegem al servicio del jefe.
Los asuntos se complican cuando alguna de esas autoridades actúan conforme a su diseño constitucional y deciden libremente cómo deben actuar. Desde ese momento empiezan para ellos sus problemas, se inician las presiones de los corifeos al servicio del poder, y, cuando llega el momento, se sufre la sanción y el castigo, que puede ser hasta la condena al ostracismo total. Cuando alguien se considera libre y actúa con independencia, pronto o rectifica o sufre las consecuencias. Sólo están inmunes quienes actúan con autonomía porque en su vida no dependen de la política, y pueden permitirse actuar en conciencia”.
Pero ni pretendo consumir tiempo aquí en vacías escaramuzas ni gastar pólvora en salvas, sino hacer modesta manifestación de mi perplejidad por el considerable cabreo que manifiesta el reputado profesor y político. ¿Por qué se habrá puesto así? Caben varias hipótesis, que menciono apenas:
a) Acaba de descubrir cómo es Zapatero, don José Luis, retorcido y mandón, vengativo y tal.
No cuela. Es don Gregorio persona inteligente y no pudo tardar tanto en caer del guindo.
b) Profesa un rechazo visceral a los estilos de gobierno personalistas que reparten condenas y prebendas en función de lo sumiso que sea el candidato de turno.
No cuela.
c) Estos pocos meses que ha pasado sin cargo, desde que ha dejado de ser rector, le han servido para meditar mucho y darse cuenta de que cuando les interesas te adoran y cuando no, si te he visto no me acuerdo.
Pudiera ser.
d) Pretende dar una sutil indicación de cómo se hacen las cosas y, para ello, apela al recuerdo de González y Guerra, de quienes cuenta que, pese a las discrepancias habidas, acabaron haciéndolo rector comisario de la Carlos III, jolín, y así sí.
e) Se pone a recordar que José Bono sí es Consejero de Estado y no hay derecho.
Ahí tiene razón.
El artículo acaba muy bonito, muy bonito: “Son las consecuencias de un sistema que confunde la lealtad con la sumisión y que considera a quienes actúan en el espacio público como unos delegados al servicio del poder supremo. Por eso el sistema en todos los partidos que gobiernan ha ido perdiendo a muchas personas decentes que se van en silencio para no perjudicar, pero que reaccionan cuando se quiere pisotear la dignidad de las personas y de las instituciones desde las malas formas”.
Así es.
Copio el artículo entero aquí:
Las malas formas.
Gregorio Peces-Barba Martínez.
La noticia aparecida en EL PAÍS sobre la posible vuelta de Bono como diputado en las próximas elecciones y como candidato socialista a la presidencia del Congreso ha suscitado ya reacciones y críticas. Estamos ante una comunicación prematura y poco considerada para el actual presidente, don Manuel Marín. Por cierto, que su reacción es un signo más de su elegancia y de su categoría.
La noticia se agrava porque procede de las filas socialistas, de Ferraz o quizás de la misma Moncloa. Por una vez, la malicia y la mala intención no proceden de la oposición, sino que se han generado en los entresijos del poder, que teóricamente, al menos, tiene como función primordial preservar y defender a las instituciones. No parece que haya, ese Poder Ejecutivo, cumplido con su deber para con el Congreso de los Diputados ni para la dignidad de su presidente. Estamos ante una forma de actuar, ante una epidemia que se ha extendido como patología generalizada a las comunidades autónomas que siguen, al menos algunas de ellas como la que yo mejor conozco, el mismo estilo de gobernar. Los mejores resultados y éxitos de este Gobierno se oscurecen con este proceder.
Bono es un gran activo socialista y su recuperación no puede ser sino una buena noticia en general, y en particular para los que somos sus compañeros, aunque no se pueda entender que haya sido utilizado como ariete para debilitar al actual presidente del Congreso. Es una forma de actuar en política pequeña y de vuelo corto que es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo ha servido para agraviar y en ningún caso para construir. Conociendo a Bono, desde hace muchos años, estoy seguro de que si es presidente actuará con independencia y defendiendo al Congreso que representa con neutralidad y sentido institucional. ¿Cuánto tardará el poder máximo en sentirse incómodo con ese proceder? Estamos indudablemente ante malas formas, ante prácticas viciosas que deshonran a quien las emplea y descartan la virtud que debe ser una cualidad de quien gobierna. Esta forma de actuar parte de una desconsideración a la autonomía institucional del Parlamento, a la autonomía de su presidente, y expresa una voluntad de mandar pasando por encima de las reglas y de los procedimientos, con un personalismo autoritario que no se para ante nada.
