(Publicado hoy en El Mundo de León)
Es un goteo continuo, van apareciendo mes a mes, día a día. Hemos caminado durante muchos años sobre cadáveres sin nombre, sobre fosas comunes. Aquí mismo, en Matallana de Valmadrigal, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica acaba de desenterrar los restos de ocho ferroviarios asesinados en el otoño de 1936. Ahora se investiga su identidad o se espera que algún familiar los reclame, les dé un nombre y les traiga un recuerdo amable y desolado.
Esos muertos son de sus familias, sí, y de los que compartieron su causa. Pero también son nuestros, de todos, de los que hemos reconstruido una nación sin recordarlos. Necesitamos recuperar nuestros muertos. Cómo, después de tanto tiempo, hemos podido regresar a las viejas disputas, a la dialéctica cainita, al pesaje a tanto alzado de los sacrificados y al y tú más y los tuyos peor. Quién y con qué intereses nos envenena el más elemental sentido de la ecuanimidad para que no les hagamos ni una justicia mínima a los que no tuvieron ninguna, a los que no han dejado descansar en paz. A quién ha de molestarle todavía que se abran esas tumbas infames para poner nombre a los huesos, para rezar por los fusilados, sean quienes sean y de donde sean, y hasta, si alguien quiere, por el dudoso descanso de los que apretaron el gatillo o bendijeron esas venganzas de amanecida. A quién le queda odio o mezquindad bastante para regatear, aún, justicia y misericordia, para escatimar hasta los símbolos, a estas alturas, para no recibir con los brazos abiertos a esas víctimas en este país en el que, se supone, ya cabemos todos sin necesidad de matarnos.
Qué mentes impías hicieron renacer los enconos al hilo de una ley de memoria histórica que, a la hora de la verdad, acabó siendo cicatera, generosa en palabras y avara de ayudas, que otra vez abandonó a su suerte a los vilmente ejecutados y a quienes los buscan nada más que para honrar su memoria y lavar su honor. Quién volvió a señalar amigos y enemigos, quién quiso que desempolváramos las afrentas, qué tajada buscó el que, de nuevo, prefirió el odio antes que la memoria. Quién y por qué nos escamotea esos muertos, que son de todos, si es que algo nos queda de compasión y de decencia.
Esos muertos son de sus familias, sí, y de los que compartieron su causa. Pero también son nuestros, de todos, de los que hemos reconstruido una nación sin recordarlos. Necesitamos recuperar nuestros muertos. Cómo, después de tanto tiempo, hemos podido regresar a las viejas disputas, a la dialéctica cainita, al pesaje a tanto alzado de los sacrificados y al y tú más y los tuyos peor. Quién y con qué intereses nos envenena el más elemental sentido de la ecuanimidad para que no les hagamos ni una justicia mínima a los que no tuvieron ninguna, a los que no han dejado descansar en paz. A quién ha de molestarle todavía que se abran esas tumbas infames para poner nombre a los huesos, para rezar por los fusilados, sean quienes sean y de donde sean, y hasta, si alguien quiere, por el dudoso descanso de los que apretaron el gatillo o bendijeron esas venganzas de amanecida. A quién le queda odio o mezquindad bastante para regatear, aún, justicia y misericordia, para escatimar hasta los símbolos, a estas alturas, para no recibir con los brazos abiertos a esas víctimas en este país en el que, se supone, ya cabemos todos sin necesidad de matarnos.
Qué mentes impías hicieron renacer los enconos al hilo de una ley de memoria histórica que, a la hora de la verdad, acabó siendo cicatera, generosa en palabras y avara de ayudas, que otra vez abandonó a su suerte a los vilmente ejecutados y a quienes los buscan nada más que para honrar su memoria y lavar su honor. Quién volvió a señalar amigos y enemigos, quién quiso que desempolváramos las afrentas, qué tajada buscó el que, de nuevo, prefirió el odio antes que la memoria. Quién y por qué nos escamotea esos muertos, que son de todos, si es que algo nos queda de compasión y de decencia.
11 comentarios:
Bravo. Son de todos, porque fuimos todos víctimas - incluso los que impusieron por las armas su rebelión.
