Día y medio de encierro casero con amigos. Debates intensos sobre lo humano y lo divino. Tal vez por fortuna, no todos profesores de Universidad. Con lo que nos cuenta alguno de los que se ganan la vida en otros menesteres se nos dispara la sorpresa. No es que no se sospechara cómo están las cosas, es que hasta ciertas constatacines de lo conocido resultan chocantes en grado sumo. Y dan para una reflexión medio sesuda, que resumo ahora.
Resulta que hay una derecha económica y política que invoca la lógica del mercado intocado y sus sacrosantas leyes. Oferta y demanda a palo seco, y allá cómo le vaya a cada cual con sus habilidades para comprar y vender. Si hay desigualdades sociales, no serán sino el reflejo de los dictados imparciales del mercado y la consecuencia de que el más trabajador, capaz y con cosas más apreciables para vender obtendrá mayor ventaja que el perezoso torpe que sólo sabe plañir. Abajo, pues, con las partidas del presupuesto público destinadas a dar ayuda y promoción a los que menos tienen y más sufren. Todo al mercado, casi nada al Estado. Y al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Enfrente nos topamos una izquierda que hace bandera de la ayuda pública a los necesitados y que quiere estirar el cumplimiento de los derechos sociales. Que los que están peor dotados por la fortuna o la naturaleza o han tenido menos suerte en el reparto social de papeles y ventajas tengan asegurado un mínimo nivel de educación, sanidad, vivienda, etc. El Estado corrigiendo los resultados del mercado ciego, para que nadie tenga que morirse de hambre o frío mientras otros aumentan su capital sin cesar.
Perfecto lo de uno y lo de otros. Que hagan sus programas, nos los ofrezcan y los votemos, para que pueda ir cumpliendo sus propósitos en cada ocasión el partido que logre la mayoría de nuestros apoyos.
Pero resulta que luego, a la hora de la verdad, en la práctica, nadie está donde se le supone o en lo que había anunciado. Los paladines del marcado chupan con fruición del Estado. Esos empresarios que ponen en el riesgo el eje de su mérito y su arrojo, resulta que no arriesgan apenas, pues van a abrevar al bebedero de las ayudas sociales. Ellos, sí, so pretexto de que son los gestores avezados de los dineros con los que hay que promocionar a los débiles. Y los que deben ser protegidos, los que son pobres, diciendo que pasen de ellos y que los dejen en paz a sus cosas, que no quieren al Estado haciendo de padre incordión y fiscalizador.
Me explicaré con los ejemplos que estos días manejábamos, entre brandy y brandy. Son ejemplos reales. Hay fondos europeos para la formación y reciclaje de trabajadores en paro. Con ellos se organizan cursos. Para que alguno de esos cursos sea posible hacen falta dos cosas: un empresario que ponga la iniciativa y un particular que sepa hacer los papeles y tocar ciertos resortes. Habidas esas dos cosas, el curso se organiza y los fondos llegan para financiarlo. Imaginemos que es un curso de gestión hostelera, o de contabilidad. Como responsable del curso y por ser quien pone los locales, un empresario hotelero de X se lleva unos miles de euros. Para hacer los programas y explicar los temas se echa mano de algunos profesores lugareños, a los que se les pagan cantidades por hora que no están nada mal, dado lo pequeño del esfuerzo, como veremos. La clientela de los cursos es cautiva, pues los parados inscritos en el INEM están obligados a ese tipo de actividades periódicas, por lo que son reclutados de modo poco menos que perentorio.
Comienza el curso y la situación, al parecer, suele ser así: los que deben ser formados, los parados, no quieren saber nada e inventan todo tipo de excusas y trucos para quitarse de enmedio y no tener que sufrir tan apasionantes enseñanzas.Y sus razones tendrán, me temo. Los profesores no encuentran especial aliciente para un esfuerzo docente muy poco gratificante, pero cobrar, cobran. El empresario tapa con los dineros de esos fondos sociales sus agujeros más urgentes y sigue pensandoque qué buena cosa es tener un hotel y un restaurante para poder dar cursos en él y sobre él y contribuir así a una obra social tan rentable... para él.
En X, por ejemplo, los partidos de izquierda luchan por el aumento de ese tipo de “fondos” sociales. Los muy progresistas profesores, directores de centros, gerentes, etc. se vuelcan en el apoyo de causa tan noble. Los trabajadores dicen que los dejen en paz. O que les den viviendas sociales baratas en lugar de tocarles los cataplines con cursitos y pendejadas.