Conozco desde hace muchos años a don Manuel Marín; fue mi primer adjunto antes que Virgilio Zapatero cuando yo era secretario general y portavoz del Grupo Socialista a partir de 1977. Desde entonces, estimo y valoro su discreción, su honestidad, su sentido del deber y su vocación al servicio del interés general. Además, posee una formación excelente y una integridad moral capaz de superar cualquier prueba. Está siendo un presidente del Congreso neutral, que cumple con su deber con un velo de ignorancia que excluye el favorecimiento y cualquier pérdida de la objetividad ante la toma de decisiones.
Existe desde hace muchos años una política de instrumentación de todas las instituciones al servicio del Poder Ejecutivo, sin respeto y con malos modos. Se estima que todos los organismos y quienes los dirigen se subordinan a las directrices que manda el presidente del Gobierno de turno, sea cual sea su color político. Estamos ante una patología preocupante y contraria a los principios de un sistema democrático parlamentario, con separación de poderes y de funciones, donde se tergiversan los contenidos de la Constitución y todo se coloca contralegem al servicio del jefe.
Los asuntos se complican cuando alguna de esas autoridades actúan conforme a su diseño constitucional y deciden libremente cómo deben actuar. Desde ese momento empiezan para ellos sus problemas, se inician las presiones de los corifeos al servicio del poder, y, cuando llega el momento, se sufre la sanción y el castigo, que puede ser hasta la condena al ostracismo total. Cuando alguien se considera libre y actúa con independencia, pronto o rectifica o sufre las consecuencias. Sólo están inmunes quienes actúan con autonomía porque en su vida no dependen de la política, y pueden permitirse actuar en conciencia. En mi caso no quise ser presidente del Congreso, y me convencieron sólo al final, con el compromiso de que nombraría con independencia a los miembros socialistas de la Mesa y que podría actuar siempre con arreglo a mi criterio. Pude hacerlo en la práctica con dificultades, porque el Ejecutivo no compartía muchas veces mi forma de actuar. Así tuvimos tensiones en temas de tramitación, de forma de dirigir los debates y, sobre todo, en las formas de la ceremonia de juramento o promesa del Príncipe de Asturias para acatar la Constitución. No pude sufrir sanción por mis desviaciones de la ortodoxia, porque yo había decidido ya que no seguiría de presidente del Congreso en la siguiente legislatura. Tengo que precisar para ser justo que después de casi dos años de marginación y de persecución en la Facultad de Derecho de la Complutense, a la que volví inmediatamente, que fueron el presidente Felipe González y el vicepresidente Alfonso Guerra quienes me promovieron como rector comisario de la Universidad Carlos III de Madrid que se acababa de fundar. Como se ve, siempre hay claroscuros, no siempre se cumplen los malos presagios, lo que yo siempre agradeceré a Felipe González y Alfonso Guerra.
Conociendo bien a Manuel Marín, estoy seguro de que la advertencia de la superioridad no va a conseguir ni que rectifique en su forma de actuar ni que se humille. Actuará en conciencia, y mucho me equivoco si no decide cambiar una forma de vida que supondría, en caso de continuarla, perder su capacidad de autodeterminación. Por eso estoy seguro de que actuará para no disminuir su dignidad ni para perder su independencia. Son las consecuencias de un sistema que confunde la lealtad con la sumisión y que considera a quienes actúan en el espacio público como unos delegados al servicio del poder supremo. Por eso el sistema en todos los partidos que gobiernan ha ido perdiendo a muchas personas decentes que se van en silencio para no perjudicar, pero que reaccionan cuando se quiere pisotear la dignidad de las personas y de las instituciones desde las malas formas.

