20 noviembre, 2007

Lo que mandan los medios

Resulta muy poco original insistir en que los medios de comunicación configuran con sus decisiones nuestros esquemas y establecen nuestras alternativas. Pero es así. Con una sutil perversidad, que convierte sus maniobras en genuinas manipulaciones interesadas: presentan como descripción lo que es elección y negocio, y como noticia lo que no es más que una muy interesada selección de cuanto en la realidad acontece. Lo primero lo vemos a cada rato en esos suplementos que nos señalan y describen tantos productos nuevos, productos para adelgazar, para fortalecerse, para cuidar el cutis, para aparentar que acabamos de llegar de París, para fingir orgasmos con mayor convencimiento, para parecer un macho con más caballos o para homenajear al macho dejando en la silla de la ropa el feminismo por horas. Junto a la publicidad declarada, se recogen aparentes noticias sobre artilugios y bálsamos que no son más que propaganda camuflada y bien pagada. Así usted se siente un/a individuo/a con más personalidad cuando se va corriendo a comprar, más caros, esos artículos de los que no se hace publicidad con todas las de la ley, sino soterrada y para gentes que supuestamente no se dejan comer el coco.
Con las noticias políticas ocurre algo similar. Puesto que en tanto que ciudadanos estamos llamados a formarnos opinión y a elegir entre las opciones políticas que se nos presenten, los medios seleccionan para que no todo lo que se nos quiere presentar se incorpore a nuestra conciencia y, al tiempo, para que lo que propiamente no es alternativa presentable figure como tal, ya sea para propiamente destacarla y que cuente, ya para que funcione como amenaza o engañabobos que haga a éstos, a los bobos, votar lo que deben. Y en esto tiene lugar un nuevo desplazamiento sutil. De la misma forma que en el punto anterior decíamos que aparece publicidad fuera de los espacios publicitarios, disfrazada bajo la forma de noticia o reportaje, aquí tenemos que hay noticias que deberían tener su sitio en la página de sucesos (incluso en la de sucesos chuscos) y que, sin embargo, van a la sección de política, mientras que otros hechos que ahí deberían estar simplemente desaparecen porque de ellos no se quiere dar cuenta.
En los últimos tiempos he tenido diversos contactos con los dos partidos nuevos que tratan de romper el molde prefabricado y rígido de ese bipartidismo con incrustaciones que en este país padecemos, incrustaciones de ex-comunistas con vocación indemne de nomenklatura e incrustaciones de ceporros con boina nacional y que juran que se les ha aparecido el mismísimo Volksgeist mientras cocinaban unas cocochas. Pues bien, la gran lucha, tanto de Ciudadanos como de UPD es para logar aparecer en los medios de comunicación, para que televisiones, radios y periódicos reparen en sus actos, reuniones y programas. Dicen la más mínima chorrada Zapatero o Rajoy y va a primera página su aserto, generalmente con muy poca sustancia o abiertamente incomprensible. De lo que mantengan los otros, bueno o malo, casi nada se reproduce. Rebuznan Pepiño o Acebes, con su estilo pedestre y previsible, y se deshacen en comentarios tertulianos y editorialistas. De lo de los otros, ni pío. ¿Acaso es