El resultado de todo ello: un despilfarro total y un timo a la filosofía social y redistributiva que supuestamente tendría que dar sentido a determinadas partidas y desembolsos. Lo que tenía que mejorar al situación de los obreros sirve sólo para que se alimenten mejor los capitalistas del lugar y esos pícaros expertos en que su mano izquierda no sepa lo que les mete en el bolsillo su mano derecha.
¿Soluciones? Sobre el papel muy fáciles, tan fáciles ahí como seguramente inviables en la cruda realidad: ni un maldito euro de ayuda social que no vaya directamente a manos de los pobres. Ni empresarios que organicen ni burócratas que gestionen ni sindicatos que propongan ni nada de nada. Sólo el Estado redistribuyendo, sin intermediarios, sin animadores, sin apenas gestores. Que les den la pasta en mano a los pobres y que les dejen invertirla en procurarse su propia formación o o bebérsela en vino. Y punto. O becas para sus hijos. O casas baratas.
Sólo así acabaremos con la maldita paradoja de estos capitalistas pedigüeños disfrazados de benefactores de los débiles y este grouchosocialismo de listillos que viven de suplantar a los pobres y de cobrar por ellos. Y de cobrar opíparamente, por cierto.
También nos contaron los amigos en qué sindicato hay impepinablemente que militar para tener alguna probabilidad de obtener en nuestra Asturias patria querida una plaza en la enseñanza pública primaria o secundaria. Y cómo se hace, con quién hay que hablar y cuáles son los pasos. Yo pregunté si cabía que al menos un cuatro o cinco por ciento ganara la oposición sin pasar por ese trámite. Me respondieron que no, que hoy en día es radical y absolutamente imposible. No voy a decir cuál es el sindicato, no porque no quiera o no me atreva, sino para que haga usted mismo sus cábalas, querido lector. Sí, tapándose la nariz. Como un servidor.
Una porquería apestosa. Eso sí, todos con El País debajo del brazo. Por la cosa de las apariencias y por lo majos que somos todos, compañeru, por les Cuenques.
Resulta que hay una derecha económica y política que invoca la lógica del mercado intocado y sus sacrosantas leyes. Oferta y demanda a palo seco, y allá cómo le vaya a cada cual con sus habilidades para comprar y vender. Si hay desigualdades sociales, no serán sino el reflejo de los dictados imparciales del mercado y la consecuencia de que el más trabajador, capaz y con cosas más apreciables para vender obtendrá mayor ventaja que el perezoso torpe que sólo sabe plañir. Abajo, pues, con las partidas del presupuesto público destinadas a dar ayuda y promoción a los que menos tienen y más sufren. Todo al mercado, casi nada al Estado. Y al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Enfrente nos topamos una izquierda que hace bandera de la ayuda pública a los necesitados y que quiere estirar el cumplimiento de los derechos sociales. Que los que están peor dotados por la fortuna o la naturaleza o han tenido menos suerte en el reparto social de papeles y ventajas tengan asegurado un mínimo nivel de educación, sanidad, vivienda, etc. El Estado corrigiendo los resultados del mercado ciego, para que nadie tenga que morirse de hambre o frío mientras otros aumentan su capital sin cesar.
Perfecto lo de uno y lo de otros. Que hagan sus programas, nos los ofrezcan y los votemos, para que pueda ir cumpliendo sus propósitos en cada ocasión el partido que logre la mayoría de nuestros apoyos.
Pero resulta que luego, a la hora de la verdad, en la práctica, nadie está donde se le supone o en lo que había anunciado. Los paladines del marcado chupan con fruición del Estado. Esos empresarios que ponen en el riesgo el eje de su mérito y su arrojo, resulta que no arriesgan apenas, pues van a abrevar al bebedero de las ayudas sociales. Ellos, sí, so pretexto de que son los gestores avezados de los dineros con los que hay que promocionar a los débiles. Y los que deben ser protegidos, los que son pobres, diciendo que pasen de ellos y que los dejen en paz a sus cosas, que no quieren al Estado haciendo de padre incordión y fiscalizador.