12 julio, 2007

Derechos sociales

Otra vez me toca enviar articulillo a Ámbito Jurídico, el periódico jurídico colombiano. Como hoy toca viajar un poco y no me queda tiempo para escribir más, aquí coloco ese texto como post del día. Téngase en cuenta que está pensado y escrito para aquella querida tierra.
Los derechos sociales constituyen una conquista irrenunciable para cualquier Estado en el que se tenga en una mínima consideración la dignidad de las personas y se combata la injusticia social con una política redistributiva de riqueza e igualadora de las oportunidades de los ciudadanos. La garantía de tales derechos en las constituciones es un hito irrenunciable y marca un compromiso ineludible para los poderes públicos.
Lo anterior lo discutirán solamente los partidarios de un liberalismo económico a ultranza y, por supuesto, todos aquellos que sacan tajada de la explotación cotidiana de lo más menesterosos. Pero ese acuerdo mayoritario no impide que la noción y la aplicación de los derechos sociales pueda convertirse en fuente de manipulaciones y en vía para un paternalismo de cortos vuelos y para el fomento del clientelismo. Por eso importa aclarar algunas cuestiones básicas, como el objetivo último de una política pública comprometida con esos derechos y las vías mejores para su puesta en práctica.
Comenzaré con un ejemplo español reciente. El Gobierno acaba de decidir regalar dos mil quinientos euros por cada hijo que nazca a partir de esta misma semana. ¿Cuánto de social encierra tal disposición? Muy poco, si tenemos en cuenta que la cantidad que se entregará es la misma tanto si nace el hijo en el seno de una familia con escasísimos recursos como si viene al mundo en casa de los más ricos banqueros. Política social ligada a los derechos sociales significa distribución de los recursos equitativa y ligada a las necesidades reales de los ciudadanos, no dádivas para ganar votos por todas partes. Aquí se hace bien patente lo que de verdad hay en el viejo principio de que la justicia exige tratar desigualmente a los desiguales, a lo que se añade que en el Estado social han de recibir, en proporción, más los que tienen menos.
Los derechos sociales no son donativos que graciosamente se otorgan a los más pobres, con actitud paternal y con el viejo espíritu farisaico de la limosna. Su función primera es procurar la igualdad de oportunidades. Igualdad de oportunidades quiere decir que en el Estado social nadie puede estar privado, por razón de su cuna, de su suerte al nacer, de la posibilidad de acceder a los más altos puestos de las profesiones, el poder y la economía. Un símil deportivo aclara bien la noción. Si en una competición de mil metros lisos resulta que la línea de salida no es la misma para todos los corredores y que, además, unos salen con los pies atados y otros perfectamente libres, el resultado está viciado desde el principio, pues antes de que suene la señal de comienzo ya sabemos quién tiene posibilidad cierta de ganar y quién no tiene ninguna. Ahora supongamos que la competición es para llegar a Presidente de la Nación, a Ministro o a miembro del consejo de administración del mayor banco. ¿Alguien de Ciudad Bolívar, pongamos por caso, tiene alguna oportunidad al respecto? Las políticas redistributivas poseen dicho cometido, acercar las oportunidades de todos, para que la competición social no sea tramposa. Y los derechos sociales obtienen de ahí su razón de ser, pues el que no dispone de medios para procurarse salud, educación o vivienda está de antemano excluido del juego.
Dos consecuencias claras se desprenden. La primera, que no es política social ni de promoción de esos derechos la que se limita a otorgar beneficios puntuales a unos pocos afortunados, sea porque forman una bolsa de votos o porque son del pueblo del ministro del ramo. Esos gobernantes que en víspera electoral aparecen en un barrio deprimido con camiones de leche y promesas de redención universal no hacen tal política, sino escarnio de los pobres. La segunda consecuencia es que una política de derechos sociales exige medidas legislativas, en lugar de puntuales concesiones a aquél que interpone una tutela. No se trata de ayudar a este o aquel pobre o de darle la razón a uno o a mil enfermos que pugnen con el seguro social, sino de asegurar por igual los mismos beneficios a todos los que se hallen en situación idéntica. Y esto nos lleva de nuevo al reparto de papeles entre legisladores y jueces. Éstos, y especialmente las cortes constitucionales, han de velar por que las leyes que afectan a los referidos derechos respeten unos mínimos, fuera de los cuales se burlarían los correspondientes preceptos constitucionales y la cláusula de Estado social. Por tanto, a ellos les corresponde, también en esto, pararle los pies al legislador abusivo, pero en ningún modo enmendarlo. Por muchas tutelas que, por ejemplo, se otorguen a quien reclama su elemental derecho a la salud, no se hace más que poner remiendos puntuales a una situación que no se cambiará a base de sólo sentencias. Bien está reconocer su derecho a este o aquel ciudadano, pero la suprema y única protección verdadera de los derechos de la ciudadanía ha de contenerse en la ley, no en la lotería de las sentencias. El día que la ley sanitaria especifique suficientemente los derechos de todos en ese campo y lo haga con atención especial a los más necesitados, se habrá construido Estado social. Sin eso, ni la judicatura más generosa y comprometida puede hacer más cosa que amparar a unos pocos, los pocos que se animan a pleitear y que tienen, además, la suerte de dar con un juez con conciencia social. Por eso debería la judicatura recrearse menos en los logros de sus fallos ocasionales y poner mayor énfasis en el control negativo de constitucionalidad de las leyes, incluso en lo que tiene que ver con esa figura llamada inconstitucionalidad por omisión.

