28 septiembre, 2012

Aristóteles nació en Gijón



                En un país de tanta risa como esta España que se desespaña, los escritores humorísticos lo tienen cada día más difícil, pues cada vez hay menos diferencias entre, por ejemplo El Mundo Today y El Mundo a secas, o con cualquier otro periódico de los que hablan en serio. No es que esté criticando a los periódicos ni a los periodistas, aunque también tienen los suyo, sino glosando una realidad nacional que te deja perplejo y patidifuso.

                Acabo de ver que el Ayuntamiento de Ibiza ha aprobado por unanimidad que Colón nació en tal isla y que va a contribuir todo lo posible a la difusión de la buena nueva, que algún investigador ha mantenido. Ignoro el respaldo científico de dicha tesis o de las rivales, pero también me da igual dónde haya venido al mundo el peculiar marino. Lo bonito y desternillante es que se puedan presentar y votar mociones para tales propósitos y que los partidos políticos jueguen a respaldar la ciencia a mano alzada (mejor así que a mano armada, es verdad), mientras los mismos partidos podan el presupuesto para ciencia. Probablemente sus cabezas pensantes tampoco son capaces de distinguir entre ciencia y superstición. Sea como sea, cundirá el ejemplo y, por si acaso, voy a proponer a mis paisanos de Gijón que convoquen un pleno municipal para exigir para mi tierra la paternidad y maternidad de Aristóteles, el rey Melchor, Tomás de Aquino, Julio Verne, el Oso Yogui y Lángara. Y si hay papeles que certifican que vinieron al mundo en otro lado, dejemos claro al menos, por asentimiento, que los concibieron en la Playa de San Lorenzo o en el cerro de Santa Catalina después de una merienda a base de “quesu” de Cabrales y sidra.

                A lo tonto a lo tonto, también en esas cuestiones tan graciosas hay un fondo serio y que merece unos pensamientos. Es la democracia un excelente procedimiento para la toma de decisiones políticas, es decir, atinentes a la polis, sus normas y su organización. Pero no más. No se puede decidir ni a mano alzada ni con papeleta ni se puede debatir en el ágora a grito pelado si existirá o no el bosón de Higgs, si el cáncer de pulmón lo provoca el tabaco, si es verdadera o falsa la teoría de la evolución de las especies o si hay peces amarillos en los fondos abisales. Pero se da una imparable politización de la ciencia que nos remite, pasito a pasito, a los tiempos en que no había ciencia libre porque no se permitía.

                El proceder es sencillo. Primero se intenta domesticar a los científicos tanto con presiones económicas como con estrategias de palo y zanahoria, sacando entre aplausos y promoción mediática a los que digan lo que interesa y condenando al ostracismo, la desmoralización o la emigración a los otros, generalmente los serios. Después se incorporan aquellas tesis científicas, o pseudocientíficas incluso, al discurso político de los partidos y los demagogos, haciendo ver, por ejemplo, que puesto que en la batalla tal la mayoría de los soldados eran de Villacebllinos o que en la Corte del monarca cual abundaban los de Valdebocio, ya estaban entonces oprimidos los de la parroquia vecina. En el paso siguiente, el partido gobernante, cualquier partido gobernante, controla los libros de texto para que recojan nada más que esas informaciones así sesgadas o manipuladas y, de propina, se subvencionan congresos y libros en los que en ellas se insista. Por último, y para dotar de su legitimación política a la postura científica o paracientífica así pergeñada, se convocan unas manifestaciones populares de reclamación de la dignidad herida por los estudiosos vendidos a algún imperio enemigo y se organiza una votación o un referéndum. Como tales carnavaladas democráticas las ganan siempre los organizadores (creo que hasta en algún referéndum de la dictadura salió por el 99% que Franco era caudillo de España por la gracia de Dios y no por otras razones, o cosa de ese tenor), en adelante quedará por antidemócrata y traidor el que se emperre en la ciencia seria y sus datos en lugar de sumarse a la lucha contra el infiel y a la adoración de las glorias del terruño.

                ¿Qué puede hacer la gente seria, trátese de científicos o de sencillos ciudadanos con seso? Nada o casi nada. Ahora la verdad se decide con votos o en concentraciones populares. No sé cómo al PP no se le ha ocurrido todavía plantar un referéndum sobre la existencia de Dios. Bien llevado, seguro que sale que sí, y se acabaron los problemas teológicos e iremos a misa ya con más fe y mayor convicción. De todos modos, los cuatro gatos que no quieran cambiar la ciencia por himnos ni la democracia por aquelarres deben (disculpen la inmodestia, debemos) mantenerse en sus trece y llamar al pan pan, al vino vino y a la imbecilidad imbecilidad. Y no temer que nos tachen de enemigos del pueblo (Volksfeinde, de qué me suena eso) o de contrarios a la democracia. Porque meter la democracia en la Ciencia, sea en la Biología o en la Historia, sea en la Paleontología o en la Lingüística, es tan absurdo y contraproducente como disfrazar de ciencia las decisiones políticas, cosa que, por cierto, algún conocido dictador alemán o soviético o rumano ya intentó durante el infausto siglo XX, con los resultados bien sabidos para la ciencia y para la política, entre otras cosas.

                Tiene bemoles que sea delito (además de solemne memez, eso es aparte) negar el holocausto y que, en cambio, se pueda votar cómo fue una batalla, donde nació un señor o qué antigüedad tienen unos fósiles. Y menuda gracia que los partidos, casi todos, se dediquen a semejantes enjuagues por miedo a que dejen de votarlos los más lerdos y fanáticos de cada pueblo. Pero es lo que hay y no lo vamos a arreglar tomando el Congreso, sino, si acaso, tomando la palabra y desenmascarado a los idiotas y los pícaros.

                PD.- No he dicho ni pío ni de Cataluña y lo expuesto se acomoda a muchos lugares y tiempos. Por ejemplo, a la España de Franco. El que se pique…

5 comentarios:

carmen dijo...

jajajajaja, leí el notición ayer y me tronché, la verdad.
Lo suyo hubiera sido asignarse a los hermanos "Pinzones", rollo publicidad y tal.
¿Colón, qué les puede reportar?
Algún eslogan bueno puede salir por su rima fácil...pero no lo veo.

Por cierto, la vaca es de donde pace no de donde nace. Lo importante sería atribuirse la adopción del pueblo.
"Diógenes, vivió los momentos más felices de su vida en el pueblo de García Amado".

Respecto a Cataluña, no veo problema alguno. Piden la independencia y un rescate, se les concede lo primero y se acabó la polémica.
Yo también quiero independizarme de España, me niego a que la pasta de mis impuestos se inyecte a los bancos y la siga gestionando esta escoria.



Un cordial saludo.

Sr. IA dijo...

Entérese usted, caballero. No tolero bromas con la asturianidad incontestable del Oso Yogui... Cómo se le ocurre????

David dijo...

No entiendo como ante semejantes evidencias de putrefacción, corrupción, toxicidad y estulticia no se deja usted de "Quejios de España" y sale a la calle con la antorcha y la horca.

Diego11 dijo...

Habiendo cosas más importantes que discutir y estos mmm cientificos o lo que sean, proclamando a colon nacido en Ibiza.

caramelo dijo...

Pues a mí me parece que lo relevante es el proceso inverso, es decir, la tecnificación de la política, la adopción de decisiones incontrovertibles, verdaderas, basadas en presupuestos científicos incontestables (hasta el momento). Ese sí es el camino peligroso en el que llevamos unas décadas avanzando y que pone en riesgo la política (que es algo muy serio, pese a quienes la ejercen en estos tiempos).