porque los medios sólo dan cuenta de lo que al público le interesa como noticia? Me temo que es al revés, que recogen nada más lo que se quiere que sea noticia para el público, aunque no le interese ya un carajo. Luego se quejan de que la gente no lee periódicos o de que cambia de cadena cuando comienza el telediario. ¿Acaso merece la pena volver a oír a Zapatero una nueva frase zarrapastrosa y tan equívoca como dictamen de quiromante? ¿Quizá vale la pena volver a escuchar cómo Rajoy se arma un lío él solito hasta con el tema más simple? No, no vale la pena, pero de ahí no quieren que salgamos.
Y luego está la otra parte, el empeño por ampliar artificial y alevosamente el aparente abanico de discursos políticos entre los que escoger. Lo que digan Ciudadanos o UPD no cuenta, lo que mantenga IU, apenas. Pero salen cuatro chalados a la calle a gritar paridas, ya sea con la camisa azul o con el pañuelo palestino tapándoles el rostro, y se hacen de inmediato lenguas los informativos, contando gozosos que ya tenemos extrema derecha y extrema izquierda. Mira qué bien. Éramos pocos... ¿Por qué es eso más noticia? ¿Por qué consume más tiempo de noticiarios y reportajes? ¿Por qué cuatro cantamañanas de un lado o de otro, literalmente cuatro, copan más pantalla y ocupan más columnas de periódico que cualquier discurso político nuevo y que se pretenda bien articulado? ¿Por qué si el mejor especialista en ciencia política, pongamos por caso, da una buena conferencia, ningún periodista acude a tomar nota y, sin embargo, van todos cuando un animal de bellota tira piedras a un edificio oficial o regurgita consignas de mentecato sin luces?
De la constante presencia de los Pepiños y Zaplanas en los medios, presencia casposa y estomagante, podría ser justificación que sus partidos son los mayoritarios en nuestros parlamentos. Pero, si el criterio es ése, ¿qué pinta tanto hablar de cuatro chochos falangistas en peregrinación al expropiado Valle de los Caídos, o de cuatro hijitos de papá que rompen escaparates contra la globalización y el capital, mientras hacen tiempo hasta que llegue la hora de heredar la empresa familiar?
Tengo para mí que todo se explica como parte de idéntico plan, de la misma estrategia. Se trata de que no veamos alternativa ninguna a PP y PSOE, de que nos conformemos con su mediocridad pueril y su inmoralidad normalizada, y de que concluyamos que no hay para esos partidos más alternativa real y verdadera que el feo y agresivo rostro de la extrema derecha y la extrema izquierda. Vota a Zapatero, porque viene el lobo de la derecha extrema. Vota a Rajoy, porque viene el lobo de la extrema izquierda. Y nos enseñan a media docena de tarados poniendo cara de tarados mientras gritan gilipolleces o queman cualquier cosa. Pero de lo que hagan o propongan otros partidos, ni pío; de lo que hablen otras voces, ni pío; de que esto un día puede cambiar, incluso para bien, ni pío. Por algo será que callan. ¿Y si los que estamos hartos de PP, PSOE, nacionalistas de boina pedigüeña y cretinos extremos nos fuéramos organizando para desconectar cada tanto las radios y los televisores a la hora de las noticias? ¿Qué tal un día a la semana sin periódicos?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