11 julio, 2007

Toby

Cuando éramos unos críos y en lugar de bajar porno –no había- con los ordenadores –no había- o grabar palizas a los compañeritos con el móvil –tampoco había- leíamos tebeos, casi todos los perrillos que en esa literatura aparecían se llamaban Toby. El Toby era un perro estereotipado, una caricatura canina, de la misma forma que siempre han sido caricaturas un tanto artificiosas los gatos o los ratones de los dibujos animados, al menos los de antes de que los japoneses pusieran cara de patata de siembra a cualquier ser que sus dibujos representen, perros, gatos, alcaldes o suegras.
Toby solía ser un perrillo un poco trasto, amigo de travesuras propias de su siempre joven edad perruna, pero entregado y fiel a su amo a nada éste se pusiera serio o las cosas se torcieran para los dos. Toby en el fondo sabía, como saben todos los animales domesticados y domésticos, que para él la vida salvaje ya no es vida y que ahí fuera, en libertad y a la intemperie, sólo le esperarían el hambre y las pulgas, en el mejor de los casos. Así que en el fondo amaba a su amo, porque lo necesitaba, y sus mínimas correrías detrás de algún gato vecino o sus ladridos al cartero, más ruidosos que propiamente fieros, cesaban en cuanto su dueño le levantaba el dedo admonitorio y le decía aquello de Toby, a tu rincón.
Porque lo que más gustaba a los tobies de todos los cuentos y todas las viñetas era tener su rinconcito en un extremo del salón, donde alcanzaran unos rayos de sol por las tardes y donde pudieran echarse bien a gusto y despatarrados en un cómodo cojín que cada mañana mullía la asistenta. Toby únicamente sufría en las historias más crueles, pura advertencia para niños y mayores, aviso para navegantes díscolos, cuando su amo moría o lo abandonaba, obnubilado; y, así, al viento y en la calle, Toby vagaba aterido y recordaba los felices tiempos en que era un perro juguetón, pero obediente y muy bien alimentado.
Estos días, al leer las noticias sobre la vuelta de Bono a la política y su probable candidatura a la Presidencia del Congreso, por designio de su amoroso dueño, me he acordado mucho de Toby. Da gusto verlo saltar y mover el rabito. A Toby, digo.

