La cabeza fecunda de los niños
se llena de dragones, dinosaurios,
devoradores lobos, duendes, trasgos,
noches sin remisión, perpetuas, duras,
gigantes contrahechos desalmados,
espías que acechan cada sueño,
jorobados de aviesas intenciones,
guerreros que no duermen ni perdonan,
inusitadas bestias alienígenas,
fantasmas que torturan por despecho,
venenosas madrastras y serpientes.
Luego crecemos. Huyen, se evaporan,
irreales, aquellas compañías.
Sólo el miedo perdura, puro miedo,
ese miedo acezante que nos guía,
ese miedo adherido cual mortaja.
3 comentarios:
Delicada certeza, porque los sueños de la razón también producen monstruos. Enhorabuena.
p.d- Abusando de su hospitalidad ¿ha leído el último libro de José Antonio Marina?
Muy bueno!
No, Rosmene, no he leído ese libro de José Antonio Marina. ¿Usted lo recomienda?
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