Sólo un apunte. La Ley de Memoria Histórica no fue, a mi modo de ver, "generosa en palabras". Fue lenguaraza y facilona - generosidad es otra cosa.
Salud,
Buenas preguntas...
Un abrazo.
Pues claro.A veces lo que falta es sentido común.
Un amigo
Los que nos sentimos herederos de los rebeldes que ganaron la guerra no somos víctimas de nada.
Y los ajusticiados que ahora se están desenterrando corrieron la suerte que en cualquier nación civilizada se daba a los que perdían, como se pudo comprobar después con el trato que dieron los vencedores de la 2ª guerra mundial a los vencidos.
Cuán precisa y técnica puede llegar a ser la dialéctica de los vencedores: a los sediciosos se les denomina "rebeldes"; a los asesinados "ajusticiados"; a los bárbaros "nación civilizada"... ¿No sería mejor discriminar entre "caídos por la patria", muertos en combate y liquidados en la era? ¿O es preferible fusilar a un rojo que a un azul?
Desconocía que los muertos tuvieran "suerte", pero, en todo caso, deberían aclararnos si buena o mala. En algo coincido, y es en que los que pierden son los que pagan. Aquí y en cualquier parte.
Un abrazo.
Estimado un amigo,
los que impusieron por las armas su rebelión fueron un poco menos víctimas que los otros, no cree? Porque si todos somos víctimas el concepto de víctima se diluye, y yo creo que ese es el mayor agravio que puede hacérsele a una víctima.
Estimado Adn,
mi punto de vista personal es el de considerar víctimas todos, porque una guerra civil no la gana nadie - es el máximo fracaso que se puede imaginar de un proyecto de país, de sociedad, de vida en común en el mismo espacio. Y nadie se fue de rositas, ni siquiera los que sacaban más pecho.
Un ejemplo concreto que conozco bien: un chico al que reclutan a la fuerza, porque acababa de cumplir dieciocho años, en los últimos meses de la guerra civil. Y lo obligan a participar en fusilamientos. Este chico arrastró secuelas toda su vida. ¿Qué lo considero, verdugo o víctima? Yo lo tengo claro.
Otro ejemplo menos sangriento: un señor que no combate, por su edad, pero que se encuentra a participar, como engranaje administrativo de un cierto nivel -era funcionario-, en la estructura represiva de la postguerra, y avala con su firma muchas injusticias, confiscaciones y cosas peores. Sí, podría haber hecho el héroe, pero no tenía independencia cultural, y tenía cinco hijos que mantener. ¿Qué lo considero, verdugo o víctima? Aquí hay más matices - pero no puedo dejar de pensar que hay mucho de víctima.
Cuando ocurren estas cosas, hay mierda para todos. Eso era lo que quería resumir en mi generalización imperfecta.
Si me dice usted que no todos fueron "igual" de víctimas, matizando, pues puedo estar de acuerdo, considerando
- que las consecuencias físicas y prácticas no fueron las mismas para unos y otros
- sobre todo, que la responsabilidad no es la misma.
Salud,
Estimado un amigo, obviamente estamos de acuerdo.
Un saludo
Parece ser que ninguno de los amigos del blog pone en duda el argumento más contundente que he utilizado :
QUE LOS QUE GANARON LA GUERRA CIVIL NO HICIERON NADA QUE NO FUESE COSTUMBRE HACER POR CUALQUIER GANADOR DE UNA GUERRA, desde las del Peloponeso hasta las más recientes.
Ya lo dijo Breno !Vae Victis¡
aajajajajajaja para el "amigo" , los que impusieron por las armas su rebelión no fueron victimas de nada, no haberla impuesto, esa gente lo unico que merece es el escarnio público que no tuvo.
Queremos a nuestros muertos, saber quienes son, queremos justicia.
Ah y otra cosa, no se escondan, lo sucedido en la guerra civil es una cosa que se quedó en la guerra, lo que pasó despues, ES Y SERÁ JUZGABLE , SI NO AHORA QUE LOS ORGANISMOS SIGUEN CORRUPTOS Y ENFERMOS, LO SERÁ MAS TARDE.
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