10 julio, 2007

Sexo(s)

Leo en el ABC (estas cosas cada vez se leen más en el ABC: en este país nada está donde se supone) que aquel ciclista famoso hasta hace pocos años, Robert Millar, ahora es una señora y se llama Philippa York. El titular tiene guasa: “El rey de la montaña es reina”. Caramba, el día menos pensado al ganador de la etapa reina del Tour lo visten de señorita Pepis para subir al podio. No ganamos para sustos.
Uno se pone a imaginarse cosas de guasa, pero verosímiles, visto lo visto, y la cabeza se le pone como una moto. Ya veo a más de un colega, hoy varón, convertido en reina de las fiestas de su pueblo, y a alguna compañera de disciplina, con mostacho indisimulado y meando de pie tras la ponencia estelar de cualquier congreso. Y no me parece mal, al contrario: puede ser la manera de que tantos y tantas dejen de tocar las narices al personal y de sublimar su interno malestar a base de conspiraciones y zancadillas a porrillo. Qué gozada. ¿De dónde vienes tan tranquilo? le preguntarían a uno al verlo regresar a su casa. De un tribunal de acreditaciones a tanto el kilo. ¿Y esa cara? Es que han estado todos los miembros (¡?) de lo más ecuánime y justo. ¿Y eso? Pues, hija, que la mayoría de los que más picias armaban contra el principio de mérito y capacidad se han cambiado de sexo, nombre y apariencia y ahora van hechos unos adalides del justo merecimiento, qué descanso. Porque con los miembros de muchos tribunales y comisiones algo hay que hacer y puede que la solución pase por el sitio más insospechado: por ahí.
Bromas aparte (ah, ¿pero eran bromas?), uno está firmemente convencido de que, a nada que la ciencia progrese un poco más, lo del sexo y sus roles no lo va a reconocer ni la madre que lo parió. Es más, para entonces la madre ya será padre. De la misma forma que nuestros abuelos no habrían dado crédito hace cincuenta años a todos estos cambios de sexo y costumbres sexuales, lo que les tocará vivir a nuestros nietos ni lo podemos sospechar nosotros.
Yo apuesto porque en un futuro no muy lejano cada persona podrá vivir alternativamente y a voluntad al modo de varón y de hembra, experimentando las correspondientes vivencias y sensaciones. Hoy fulana sale de copas como fulano y como tal trajina con una señora. Mañana esa misma persona liga en la oficina con un señor y se lo hace con él en el papel de dama juguetona. Es más, en el seno de las parejas más o menos estables los roles sexuales se alternarán. Vida, hoy tengo el día un poco machote, dirá la esposa, ¿te importa que te eche un quiqui en plan varón impulsivo? Qué casualidad, cariño, hoy me siento yo bastante femenino, así que me encantará. Y otro día al revés y al siguiente en plan homo ambos, como dos tías o dos tíos. ¿Que no me creen? Tiempo al tiempo, y a nada que lleguemos los cuarentones y cincuentones de ahora a los noventa lo veremos, aunque ya no nos toque jugar a eso. O sí, pues quién sabe qué atracciones nos esperarán en las residencias de ancianos del futuro.
Tengo la impresión de que el cambio de mentalidades ha comenzado ya más que de sobra y que sólo falta que la ciencia avance otro poco, vaya usted a saber si a base de electrodos, cirugías, apósitos sensibles o qué. Y, como casi siempre, en la vanguardia están las mujeres. En el camino hacia la asunción generalizada de la bisexualidad, ellas llevan mucho más trecho recorrido y les cuesta cada vez menos reconocer que, aun sintiéndose heterosexuales y disfrutando del ayuntamiento con varón, también les atraen las de su género. Conversación típica de matrimonio de hoy (de clase media, eso sí), mientras contemplan la porno del viernes por la noche. Ella: ¿tú que estás mirando exactamente ahora, cielo? Él: lo buenorra que está esa señora, ¿y tú? Ella: lo mismo. Pues eso.
Creo que vamos hacia el género único bipolar. Salvo que las nuevas tecnologías consigan que uno pueda hacérselo consigo mismo sintiendo como si fuera dos, en cuyo caso sí que va a ser la risa. Supongo que esta última solución será la que más agradará a los obispos.
En todo lo que he escrito en los párrafos anteriores creo que no he hecho ni un juicio de valor, trato únicamente de jugar a adivinar el futuro. Sólo ahora me pronuncio, en el habitual tono liberalote: todo lo que aumente nuestro disfrute sin forzar a nadie a nada, es bueno. Y el vicio peor es la represión forzada. Que cada palo aguante su vela; y las velas al viento.

