Bueno, y si los hay supongo que no pasa nada. Tengo muy escasa idea de lo que supone a día de hoy ser masón. Probablemente es una manera de asociarse con unos amigos de ideas parecidas y no tiene más alcance que el simbólico. Como organizar una sociedad gastronómica o así. Casi seguro.
En tiempos de la dictadura nos presentaron a los masones como unos villanos sumamente perversos, demoníacos y comeniños. Una más de aquellas fábulas para mantener al personal atemorizado y las filas bien prietas y en orden. El miedo guarda viña. Y ahora mismo anda la derechona haciendo insinuaciones, amagando, señalando con el dedo sin explicarnos que pasaría si alguno de los sutilmente apuntados fuera masón.
Lo estimulante de las logias masónicas es el secreto, el celo con que sus miembros ocultan esa condición, que no ha de ser para tanto. Supongo que conservarán los viejos rituales, el mandil, las ceremonias de acogimiento de los neófitos, aquellos compromisos asumidos, sin duda, con ánimo más lúdico que otra cosa.
Los tenemos medio olvidados y a lo mejor hasta es injusta tanta indiferencia. Uno va al médico o al abogado, se tropieza con el concejal, se cruza con el escritor de fama y se pregunta si serán de derechas o de izquierdas, si irán a misa o al campo, si le darán al pimple o serán abstemios, si les gustará el fútbol o el golf, pero casi nunca se nos ocurre plantearnos si serán masones. Nos perdemos una especulación entretenida.
Si los hay, ¿para qué les servirá serlo? Imagino que para bien poco, salvo por el placer de encontrarse de pascuas a ramos con los amigos y hacer unas risas. No es pensable que el compromiso vaya mucho más allá, que suponga, por ejemplo, que a la hora de que un político masón proponga para un cargo a un ciudadano prefiera a un correligionario de la logia antes que a un tipo de la calle y más competente, o que al tiempo de votar en algún concurso o para algún premio vaya a contar más el compañerismo masónico que los méritos intrínsecos de los candidatos. Sólo faltaba que también tuviéramos cuotas o enchufes por ese lado.
Lo dicho, debe de tratarse de resabios de otras épocas, románticos restos de los tiempos en que las ideas no podían defenderse a cara descubierta ni por las ideologías se podía luchar sin riesgo. En una sociedad bien alimentada de libertades y derechos, donde cada uno puede exponer su pensamiento y hacerlo valer en partidos, sindicatos, asociaciones variadas y foros de todo tipo, donde la opinión pública se muestra bien receptiva ante cualquier propuesta y para toda demanda, esa manera de ocultarse y de proceder a la chita callando no parece que tenga mucha razón de ser. Será más que nada por jugar y pasar el rato con unos colegas.
Además, en León seguro que no hay masones, pues nos enteraríamos. Ya se sabe cómo son estos lugares relativamente pequeños y donde casi todo el mundo se conoce.
En tiempos de la dictadura nos presentaron a los masones como unos villanos sumamente perversos, demoníacos y comeniños. Una más de aquellas fábulas para mantener al personal atemorizado y las filas bien prietas y en orden. El miedo guarda viña. Y ahora mismo anda la derechona haciendo insinuaciones, amagando, señalando con el dedo sin explicarnos que pasaría si alguno de los sutilmente apuntados fuera masón.
Lo estimulante de las logias masónicas es el secreto, el celo con que sus miembros ocultan esa condición, que no ha de ser para tanto. Supongo que conservarán los viejos rituales, el mandil, las ceremonias de acogimiento de los neófitos, aquellos compromisos asumidos, sin duda, con ánimo más lúdico que otra cosa.
Los tenemos medio olvidados y a lo mejor hasta es injusta tanta indiferencia. Uno va al médico o al abogado, se tropieza con el concejal, se cruza con el escritor de fama y se pregunta si serán de derechas o de izquierdas, si irán a misa o al campo, si le darán al pimple o serán abstemios, si les gustará el fútbol o el golf, pero casi nunca se nos ocurre plantearnos si serán masones. Nos perdemos una especulación entretenida.
Si los hay, ¿para qué les servirá serlo? Imagino que para bien poco, salvo por el placer de encontrarse de pascuas a ramos con los amigos y hacer unas risas. No es pensable que el compromiso vaya mucho más allá, que suponga, por ejemplo, que a la hora de que un político masón proponga para un cargo a un ciudadano prefiera a un correligionario de la logia antes que a un tipo de la calle y más competente, o que al tiempo de votar en algún concurso o para algún premio vaya a contar más el compañerismo masónico que los méritos intrínsecos de los candidatos. Sólo faltaba que también tuviéramos cuotas o enchufes por ese lado.
Lo dicho, debe de tratarse de resabios de otras épocas, románticos restos de los tiempos en que las ideas no podían defenderse a cara descubierta ni por las ideologías se podía luchar sin riesgo. En una sociedad bien alimentada de libertades y derechos, donde cada uno puede exponer su pensamiento y hacerlo valer en partidos, sindicatos, asociaciones variadas y foros de todo tipo, donde la opinión pública se muestra bien receptiva ante cualquier propuesta y para toda demanda, esa manera de ocultarse y de proceder a la chita callando no parece que tenga mucha razón de ser. Será más que nada por jugar y pasar el rato con unos colegas.
Además, en León seguro que no hay masones, pues nos enteraríamos. Ya se sabe cómo son estos lugares relativamente pequeños y donde casi todo el mundo se conoce.
2 comentarios:
Precisamente esta semana que entra, en el salón de actos del Ayto de León, se organizan unas jornadas sobre la guerra civil y represeión franquista en León. Una de las conferencias se titula: "Represion a la masonería en el Norte", el día Jueves 10 de Abril a las 20.30. Aquí dejo el enlace donde viene detallado el programa completo: http://www.diariodeleon.es/hemeroteca/noticia.jsp?CAT=114&TEXTO=100000041845.
Salud y República!
será que soy joven y el tema masones ha pasado muy desapercibido durante muchos años, pero tengo la idea que las mujeres no pueden serlo.
En ese caso, ¿no es curioso que un grupo de ideas tan avanzadas sea tan arcaico en las formas?
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