De pocas cosas tengo más certeza:

¿De dónde viene esto? DE HABER VIVIDO DURANTE QUINCE AÑOS BASANDO LAS PUBLICACIONES DE OPINIÓN POLÍTICA EN LA INDIGNACIÓN MORAL.

Los reportajes y artículos políticos en nuestros medios de comunicación no son información. La gente abre esa sección del periódico no con la actitud con la que uno va a informarse, sino con la impetuosa pulsión con la que se accede al porno. Quiere sangre. Quiere ver al adversario mordiendo el polvo. En los últimos años, la cosa ha alcanzado niveles paroxísticos que no hace falta explicar.

Y lógicamente, si uno quiere boxeo, no quiere ver a los pesos pluma, sino a los pesos pesados: PP y PSOE. Y el peso no lo marca el número de votos: mirad a Carod Rovira o a Otegi. Lo marca la capacidad de ofrecer porno político, hardcore sadomaso, en el telediario. Ciutadans y demás sólo salen cuando hacen porno (cuando Rosa Díez guiña un ojo al sector demenciado y dice que el 11-M uy uy uy; o cuando se matan entre ellos con el Gorriarán a silletazos con el otro por si somos de centro izquierda o somos de al fondo a la derecha).

Sólo se vende lo que se compra. Los periódicos y las radios venden lo que los lectores y oyentes compran. Así que de esto tienen la culpa no sólo los medios de comunicación y los políticos porno, sino todos los que se dediquen a fomentar esta demanda perversa.

Es corresponsable quien opta en su periódico, su radio o su blog por la algarada indignada en detrimento del debate de ideas (un buen indicio es la mezcla de noticia y opinión: no quieren dar noticia sin SU orientación). Quien rechaza por blanda y nenaza la discusión de fondo y prefiera apuntarse al ring Anti-ZP o el Anti-Aznar (pero ¿qué debate político es esa? Eso no es política: es fobia. Y si eso se generaliza, no tendremos debate político: tendremos confrontación de psicosis fóbicas).

Y esto no sólo vale para medios de comunicación y blogs. También vale para el resto de nuestros entornos vitales, que están a la que salta. La semana pasada fui a recoger un mueble de cocina, e iba con mi hija pequeña. Me pregunta el tío que cómo llevo a la niña tan pequeñita a la guardería. Le digo que porque trabajamos padre y madre. Me contesta, apretando bien fuerte los dientes: "¡maldito Zapatero!" (Madrid vive así).

Y es corresponsable también, como señalas, el consumidor perverso. Igual que el que consume productos del "corazón", quien fomenta el consumo del porno político sostiene a esa empresa con su bolsillo o su audiencia.

Así que yo estaría de acuerdo no en "no consumir medios de comunicación", sino, en primer lugar, en votar con el bolsillo: comprar los que no jueguen a eso. Eso duele más que no comprar (si un día no compras ninguno, les da igual: la tarta de lectores, que es lo que determina la publicidad, sigue igual). Vale que ni un duro a los medios pornopolíticos (el porno, por internet, que es gratis). Pero apoyemos a los medios razonables. Y medios razonables los hay de todas las orientaciones políticas. Si hablamos de periódicos, muchos de ellos son regionales (¿por qué leches hay que comprar los medios publicados en Madrid? Desde que oigo "Cocidito Madrileño" en Internet lo tengo más claro).

(Objeción: "es que son más aburridos". Respuesta: "Es que tú tienes que deshabituarte del pornoperiodismo: así es un medio de comunicación normal").

Y no sé si responsable, pero desde luego no plenamente inocente, es quien no perciba que la principal tarea hoy es la recuperación de los cauces de debate entre las distintas posiciones.

Vaya: que quizá la culpa no la tengamos tan lejos. Sobre todo, los que somos de gatillo fácil. Como radiaba el soldado nacional cuando las tropas enemigas asaltaban su puesto: "El enemigo está dentro: disparad sobre nosotros".

Disculpa por un post tan largo.

Un fuerte abrazo,

ATMC

Anónimo dijo...

Estimado Antetodo,
certero análisis que comparto y que me ha recordado un libro de un tipo que seguro que usted conoce, Marco Travaglio, que se titula "la scomparsa dei fatti". Altamente recomendable.
Un saludo afectuoso,
A.

Anónimo dijo...

Estimada Ariadna:
Pues no, no conocía a este cittadino. Me he paseado un poquito por su blog colectivo y he leído un par de artículos muy agudos, pero no he visto noticia del libro que me cuentas. A ver qué veo por las bibliotecas...

Un abrazo,

ATMC

Anónimo dijo...

Y el problema será aún mas grave, cuando se ponga en marcha la campaña electoral oficial, puesto que estos partidos apenas ocuparán los espacios electorales gratuitos. Soy de la opinión de que, los partidos que se presenten en todo el territorio nacional, partan de las mismas oportunidades, y debieran compartir los mismos espacios electorales, con independencia de sus porcentajes de votos en nlas elecciones anteriores. Con el sistema actual, se potencia el bipartidismo, y queda poco o ningún espacio para la regeneración política, o para la difusión de nuevas ideas....