09 julio, 2007

Tortilla francesa

El tal Sarkozy está dando mucho juego y seguramente va a seguir así. Al margen de otras consideraciones, eso se agradece, al menos en comparación con la monotonía de los políticos de por aquí.
Entre lo más llamativo del jefe de los franchutes está su facilidad para fichar para ministerios y altos cargos a tantos militantes notables y famosos del partido de doña Segolène. Va camino de dejarla con los cuadros en cuadro. Lo último ha sido proponer a Strauss-Kahn como sustituto de Rodrigo Rato, pero eso no es nada, comparado con la facilidad con que ha conseguido ministros y ejecutivos gubernamentales a base de birlárselos a los socialistas. Y uno se pregunta: ¿será que los convenció a base de prometerles políticas de lo mas progresista, o será más bien que donde esté un sillón que se quiten las siglas y las lealtades? Mucho me temo que haya bastante más de esto último.
En el fondo, ese baile y semejante manera de ponerle los cuernos al partido de uno de toda la vida encaja la mar de bien con el vaciamiento ideológico de la política actual. Como no quedan propiamente ideologías en pugna, más allá de los eslóganes y de cuatro frases para la chusma, inventadas por asesores de imagen y de campaña, los partidos y sus dirigentes se tornan intercambiables, fungibles hasta la náusea. Se trata de personas que quieren gobernar y, generalmente, alimentar su vanidad con poder y notoriedad pública, y que no tienen empacho en vender su alma al diablo a nada que les digan ahí tienes ese puesto y a los tuyos que les den.
Cabe, pues, descartar que por regla general los altos mandos de los partidos crean verdaderamente en lo que para ganar votos proclaman cuando toca, y no me parece que sean muy distintas las cosas en Francia y aquí. Si fueran diferentes, seguramente por estos pagos no veríamos tantos pactos contra natura para el gobierno de ayuntamientos, comunidades autónomas y hasta de la nación misma (con perdón por lo de nación).
¿Y la militancia de a pie? Es posible que el militante del montón sea más fiel a sus siglas y le tenga más fe a las ideas, reales o supuestas, que su partido defiende. O, al menos, que deteste al rival con más coherencia y persistencia mayor. Seguramente porque fe es creer lo que no se ve y el votante leal piensa con ingenuidad que al apoyar a éste y no al otro contribuye a procurar un país distinto. El día que se nos acabe de caer la venda de los ojos no sé qué va a pasar.
¿Cuántos dirigentes del PSOE se pasarían con armas y bagajes a un hipotético gobierno de Rajoy si éste les ofreciera algún chollete guapo? ¿Y cuantos del PP se dejarían querer por Zapatero si no tuviera su alma vendida a los traficantes de naciones y a los desenterradores de abuelos zurdos?

08 julio, 2007

SEXO PARA GILIPOLLAS Y GILIPOLLOS.