Me explicaré con los ejemplos que estos días manejábamos, entre brandy y brandy. Son ejemplos reales. Hay fondos europeos para la formación y reciclaje de trabajadores en paro. Con ellos se organizan cursos. Para que alguno de esos cursos sea posible hacen falta dos cosas: un empresario que ponga la iniciativa y un particular que sepa hacer los papeles y tocar ciertos resortes. Habidas esas dos cosas, el curso se organiza y los fondos llegan para financiarlo. Imaginemos que es un curso de gestión hostelera, o de contabilidad. Como responsable del curso y por ser quien pone los locales, un empresario hotelero de X se lleva unos miles de euros. Para hacer los programas y explicar los temas se echa mano de algunos profesores lugareños, a los que se les pagan cantidades por hora que no están nada mal, dado lo pequeño del esfuerzo, como veremos. La clientela de los cursos es cautiva, pues los parados inscritos en el INEM están obligados a ese tipo de actividades periódicas, por lo que son reclutados de modo poco menos que perentorio.
Comienza el curso y la situación, al parecer, suele ser así: los que deben ser formados, los parados, no quieren saber nada e inventan todo tipo de excusas y trucos para quitarse de enmedio y no tener que sufrir tan apasionantes enseñanzas.Y sus razones tendrán, me temo. Los profesores no encuentran especial aliciente para un esfuerzo docente muy poco gratificante, pero cobrar, cobran. El empresario tapa con los dineros de esos fondos sociales sus agujeros más urgentes y sigue pensandoque qué buena cosa es tener un hotel y un restaurante para poder dar cursos en él y sobre él y contribuir así a una obra social tan rentable... para él.
En X, por ejemplo, los partidos de izquierda luchan por el aumento de ese tipo de “fondos” sociales. Los muy progresistas profesores, directores de centros, gerentes, etc. se vuelcan en el apoyo de causa tan noble. Los trabajadores dicen que los dejen en paz. O que les den viviendas sociales baratas en lugar de tocarles los cataplines con cursitos y pendejadas.
El resultado de todo ello: un despilfarro total y un timo a la filosofía social y redistributiva que supuestamente tendría que dar sentido a determinadas partidas y desembolsos. Lo que tenía que mejorar al situación de los obreros sirve sólo para que se alimenten mejor los capitalistas del lugar y esos pícaros expertos en que su mano izquierda no sepa lo que les mete en el bolsillo su mano derecha.
¿Soluciones? Sobre el papel muy fáciles, tan fáciles ahí como seguramente inviables en la cruda realidad: ni un maldito euro de ayuda social que no vaya directamente a manos de los pobres. Ni empresarios que organicen ni burócratas que gestionen ni sindicatos que propongan ni nada de nada. Sólo el Estado redistribuyendo, sin intermediarios, sin animadores, sin apenas gestores. Que les den la pasta en mano a los pobres y que les dejen invertirla en procurarse su propia formación o o bebérsela en vino. Y punto. O becas para sus hijos. O casas baratas.
Sólo así acabaremos con la maldita paradoja de estos capitalistas pedigüeños disfrazados de benefactores de los débiles y este grouchosocialismo de listillos que viven de suplantar a los pobres y de cobrar por ellos. Y de cobrar opíparamente, por cierto.
También nos contaron los amigos en qué sindicato hay impepinablemente que militar para tener alguna probabilidad de obtener en nuestra Asturias patria querida una plaza en la enseñanza pública primaria o secundaria. Y cómo se hace, con quién hay que hablar y cuáles son los pasos. Yo pregunté si cabía que al menos un cuatro o cinco por ciento ganara la oposición sin pasar por ese trámite. Me respondieron que no, que hoy en día es radical y absolutamente imposible. No voy a decir cuál es el sindicato, no porque no quiera o no me atreva, sino para que haga usted mismo sus cábalas, querido lector. Sí, tapándose la nariz. Como un servidor.
Una porquería apestosa. Eso sí, todos con El País debajo del brazo. Por la cosa de las apariencias y por lo majos que somos todos, compañeru, por les Cuenques.
3 comentarios:
Es una pasada, indignante, como se ríen los políticos y los sindicatos amarillos de la necesidad. Estoy reflexionando sobre la actual irracionalidad (por ejemplo, llevar el carnet en la boca para sacar la oposición es irracional porque a la larga se jode a la sociedad, por tanto, suicidio a largo plazo), que es lo habitual, con la famosa recta ratio y la respuesta de Kant a la pregunta ¿qué es la Ilustración? : "La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. Sapere aude!¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! : he aquí el lema de la Ilustración."
No viene a cuento, sólo una cuestión : ¿Se imaginan que hubiese pasado si los que presuntamente mataron a la indigente hubieran sido neonazis?
Jesús.
Bueno y si tienes una familia larga, hace el curso hasta la abuela; asi todo queda en casa
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