Miren
lo que le acaba
de pasar a una concejal socialista del ayuntamiento de Los Yébenes, en
Castilla-La Mancha. Se grabó un vídeo casero en pelota y tocándose con arte y
gustillo, se lo regaló a alguien y…, apareció difundido en las redes sociales.
Puede que el afortunado receptor del regalo lo colgara o puede que algún pirata
se apropiara de él en el ordenador de la dama, pues ya se sabe que internet es
de todos y tal. Sea como sea, se armó la marimorena y la buena mujer ha
dimitido, dizque para no perjudicar a su partido ni a su familia. Esto recuerda
lo que le ocurrió hace unos meses nada menos que a la ministra de Medio
Ambiente de Costa Rica, que también se filmó tan ricamente para que su novio o
amante la tuviera a mano cuando no la tenía a mano, y acabó en manos de medio
mundo vía Facebook y demás redes sociales, esa maravilla democrática y popular.
También dimitió la apasionada señora, para no dañar al gobierno, al país y tal.
Pues
esas no son las últimas noticias de ese calibre, hay una última. Don Oliverio
Mescuece Tramiño, concejal por el Partido Popular en un pequeño municipio
orensano cuyo nombre no he podido averiguar todavía, presentó hoy mismo la
renuncia a su cargo, pues se han divulgado unas fotos suyas y una breve
película en las que se ve que tiene pito y que se lo manosea. En realidad, las
imágenes fueron tomadas durante la micción del susodicho a la vera de unos
setos de aligustre en las afueras de la referida población, pero se aprecian
dos detalles que han llenado de consternación a la opinión pública y a la
local, pública también. Una, la más sorprendente, que el concejal tiene pene,
dato del que no se tenía noticia ni sospecha. Como ha declarado la portavoz de
la oposición en el consistorio, esas cosas hay que avisarlas en la campaña,
pues seguro que muchos electores no habrían dado su voto a la lista en la que
iba el señor Mescuece si hubieran sabido que el hombre estaba dotado de carallo.
Ahora se sospecha de todos los representantes de su partido y hay quien afirma
ya que todos ellos, los varones, van armados de semejante apéndice o
adminículo, cosa que atentaría contra la convivencia ciudadana y el
republicanismo cívico galaico sin lugar a dudas.
El
otro asunto delicado que las referidas imágenes plantean viene de que a don
Oliverio se le ve tocándose la pirula. Aunque hay quien ha intentado defenderlo
aduciendo que son los típicos meneos breves y violentos con los que los
miembros de los miembros del antaño sexo fuerte son agitados para evacuar las
últimas y muy molestas gotas al mear, no ha servido de excusa el argumento, por
varios y muy razonables motivos. Primero, porque el hecho de usar el pitirrín
para orinar no le quita nada de su dramatismo a la mera posesión de tal
apéndice por todo un representante de la soberanía municipal. Segundo, porque el
tocárselo de esa manera cuando piensa que nadie lo ve revela una personalidad
retorcida y propensa a los vicios y la perdición. Tercero, porque es de sobra
sabido, y en los viejos libros está, que se empieza así y se puede terminar en la
masturbación, nefando hábito que puede causar la pudrición de la médula espinal
y la falta de cuidado en el manejo del presupuesto municipal.
Las
redes sociales están que arden de celo crítico y con variadas chanzas por tan
sorprendente sucedido. Comentan muchos que así va España y que es una vergüenza
que cobre dietas por asistencia a los plenos un señor que tiene colgajillo y
que, para colmo, lo utiliza. Cientos de mensajes insisten en que habría que
capar a todos los políticos así adornados y que es una vergüenza que se
entretengan con sus partes cuando la parte mayor de la juventud española está
en paro y no por eso se abadona al nefasto automagreo. Otros proponen que la
Universidad de Vigo nombre una comisión de expertos para analizar con los más
modernos métodos científicos si el adminículo corporal del munícipe es normal o
ha sido artificialmente alargado con cargo al erario público o si se ha copiado de algún chino. Los más exigen
que todos los integrantes de las corporaciones locales del país se sometan a
una inspección médica, a efectos de asegurar que son asexuados, apolíticos e
inofensivos. Varios alcaldes, varones, ya se han apresurado a asegurar que o
bien ellos jamás tuvieron esos chismes tan peligrosos, o bien que se los
amputaron antes de concurrir a los comicios. Alguno, muy criticado, ha dicho
que él sí arrastra uno, porque nació así y le da repelús la cirugía, pero que
jura que ni lo usa para nada, ni se lo enseña a nadie, ni siquiera en casa, ni
se lo mira jamás porque le da algo de reparo. En cuanto a las señoras con
asiento en los ayuntamientos, están declarando en masa que ellas no tienen nada
o que, al menos, eso les parece, pues ni se manipulan ni se contemplan y duermen
con un camisón de esterilla que las hace inmunes a cualquier sensación proveniente
de los bajos fondos y que vaya asco y así estamos. Ahora se espera una
declaración razonada del cardenal Rouco y de Rubalcaba, a fin de que se
restaure la confianza de los mercados y de la ciudadanía en general. Elena
Valenciano ha manifestado en la SER que también en eso Zapatero ha sido siempre
ejemplar y que fijo que a él carece de semejantes tachas.
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