Todavía se siguen celebrando la fiesta de la
Cruz Roja, las huchas a favor del cáncer (que las personas generosas siempre
han apoyado), ignoro si ha desaparecido el Domund, fecha en la que mandábamos a
los chinos (o a los negros, no lo recuerdo) el papel de “plata” del chocolate
(el antecedente del albal o sea el protoalbal), cualquiera sabe con qué
designio pues nunca se nos explicó el uso que tales pueblos hacían de ese
material.
Hoy todo eso ha quedado arrumbado entre las
muchas antiguallas que vamos amontonando. En breve habrá que hacer un homenaje
a la antigualla, tan devaluada, y dedicar un día al “orgullo de lo antiguo”
donde pudiéramos exhibir sin pudor, por las calles y en carrozas engalanadas,
lo anticuado, lo añejo, lo rancio, todo aquello que la polilla va sepultando
sin piedad entre los pliegues del gusano corrosivo de la indiferencia. Imitemos
al vino o al vinagre o al whisky que proclaman su antigüedad con ínfulas, despreciando
sin más la existencia loca de las jóvenes generaciones.
Pero a lo que iba es que esas muestras de
acercamiento al infortunio ajeno hoy han sido sustituidas por los actos
“solidarios”. El “progre” actual no hace ya vacaciones normales, en Benidorm o
en la aldea de los abuelos, sino “vacaciones solidarias” y cuando se pregunta
en qué consisten, resulta que son algo parecido a lo ya practicado por el SEU,
sindicato de estudiantes de cuando la dictadura, que organizaba unos campos de
trabajo en España y en países europeos (yo asistí a varios en Francia). En
ellos se colaboraba con los obreros de una fábrica o los agricultores de la
zona o se ayudaba en la ejecución de pequeñas obras en los pueblos. “Nihil
novum sub sole”, se lee en el Eclesiastés como aviso para bajar los humos a
quienes van por el mundo con la pegatina de la originalidad.
Lo mejor son las comilonas “solidarias”.
Antes también existían los banquetes que se daban al amigo ganador de una flor
natural por haber perpetrado un poema “a Purita”, o al vecino cuyo hijo había
sacado el número uno en las notarías. A Pérez Galdós le dieron copia de
banquetes con gran consumo de pollo, capitán de los manjares, y, cuando
terminaba la tabarra de los discursos, don Benito se encaminaba con diligencia
a aliviarse entre las extremidades de alguna opulenta moza de fortuna.
Hoy el banquete ha sido sustituido por el
“lunch” o el “breakfast” que, en determinados ambientes, se convierte en el
“lunch solidario”. Se comen las mismas gambas a la gabardina, se degustan las
mismas croquetas y los mismos montaditos de lomo que en los tradicionales e
incluso se sopla el mismo whisky de reserva pero se hace con la intención
puesta en los pobres y los desheredados de la tierra.
Y es que, si para librar al mundo de sus
injusticias e infortunios es preciso engullir canapé tras canapé, todas las
personas magnánimas estamos dispuestas a hacer el sacrificio.
Todavía no existe pero propongo como novedad
a tener en cuenta por la población más ligera de años la modalidad del
“botellón solidario”. A los mayores que no se relacionan con la juventud les
explicaré que el “botellón” es una original y fecunda manera de organizar el
contacto entre los jóvenes, especialmente universitarios, y que se practica las
noches de los jueves, los viernes y los sábados, es decir, cuando es obligado
reponerse de los rigores del estudio y la reflexión.
Al “botellón”, luminoso signo de los tiempos,
es preciso dedicarle una reflexión específica y además es urgente publicar el
“Juanito” de los botellones, es decir, el libro de la urbanidad y los buenos
modales en el botellón. Pero de momento quede enunciada aquí esta modalidad
nueva que ayudaría a profundizar en el mundo botellonil y sobre todo a
conectarlo con el de la solidaridad, es decir, con el ancho espacio donde los
escrúpulos y remordimientos se bañan y perfuman.
2 comentarios:
Esta viñeta de Mafalda trasmite la misma idea:
http://sinergiacreativa.files.wordpress.com/2009/04/beneficencia1.gif
Sr. García Amado, en primer lugar decirle que por cosas de la vida descubrí hace unos días su blog y me tiene completamente enganchada, gracias por tomarse la molestia de escribirlo a diario.
Sobre el tema de hoy...pues decir que como madre, el trabajo de la solidaridad comienza en casa con nuestros pequeños. Hacerles renunciar de vez en cuando a alguno de los tantísimos privilegios con los que cuentan hoy en día en favor de una causa que ellos puedan entender y más tarde apoyar con voluntad, cuesta muy poco.
Predicar con el ejemplo y hacerlos partícipes es ya la pera limonera.
Intentémoslo para no tener que proponer ideas como la que hoy.
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