Hay que verlo para creerlo. No hay mejor catálogo de las estupideces que hacen furor en esta sociedad atrofiada y papanatas que ciertas revistas “femeninas”, revistas para féminas jovencitas o que quieran sentirse tales, aunque estén más pasadas que un yogur del pleistoceno. Un servidor se troncha de vez en cuando ojeando la revista Nosotras, auténtico vademecum de la memez con preservativo. Ya he señalado aquí alguna vez que si a algún grupete de varones se le ocurriera perpetrar el equivalente masculino de dicho panfleto, ardería Troya con los epítetos, que si machistas, que si retrógrados, que si tienen la inteligencia en el pirulín. Pero lo hacen unos cuantos listillos para atontarlas a ellas y todo son parabienes y mira qué progre y hay que ver qué total.
La última joya de la revistilla de marras viene esta misma semana en forma de artículo (?) titulado ¿Eres ecosexual?... practica el sexo ecológico. Reconozco mi morbosa perplejidad al leer el título, título que también serviría para alguna publicación de secta católica ultraconservadora que la emprendiera contra condones, cremas y aparatos a pilas para el orgasmo electrónico. Pero no, aquí el apareamiento se da propiamente entre el catecismo del sexo chachi y el sector más tontaina del ecologismo ecuménico, y está detrás nada menos que Greenpeace, lo cual ya te deja pensando que no hay con quien contar en este mundo perdido.
Resulta que, al parecer, Greenpeace se ha sacado de la manga diez reglas para el sexo sostenible, que no es lo que ustedes están pensando, sino la manera de darse al folleteo sin dañar el medio ambiente. Resumo dichas reglas, para general escarmiento.
1. Hacérselo con la luz apagada o de día, para no gastar energía eléctrica.
2. Si se manejan frutas para el menester amatorio, procúrese que no sean transgénicas.
3. No uses marisco como afrodisiaco, pues anda la fauna marina de capa caída y no está bien meter la gamba.
4. Nada de revolcarse en el jardín, pues puede haber pesticidas y fertilizantes distintos de los que tu llevas en los pies y ahí.
5. No uses lubricantes derivados del petróleo y empléalos naturales (?), tipo escupitajo.
6. Nada de accesorios penetrantes que lleven PVC.
7. Si os da por ducharos, hacedlo juntos para ahorrar agua.
8. Si os encamáis para el evento, mirad que la madera lleve el sello FSC, que no quiere decir “fornica sobre cama”, sino que la madera proviene de un bosque ecológicamente explotado.
9. Si jugáis a disfrazaros, hacedlo de Bush y del presidente de la Cumbre de la Tierra, aun a riesgo de que se os quiten por completo las ganas.
10. Y la que llaman regla de oro: Haz el amor y no la guerra. Mira qué original.
Alucino. No había leído cosa más tonta sobre sexo desde que salí del colegio de curas.
Si después de tanta regla aún sigue usted con ganas, enhorabuena. Pero puede que traiga más cuenta hacerse monje cartujo que montárselo con una dama que vaya con semejante reglamento en el canalillo. No me jodas: lo único que cabe decir. Tiene más morbo una misa en el Vaticano que semejantes catecismo para mindundis.
Y el caso es que se trata de una buena ocasión perdida, pues, ya metidos a comerle el tarro a la gente para bien del planeta, se nos podrían ocurrir unos cuantos consejos mucho más razonables. Allá van algunos.
a) Si follas en el monte, no dejes los condones colgados de los pinos, que están los bosques que parece navidad perpetua.
b) Si te lo haces en una solución habitacional de treinta metros, no grites de esas maneras, rediez, que las paredes son de papel y la gente tiene que dormir.
c) Si te va el rollo de los cueros, procura que sean sintéticos, que las pobres vacas no tienen la culpa de que a ti te ponga el látigo.
d) Si llevas compresas con alitas, no las siembres por el campo, pues ni vuelan pese a semejantes extremidades ni arraigan por muchas que siembres.
e) Por regla general, no tires las compresas ni los tampax por el water, que luego van todos a las redes de los pescadores de bonito.
f) Si te empecinas en la dichosa lluvia dorada, dile a tu pareja que no coma espárragos, que ese tufo es malsano.
g) Si en plena expedición táctil detectas silicona, no preguntes la marca ni el fabricante, pues te quedarás a dos velas y más solo que la una.
h) Si andas todo el rato con las bolas chinas para arriba y para abajo, búsca bolas autóctonas, o bolos, pues los chinos nos están haciendo competencia de lo más desleal.
i) Si te empecinas en remojar las partes de tu contraparte con algún licor, usa Don Simón y no malgastes de semejante manera el Möet Chandon, que hay gente que pasa hambre, hombre.
j) Si eres dado a la fotografía íntima, cuidadín con el flash, que tu pareja puede quemarse.
k) Si te encanta el porno, graba para esos momentos el debate sobre el estado de la nación, que para algo tiene que servir semejante despendole dialéctico.
Y la regla de oro: si eres cuarentón o más, hetero y amigo de zamparte un chuletón antes y otro después, no lo vayas contando por ahí, pues estás más anticuado que un político decente.